Ecos de una ciudad sumergida.

Translator / traducteur / übersetzer / traduttore...

viernes, 30 de julio de 2010

YAWNING MAN - Nomadic Pursuits (2010)

2010 será recordado, entre otras muchas cosas, como un gran año para el desert rock, merced a los lanzamientos de Fatso Jetson y el de las leyendas de la escena, Yawning Man. Dos bandas con mucho en común y que en especial los segundos son indispensables para comprender un subgénero que desde los noventa nos ha regalado auténticas obras maestras como el Blues For The Red Sun de Kyuss y el Rock Formations de los propios Yawning Man, amén de haber influenciado a notables formaciones como Unida, Nebula o Fu Manchu. Desgraciadamente, nuestros protagonistas de hoy sufrieron el clásico mal de los pioneros artísticos, que pese a ser fundamentales en la creación de un estilo, ven cómo las mieles del éxito pasan de largo para abrazar a bandas que no existirían si no fuera por ellos. Algo que es más que evidente en este caso, ya que a pesar de llevar en activo desde 1986, el primer LP de la banda no apareció hasta el 2005. Hablo del genial Rock Formations, que editó el sello español Alone Records. Por el camino quedaron jams de leyenda en mitad del desierto del Mojave en improvisados escenarios alimentados por generadores, alcohol, ácido y la honda huella que ello dejó en las mentes de los por aquel entonces jóvenes Josh Homme, Brant Bjork y compañía. Un aspecto que también explica la poca producción del trío angelino, pues siempre se adhirieron a una propuesta que bebe más de los infinitos paisajes áridos y los directos que del tedioso y aburrido trabajo de estudio. Pero bueno, para los que hemos tenido la desgracia de no haber vivido aquellos momentos mágicos, es una enorme satisfacción poder disfutar del segundo álbum de Yawning Man, y aunque sea por unos minutos poder sentir el calor abrasador del Mojave y las melodías que gracias a estos tíos van unidas a él en el imaginario popular del rock. Además, tenemos el doble aliciente de contar con la reunión de la formación original, encarnada en el guitarrista Gary Arce (Waterways, The Sort Of Quartet...) , el bajista Mario Lalli (vocalista y guitarra de Fatso Jetson) y el batera Alfredo Hernández (ex-Kyuss, ex-QOTSA, Orquesta del Desierto...).


Nomadic Pursuits es un disco brillante, por momentos simplemente mágico, y que pese a constar de siete jams como la copa de un pino el resultado es un trabajo tremendamente compacto. Estamos ante un álbum que transmite libertad creativa por los cuatro costados, fruto de una interacción entre el trío que va más allá de los simples lazos afectivos entre ellos. La compenetración que encontramos en Nomadic Pursuits es difícil de encontrar en otro álbum de estas características, sobre todo si el resultado son composiciones tan coherentes en sí mismas como éstas. Desde la improvisación más pura y dura de cortes como Far-Off Adventure al esqueleto compositivo del álbum compuesto por Camel Tow y Camel Tow Too, el principal objetivo del disco (si es que en las mentes de estos tíos hay alguno aparte de pasárselo de miedo tocando) es conseguir evocar los paisajes californianos a base de pasajes sonoros que se expanden sin que por el camino encuentren ningún tipo de muro y logrando no perder ni un ápice de la intensidad de su propuesta. La música encerrada en Nomadic Pursuits es la de un suspiro lanzado a la inmensidad de un cielo estrellado, la del sudor del caminar bajo un sol de justicia con un doblado cigarro como único compañero, la del efecto hipnótico de un paisaje hecho para destruir al hombre y enamorarlo a partes iguales. Imposible escuchar Blue Foam y no caer en ese trance del que hablo. La labor de Gary Arce a las seis cuerdas es de lo mejor que le recuerdo, siendo el sonido que le arranca a su instrumento la montura sobre la que la sección rítmica cabalga con una fluidez y naturalidad asombrosas. Pero si la guitarra es la elegida para cargar con el peso evocador de Nomadic Pursuits, no menos reseñable es el trabajo de Lalli y Hernández, que merced a su compenetración sin fisuras dotan al conjunto de un peso y una profundidad en ningún momento reñidas con la versatilidad necesaria para moverse por los intrincados pasajes guitarrísticos. En especial el batería lleva a cabo una labor fantástica. Porque este señor toca como los ángeles, pero ciñéndose en todo momento a lo que el álbum pide de su pericia, sin caer en efectismos ni alardes. Un modelo a seguir en un panorama cada vez más saturado de egos. Prefiero no seguir diseccionando un álbum que aunque suene manido, entra en la categoría de trabajos que deben experimentarse más que oirse. Sólo espero que esa experiencia sea tan maravillosa para vosotros como lo está siendo para un servidor.


Un recordatorio de por qué estos señores son una leyenda, y una oportunidad única de visitar el desierto del Mojave y su magia sin moverte del asiento. Yo no podría pedir nada más.



lunes, 26 de julio de 2010

CASTEVET - Mounds Of Ash (2010)

Vuelvo por estos lares tras unos días de parón obligado, fruto de unos problemas con mi ordenata que amenazan parte de mis archivos junto con la totalidad de mi paciencia frente a la tecnología. Mientras le sigo implorando clemencia al dios de los ordenadores, intentaré al mismo tiempo continuar comentando álbumes con cierta regularidad, a pesar de que tengo que tirar de portátil prestado. Y tras excusarme cual vil plañidera, dejo de apelar a vuestra lástima y me centro en lo importante, la música.

Ya he comentado con anterioridad el impresionante acierto que el sello Profound Lore está mostrando a la hora de incorporar nuevas bandas a un catálogo que es ya de por sí todo un escándalo, y que le sitúan como uno de los referentes mundiales en lo que a metal underground se refiere. Pues bien, para recordarnos que esta situación va a seguir (para disfrute nuestro), vuelven a la carga con otra banda de nuevo cuño con discazo bajo el brazo, como no podía ser menos. Al igual que Coffinworm, otra de las nuevas joyas del sello cuyo álbum comenté el otro día, Castevet es un grupo que está viviendo un ascenso meteórico. Formados en 2006, no fue hasta 2009 que no vió la luz su primer trabajo, un EP de título Stone/Salts. Tal fue el impacto de dicha presentación en sociedad, que un año después el trío ya se encuentra en las filas de Profound Lore y con su primer LP en las tiendas desde Mayo. Casi nada, y más en los tiempos que corren. Y todo ello justamente merecido, porque el Black Metal de estos neoyorquinos es para tomárselo en serio, y mucho. Para los amantes de los nombres propios, Castevet lo componen: Andrew Hock a la guitarra y voces, Ian Jacyszyn en la batería y el bajista Josh Scott.


Supongo que los más familiarizados con estos sonidos, al leer Black Metal y Nueva York (esto se hace extensivo a EEUU en general), habréis invocado en vuestras mentes las imágenes de bandas como Krallice, Wolves In The Throne Room, Cobalt o Nachtmystium. Todas ellas formaciones integradas en ese grupo denominado la Nueva Ola de Black Metal Norteamericano, y cuyo denominador común ha sido la fusión del género con otros estilos muy diversos, que dependiendo de la propuesta pueden ser el ambient, la musica atmosférica, el metal progresivo, la psicodelia o el post-metal. Pues bien, el caso de Castevet se amolda a esta descripción, pero con una serie de matices que les diferencia y les confiere personalidad propia. Tanta que en mi opinión el trío ha alcanzado ese estatus tan deseado por muchas bandas en el que uno sólo puede ser definido nombrándose a sí mismo. Evidentemente esto siempre es falso en parte, ya que hasta lo más rompedor tiene raíces, pero creedme si os digo que Mounds Of Ash es un artefacto al que es complicado encontrarle un gemelo. Y eso es debido no a la utilización de recursos nuevos, sino a la alquimia utilizada para mezclar los ya existentes. Así como las bandas del sonido NY siempre acaban mostrando su amor hacia un género concreto (Krallice y el math-metal, Cobalt y el metal progresivo, Wolves In The Throne Room y el ambient/atmospheric...), Castevet han conseguido el equivalente del descubrimiento de la piedra filosofal (siguiendo con el argot alquímico), ya que todos los elementos de los que beben están mezclados en su proporción exacta produciendo un álbum que es oro puro. El black metal está ahí, con sus distinguibles guitarras, pero conviviendo con unas voces más propias del hardcore y unas estructuras que tienen deudas tanto con el metal progresivo como con los sonidos metálicos de vocación más evocadora. Y todo ello ejecutado con la absoluta perfección de quien está capacitado y ama el metal de encuadre matemático y filigranas imposibles. Sin embargo, lo que hace que Mounds Of Ash sea excepcional es que toda esa miríada de referencias están supeditadas a la coherencia interna de cada tema en primer lugar, y en general a la intención de hacer un álbum libre de cualquier atadura estilística a la par que cohesionado y ágil. Nunca tendrás la sensación, muy habitual cuando uno se adentra en este género, de que la banda no tiene una idea definida de canción o que estás ante una jam hacia ninguna parte. Todo lo contrario. En este disco, y tema tras tema, todo suena como debe de sonar y en el momento adecuado, de tal modo que en mi caso ha supuesto la banda que siempre he soñado sería perfecta para el género. Esto es muy relativo, evidentemente, y sujeto a los gustos y preferencias del oyente, pero si eres de los que adoras todos los estilos que he comentado anteriormente por igual, Castevet te va a flipar. Y no puedo acabar sin resaltar la labor de Ian Jacyscyn, porque sería pecado no hacerlo. Una monstruosidad lo que este señor es capaz de hacer con las baquetas, de verdad. Y no es sólo que su técnica sea simplemente inhumana, que lo es, sino que además es de esos raros casos donde el ego queda supeditado a la composición. El resultado: unas canciones espectaculares a cargo de una batería que las lanza a la estratosfera pero que no chilla a gritos por encima del resto de instrumentos ni exige que el oyente tenga que prestarle toda la atención (toma nota, Brann Dailor). Agesividad, melodía, libertad creativa, contundencia y unos temas rayando la perfección. Eso, y mucho más, son Castevet.


Un álbum que asusta, por su contenido y por su condición de debut. Desde el Lazarus Bird de Burst (no me cansaré de llorar la desaparición de esa banda...) no me había encontrado con una cuadratura de círculo como ésta. Ahí es nada.


miércoles, 21 de julio de 2010

COFFINWORM - When All Became None (2010)



Y seguimos con los sorpresones, y este es tremendo. Los tíos de Profound Lore deben de tener unos sobrehumanos poderes de rastreo, porque es que van de acierto en acierto, pudiendo mostrar un catálogo de bandas en sus filas simplemente incomparable por cualquier otro sello. Alcest, Krallice, Amesoeurs, YOB, The Gates Of Slumber o Altar Of Plagues son algunos de esos "angelitos". Casi nada. Ahora le toca el turno a una banda cuya progresión sólo se puede calificar de meteórica, puesto que éste es su primer LP. Atrás queda un EP, Great Bringer Of Night, (2008) producido por Iron Bob Fouts (el batera de The Gates Of Slumber), que les convirtió en auténticos ídolos de la escena extrema de su Indianápolis natal, amén de conseguir que su nombre estuviera en boca de casi todo el mundo como una de las bandas más prometedoras de los EEUU. Algo que bastó con creces para fichar por Profound Lore y contar para la producción de su primer largo con el prestigioso y omnipresente Sandford Parker de Minsk, otro cabrón que todo lo que toca lo convierte en oro. Coffinworm es una banda envuelta en tinieblas y mala baba, y todos sus esfuerzos van dirigidos a que se hable única y exclusivamente de su música. Sus entrevistas son escasas, y sus nombres no trascienden más allá de sus iniciales. Así, D es el encargado de las voces, T y G de las guitarras, T del bajo y C hace las labores de batería. Sobre sus influencias, en su MySpace podrás encontrar cosas como "la destrucción de Cristo" o "la muerte inminente", y de sus inicios explican como nacieron bajo la mirada del todopoderoso ojo de Choronzon (el demonio creado en el s.XVI por los ocultistas Edward Kelley y John Dee, y que ya en el s. XX fue asimilado por el imaginario místico de Aleister Crowley). Para que os hagáis una idea de lo que corroe las mentes de estos bestias... Otro dato que habla de lo importantes que se han hecho en tan poco tiempo es la lista de bandas con las que ya han compartido escenario: Pentagram, Lair Of The Minotaur, Krallice, Serpentcult, The Gates Of Slumber, Wolves On The Throne Room, Nachtmystium... Acojonante.


Y su música no le va a la zaga, ni mucho menos. A lo que te enfrentas si decides escuchar When All Became None es a un ataque termonuclear aderezado con otro bacteriológico, que a la vez que te destruye sin piedad deshará tus intestinos convirtiéndote en una sopa compuesta por heces y sangre. Para ello Coffinworm han decidido utilizar todo lo enfermizo, maligno y pútrido de lo que han podido echar mano en el underground metálico estadounidense. Ajenos a fronteras o etiquetas, la banda ha compuesto un álbum en el que el doom, el sludge, el death metal e incluso el punk más iracundo se confabulan en un aquelarre de depravación como pocos habrás visto. Y todo esto con una energía desbordada, que traspasa lo estrictamente musical para convertirse en una sensación palpable de odio. Pero lo que hace de verdad especial al álbum es que a la vez que esto ocurre, en ningún momento tendrás la impresión de estar ante un disco de esos calíficados como "difíciles de oir". Porque When All Became None es el álbum de metal extremo más accesible que recuerdo. No sé exactamente como definirlo, pero es así, y a pesar de la brutalidad desplegada, todo en el disco es memorable, con un gancho realmente irresistible. Imposible no hacer headbanging como un poseso con riffs como el de The Sadistic Rites Of Count Tabernacula o Spittin In Infinity's Asshole, eso te lo aseguro. Del mismo modo, las voces son muy extremas, cercanas al death metal, pero el despliegue vocal de D es tan acojonante que tildarlas de simples gritos guturales se antoja imposible. Mención aparte merece la producción de Sandford Parker, ya que ha conseguido captar la esencia de Coffinworm a la perfección. En vez de caer en la inercia de darle a la música ese típico sonido "muralla", Parker ha comprendido que lo que hace especial al grupo es su manera única de mezclar estilos, por lo que se ha decantado por una producción que nítida, donde todos los detalles se puedan captar y disfrutar como merecen. Sintetizando, When All Became None es el álbum perfecto para que los amantes del underground metálico nos masturbemos como gorilas en celo, ya que aquí disfrutarás de Eyehategod, Autopsy, Unearthly Trance o incluso Satyricon, pero todo ello asimilado en una propuesta y demostrando que el todo es muchísimo más que la suma de las partes. 6 temas, 45 minutos, y la confirmación de que el metal extremo es sin lugar a dudas el género más inquieto y en continua renovación del panorama actual.

Claro candidato a disco del año, sin ninguna duda, y otra joya que nace para alumbrar aún más el deslumbrante firmamento de un género al que no se le ven límites.

Nota: 9,75/10


martes, 20 de julio de 2010

STONEHELM - s/t (2010)


Bueno, pues hoy vamos con uno de los sorpresones del año. Antes que nada aclarar que esta subida va dedicada a Alexcore, que en su maravilloso blog Píldoras Musicales me instó a que comentara este álbum. Pequeño esfuerzo ante lo grandioso del contenido del mismo, y por otro lado merecido favor por tantos discos que gracias a él han pasado a formar parte de mis indispensables. Va por usted!


Stonehelm es una jovencísima banda de la localidad de Ventura, en California, y éste es su álbum de debut, tras haber editado el año pasado un EP autoeditado de título So High We Hail. Una autoedición que continúa con el LP, ya que actualmente el trío se encuentra buscando discográfica. Inexplicable situación teniendo en cuenta el pepinazo ante el que nos encontramos. Y una fuente de frustración para mí al no poder acceder a la límitadísima serie de unidades que han podido tirar del álbum. El grupo está compuesto por John a las voces y guitarra, Wes a la guitarra y Zac aporreando los parches. Encontrar bajista es otro de los aspectos que Stonehelm está intentado cerrar para poder desplegar con garantías un directo que tiene toda la pinta de ser más denso que un pantano de brea y humeantes heces.

¿Y a qué suenan estos tíos? Pues a los Electric Wizard más en forma que te puedas imaginar, añadiéndole grandes dosis de agresividad juvenil y una pasión desmedida por la marihuana y Conan el Bárbaro. Esa definición se la robo a un colega (tú ya sabes quien eres, gambitero), porque cuando me la dijo me sonó a clásico instantáneo incluso antes de pegarle una oída al álbum. Acháquenlo a mi frikismo, pero es como si me dijeran que en una película salen zombies, lesbianas sexys, ninjas y Godzilla, todo junto. Directamente me echaría a llorar como una quinceañera de puro gozo juvenil. Pues algo parecido me pasó con estos tíos. Ya ese comienzo con un fragmento de la peli de Conan me puso a dar saltitos como una ardilla, para en cuestión de segundos caerme de culo ante la muralla de sonido que es Hyborian Tale. Al igual que nuestro cimmerio favorito, Stonehelm es un álbum que sólo tiene un proposito y que no es otro que triturarte literalmente el cerebro. La espada atlante del bárbaro es aquí sustituida por un muro sónico capaz de someterte a presiones abisales, y los riffs monolíticos se erigen como auténticos tiranos de una música que se funde y cohesiona con los mismos haciendo que el disco sea compacto como una roca plutónica. De 10 hay que calificar a una producción que a pesar de los pocos medios que supongo tienen Stonehelm, es la perfecta para el sonido de la banda, y que desdeñando el cuidado de los detalles que harían sonar el álbum estéril, se centra en potenciar esa densidad que tan magníficamente se despliega en cortes como Vualt Dweller (13) o Scumbag y que hacen en general de todo el álbum un iracundo Juggernaut presto a la batalla. Pero señores, esto no queda aquí, porque además de una capacidad asombrosa para crear atmósferas pantanosas y presiones sobrehumanas, estos tíos también son capaces de obligarte a hacer headbanging como un poseso, especialmente a base de comienzos de canción irresistibles, como los de esos misilazos llamados Acid Blur (Green Tab) y Zombie Apocalypse 420. Esta última, además, empieza con una frase extraída de El Amanecer de los Muertos, concretamente la famosa frase de "Cuando no haya sitio en el Infierno, los muertos caminarán sobre la Tierra". Añadir que el grupo ha creado un póster con este slógan, cambiándolo por "Cuando no haya sitio en el Infierno, la marihuana se fumará sobre la Tierra". Ante esto, servidor sólo puede arrodillarse ante Stonehelm mientras se descojona vivo. Un último aspecto que hace del disco algo grandioso es la acertada inclusión de solos y pasajes psicodélicos que se pasean por éste añadiendo una nueva dimensión a un sonido que aunque asentado en unos parajes profundamente rocosos, no impiden que en conjunto conforme un paisaje tremendamente rico para el oyente más avezado. La voz de John encaja a la perfección en el álbum, con ese rollo psicodélico-fumeta-espacial unido a declaraciones como "hate the cops and smoke more weed" o "take your final hits of weed and now watch the sun fade to green". Pues eso, grandioso.


La verdad es que una de las razones por las que no había comentado antes el álbum era porque me parecía tan genial que necesitaba dejar pasar algo de tiempo para comprobar con cierta perspectiva, y alejado del subidón inicial, si de verdad estaba ante una obra de tanta magnitud. Ahora ese tiempo ya ha pasado, y que queréis que os diga, me sigue pareciendo excepcional. ¿Qué se parecen demasiado a Electric Wizard? No seré yo quien lo niegue, pero es que con la mano en el corazón aseguro que exceptuando Dopethrone, ningún otro álbum de los ingleses puede mirar por encima del hombro a Stonehelm. Dixit.

lunes, 19 de julio de 2010

SIG:AR:TYR - Godsaga (2010)

Hay veces, muy pocas veces en realidad, que uno consigue callar el torbellino que siempre fluye por su cabeza, cargado de preocupaciones, notas mentales, proyectos y demás acontecimientos cotidianos, y por un momento, por breve que sea, trascenderse a uno mismo, a su vida imperfecta, y volar. Esa esencia la podemos encontrar en la niñez misma de nuestra raza, con sus inigualables representaciones pictóricas, mitos y leyendas, antes del surgimiento de las religiones organizadas y los crimines horrendos que las acompañaron y acompañan. Antes de la televisión, de los efectos especiales, de los videojuegos, los hombres se sentaban bajo las estrellas y soñaban, y compartían sus sueños con otros hombres, y el sueño colectivo, esa representación onírica de la realidad y compartida por cientos, miles de mentes, devenía en el Panteón griego, en el épico Ragnarok de los vikingos, los Vedas hinduistas, el Gilgamesh sumerio. A su lado, Avatar y su 3D es fuego de artificio para lobotomizados culturales. Digo todo esto porque hace poco, en una escapada a los Pirineos, y mientras miraba la noche estrellada bajo un frío seco y cortante, me puse este álbum en el reproductor por primera vez, y tanto su música como el contexto en el que me encontraba se conjuraron para acercarme a aquellos hombres primitivos y maravillosos que soñaban y contaban historias. Durante una hora soñé y me maravillé con mis propias historias, todo gracias a un disco al que necesito ahora devolverle el favor hablando de sus bondades, que son muchas.

Sig:Ar:Tyr es el proyecto personal de Daemonskald, un músico canadiense enamorado de la historia del norte de Europa, principalmente sus raíces paganas y las simbologías adoptadas para representarlas. El nombre de la banda está compuesto por las palabras Sig, que en inglés primitivo significa Sol, la runa germana Ar que expresa el estado intermedio entre las fuerzas del Orden y las del Caos (el mundo de los hombres), y Tyr, el dios de los cielos original en la mitología nórdica, antes de que surgiera Odín. La conjunción de las tres palabras expresa las fuerzas del caos, el equilibrio y el orden que forman parte de la existencia. En 2003 aparece su primer trabajo, la demo The Stranger, que se apoyaba únicamente en el sonido de una guitarra acústica junto a la historia sobre un encuentro místico con Odín. Las críticas fueron muy buenas, lo que se tradujo en la firma con el sello Morbid Winter Records. El primer LP, titulado Sailing The Seas Of Fate, se publica en 2005, cosechando alabanzas por su peculiar mezcla de pasajes acústicos a la guitarra con el metal pagano. Esta vez la historia es la de la batalla entre la cultura vikinga y el cristianismo. Pero su consagración llegaría en 2008, con la publicación de Beyond The North Winds, una vuelta de tuerca más al sonido de Sig:Ar:Tyr y que entra de cabeza en gran parte de las listas de lo mejor del año. Por lo tanto muy grandes eran las expectativas respecto a Godsaga, que vió la luz en Mayo de este año.

Godsaga es el mejor álbum de Sig:Ar:Tyr hasta la fecha, y lo digo completamente convencido. Beyond The North Winds era un disco excelente, de lo mejor que dió el folk metal la pasada década. Pero Godsaga es simplemente inmenso, como el árbol Yggdrasil del que colgó Odín durante nueve días para adquirir sabiduría, y que junto a la saga de Egil forman el esqueleto narrativo del álbum. Una hora de música que trasciende lo meramente humano y que con una sensibilidad abrumadora nos acerca la concepción nórdica de la pérdida y el sacrificio. Una joya única que comienza con la furia blacker de Midwinter Sacrifice y la espectacular Blood Of The North, pero que de improviso te regala la instrumental Black Sun's Bane y cuando te quieres dar cuenta estás rendido a los pies de Godsaga con los ojos empañados ante tanta belleza. El dominio que Daemonskald tiene de la acústica es absoluto, y los pasajes reposados del álbum son obras maestras en sí mismas, y no sólo momentos de respiro para prepararse para otro ataque de furia. En general, el canadiense demuestra que es un guitarrista soberbio, ya que además de la acústica, sus solos en la eléctrica son sobresalientes. Una escucha al que este señor despliega en Eternal Return y sabrás de lo que hablo. Estamos ante lo que es un paso más en la evolución de un talento excepcional, un proceso que muchos hemos observado atónitos y regocijándonos ante cada nuevo lanzamiento. Con Godsaga, Daemonskald ha consegudio desmarcarse de todos sus compañeros de viaje dentro del folk/pagan metal, porque ni siquiera Týr consiguen conjugar con tanta maestría metal y ambient acústico como el canadiense. Y de paso ha creado una maravilla que puede enamorar a un espectro muy amplio de personas, desde el amante del ambient, al del folk y al blacker de miras anchas. Yo sólo doy gracias a los Aesires por haber inspirado a este señor para componer música, por ser, aunque sea durante una hora, el catalizador de mis sueños.


Sencillamente un trabajo mágico.

miércoles, 14 de julio de 2010

BLOOD FARMERS - Discografía (casi completa)

Blood Farmers LP - 1995

Hoy toca una mirada atrás para homenajear a una de las bandas más grandes y a la vez injustamente ignoradas de la década de los 90. Uno de esos casos en los que a pesar de que la calidad musical se encuentra por encima de la mayoría de grupos de la época, extrañamente no va acompañada ni de éxito ni siquiera reconocimientos. Joder, que al menos Captain America o Flipper fueron alabados por sus coetáneos. En fin, c'est la vie. Pero como defensor de causas perdidas y amante de los perdedores en la historia que soy, he decidido reivindicar desde mi humilde tribuna el acojonante (aunque paupérrimo) legado que nos dejaron Blood Farmers a comienzos de aquella década. Hablamos de uno de los grupos de stoner/doom más raros y esquivos del mítico sello Hellhound Records. De hecho, por mucho que me he esforzado, sólo he encontrado una foto de la banda de aquella época, y es la que aparece en el LP de 1995. Formados en 1989 y atraídos por Black Sabbath y el cine exploitation (la portada del LP está extraida del film de culto de 1974 Deranged: Confessions of a Necrophile, y el tema Bullet In My Head aparece en ese bizarro producto fílmico de 2005 que es I Am Vengeance, de Richard Anasky), el núcleo compositivo de la banda son su frontman Eli Brown y el guitarrista Dave Depraved. En 1991 editan su primer trabajo, la demo Permanent Brain Damage, con una tirada de tan sólo 100 copias y que actualmente es un artefacto de culto. Afortunadamente, hace seis años fue reeditado y remasterizado por el sello Leafhound Records en formato LP (sus 47 minutos de duración hacían acertada esta opción). Tres años después, la banda, ya bajo el sello Hellhound, graba otra demo, de título Bury The Living Harvest The Dead, otro trabajo inaccesible hoy día, y que desgraciadamente ni servidor ha tenido el gusto de catar. Por fin en 1995 sale a la luz su prmer LP homónimo, que confirma todas las excelencias de Blood Farmers y que ha día de hoy está considerado una auténtica obra maestra no sólo del stoner, sino de aquella década. Sólo un año después, en 1996, la banda se separa. El guitarrista Dave Depraved se centra en lanzar su carrera como escritor, Eli Brown funda la banda de heavy psicodélico M-Squad, y el guitarra Ross Markonish junto al batera Will Broadbent forman los esenciales Ogre en 1999.

Blood Farmers - Permanent Brain Damage Demo (1991)

Acerca de su música... solamente un adjetivo: estratosférica. Con los pies entroncados en la tradición heavy setentera, muy especialmente en Black Sabbath, aunque también en bandas posteriores como Saint Vitus y The Obsessed, lo que hizo grandes a Blood Farmers fue su capacidad para pasar todas esas influencias por su filtro personal, destrozarlas con una batidora de psicodelia esquizoide, y finalmente parir uno de los sonidos más novedosos que haya dado el stoner doom. Sus temas, además, rezuman una pasión cada vez más rara en un disco de rock. Y es que estos cuatro tíos sonaban como si su puta vida se fuera en ello. Por momentos se les puede emparentar con los primeros Soundgarden, pero estoy convencido que en un combate de directos entre ambos, Chris Cornell & Co. huirían espantados ante el espectáculo de estas cuatro bestias pardas, que además amenizaban sus conciertos con vídeos de pelis gore y de terror. Una estrella sobresalía especialmente en el firmamento de estos granjeros, y esa era la guitarra. Sin palabras me quedo para expresar lo que las seis cuerdas (doce en este caso) de Blood Farmers son capaces de hacer. Riffs monolíticos, marcados, creando auténticos muros de granito sónico, y que al mismo tiempo conviven con unas diabluras y escorzos propios del rock'n roll sudoroso y el heavy clásico a partes iguales. También hay pasajes convertidos en puras jams pantanosas, donde el blues se empapa de brea y sangre para cubrirte por completo y sumergirte en su peculiar mundo de placas tectónicas en colisión, viajes de ácido y muerte. Eli Brown es la persona perfecta para dar voz a este monstruo, prestando sus registros cercanos al blues cazallero que, unidos a la desaforada pasión con que impregna sus interpretaciones, dan como resultado unos temas que te pondrán literalmente los pelos de punta. No me voy a olvidar de la sección rítmica, ni mucho menos, porque joder, por fin uno puede degustar un trabajo bien hecho en las 4 cuerdas. Y no porque ahora no haya buenos bajistas, sino porque parece que los productores y técnicos de sonido del heavy se han olvidado de su existencia. Pues bien, aquí podréis degustar al Dr Phibes dándole una profundidad al rock de Blood Farmers para quitarse el sombrero. La labor en los parches (por aquí pasan varios músicos) es complemento perfecto al bajo, y en conjunto dotan al trabajo de los norteamericanos de una pegada sin igual y necesaria en un trabajo de estas características.
Una discografía esencial para todo buen amante del stoner y el doom, de una banda única, tanto que se perdió en una época que no estaba preparada para ellos. Lástima que no pueda ofrecer su segunda demo, pero si alguien la tiene y la desea compartir, le venderé mi podrida alma muy gustoso por el favor.

martes, 13 de julio de 2010

THE HOWLING VOID - Shadows Over The Cosmos (2010)

El lunes ha sido demasiado negro, incluso para toda mi coraza de cinismo. Un 20% de paro en el Estado, una reforma laboral que habla de adaptar el mercado laboral al siglo XXI cuando en realidad volvemos a pasos agigantados a unas condiciones de trabajo propias del XIX, una educación universitaria cada vez más cercana al elitista modelo anglosajón, unas ayudas sociales insuficientes, 500 mil millones de euros regalados a los responsables de esta crisis... ¿Y cuál es la respuesta? ¿Movilizaciones masivas reclamando justicia y la defensa de nuestros derechos? ¿Sindicatos en pie de guerra? ¿Disturbios tal vez? No, 2 millones de personas elevando a la categoría de semidioses a 20 millonarios semianalfabetos. Peores que romanos, señores. Porque éstos al menos engatusaban al pueblo con pan y circo, mientras que a nosotros el pan se nos ha negado. En fin, en momentos como éste desearía ser Cthulhu de verdad, extinguir la raza humana y sustituirla por una comunidad de líquenes, que a bien seguro demostrarían más inteligencia. En momentos como éste necesito un álbum como Shadows Over The Cosmos.


The Howling Void
es el proyecto personal de R (creo que sus papás le llamaron Ryan), músico texano conocido también por sus trabajos con bandas tan variadas como Morning Star, Normpeterson o Intestinal Disgorge. El proyecto se pone en marcha en 2007, y en 2009 lanza su fantástico debut Megaliths Of The Abyss, que es recibido con entusiasmo por la crítica y los amantes del Funeral Doom merced a su capacidad para aunar la cavernosidad del género con unas atmósferas y melodías propias de estilos como el ambient o incluso el gótico. Pues bien, justo un año después, y cuando muchos aún estamos paladeando su debut, R vuelve a la carga con Shadows Over The Cosmos para dejarnos definitivamente sin sentido. El álbum lo edita Solitude Productions, sello de origen ruso que en muy poco tiempo se está convirtiendo en todo un referente en lo que a Doom se refiere, y que alberga en su seno a grupazos como Orphis, Catacombs o Ea.

Nos encontramos ante la depuración de todos los elementos presentados en Megaliths Of The Abyss, y aunque parezca complicado, llevados muchísimo más allá. The Howling Void representa todo un soplo de aire fresco en el Funeral Doom, y de paso demuestra que aunque se parta de los postulados del minimalismo sonoro, con el talento suficiente se pueden crear obras de una envergadura cósmica. Porque lo que ha conseguido R no está al alcance de todo el mundo, y muchos no hubieramos creído posible una amalgama donde géneros como el Funeral, el Death, el ambient y la épica pudieran ir de la mano. Y aunque quede mal decirlo en un álbum de estas características, el resultado es de una belleza avasalladora. Eso sí, la belleza de nuestra pequeñez ante un cielo estrellado sin límites, ante un páramo desolado que no conoce fin. En definitiva, una oda a nuestra patética insignificancia. Si tuviera que hacer una descripción sintetizada de su sonido, diría que The Howling Void es como un cruce entre Ahab (lease también Evoken o Esoteric) y My Dying Bride. Muchos estaréis pensando en un friki escondido en un sótano roñoso de los EEUU pertrechado con un órgano Casio en una mano y un ejemplar de los Mitos de Cthulhu en la otra. Nada más lejos de la realidad, aunque he de reconocer que a tenor de lo escuchado en Shadows Over The Cosmos, me parece increíble que una sola persona haya sido capaz de edificar tan impresionante monumento sonoro. Piezas como la instrumental The Hidden Sun o Lord Of The Black Gulf dan buena fe de esto que comento, y simplemente las puedo calificar de sublimes, cargadas de una capacidad de evocación y de una belleza tal que te helarán el corazón. Del mismo modo, los otros tres temas que componen el álbum son auténticas joyas que hacen que el título del disco sea terriblemente apropiado, porque lo que sentirás es estar plantado en mitad de una tierra desolada mientras al elevar la vista al cielo observas entre maravillado y aterrorizado cómo la oscuridad devora por completo el Universo. Una estrella tras otra que caen presas de una Nada absoluta, con tus maravillados ojos como únicos espectadores. Porque Shadows Over The Cosmos es de esos discos que te hacen sentir que eres la única persona capaz de discernir su melodía, de ver tan aciago final. Vamos, como yo viendo la televisión el lunes, pero sin que apareciera la belleza por ningún lado. El artwork es acojonante, y corresponde a un trabajo titulado "Deshielo" a cargo del pintor ruso del siglo XIX Feodor Vasyliev.

De lejos el mejor álbum de Funeral Doom del año, y entre lo mejor que el Metal nos va a regalar este 2010.

Nota: 9,5/10

lunes, 12 de julio de 2010

LAETHORA - The Light In Which We All Burn (2010)

Un duro lunes se vislumbra. Entre desaforadas celebraciones futboleras y el renacer del orgullo patrio cortesía de 11 millonarios vestidos de corto, se impone una banda sonora con la que poder gruñir ante tanta enajenación colectiva. Y para ello nada mejor que un poco de death sueco, del bueno, del de toda la vida. Olvidate de las melodías del sonido Goteborgh y sus tecladitos vergonzantes, esto es sudor y rabia. Curiosamente, Laethora es el proyecto paralelo de Niklas Sundin, el guitarrista (y conocido diseñador gráfico) de una de las bandas emblemáticas de ese sonido como son Dark Tranquility. Junto a él, tres miembros de los ya difuntos The Provenance, banda también sueca adscrita al rock/metal de corte gótico. Para completar la formación, cuentan con la voz y bajo de Jonatan Nordenstam. Laethora nace como válvula de escape de unos músicos que necesitan liberar una mala hostia impensable en sus bandas originales, y como homenaje a ese sonido que hizo grandes a grupos como Entombed, Hypocrisy o Unleashed. Éste es su segundo álbum, tras su debut de 2007 March Of The Parasite.

La crítica a este álbum va a ser muy corta, porque poco hay que profundizar en un álbum que se adscribe casi al 100 % a ese maravilloso subgénero que es el death metal sueco. Ojo, y esto no lo digo como algo negativo, porque The Light In Which We All Burn no inventa nada nuevo, pero es un fantástico disco de death metal, e incluso se permite añadir ciertos elementos ajenos al género que enriquecen el resultado global. Y lo más importante, estamos ante un álbum compuesto por 13 torpedos termonucleares dirigidos directamente a tu línea de flotación. 42 minutos de un álbum sin fisuras y más compacto y denso que el núcleo de una estrella colapsada. Partiendo de los estándares del género, en los que destacan esas guitarras rítmicas de sonido gordísimo y que son ya un distintivo de las formaciones extremas suecas, Laethora se permite ir un poco más allá y retorcer su música con piceladas de grindcore que por momentos te recordarán a Napalm Death o Cephalic Carnage. Sin embargo, el quinteto no se abandona en ningún momento a la abrasividad absoluta, y todos los cortes exhiben un gancho (o groove, que dirían los anglosajones) incuestionable, merced a un trabajo en las seis cuerdas dotado de la versatilidad suficiente como para mantenerte enganchado al álbum de principio a fin. Ahí están ejemplos como la inicial I As Infernal, que partiendo de una batería-ametralladora y un aire muy blackmetalero, desemboca en unos riffs gordísimos, ideales para desnucarte a base de bien haciendo headbanging. Del mismo modo, es imposible no sonreír de satisfacción ante pepinazos como A New Day, la salvaje y muy punkarra Saevio o la genial Damnable Doctrine, sin lugar a dudas los puntos álgidos de The Light In... Pero como ya digo, este es un disco que se mueve entre las grandes canciones y algunas simplemente excelentes. La guinda al pastel viene de la mano de ese animal de bellota que es Jonatan Nordenstam, capaz de desplegar una guturalidad acojonante, y que por muchos momentos recuerda al gran L.G. Petrov de Entombed. Muy probablemente te vengan a la mente los también suecos Bloodbath, y que curiosamente es otra banda de desahogo, en este caso formada por miembros de Opeth y Katatonia. Dos bandas que no han inventado la rueda, pero que queman asfalto a todo trapo con las que les legaron los padres del género.

Resumiendo, un álbum superior a la media, y que encantará a los amantes de ese fantástico death metal que vino del frío hace más de dos décadas. Ideal para llevar a cabo una matanza en cualquier celebración patriótico-futbolera de tu ciudad.

Nota: 8,5/10

jueves, 8 de julio de 2010

LENGUA MORTUORIA - Viaje Negro EP (2010)

Esta es mi segunda subida para la sección de NUEVAS BANDAS, tras inaugurarla con el estupendo EP de los finlandeses-canarios Gozerk. Hoy cambiamos de coordenadas, tanto geográficas como musicales, merced a la propuesta de Lengua Mortuoria. Gracias a Hristo por mandarme todo el material e interesarse por verlo colgado en el blog.

Info de la banda:
Lengua Mortuoria (Argentina) es el proyecto unipersonal de Hristo, formado en el año 2008. Lengua Mortuoria transita los caminos del Doom extremo y los sonidos de raíz más experimental, como lo son el dark ambient, noise y similares, aparte de múltiples influencias externas, el cine de terror clásico, sustancias experimentales, Lovecraft, problemas psicológicos, entorno, montañas, noche, oscuridad y demás. Viaje Negro es el primer EP (precedido por la Demo titulada I) que continúa en la vena del Doom aplastante, experimental y psicodélico de I, aunque con una tendencia hacia lo ambiental y atmosférico. Ambos trabajos se amparan bajo el sello BPM Front Netlabel, y se pueden descargar gratuitamente de su web.


Comentario
:
Uauh! De piedra me he quedado con el trabajo de este hombre. Como me ha pasado con la anterior entrada de los experimentales letones Mona de Bo, no se muy bien como expresar con palabras el sonido de Lengua Mortuoria, especialmente porque no soy un experto, ni mucho menos, en las vanguardias musicales. Partiendo de la definición que el propio músico hace de su proyecto, yo destacaría dos elementos que a mi parecer son los que más claramente sobresalen al escuchar Viaje Negro. Por un lado estaría una tendencia más que evidente a transitar por los terrenos del ambient. Imposible escuchar el EP sin notar cómo disminuye la luminosidad de tu habitación, el modo notable en que desciende la temperatura, y esa incomoda sensación de sentirte observado que se expresa a través de una nuca que se convierte en cosquilleos incómodos. Cuando la éstatica dispara los decibelios sentirás una sensación molesta, angustiosa, de calma tensa, y te entrarán ganas de gritar a quien sea que se esconda tras de ti que salga a la luz, aunque sea para descuartizarte, con tal de terminar con la horrible espera. Y eso entronca con el segundo elemento que destaca en la música de Hristo. Que Viaje Negro sería la banda sonora perfecta para una película de terror, pero de las buenas,
las de toda la vida. Lo más acojonante es cómo partiendo del ascetismo más absoluto (pasajes minimalistas, descargas de estática y un par de melodías) Lengua Mortuoria es capaz de construir un andamiaje sonoro que adquiere la extensión de un Universo en miniatura. También es posible que su música te empequeñezca y te trague en su seno, en el que no distinguirás fronteras ni formas definidas. Tan sólo una negrura voraz que te desnuda y te abandona con tus pensamientos cómo únicos compañeros. Y eso si es terrorífico. Como una especie de introspección forzosa, en la que acabarás despedazando tu propio interior, bramando por escapar de tu propia compañía. Media hora de un viaje que trasciende lo meramente musical, os lo puedo asegurar. Media hora de un agujero negro dividido en tres brazos como zarcillos, inteligentes, que a través de la más absoluta oscuridad tantean hambrientos en busca de tu esencia descarnada. Viaje Negro, Por qué todo lo que me rodea es tan extraño? y Millones de pequeños horrores son sus nombres, y a partir de hoy serán el centro de todas tus pesadillas.

Igual que con Mona de Bo, no se exactamente qué cojones hace este tío, pero me asusta. Tanto que desde ya aseguro que en Diciembre estará en mi lista de las grandes sorpresas del año.

miércoles, 7 de julio de 2010

MONA DE BO - Nekavekies, Sis Ir Speles Ar Tevi (2010)

Unas semanas llevo reprimiendo el impulso de colgar este álbum en el blog desesperadamente. Días y días en los que tenía que repetirme a mí mismo que ECOS DE R'LYEH no está dedicado a subir discos aleatoriamente, sino más bien en comentar esos álbumes que por una razón u otra me hacen gozar especialmente de su música. Ese cosquilleo especial en la base de la nuca, esa sonrisa plena, o simplemente el bailar descontrolado que provocan ciertas sonoridades. Que de un modo u otro, lo que sale de los altavoces conecte de la manera que todos sabéis en lo más profundo del subconsciente y durante unos minutos te haga sentir que sólo tu existes, rodeado de todo ese fluir de música que durante un infinito exiguo es tuyo. Y he tenido que dejar pasar los días porque quería asegurarme que Nekavekies, Sis Ir Speles Ar Tevi (traducido del letón sería algo así como No dudes, tu ya eres parte de esto) era tan bueno cómo me estaba pareciendo. Y también porque me daba cuenta de que me iba a costar la mismísima vida explicar el contenido del disco. De lo primero puedo dar fe de que es así. Lo segundo dudo mucho que pueda llevarlo a cabo, aunque lo voy a intentar de la mejor manera posible.


Mona De Bo es un grupo de Riga, Letonia, formado por Edgars Rubenis (guitarra) y Edgars Eihmanis (batería) en el año 2005. En 2008 lanzan su primer disco, homónimo, y pocos meses después viajan a Austin (Texas) a participar en el famoso festival SXSW, donde su impacto es tal que cautivan la atención del cazatalentos de la BBC Tom Robinson. Tras esto deciden aparcar temporalmente Mona De Bo para centrarse en la creación de la banda sonora de una obra de teatro experimental, en la que llegan a actuar en directo durante dos performances. Finalizada la experiencia, se dedican a girar por festivales de Europa del Este mientras preparan su segundo largo. NSISAT (me niego a volver a escribirlo!) aparece en Marzo de 2010, con una increíble acogida por parte de la crítica especializada, que no tarda en etiquetarlos como los nuevos Earth. Especial fama les han dado sus innovadores directos, donde se mezcla música, imagen y performances interactivas.

Ahora viene cuando la matan... La verdad que la etiqueta que les ha puesto la prensa me vendría teóricamente de perlas. Porque suenan mucho a Earth, pero muchísimo. Pero a la vez no. Y es difícil de explicar. Las influencias de los padres del drone están ahí, y al mismo tiempo Mona De Bo tienen un sonido completamente diferenciado, único. Las murallas sónicas pululan insistentemente durante todo el álbum, pero comparten protagonismo con varios elementos más que hacen de NSISAT algo tan mágico y único. Empezando por una sección de viento que es una puñetera locura, y por momentos lo es literalmente. Porque el disco es capaz de pasar de languidecer como una vela que se consume lentamente en temas como la romántica Vini Aiziet Saule a explotar en un ejercicio de surrealismo abstracto en la desquiciante Lielo Koku Ena. Esta última pondrá a prueba la cordura de más de un oyente a base de un ritmo parsimonioso acompañado de unas guitarras ultradistorsionadas y la mencionada sección de viento capaz de desquiciar al mismísimo Joker. Mona De Bo es lo más cercano a la banda sonora de una vida que jamás podrás escuchar. Por sus 7 cortes desfilarán alegrías, pasiones, amores, depresiones, arrebatos de locura e incluso la muerte. Y todo ello a través de la cópula violenta, pero cópula al fin y al cabo, que ocurre cuando al esquema clásico del drone (sintetizadores, batera y guitarra) le unes dos damiselas tibias de absenta encarnadas en un trombón y una trompa francesa. Para que os podáis hacer una idea, el planteamiento de estos dos letones a veces se asemeja a los Orthodox de Sentencia, especialmente cuando los sevillanos empiezan a pegarle al anarquismo sonoro. Pero lo que les hace grandes es que referencias varias encontrarás en ellos, pero engullidas y regurgitadas en una pasta alimenticia nueva, incluso más nutritiva por momentos. Si quieren te enamorarán como si fueras un quinceañero, pero cuando les plazca montarán en cólera y a base de saturación decibélica demostrarán que Sunn O))) no son los únicos con el poder de derribar paredes. Y ay de ti como se coman un tripi, porque el trombón y la tromba sodomizarán tus tiernas cavidades auditivas sin piedad, hasta que notes cada arteria de tu cuerpo palpitar a punto del colapso sanguíneo y tus terminaciones nerviosas aullen a causa de tanta estridencia aleatoria. No sabría calificar en conjunto lo que te vas a encontrar en NSISAT, porque al igual que en la vida misma, la existencia no se puede reducir a una única emoción. Drone, ambient, psicodelía, experimental, free-jazz... Yo que cojones sé. Lo único que acierto a asegurar es que se llaman Mona De Bo, y que me han enamorado.


De cabeza a mi lista de lo mejor del año. Aunque siga sin saber qué cojones hacen exactamente.

Nota: 9,75/10

MONA DE BO - Nekavekies, Sis Ir Speles Ar Tevi (2010)

La descarga es gratuita desde su página web; escribes tu dirección de correo y te mandan un mail con el enlace. Puedes descargarte su anterior álbum también.

MySpace


martes, 6 de julio de 2010

FARFLUNG - A Wound In Eternity (2008)

Tras descender a los más oscuros y profundos parajes de la locura cortesía de Catacombs, toca cambiar de tercio y poner una enorme sonrisa en la cara. Y de paso pegarte un viaje astral que envidiaría hasta el chamán de una tribu precolombina. Porque éste es uno de los grandes pepinazos de esa inagotable reserva que fue el año 2008, y un álbum que me ha hecho bailar como si llevara un tripi y botella y media de absenta en el cuerpo. Hablar de Farflung es hablar de una de las bandas más significativas de la psicodelía y el space-rock posteriores a la época clásica. De hecho llevan la friolera de 15 años en activo, desde que todo comenzara con aquellos acojonantes singles The Way The Sky Is/Daedalus y Visions Of Infinity/Icarus en 1995. A Wound In Eternity es su séptimo disco de estudio, en lo que ya es una carrera de auténtica leyenda para todos aquellos que aman, que amamos, la vertiente más marciana y expansiva del rock. Y siguiendo con la cadena restrospectiva, hablar de Farflung es hablar de Tommy Grenas, su vocalista y alma máter. Incluso antes de fundar la banda, Grenas ya era considerado un músico de culto, merced a los tremendos álbumes e incendiarios e innovadores directos que realizó con su anterior banda Pressurehed, que formó en Los Ángeles junto a su colega Len Del Rio. Muchas son los parajes que la creatividad de Tommy Grenas ha visitado, y a lo largo de su carrera su inquieto culo ha pasado por el pop de sintetizadores, el gótico/cyberpunk, el progresivo de Pink Floyd o la actual amalgama de stoner y space-rock en la que navega actualmente Farflung. Junto a él, que además de la composición es el encargado de las voces y los sintetizadores, le acompañan cinco entes musicales del espacio exterior: Michael Esther, Ryan Kirk y Andrew Scott a las guitarras, Paul Hischier en el bajo y Rodney Rodriguez como aporreador de parches.


Es complicado definir la música de Farflung debido a las diferentes etapas por las que ha pasado su propuesta músical, aunque siempre teniendo claro que el lugar de partida eran la psicodelia y el space-rock. Por ello me centraré en este A Wound In Eternity, que a fin de cuentas es el que me interesa reseñar. Muchas han sido las extrañas etiquetas que le han endilgado al álbum, entre ellas que era una mezcla entre Queens Of The Stone Age y Hawkwind. Supongo que será por aquello de que además de la evidente deuda con los titanes del space-rock tiene la banda, se aprecia en A Wound In The Eternity un muy claro acercamiento al stoner rock. Sin embargo, la referencia directa al grupo de Josh Homme es más que discutible. Si tuviera que ponerles una etiqueta de esas que molan tanto en el mundillo periodístico, yo diría Farflung son todo aquello en lo que Nebula matarían por convertirse. Una psicodelía que en este álbum huye de ligerezas y a su expansividad propia de un cinturón estelar de polvo y cenizas, le ha unido la consistencia y pegada de una supernova. Porque otra cosa no, pero en este disco hay energía como para formar un centenar de soles. Para mí es el principal acierto de este trabajo, y lo que lo hace tan cojonudo, que es capaz de aunar el frikismo psicodélico espacial con una pegada superior a la de cualquier banda hype que te puedas echar a la cara. Escucha las iniciales Unborn Planet y Endless Drifting Wreck y sabrás lo que es no poder parar de mover los pies y retorcerte como una anguila deseando estar en cualquier sala de baile setentera hasta arriba de ácido. Las tres guitarras hacen alarde de una rítmica acojonante, muy deudora del stoner, pero la cosa no queda ahí, porque al contar con ese tridente las posibilidades se multiplican, y hay muchos momentos en los que oirás a una de ellas marcando el ritmo mientras las otras copularán con tu oido a base de delays y solos maravillosos de guitarra, muy en la línea del space-rock. Por muchos momentos creerás estar escuchando a unos primerizos Monster Magnet pasadetes de estupefacientes lisérgicos, sobre todo en esos primeros temas que comentaba, además de en otros más bizarros como la infinitamente expansiva Stella Volo. No quiero meterme más en profundidad en los temas, ya que en un artefacto alienígena de estas características carece de mucho sentido. Todo él es una enorme nave espacial construida de música sólida, dispuesta a llevarte por los rincones más fascinantes del Universo. Bailarás entre las lunas de Júpiter, huirás de la lluvia metálica en la ardiente superficie de Belerofonte, te empaparás de radiación en una discoteca iluminada por una pareja de púlsares, y mutarás en el silencio errático de un planeta sin órbita mientras ves el amanecer de una estrella recién nacida. Y sonreirás, te aseguro que no pararás de hacerlo...

Uno de los mayores exponentes del increíble momento que vive el space-rock. Porque los extraterrestres existen, y son mucho más inteligentes que nosotros. Y se drogan mucho más, eso también.

Nota: 9/10


lunes, 5 de julio de 2010

CATACOMBS - In The Depths Of R'lyeh (2006)

Mucho he tardado en subir este álbum, tanto que es casi imperdonable. Y no sólo porque su temática rinde pleitesía a mi poder primigenio (en la portada salgo muy favorecido) o su título recuerde mi ignominioso destierro submarino, sino porque es uno de los discos de los que más fervientemente enamorado estoy. Es un discazo, pero con él me ocurre algo más que un simple reconocimiento a su calidad compositiva. No sé, pero desde su fantástico artwork a su enfermizo funeral doom proveniente de otro plano de existencia me han tenido durante años completamente hechizado. Catacombs es el proyecto personal de Xathagorra Mlandroth, o John Del Russi para sus vecinos y seres más allegados, que dudo tenga muchos. El músico, oriundo de New Jersey, ya era famoso en los cultos más oscuros del funeral doom por su proyecto anterior Hierophant, que con tan sólo tres EP's como única discografía le auparon al status de banda de culto. Trasladado a Arizona, decide poner en marcha Catacombs con la única idea de profundizar aún más en su doom abisal. Corre el año 2000, y tres años después ve la luz el EP Echoes Through The Catacombs, con unas críticas muy positivas por parte de la crítica especializada. En 2006, y tras 12 años de carrera, Del Russi decide publicar su primer LP, In The Depths Of R'lyeh. La acogida es fabulosa (dentro de los parámetros del funeral doom, claro está), y hasta los más escépticos tienen que reconocer que al lado de este artefacto hasta Hierophant parece un compendio de nanas para niños.

Porque lo de este álbum es algo muy serio señores. Olvídate del black metal, son osos pandas queriendo aterrorizar a adolescentes impresionables. ¿Death Metal? Nah, como mucho para hacer headbanging gorilesco con unos copazos de más en el cuerpo. Si un estilo encarna desesperación, dolor y maldad ese es el buen Funeral Doom (el malo es maldad pura también, pero de otro tipo). Y por los Hongos de Yuggoth que esto es un discazo de Funeral Doom. Estamos ante un trabajo que trasciende la comprensión humana, cualquier análisis coherente y cuyo intento de racionalización puede llevarte directamente a la locura. Y es que In The Depths Of R'lyeh trasciende hasta la propia música, que en presencia de tan pútrida mente se recoge sobre sí misma temerosa de provocar la ira de Del Russi. Como si de una estrella colapsada se tratase, todo recurso sonoro en el álbum se reduce a la mínima expresión, se ralentiza hasta casi el parón cardiaco, mientras de manera inexorable absorbe con una fuerza titánica cualquier atisbo de luz o esperanza que le rodee. Una auténtica aspiradora de almas. Y es que no puedo expresar con palabras lo leeeeeeeento que es el disco. Como si entre tocar un instrumento y no hacerlo hubiera un estadio intermedio sólo accesible para este hombre. Todo, desde la hipnótica sección rítmica a esas guitarras deudoras de los enormes dISEMBOWELMENT (los ecos del Transcendence Into The Peripheral son muy claros) se desenvuelven dentro de unas frecuencias inaccesibles para la técnica humana pero hechas para operar en el subconsciente, haciéndolo literalmente papilla. Y para colmo la voz de Del Russi...buf! No entiendo como alguien mortal puede cantar con esa gravedad, con esa afinación casi sólida que eleva un muro que ni siquiera los instrumentos son capaces de alcanzar. El nivel de pútridez y estremecimiento que produce no lo había oido yo en la puñetera vida. No le busques cambios de tono, ni modulaciones, porque estás ante el eco de un dios abisal, ajeno a cualquier patética emoción humana. Y una vez que atrape tu alma no la soltará en lo que pensarás que es una eternidad de sodomía espiritual. Pensamiento no muy alejado de la realidad, porque In The Depths Of R'lyeh se expande hasta la hora y cuarto, contenido en 6 temas de dolor casi infinito. De hecho para que engañarnos, no hay aquí 6 temas ni por el forro, porque desde la inicial In The Depths Of R'lyeh a Awakening Of The World's Doom (Reprise), el corte que cierra el álbum, te vas a encontrar con las mismas guitarras, el mismo ritmo ultraterreno, esa voz cavernosa y temible. Y es así porque Catacombs, como un Dios Primigenio, tan sólo tiene un mensaje que transmitir, que no es otro que la inexorable llegada del fin, la futilidad de toda esperanza y el destino de nuestras almas ahogándose en el denso y vasto mar de la locura.


Una obra maestra enfermiza y cruel. El mejor homenaje a la todopoderosa abominación que yace en las profundidades marinas de nuestro planeta, y que pronto volverá a reclamar como suyo...