Ecos de una ciudad sumergida.

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miércoles, 6 de abril de 2011

TRUMBO - s/t (2011)



La vida está llena de nuevos comienzos, de contrastes, convulsiones, y si uno es afortunado, de una línea vital que se eleva en una espiral ascendente. Es necesario para ello dejar a un lado el inmovilismo, los prejuicios y, ante todo, tener pasión a raudales. Porque no es el amor, sino la pasión, lo que mueve al mundo. El fuego en los ojos, la búsqueda febril de los sueños, sin importar baches ni vicisitudes. Ahí está el  verdadero punto de apoyo del que hablaba Arquímedes. Cuando se hizo oficial que Vicepresidentes no iban a continuar en activo, muchos fuimos los que nos lamentamos por la pérdida de una banda que aportaba un soplo de aire fresco al panorama metálico estatal. Sin embargo, todo final es un comienzo, y la muerte siempre es la maestra de ceremonias de nuevos amaneceres. Con infinitos horizontes por explorar, Kanda (Neubat, Vicepresidentes, Sorkun...) a la guitarra y voces, Eneko (Näut) en la batería y Gorka (Kashbad) al bajo deciden unir fuerzas para dar salida a una visión de la música deudora de los grandes combos de rock independiente de principios de los 90. El disco que comento hoy en ECOS DE R'LYEH es su debut, que el Jueves pasado presentaron oficialmente en la Sala Jimmy Jazz de Gasteiz junto a los bilbaínos Cobra, y de la que mi mente guarda un tremendo recuerdo empapado en sudor, dolor de cervicales, regusto a nicotina y no pocas lagunas provocadas por el abuso del alcohol. Y es que siempre hay que celebrar que la espiral siga girando, creciendo y desafiando el firmamento.


Si Vicepresidentes eran señores de la agresividad y los riffs gordos como cabezas de enano, Trumbo hacen hincapié en un rock que tiene la melodía como estrella sobre la que hacer orbitar el resto de planetas que conforman su sistema. No nos equivoquemos, el trío es capaz de mostrarse pesado y plúmbeo cuando así lo desean, pero tirando de ese recurso como herramienta para seducir, y no como fin en sí mismo. Partiendo de los escritos de Dalton Trumbo como referencia lírica, el power-trio conforma un álbum en el que hay mucho de exploración, de búsqueda de identidad propia, pero que cuenta con momentos de auténtica excelencia. Es para quitarse el sombrero, en estos tiempos clónicos en que vivimos, que una banda que empieza a dar sus primeros pasos demuestre tanta personalidad e inquietud por conformar un cuerpo propio, y que lo haga con tanto acierto. No estamos ante novatos en esto de la música, y eso se nota, pero el saber hacer nunca ha creado grandes temas. Ese es el terreno del talento y la inspiración, y os aseguro que aquí hay mucho talento. Empezando por unas melodías por momentos arrebatadoras, los 10 temas que dan forma al álbum se pasean por el grandísimo legado de combos como Helmet o Dut a la vez que beben de fuentes más actuales y con regusto a rock desértico. Muy notable es la influencia de ese esquema que tan grande hiciera a las leyendas del post-hardcore neoyorquino, basada en unos riffs muy metálicos y repetitivos que servían de ropaje a unas voces agresivas y melódicas por  igual. Algo más que evidente en la grandiosa Niagara, uno de los puntos álgidos del disco y cuyo riff se te quedará pegado en la mente como si fuera chapapote, al igual que su infecciosa melodía. Pero la cosa no queda ahí, porque escuchando el comienzo de cortes como Korronte Beroak / Korronte Hotzak, queda muy claro que a estos tíos les pone mucho, pero mucho, el legado que nos dejó Kyuss, y que actualmente bebe las mieles del éxito con los Queens Of The Stone Age de Josh Homme. Sin embargo, y pese a lo expuesto, los temas acaban desplegándose de un modo muy personal, llevados al terreno propio de Trumbo y devueltos al oyente con un rostro nuevo. La versatilidad de riffs que Kanda se saca de la manga es tremenda, pudiendo pasar sin problema de la contundencia metálica a los registros más rockeros sin despeinarse, y todo ello acompañado de una sección rítmica donde Eneko y Gorka dotan al conjunto de una profundidad y compactación a prueba de bombas. Imposible no sonreir como un enano con la energía adictiva de Sekretuak, o flipar con las vibraciones rockeras de Vesubio, para pasados unos minutos dejarse el cuello con los martillazos doom de Hiru Erregeen Mahaia. Tal vez esos contrastes resten algo de coherencia al álbum, pero para los que disfrutamos con todos los géneros que alcanzan los tentáculos de Trumbo, esto es poco menos que miel para los oidos. 


Finalizando, estamos ante uno de los debuts estatales más notables en lo que llevamos de año, así como ante una banda que si consigue la estabilidad necesaria puede darnos alegrías todavía más grandes en el futuro. Porque nada puede parar la espiral, nada puede impedir la salida de nuevos amaneceres, y mucho menos apagar el fuego que arde en el interior de estos tíos.

NOTA: 8,25 / 10



2 comentarios:

KARLAM dijo...

Muy interesante! precisamente recordaba yo el otro dia por el foro D&S a Neubat, y Sorkun & Vicepresidentes en el post de stoner con voces femeninas. No sabía de este nuevo proyecto común, me alegra tener noticias sobre ellos gracias a ti. Joder, y es que ahora que me fijo en esa foto que pones de "Sabado 26, concierto especial ARF" caigo en la cuenta que ¡¡yo estuve allí!! me quedé un rato viéndolos y aquello sonaba de puta madre ¿Era en un lateral de la plaza no? En frente de un garito y no en el escenario principal, creo que hasta hicieron alguna versión de KYUSS. Pues ahora me entero que eran ellos, jaja. Que bueno.
Lo dicho, gracias por la info, les seguiré la pista.

Saludos!

Cthulhu dijo...

Jejeje efectivamente Karlam, fue enfrente del Café Dublín, que está en un lateral de la plaza. Espero que este nuevo proyecto te mole. En mi opinión merece muchísimo la pena.

Un saludo crack!!