Ecos de una ciudad sumergida.

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miércoles, 23 de febrero de 2011

GRAYCEON - All We Destroy (2011)



Yeah! Por fin uno de los discos más esperados de 2011 está aquí, a cargo de una de las formaciones más originales y excelsas que ha dado el metal de la última década. Grayceon es un trío de San Francisco conformado por la curiosa combinación de cello eléctrico, guitarra y batería. Su principal cabeza visible y líder es la cellista Jackie Perez Gratz, conocida por formar parte de los fantásticos Giant Squid y de Amber Asylum, así como por haber colaborado en álbumes de gigantes como Agalloch (concretamente en Marrow Of The Spirit), Neurosis, Asunder o Today Is The Day. Espectacular currículum que nos habla de un talento inquieto, que en Grayceon se muestra en su plenitud amén de permitirle hacerse cargo también del aspecto vocal. All We Destroy es su tercer álbum, precedido por Grayceon (2007), This Grand Show (2008) y el split The West (2007) junto a los ya mencionados Giant Squid. Su segundo trabajo supuso el gran espaldarazo a su carrera, cosechando enormes críticas por medio mundo gracias a su desconcertante y seductora forma de mezclar el rock y metal progresivos con el folk. Gracias a esto atrajeron la atención del prestigioso sello Profound Lore Records, que los sumó a su impresionante catálogo y con el que editan la semana que viene su su flamante nuevo álbum.


Que Grayceon es una banda única es algo que ya sabíamos los afortunados que llevamos siguiendo su carrera desde aquel tremendo debut autotitulado de 2007. Nadie suena como ellos, y los que se acercan, como el caso de Giant Squid, lo hacen por la influencia directa que supone contar con Jackie Perez en su proyecto. Partiendo de una propuesta que bebe del rock progresivo, el folk, el metal y el sludge, en All We Destroy el trío estadounidense ha incorporado toda una serie de nuevos elementos a su imbatible base sonora, y he de decir que gracias a ellos Grayceon puede dar ese gran salto que les coloque en las grandes ligas (mediáticas, porque por calidad llevan jugando en ellas desde hace cuatro años). Las novedades vienen de la mano de unas composiciones más focalizadas, donde tan sólo un corte supera los 10 minutos. Estamos, pues, ante el álbum más directo de su carrera, pero no por ello perdiendo ni un ápice de capacidad evocadora o complejidad compositiva. Simplemente han comprimido su esencia sonora con el resultado de un incremento de intensidad. Donde antes mecían tu alma con infinitos brazos incorpóreos a través de fascinantes paisajes musicales, ahora dirigen sus extremidades directamente a tu corazón, haciendo de su latir algo supeditado al antojo de All We Destroy. La otra gran novedad es la acertadísima aparición de Jackie Perez como vocalista, en detrimento del guitarrista Max Doyle (aunque éste sigue metiendo algunas voces). A cuadros me he quedado con el versátil registro de la cellista, que lo mismo puede hipnotizarte con su voz limpia que desgañitarse con gritos repletos de furia sludge. Estos cambios encajan perfectamente con el inconfundible ADN de la banda, en la que Max sigue estando fantástico a la guitarra, Zack Farewell aporrea la batería con fogonazos de auténtico genio y Jackie lleva el peso del sonido Grayceon con un cello que eleva todo el conjunto a un nivel completamente nuevo, inalcanzable. Combinando con la maestría de un genio loco pasajes de pausadas y bellas melodías con pesados fogonazos metálicos, el trío consigue no perder nunca el norte, manteniendo siempre la forma supeditada a la idea y regurgitando seis cortes compactos, sin ninguna fisura. El mayor ejemplo de esto, y de la dificultad que conlleva, es el tema We Can, 17 minutazos de puro gozo donde hay cabida para todo, desde el dulce languidecer junto a unas melodías exquisitas a auténticas catársis de furia sludge, con una voz, la de Jackie, que es para quitarse el sombrero. También tenemos otros pepinazos como la redondísima Shellmounds o la enérgica A Road Less Travelled, pero sinceramente se me hace imposible destacar ningún tema sobre otro en un álbum que es simplemente perfecto. No valoraré si All We Destroy es mejor ni peor que sus antecesores, básicamente porque la discografía de estos señores (y señora) nunca ha bajado de la excelencia. Lo único que puedo decir es que estamos ante un álbum que para mí ya estará entre los 5 mejores del año (y eso siendo precavido y dejando algo de márgen), y que supone un paso más en una de las carreras más fascinantes que nos ha dado el metal en los últimos años.


All We Destroy es un trabajo perfecto, amén de la desmostración de que en la música no está todo inventado. 

Nota: 10/10


miércoles, 16 de febrero de 2011

WINO - Adrift (2011)

 


Hoy toca bajar decibelios y revoluciones en mi humilde morada, de la mano del que uno menos se lo esperaría. Adrift es el segundo álbum en solitario de Scott "Wino" Weinrich, tras aquel notable Punctuated Equilibrium de 2009. Para quien no conozca a Wino, aparte de merecer cien latigazos y un abucheo, tan sólo diré que la palabra leyenda no encuentra en otra persona un acomodo mejor. Porque hablamos de alguien que ha transitado y ha ido forjando algunas de las páginas más notables dentro de la historia del doom y el rock. Desde su paso por Saint Vitus, el impresionante periplo en The Obsessed o los brillantes trabajos en Spirit Caravan, Place Of Skulls y Hidden Hand (sin olvidar su participación en esa reunión de genios que fue Shrinebuilder), el melenudo de Maryland siempre ha dejado su personalísima huella basada en unos riffs incontestables, su amor por la evocación lisérgica y un registro de voz inconfundible. Incapaz de crear nada que pueda ser encasillado como genérico y con una inquietud creativa en constante movimiento, Wino presenta de nuevo su visión del formato acústico, con un trabajo que dudo pueda dejar indiferente a nadie.


Con un pie firmemente asentado en el blues y otro jugueteando en el campo del folk, nos encontramos ante un disco que mejora considerablemente las sensaciones de Punctuated Equilibrium, y que me reafirma en la opinión de que es imposible que este señor haga nada por debajo de la excelencia. Impulsado a crear Adrift por la muerte de su colega y compañero de banda Jon Blank, Wino abre su corazón a través de unas letras que no le habíamos conocido hasta ahora, y en las que profundiza no sólo en el dolor de la pérdida, sino también en su visión de la política, el amor y el estilo de vida que ha decidido llevar. Esa desnudez se arropa con un trabajo de guitarras espléndido, que no por asentarse en lo acústico pierde ni un ápice la fuerza a la que nos tiene acostumbrado el genio norteamericano. Nada raro si tenemos en cuenta que estamos ante el mejor guitarrista que ha dado el doom tras Tony Iommi. Sin ceñirse al estrecho libro de estilo del formato acústico, Weinrich introduce fogonazos eléctricos que subrayan ciertos pasajes con una fuerza indudable y los lleva a su terreno como sólo él es capaz de hacer. Claro ejemplo sería Hold On Love, que en otras manos podría devenir casi en un tema pop, pero que tras pasar por el filtro de nuestro amigo queda marcada a fuego y transmutada en una suerte de blues oscuro y evocador. Un sabor de blues que continua en cortes como los fantásticos I Don't Care o Mala Suerte, de innegable belleza y poso amargo. Destacable es la transmutación bluesera que sufre el tema de Motorhead Iron Horse/Born To Lose, una de las sorpresas más agradables de Adrift y que sin salirse del formato acústico consigue igualar la fuerza de la original. Los ecos a anteriores trabajos del músico están ahí, como en Old And Alone, pero desvestidos y amplificados por la omnipresente y confesional voz de Wino, el oscuro sol alrededor del cual orbitan el resto de elementos del álbum. Pero incluso cuando prescinde del recurso vocal, el norteamericano se muestra intratable, algo de lo que da fe la espectacular instrumental Suzanne's Song, un corte que sin palabras habla directamente a nuestro subconsciente, susurrando historias de amor, de su ausencia, de su pérdida... El álbum se cierra con otra sorpresa mayúscula, una versión del Green Speed de Savoy Brown que se traduce en un boogie blues en el que los fogonazos eléctricos están más presentes y que un servidor mataría por escuchar en directo. Caída de telón ideal para un álbum ajeno a etiquetas, modas o comparaciones, y con ese regusto atemporal que dejan todas las grandes obras.


Un álbum maravilloso, íntimo y con una fuerza y honestidad inusitadas. Otra prueba más, aunque no hacía falta, de que Scott "Wino" Weinrich es uno de los músicos más grandes de nuestro tiempo.

Nota: 9/10


jueves, 10 de febrero de 2011

LO-PAN - Sasquanaut (Remixed & Remastered) (2011)



Otra iba a ser mi subida de hoy al blog, pero cuando ayer me llegó este álbum y le pegué unas cuantas escuchas, me convencí de escribir sobre un disco acerca del cual llevaba dos años queriendo hacerlo. Y no es que no tuviera mis prejuicios, porque el original, lanzado en 2009, me parecía un trabajo excelente, y la carencia de medios que mostraba en su producción y sonido le daba muchos puntos y cierto aire de directo que a mí personalmente me ponía un montón. Sasquanaut era el segundo trabajo del cuarteto de Ohio, que ya se habían presentado ante la sociedad stoner con su debut autotitulado allá por 2006, un año después de formar la banda. Aquel segundo álbum fue un pepinazo en toda regla, y copó las listas de lo mejor del año en numerosas webs rockeras e incluso metálicas. El éxito de Sasquanaut les valió firmar en 2010 un contrato con el prestigioso sello Small Stone Records, hogar de combos como Five Horse Johnson, Los Natas, Red Giant, Sons Of Otis o Sasquatch. A pesar de que hay previsto nuevo álbum de Lo-Pan para finales de 2011, el sello no se resistió a la tentación de coger aquel estupendo trabajo de 2009 y dotarlo de un sonido más profesional, a cargo de Benny Grotto (remezcla) y Chris Goosman (remasterizado), ante los que hay que quitarse el sombrero. 


Un álbum que empieza con ese clásico instantáneo que es Dragline ya habla por si solo, y con sus siete acompañantes conforma uno de los mejores trabajos de rock pesado que haya dado la década pasada. Imbuidos en un estado de gracia excepcional, el cuarteto lo clava todo en Sasquanaut, desde unos riffs para caerte de espaldas, pasando por un barniz metálico que dota de una contundencia soberbia a su sonido y terminando por la fantástica voz de Jeff Martin, una de las mejores dentro del género y muy beneficiada por el nuevo tratamiento de sonido que ha recibido el álbum. Ahora, mucho más integrada con el sonido de los instrumentos, hace que Sasquanaut cargue con una fuerza simplemente irresistible. La sección rítmica es otra de las grandes beneficiadas, desplegándose con una contundencia y claridad espectaculares, haciendo que todo suene gordo, muy gordo, como debe ser, pero sin perder un ápice de detalle. Pero lo importante sigue ahí, y no es otra cosa que unos temazos incontestables, de esos que te impedirán dejar de mover pies y cabeza como un poseso. Y es que en muchos aspectos nos encontramos ante un álbum que traspasa los estrechos límites del stoner desplegando una capacidad de seducción que puede alcanzar a cualquier amante del rock en general. Simplemente con sus tres temas iniciales Lo-Pan ganan por goleada, porque tanto la citada Dragline como Savage Henry y Kurtz tienen gancho para derribar a todo oponente que les salga en el camino. Lo grande de esta banda es que a pesar de no inventar absolutamente nada nuevo, son capaces de transmitir una frescura, energía y naturalidad muy difíciles de alcanzar en un género tan trillado, donde muchas formaciones parece que tocan con el piloto automático puesto, siguiendo unas coordenadas fijadas de antemano. Sólo hay que pegar una escucha a la pausada e intensísima Kramer para darte cuenta de ello, con una interpretación grandiosa de Jeff Martin, el compañero ideal para la fantástica guitarra de Brian Fristoe, ambos las dos estrellas de Sasquanaut. Una dupla que en cortes como Vega alcanza la excelencia absoluta, como una suerte de Stockton y Malone del stoner. En definitiva, un trabajo soberbio, una señorita que ya nos enamoró con su cuerpazo pero que ahora, además, va vestida para matar.


Una maravilla para los que no conozcáis a la banda, y para los fans un sabroso recordatorio de lo que nos vendrá encima en unos meses.

Nota: 9,25/10


martes, 8 de febrero de 2011

DEICIDE - To Hell With God (2011)



Cuando me enteré que Deicide preparaban nuevo álbum para 2011, mi interior se revolvió con una mezcla de expectación y escepticismo. Por un lado tenemos a una de las bandas de música extrema más grandes del planeta, amén de grupo seminal del death metal, y que junto a Morbid Angel y Obituary crearon un triunvirato indestructible desde finales de los 80, lo que comunmente se conoció como death metal de Florida. Discos como Deicide (1990), Legion (1992), Serpents Of The Light (1997) o el sorprendente The Stench Of  Redemption (2006) son obras maestras del género (especialmente los tres primeros), y de escucha obligatoria por todo fan del death metal que se precie. Pero por otro lado también tenemos a los Deicide de vulgaridades supinas como Till Death Do Us Part (2008) o In Torment In Hell (2001), y eso sin contar con el inefable Glen Benton y sus salidas de madre. Así que cuando me puse los cascos y comenzó la reproducción de To Hell With God, recé una plegaria a Satán para que esa bipolaridad se decantara por la excelencia.


Parece ser que tengo vía directa con el Maligno, porque mis expectativas han sido rebasadas con creces. To Hell With God nos devuelve 21 años después de su nacimiento a los mejores Deicide en forma de 10 temas que son puro éxtasis metálico. Muchas cosas han cambiado, y he de decir que para mejor. Empezando por un Glen Benton que abandona esa entonación de monstruo de las galletas, volviendo a ser la bestia agresiva e iracunda que dejó a medio mundo acojonado en los primeros álbumes de la banda. Mezclando el caos herético de Legion, el gancho de Serpents Of The Light y la bestialidad de The Stench Of Redemption, el cuarteto ha creado una monstruosidad capaz de competir con cualquiera de ellos, y que nos recuerda que el trono que tan a pulso se han ganado en la escena está lejos de encontrarse vacío. Jack Owen (Cannibal Corpse, Beyond Death...) y Ralph Santolla (Obituary, Death, Iced Earth...) se muestran simplemente intratables a las guitarras, con un trabajo a las seis cuerdas demoledor, capaz de crear riffs como apisonadoras a la par que soltarse con unos solos de quitarse el sombrero. Steve Asheim, una vez olvidadas sus aventuras infructuosas a la guitarra, vuelve a centrar sus esfuerzos en lo que de verdad sabe, destruir cerebros aporreando la batería como un demonio poseso. El resultado de tanta sabia decisión y talento focalizado se expresa en 35 minutos concebidos para conducirte al Infierno con la quinta marcha puesta, llevándote de paso por delante a todo cristiano que te encuentres por el camino. Se beneficia el álbum de una producción muy moderna, centrada en un sonido lo más cristalino y potente posible, pudiendo gozar de cada instrumento como se merece, y que ha corrido a cargo de Mark Lewis (que ha trabajado con bandas como The Black Dahlia Murder, Trivium o DevilDriver). Y lo importante señores, una sucesión de temazos que no te darán ni un sólo respiro, sin un sólo bajón que apee al disco de la excelencia. Pepinazos como la agresiva Witness Of Death, el clásico instantáneo Angels Of Hell o el gancho irresistible de Conviction te volarán la cabeza sin remedio. Pero sería injusto remarcar tan sólo tres temas, ya que el resto son igual de impresionantes, y podría seguir con la bestialidad de Servant Of The Enemy o esa puñetera maravilla pútrida y oscura que es Into The Darkness You Go. Y así hasta completar un álbum ganador, de alma negra y condición de futuro clásico.


Para mí va directamente al podio de Deicide, acompañando a Legion y Serpents Of The Light. Candidato muy serio a disco del año. El trono oscuro vuelve a latir con renovado vigor para regocijo de todos los amantes del death metal con mayúsculas. Bienvenidos de vuelta, cabrones. 

Nota: 10/10


jueves, 3 de febrero de 2011

LIONHEART - Built On Struggle (2011)



Que bien se siente uno ante lo inesperado, sobre todo cuando las sorpresas son gratas. Porque el grupo que traigo hoy a Ecos de R'lyeh estaba completamente fuera de mi radar, a pesar de que con su debut,  The Will To Survive (2007), producido por Mike Hood de los legendarios hardcoretas Hoods, les había colocado como una de las mayores promesas del metalcore de la Costa Oeste, hasta tal punto que el mismísimo Jamey Jasta de Hatebreed relanzó el disco bajo el amparo de su propio sello, Stillborn Records. Y a tenor de lo visto ayer en el concierto que nos brindaron en la sala Jimmy Jazz de Gasteiz acompañando a Terror, First Blood y Backtrack, las alabanzas están más que justificadas, bien lo saben mi resaca y dolor de cuello. Dispuestos a seguir repartiendo caña y escupiendo su odio contra el sistema, el mes pasado lanzaron al mercado Built On Struggle, esta vez a través del sello Mediaskare, y con unas colaboraciones para recoger la mandíbula del suelo. Porque señores, en este álbum aparecen titanes de la talla de Bruce LaPage (vocalista original de 100 Demons), Dave Nassie (Suicidal Tendencies, Bleeding Through), Brandan Schieppati (Bleeding Through), Lord Ezec (Skarhead, Icepick) y Karl Buechner (Earth Crisis). Todo un puto All-Star del harcore norteamericano, pero que quedaría en nada si no estuviera acompañado de un álbum a la altura. Y os puedo asegurar que éste lo está, y de largo.


Si tuviera que resumir Built On Struggle en tres palabras, esas serían: actitud, actitud y actitud. En un género tan mediocrizado como desgraciadamente lo está el metalcore, Lionheart recuperan el espíritu que tan grande hizo al género a mediados de los 90 a base de cojones y un álbum que va directo a la yugular. No esperéis estribillos melódicos a cargo de niñatos de clase media con flequillos, porque os llevaríais una gran decepción. Built On Struggle es un disco de suburbio, de agresividad nacida por un futuro robado y una existencia reducida a la mediocridad y la represión ante las voces disonantes. Con un sonido que nos retrotrae a los  Hatebreed del Perseverance, Lionheart extraen lo mejor del metal y el harcore dando lugar a una fórmula que no por conocida deja de emocionar cuando se ejecuta con la pasión y redondez compositiva de la que hace gala este álbum. Algo que queda más que patente en clásicos instantáneos como Brothers Keeper, que alcanza el cielo con las colaboraciones de Bruce LaPage a las voces y Dave Nassie metiendo unos solos y riffs en la línea de los mejores Slayer. Rob McCarthy y Evan Krejci juegan a destruirte las cervicales a base de unos riffs demoledores, que lo mismo martillean con lentitud tu cerebro que se lanzan al galope para mayor gloria de los amantes de los pogos más desenfrenados. La mejora de sonido respecto a The Will To Survive permite, además, poder disfrutar de esa apisonadora de sección rítmica a cargo del batería Jay Scott y el bajista Travis Pacheco. Sin renunciar a la inmediatez y agresividad propias del metalcore, la producción consigue darle una potencia y profundidad a Built On Struggle que devienen en 13 temas indestructibles como una columna de T-36 soviéticos en plena carga. Imposible no acabar con el puño levantado ante trallazos como Through Hell And Back, What I've Become o la matadora The Bend Before The Break, con un duelo vocal espectacular a cargo de Rob Watson y Lord Ezec. Poco más puedo añadir respecto a un álbum al que muchas voces ya colocan entre lo mejor que 2011 va a producir en el campo del hardcore, atrevida aseveración (dado que acabamos de empezar) con la que sin embargo no puedo estar más de acuerdo, ya que con Built On Struggle el quinteto de la Bay Area han entrado de lleno en la Primera División del género.


 Intenso, redondo, demoledor. Un recordatorio de lo grande y avasallador que puede ser el hardcore en buenas manos. El espíritu de Snapcase, Earth Crisis, Integrity o Shai Hulud, pero en 2011. Yo no puedo pedir más.

Nota: 9/10


martes, 1 de febrero de 2011

VICE PRESIDENTES - Basque Street Boys (2007) + Bloodola EP (2009)


 
Hoy me lo voy a pasar como un enano escribiendo esta reseña, lo sabe Satanás. Primero porque escribo sobre una banda de mi ciudad, segundo porque hacen grindcore (que parece que en Gasteiz sólo hay bandas de rock!) y tercero porque son colegas, que cojones. Largo tiempo he demorado una subida a la que le tenía muchas ganas, principalmente porque desde esta humilde morada tenía la necesidad de hablar de una de las bandas de terrorismo sonoro más interesantes de Euskal Herria. Formados a mediados de la década pasada, Vice Presidentes se da a conocer en 2005 con la publicación de una demo autotitulada, y que el año pasado fue relanzada. Comienzan por entonces los primeros conciertos, calentando motores creativos para lo que sería su debut en formato larga duración, bajo el grandioso título de Basque Street Boys (2007). Un año después se desplazan junto a Sorkun (antes de denominarse Vice Presidentes ya eran la banda que acompañaba a la cantante, y con la que compusieron su debut), conocida por sus colaboraciones con Negu Gorriak y Fermin Muguruza, a Palm Springs para grabar en los estudios de Robbie Owen un álbum de acentuado sabor stoner (con colaboraciones como la de Alfredo Hernández de Kyuss) y que recibió los parabienes tanto de la crítica como del público. En solitario la banda sigue haciendo hincapié en una propuesta que mira más al extremismo metálico que al rock pesado, aunque los riffs stoners siguen más que presentes. Esto se constata con la publicación en 2009 de Bloodola, editado en formato vinilo de 7" y que de nuevo supone un escupitajo de grindcore enérgico y abrasivo, directo a la yugular. Por el camino la banda ha tocado junto a formaciones como los todopoderosos Napalm Death, Moho, Sharon Stoner, Willis Drummond o Waxy. Vice Presidentes son: Kanda (Neubat, voz y guitarras), Dorbu (Neubat, bajo, recientemente dejando paso a Under) y Home (batería).


Respecto a la música del trío gasteiztarra, descansa sobre una propuesta en la que se dan la mano estilos tan aparentemente dispares como el grindcore destrozanucas y el stoner rock, y el resultado, lejos de suponer un batiburrillo inconexo, cristaliza en un sonido enormemente personal y de una eficacia incuestionable. Basque Street Boys (para ir en orden) es un misilazo de disco, cuyo objetivo se guía por las coordenadas trazadas tanto por Nasum como por Kyuss, sin olvidar a los Entombed del sonido Wolverine Blues, y todo ello regado en el abrasador bourbon sonoro de combos sludge como Bongzilla (dejad de fumar porros y sacar disco nuevo, cojones!), especialmente claro en la interpretación vocal de Kanda. Combinando temas en euskera e inglés, el disco cuenta además con las colaboraciones de Mikel de Anestesia (Uzkitik), Funu de Moksha (Large Hadron Collider) y Sergio de Eraso (Demonicon). El álbum es todo un clínic de como llegar al Infierno por la vía más rápida, aunque haciendo alguna paradita en el desierto para echar unos tragos y fumarse un par de canutos cargados de marihuana. Destaca por encima del resto el tema que da título al trabajo, un pepinaco de canción que literalmente puede destrozarte las cervicales, basada en un riff de guitarra grandioso y reminiscente de los Bongzilla más inspirados. El andamiaje del disco se levanta sobre unos pilares inequívocamente grindcoretas, con cortes matadores como I'm The Monster (You Are The Lunch), You're A Hero o Ectoplasmatic Dream (con una espectacular entradilla a cargo de Jose María Aznar), pero que en todo momento se acompañan de esas sonoridades propias del hermano malo del stoner, que se impone en cortes como Pus Dei. Las sorpresas no quedan ahí, porque cuando llega Biotoxic, otro de los temas estelares del álbum, tan sólo podremos quitarnos el sombrero ante el talento con el que estos cabrones afrontan 6 minutazos de puro stoner lisérgico. ¿Se le puede pedir algo más a un álbum? Dificilmente, y con Basque Street Boys, Vice Presidentes demostraron que eran una banda no sólo a tener en cuenta, sino que además barajaban un potencial y arsenal de recursos dificilmente igualables en el panorama vasco y estatal.

Nota: 8,75/10




Bloodola (2009) supuso la continuación de lo expuesto en el disco debut, ahondando en esa amalgama de stoner, sludge y grindcore marca de la casa, aquí también con ramalazos esporádicos de thrash metal. Mucho más directo que su predecesor, abre el disco Jugular Bells, maligna y brutal versión del mítico Tubular Bells de Mike Oldfield, y con la que no tengo duda Regan Mcneil hubiera dado muchísimo más miedo. Los seis temas, con una media que no alcanza los 2 minutos por corte, hace hincapié en la inmediatez, pero también en un gancho favorecido por esos riffs thrashers que elevan a los altares canciones como Planck's Length y Hombres De Sangre Negra. Éste último, además, es el primer tema en castellano compuesto por el grupo, contando con la colaboración de Oliver, de los stoners gasteiztarras Bronze (que actuaron en la pasada edición del Azkena Rock Festival). Estamos ante un EP que explota con la furia de un vendaval, y cuya única pega es las ganas de más con las que deja. Sin embargo, además de por la incuestionable calidad de sus canciones, destaca por ese gancho del que están impregnadas las composiciones, y que hace que muchos babeemos en espera del lanzamiento de un nuevo trabajo de Vice Presidentes. No nos hagáis esperar mucho, mamones...

Nota: 8/10