Ecos de una ciudad sumergida.

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viernes, 31 de diciembre de 2010

ENSLAVED - Axioma Ethica Odini (2010)



Acelerando para tener subidas todas las críticas necesarias de cara al Top del año, hoy toca abordar un álbum que desde ya adelanto que estará entre los 5 primeros, y que tan sólo la falta de tiempo me había impedido redactar como se merece. Poco se puede decir de la mejor banda noruega de la actualidad que no sepa todo amante del metal que se precie. Aunque parezca mentira, nos encontramos ante el onceavo trabajo de Enslaved, cuya carrera es una de las más brillantes y sorprendentes que nos haya brindado el metal moderno. Formados en 1991 en la pequeña ciudad de Haugesund, los primeros Enslaved se ganaron un lugar preferencial en la escena blacker a base de discazos adscritos a ese género tan difuso como es el Viking Metal, entre los que destacan obras maestras como su debut Vikingligr Veldi (1994) o el inconmensurable Eld (1997). Sin embargo, ya a finales de los 90 comienza a vislumbrarse en el quinteto un acercamiento cada vez mayor a los terrenos de la música progresiva, hecho que se constata con la salida de Mardraum: Beyond The Within (2000) y que finalmente se muestra sin tapujos en Below The Lights (2003), donde queda patente la pasión de los noruegos por Pink Floyd. Éste último sería el pistoletazo de salida para un viaje sonoro de cuatro etapas que culminaría con el referencial Vertebrae (2008), acojonante ejercicio de metal progresivo moderno, donde la ya mencionada influencia de los genios británicos se imbuía de la rabia y las ambientaciones heladoras propias del black metal.


Y cuando digo que ese viaje acaba ahí es porque analizando Axioma Ethica Odini en profundidad, uno descubre que estamos ante un álbum que más que seguir profundizando en la última senda abierta por Enslaved, se detiene y recoge todos los frutos de esa siembra única que la banda ha llevado a cabo en los últimos 20 años. No lo digo como algo negativo, ni mucho menos, porque tan sólo una formación con el talento de estos cabrones podría compaginar con tan excelsa maestría el metal progresivo más clásico con la mayor de las furias nórdicas. Con una agresividad desconocida en el grupo desde probablemente Blodhemn (1998), Axioma Ethica Odini se convierte en el trabajo que probablemente uno recomendaría a un profano en el sonido de Enslaved, pues es el mejor representante de las dos caras del gigante noruego. Como comentaba, nos encontramos frente a un trabajo muy bestia para lo que nos tenían acostumbrados, algo que queda patente desde ese demoledor inicio con Ethica Odini y que se mantiene a lo largo de todo el álbum, con un Kjellson que se desgañita como si de un troll rabioso se tratase. Sin embargo, eso no significa que los matices, las atmósferas y la complejidad compositiva desaparezcan, sino que se integran a la perfección con esa descarga de bilis. Las voces limpias del teclista Herbrand Larsen son ya intrínsecas al sonido de Enslaved, y tienen aquí incluso más presencia que en el (ultra)progresivo Vertebrae, proponiendo un juego de sensaciones que en Axioma Ethica Odini alcanza su máxima expresión. El resultado son joyas de gélida belleza como Raidho, uno de los mejores temas que jamás hayan compuesto los noruegos, y por extensión entre las mejores canciones que nos haya brindado el metal moderno. Lo tiene todo: rabia, energía, atmósferas, melodías arrebatadoras y una pasión. que no hace sino aumentar con los años. Actuando como puente entre el rock clásico de los 70 y el metal extremo, Enslaved se reafirman como la formación más brillante de su generación junto a los suecos Opeth, a la par que dan toda una lección de darwinismo sonoro a todas esas bandas que confunden evolución con meter estribillos melódicos sin ton ni son. El trabajo a las seis cuerdas es difícil de adjetivar, haciendo gala de una exhuberancia sin límites, contando además con un Ice Dale en estado de puñetera gracia (ese solo en Raidho... buf!). Los registros y texturas que tanto él como Ivar Bjornson son capaces de desplegar son para quitarse el sombrero, y para nada me columpio si digo que no tienen nada que envidiar a lo logrado en su día por Gilmour y Barret. Y si además son capaces de ponerse duros como el infierno en temazos como The Beacon, pues no me ruborizo si digo que mis votos definitivamente se decantan por los de la pareja noruega, que cojones. Mantiene Enslaved, a pesar de toda esta avalancha de sonoridades y piruetas sonoras, toda su épica intacta desde sus más primerizas etapas, y ahí donde muchos grupos progresivos se quedan en las propuestas expansivas, el quinteto es capaz de hacerte volar, pero a la vez emocionarte con auténticos clímax de envergadura cósmica, como si fuéramos testigos de una batalla entre dioses convertidos en estrellas, con las galaxias como compañeras de nuestro atónito viaje. Ejemplo perfecto de ello es la final Lightening, uno de esos raros casos de canciones que encierran el conjunto de sensaciones y frecuencias vitales de una existencia entera, como si las emociones humanas hubieran salido de sus notas musicales en los insondables comienzos de nuestra raza. La única duda respecto a este disco no hace referencia a su presente, que brilla con intensidad cegadora, sino a si serán capaces de superar lo expuesto en este Axioma Ethica Odini. Cuando al poco de salir Vertebrae me hicieron esa pregunta, contesté que no, que era imposible superar aquella hazaña. Me equivoqué (felizmente), y hoy en día, a la vista de lo expuesto, si en alguna banda soy capaz de depositar mi más ciega fe, esos son Enslaved, lo más cercano a la divinidad que vas a encontrar en este mundo de medriocre raciocinio.


 Obra maestra y ejemplo para las futuras generaciones de que aunque en el siglo XXI eramos una sociedad de mierda, nuestra música era capaz de tocar las estrellas.

 Nota: 10/10  


miércoles, 29 de diciembre de 2010

HORN OF THE RHINO - Weight Of Coronation (2010) / Discografía completa


Decidido este año a no precipitarme en mis listas de lo mejor de 2010 (el año pasado aparecieron a posteriori discos que se me habían pasado y merecían estar en el Top), mis álbumes favoritos verán la luz en el blog en Enero de 2011, algo que por otro lado me parece más adecuado. Sin embargo, eso no significa que pueda relajarme, ya que la vorágine de grandes lanzamientos que hemos vivido en 2010 ha sido tremenda, y con el transcurrir de los meses se me han ido acumulando discos que deseaba reseñar pero que por cuestión de tiempo me ha sido imposible. Con algunos no podré hacerlo a tiempo, pero sí espero completar los comentarios de los que me han parecido imprescindibles para comprender un año lleno de triunfos en lo musical. Y entre ellos brilla con una luz especial el último trabajo de los bilbaínos Horn Of The Rhino, que además de ser de mi ciudad natal (que siempre hace ilusión) me han volado la cabeza con un álbum acojonante a la vez que tremendamente sorpresivo. Formados en la capital vizcaína en 2005 de la mano de Javier Gálvez como vocalista y guitarra (Burial, From The Cross, Left Hand Riders), y Julen Gil en la batería (Subliminal, Positiva), enrolan para el proyecto al bajista Miguel Moral (Positiva), quien en 2007 es sustituido por Sergio Robles, creando una formación que se mantiene hasta la actualidad. En 2007 editan su debut, Breed The Chosen One, un pepinazo en el que se dan de la mano el metal más abrasivo, el stoner y unas melodías (principalmente en las voces de un Javier Gálvez inmenso) muy deudoras de los inconmensurables Alice In Chains. Si este álbum no deja indiferente a nadie y les consolida como una banda referente dentro del metal estatal, qué decir de su mastodóntica continuación, Dead Throne Monarch (2009). Dejando a un lado su parte más melódica, el trío pare un monstruo que abraza con sus zarpas los postulados del sludge y el thrash metal, y el disco entra de lleno en las listas de lo mejor de ese año, amén de recibir estupendas críticas por parte de la prensa internacional. Sin tiempo ni ganas de dejar que la impresión se disipase, los bilbaínos volvieron un año después con otro discazo, Weight Of Coronation (2010), que a su vez es otra nueva vuelta de tuerca a su sonido además de otro de los discos imprescindibles de este 2010 que agoniza. Por el camino han quedado directos demoledores (mis cervicales dan fe de ello) y giras junto a combos como Orange Goblin, Entombed, Severe Torture, Moho o Warchetype. Su nuevo álbum también va de la mano de un ligero cambio de nombre, debido a problemas legales, pasando a llamarse Horn Of The Rhino (anteriormente eran simplemente Rhino).


Sorpresa es lo primero que me llevé al escuchar las notas de la inicial Speaking In Tongues desplegarse a mi alrededor, y no negativa precisamente. Esperando un nuevo asalto de fiereza metálica como en el brutal Dead Throne Monarch, me encontré con una banda que había disminuido su ritmo cardíaco al mínimo posible, pero manteniendo todo su músculo y robustez características. Es decir, que estaba ante la particular versión que Horn Of The Rhino hacían del doom metal. Genial! He de confesar que mi fe en estos tíos es ilimitada, pero para nada me esperaba un trabajo que mezclara con tan soberbia perfección el doom más ortodoxo con ese "algo" especial que siempre me ha transmitido la banda. Partiendo de unos riffs lentos, machacones, hipnóticos, y con una sección rítmica dotando a las seis cuerdas de una profundidad y densidad dignas de un borboteante y húmedo pantano, el verdadero protagonismo del álbum recae sobre la voz de Javier Gálvez, que en Weight Of Coronation utiliza todo su repertorio de registros "limpios". Me quedo sin adjetivos para calificar el enorme trabajo que realiza este tío en el disco, así como de la enorme evolución que su capacidad ha ido sufriendo a lo largo de los años. Es imposible escuchar Sovereign  (sin duda uno de los mejores temas del año) sin acordarse del mejor Chris Cornell en Badmotorfinger, cuando las almas de los de Seattle aún estaban imbuidas de lo mejor de Black Sabbath. Blues, soul y doom se dan de la mano en un tema que se abre paso a través de tu pecho y te llega al mismísimo alma, haciéndola un poquito más oscura y melancólica, pero emocionándote como pocos cortes pueden hacerlo. La rabia y la mala hostia de anteriores trabajos sigue ahí, solo que ahora, en vez de encabritarse, camina tranquila a la batalla, segura de su victoria. Mucho más poderosa si cabe, pues de la mano de esos riffs de densidad cósmica la propuesta de Horn Of The Rhino gana en oscuridad, difuminando horizontes para expandirse sin límites durante la hora y diez minutos de los que consta Weight Of Coronation. Para los nostálgicos del lado más sludge del trío, ahí están cortes como Throats In Blood o Southern Beast, que demuestran que a la que quieren también pueden derribarte en el primer asalto y lanzarse desbocados  a la carnicería cabalgando riffs revientacuellos. Brimstone Breath, además de ser otro de los puntos álgidos del álbum (y del año), supone un ejercicio aplastante de alquimia que auna todo lo que ha hecho (y hace) grandes y únicos a Horn Of The Rhino, como es esa fusión de riffs ciclópeos, ritmo, y unas melodías que tal que recuerdan los mejores años del grunge como se pasean por una suerte de blues desfigurado a base de decibelios y odio. Cierra el disco Crushed And Dragged To The Swamp (un título inmejorable), 12 minutacos donde densidad sonora y melodías vocales insuperables, que nos vuelven a recordar que aunque Chris Cornell haya muerto, lo mejor de él sigue vivo y se ha vuelto heavy. Una culminación genial a un disco excelso, infinito, y que a pesar de sus lentos latidos (o tal vez debido a ellos) conforma uno de los trabajos más contundentes que haya alumbrado este 2010 de penurias. No puedo terminar sin reseñar el acojonante artwork a cargo del catalán Rafa Garrés, y que hacen de Weight Of Coronation un álbum de obligada adquisición.


 Lo habéis vuelto a hacer, cabrones. Rhino is dead, long live Horn Of The Rhino!!!

Nota: 9,5/10 




RHINO - Breed The Chosen One (2007)


Espectacular irrupción la que los por entonces denominados Rhino hicieron en la arena metálica estatal. Con su debut, y sin despeinarse, se colocaron como una de las realidades más talentosas de la escena de la mano de un trabajo que desprendía energía, groove y mala hostia a partes iguales, pero que al mismo tiempo se mostraba intratable a la hora de introducir unas oscuras melodías muy reminiscentes de la escena de Seattle de principios de los noventa, especialmente de Alice In Chains. Muy influenciados por el stoner/sludge a la par que por el thrash metal, sumaban gustosos a la fiesta unos riffs tremendamente pesados pero que galopaban sin miedo incitando al headbanging más macarra (Loaded With Thunder). Uno de los debuts más cojonudos de los últimos años, y que contiene putos clásicos de la banda como Name The Horn Bearer, la instrumental y muy metalera Descenso o esas dos joyas que responden al nombre de Chosen y Temple. Sin olvidar el demoledor cierre con la preciosamente oscura Goat Behind The Gates, 10 minutos de doom abisal en los que la voz bluesera de Javier Gálvez te hará de guía por los recovecos más ignotos del Averno. El Rinoceronte daba sus primeros pasos, y las primeras víctimas de sus cornadas ya se dejaban notar.

Nota: 9/10



RHINO - Dead Throne Monarch (2009)


Dos años después de su exitoso debut, el trio bilbaíno regresaba a la escena pública, y con un cabreo de cojones. Sonando por momentos como el gemelo vasco de High On Fire, todo en Dead Throne Monarch era mala hostia de la mano de una propuesta que era todo abrasión e inmediatez, como si a Lemmy hubiera decidido tocar metal a causa de un subidón de anfetas. Sin embargo, cuando querían, bajaban las pulsaciones como si nada y te hundían en un doom legamoso y espeso que penetraba en cada orificio de tu cuerpo hasta ahogarte en la más oscura de las profundidades. Si no me crees escucha esa puta maravilla  de 15 minutos que responde al nombre de Funebre y sabrás lo que es entregarte al Maligno con una sonrisa en la cara. Dead Throne Monarch es un disco de los que no cojen prisioneros, y buena prueba de ello es la joya del disco, Bahamüt. Con un comienzo más heavy que el martillo de Thor, Rhino se cascan otro temazo clásico en su repertorio, y en el que dan un clínic en toda regla de cómo hacer stoner, sludge y thrash metal en un mismo corte y ganar por KO absoluto. Pero no todo son alaridos y maldad en las cabezas de estos tíos, pues cuando ya han conseguido ganarte para su causa apocalíptica, te pillan completamente a contrapié y dejándote con un palmo de narices tirando de acústicas y belleza melódica en esa pequeña maravilla que es Wendigo, con un Gálvez de nuevo pletórico. Citaría a Eyehategod, Crowbar o Ramesses, pero como sé que a Rhino se la suda bastante la escena sludge, ni lo intentaré. Esta vez el Rinoceronte ya iba a la carrera, y los cuerpos desmembrados se apilaban desafiando al mismísimo cielo.

Nota: 9,5/10

jueves, 23 de diciembre de 2010

MURDER CONSTRUCT - S/T EP (2010)



Antes de enfilar la última semana del año, en la que intentaré colgar las reseñas de los álbumes indispensables que tengo pendientes (Enslaved, Horn Of The Rhino...), no podía pasar por alto uno de los debuts más esperanzadores e impresionantes de este 2010. Aunque hablar de Murder Construct como debut tiene algo de trampa, ya que estamos ante la última superbanda aparecida en el metal extremo, y cuyos integrantes son (todos en pie) Leon DelMuerte (guitarra y voz, Impaled, Exhumed, Intronaut, Phobia), Danny Walker (batería, Exhumed, Intronaut, Phobia, Jesu), Kevin Bernier (guitarra, Fetus Eaters, Watch Me Burn), Caleb Schneider (bajo, Bad Acid Trip) y Travis Ryan (voz, Cattle Decapitation, 5/5/2000). Casi nada señores, ya que hablamos de un quinteto capaz de sacar de la cancha a guantazos a los mismísimos Bad Boys de Joe Dumars. Bajo el paraguas de la poderosa Relapse, estos siete temas vieron la luz el mes pasado, cosechando fabulosas críticas tanto por parte de la prensa como de unos aficionados ávidos de una banda que recuperara las raíces de un sonido que se estaba perdiendo entre tanta exquisitez técnica y superproducciones frías y estériles.


No voy a negar que todo este asunto de los supergrupos siempre me ha mosqueado un poco. Por un lado porque generalmente el resultado con mucha suerte se queda en una mera suma de partes, y por otro debido a que cuando estas reuniones se llevan a cabo, suelen coincidir con unos músicos ya amansados y con sus días de gloria perdidos años ha. De ahí la sorpresa mayúscula que me he llevado con Murder Construct. Rejuveneciendo unos cuantos años por arte de magia, y recuperando todo el odio del pasado, el quinteto ha querido volver a las raíces del death y el grind para transitar unos parajes ya olvidados en sus diferentes bandas de origen (Cattle Decapitation se adscribe a día de hoy al death bestia más actual, Intronaut al post-metal e Impaled suenan cada vez más a los Carcass de su segunda etapa). Desde ese inicio bestial con Control, Murder Construct demuestra que el camino más rápido al Infierno efectivamente es la línea recta, pero lo es aún más si te impulsa un puñetazo en la cara. Con los todopoderosos Napalm Death como claro referente (especialmente los de From Enslavement To Obliteration), y la pureza del género por bandera, los californianos se las ingenian, sin embargo,  para añadir a su propuesta toda una serie de elementos actuales que sin desvirtuar la ortodoxia de su discurso por el contrario la elevan a un nuevo nivel de grandeza. Hablo principalmente de unos escorzos guitarrísticos y una labor de percusión que recuerdan por qué hay señores en esta banda que tocan en Intronaut. Pero mientras que estos últimos pueden caer a veces en la autoindulgencia, su huella en Murder Construct insufla al conjunto de una versatilidad y posibilidades casi infinitas. Gran ejemplo de ello es la tremenda I Am That y sus sorpresivas guitarras melódicas, o las percusiones de otro planeta en End Of An Error.  La labor de Danny Walker es para quitarse el sombrero, demostrando que se puede ser un batería grind genial saliéndose del modo metrónomo y de paso dando todo un clínic de ritmo y técnica al personal. Muy destacable también es la inclusión de atmósferas en el disco, en contraposición a la causticidad habitual en el género, y que es especialmente notable en los dos cortes que cierran el EP, Boundless... y Submission. Y es que lo que hace tan especial a este trabajo es esa sensación tan curiosa que transmite de estar escuchando un álbum de deathgrind de raíces, pero que a la vez sea capaz de entusiasmar al fan del sonido actual del género, amén de que toda esa adición de nuevos elementos tan acertadamente mezclados nos hablan de una banda con un presente espectacular pero con un futuro al que no se le vislumbran límites. Esperemos que el LP no tarde en llegar, y que Murder Construct no se quede tan sólo en una aventura, porque con el potencial atisbado aquí, podemos estar ante algo muy especial.


Uno de los debuts más demoledores de 2010 junto al de los noruegos Gangrenator. Ahora toca rezar a Satán para que la cosa cuaje.

Nota: 9,25/10


martes, 21 de diciembre de 2010

SEVEN THAT SPELLS - Future Retro Spasm (2010)




Con el subidón todavía en el cuerpo por el concierto que el Sábado nos regalaron en Gasteiz The Soulbreaker Company y Howling Rain, regreso a los Ecos de R'lyeh de la mano de mi vertiente más lisérgica y juguetona. Y qué mejor que acompañarme de uno de los grandes lanzamientos de 2010, el último álbum de los croatas Seven That Spells. Formados en 2003 en la ciudad de Zagreb y liderados por el guitarrista Niko "Brain" Potocnjak (también en los interesantes Tigrova Mast), el trío original, tras varios cambios de formación, deviene actualmente en cuarteto merced al regreso del saxofonista Lovro Szlopasa, que ya formara parte de la banda durante el proceso de grabación de Black Om Rising (2008). Tremendamente prolíficos, el trabajo que tenemos hoy entre manos es, nada más y nada menos que el séptimo de una discografía caracterizada por la mayor de las libertades compositivas imaginables junto a una constante profundización en el mundo del rock/jazz de corte denso y psicodélico. Orgullosos de su amor por la psicodelía y el noise nipones, uno de los momentos más especiales para Seven That Spells llegó el año pasado, cuando publicaron Cosmoerotic Dialogue With Lucifer (2009), un muy experimental trabajo compuesto a medias con Kawabata Makoto, líder de los tremendos space-rockers Acid Mothers Temple, y en el que por primera vez metían voces de la mano de Tsuyama Atsushi, también integrante de la banda japonesa.


Un año después volvemos a tener trabajo nuevo de estos tíos entre manos, y con regocijo puedo afirmar que nos encontramos ante el mejor disco de su corta pero fértil carrera. Conteniendo muy mucho su vena más ruidista y dejando de lado las murallas de sonido características de anteriores álbumes, el cuarteto croata ha centrado sus esfuerzos en su vertiente más jazzística a la vez que reafirman su idilio con el rock psicodélico. En menos de 50 minutos (algo poco habitual en este tipo de propuestas), Seven That Spells se bastan para desplegar una propuesta simplemente mágica, un mural con una exhuberancia cromática más allá de nuestra sentidos, y que opera en un plano mental en el que sólo desarrollamos emociones crudas, sin filtrar. Lo que estos cabrones han conseguido es básicamente la cuadratura del círculo, el Santo Grial del progresivo y la psicodelia, que no es otra cosa que apabullar al oyente, forzarlo a romper los grilletes de lo "real", pero a la vez asirlo con fuerza fusionándolo al fluir de una música que en ningún momento pierde ni un ápice de coherencia, a pesar de los desbocados ejercicios de orfebrería compositiva y técnica que despliegan. Ésta última es de otro planeta, y todos los instrumentos superan la propia perfección, puesto que ésta implica el corsé del ideal alcanzado y el inmovilismo de la autoindulgencia, mientras que la pericia de Seven That Spells está alimentada por el motor de la eterna búsqueda, de la inquietud sin límites. Future Retro Spasm es dinamismo hecho música, y de principio a fin hace gala de una energía y fuerza nada habituales en el género, amén de la ya citada coherencia interna de los cortes. Desde la excelencia rítmica de su batería  a los ecos jazzísiticos de su bajo, es en los duelos entre guitarra y saxofón donde los croatas alcanzan el cielo. De verdad que es muy difícil explicar con palabras la cópula intensa que estos dos instrumentos llevan a cabo. Como en la vida misma, hay caricias, ternura, pero que en cuestión de segundos torna en pasión descarnada y violencia erótica y sudorosa, culminando en excepcionales momentos de catársis sonora. Death Star Narcolepsy y Quetzalcoatl son buenos ejemplos de esto último, dos cortes que cierran el disco y que pueden dejarte literalmente sin aliento. Previamente ya habrás alcanzado el nirvana con esa exhibición de bajo gordísimo en la tremenda G y tu alma visitado las estrellas más lejanas con la infinita The Abandoned World Of Automata, pero de lo que no tengo ninguna duda es que serás incapaz de bajarte en marcha de esta travesía única que responde al nombre de Future Retro Spasm.


Entre los mejores discos del año sin ninguna duda, y de lejos el más exhuberante e inclasificable de todos, con perdón de los letones Mona de Bo.

Nota: 9,75/10


jueves, 16 de diciembre de 2010

BOREAN DUSK - S/T (2010)



Continuamos con las sorpresas, y esta si que puedo decir que ha sido la mayor de todas en un año rebosante de álbumes inesperados. Borean Dusk es un cuarteto estadounidense, más concretamente de Missouri, formados en 2008 y con el eclecticismo por bandera. Salidos aparentemente de la nada, y sin referencias anteriores ni de la banda ni de sus miembros, el álbum del mismo nombre que traigo hoy es su primer trabajo. Las críticas entusiastas no han tardado en llegar por parte de la crítica especializada, algo nada raro dada la calidad del disco y lo novedoso de su propuesta, una muy especial mezcla de folklore celta y oriental, thrash metal y metal progresivo. Desechando la inclusión de un vocalista en su formación, el peso de sus composiciones reposa sobre un exhuberante trabajo de guitarras. Para ello la banda se vale, aparte de las tradicionales eléctricas, de guitarras clásicas y acústicas (de 6 y 12 cuerdas), así como de otros instrumentos de cuerda más exóticos, caso del Bouzouki irlandés o la Mandolina. Borean Dusk está compuesta por Tom Taylor (guitarra eléctrica y clásica), John Hardin (guitarra eléctrica, acústica y acústica de 12 cuerdas), Jeff Burnett (bajo eléctrico, Bouzouki irlandés y mandolina) y Gunnar Swensen (batería, percusión). La banda se encuentra actualmente sin sello, algo que dadas las circunstancias no creo que dure mucho.


Difícil se me hace explicar el sonido del álbum mediante una descripción basada en la síntesis, ya que todavía no me explico cómo estos cabrones lo han logrado para aunar tan diversos estilos en un todo tan acojonante. Y es que hablamos de una banda 100% instrumental que sin despeinarse transita por parajes de folk europeo y oriental puros y duros, pero a la que te despistas se abalanzan sobre ti con una descarga thrash digna del Dave Mustaine más inspirado, y todo ello deslizándose sobre extensos desarrollos de innata vocación progresiva. Lo que en la mayoría de casos desembocaría en una aberración herética, en el que nos ocupa deviene en uno de los trabajos más originales y disfrutables del que servidor haya sido testigo en muchísimo tiempo. Con influencias tan dispares como las de Jethro Tull, Megadeth o Mastodon (también en cuestiones de artwork), y añadiéndole un plus de folk de la vieja Europa y Oriente Medio, Borean Dusk se han cascado un discazo que tanto es capaz de seducirte con preciosas melodías ancestrales como inducirte al headbanging más frenetico merced a unas transiciones que sorprendentemente se despliegan con la mayor de las naturalidades. Durante los cuatro monumentales cortes de los que consta el álbum (que alcanza los 55 minutos de duración), el cuarteto lleva a cabo una apabullante labor compositiva, que apoyada en una pericia técnica insólita para un grupo debutante se despliega en un verdadero trabajo de orfebrería sonora, sin que en ningún momento caiga en la autoindulgencia ni la masturbación. Porque a pesar de todo el aluvión de matices y sonoridades, Borean Dusk es un disco de heavy metal, con unos riffs capaces de descoyuntarte las cervicales. Y no sólo eso, sino que cuando quieren tiran de cambios de ritmo y jugueteos con el progresivo para pillarte con el pie absolutamente cambiado. El duo formado por Taylor y Hardin es de otro planeta, haciendo gala de una cultura musical y variedad de registros al alcance de muy poquitos músicos hoy día, correteando sus mástiles sin reparo por el metal, el folk e incluso el jazz. Lo que estos señores hacen en la espectacular Scarab Wings And Scorpions Eyes no tiene nombre. 20 minutazos de clínic que debería ser de escucha obligatoria en cualquier escuela de música o conservatorio. A la fiesta se suma ese alienígena metido a bajista que respone al nombre de Jeff Burnett, otra auténtica bestia parda. Da gusto escuchar un álbum de metal donde no sólo se oiga nítidamente el bajo, sino que encima nos regale un trabajo de tanta exhuberancia y libertad creativas. Labor que se complementa con unos pasajes al comienzo y final de cada tema donde el mismo Burnett se ocupa del Bouzoukis y la mandolina con un gusto exquisito, que haría las delicias del mayor fanático del folk. Prepárate para la épica desbordante de Lord Of The Tundra, y tus melenas para desplegarlas con las cabalgadas de Wolf-Totem y Blood Of The Hoar-Frost, porque te aseguro que al acabar el disco la cara de asombro y gozo extasiado no se te borrará en unos cuantos días. Yo aún la conservo.


Acojonante que en los tiempos que corren un disco pueda pillarte completamente a contrapié y que sea capaz de fusionar gancho y complejidad con tanto acierto. Con álbumes cómo éste me recuerdo a mí mismo por qué disfruto tanto de la música.

Nota: 9,5/10 


domingo, 12 de diciembre de 2010

BLACK SEPTEMBER - The Forbidden Gates Beyond (2010)

Todavía con las cervicales destrozadas por el tremendo concierto que Horn Of The Rhino dieron ayer en Vitoria, vuelvo por estos lares con un álbum que a buen seguro se encontrará en muchas listas como uno de los mejores debuts del año. Black September son una banda de blackened death metal de Chicago, formados en 2006 de las cenizas de Thin The Herd. Con tres enormes demos a sus espaldas y un split (Thrive and Decay, 2008) junto a los imprescindibles Thou, el quinteto ya se había granjeado una importante popularidad dentro del underground metálico estadounidense, a la espera del lanzamiento de su debut oficial. Contando con una vocalista al frente, Black September son una grata sorpresa dentro de un mundo dominado por los berridos masculinos, aunque ese dato se queda en mera anécdota si lo comparamos con la acojonante calidad que atesora The Forbidden Gates Beyond, un disco que vio la luz en Septiembre de la mano de Shaman Records. El grupo ha compartido escenario con bandas como Hammer Lord, Skeletonwitch, Mind Eraser o Bongripper.


Y que discazo, señores. Black September han facturado un trabajo que es un auténtico misilazo de mala hostia y bestialidad, pero que a la vez despliega un gancho irresistible que hace que nos encontremos ante uno de los álbumes de metal extremo más accesibles que haya oido en mucho tiempo, esto último de la mano de unos riffs que valen su peso en oro, y que lo mismo se pasean por los senderos abiertos por God Dethroned que nos recuerdan a los tremendos Bolt Thrower. Inyectando un sonido muy black metalero a su propuesta, Black September consiguen dotar al álbum de esa fría atmósfera tan característica del género, ganando The Forbidden Gates Beyond en profundidad. Acercándose por momentos a los Dark Funeral más en forma, el quinteto de Chicago se muestra intratable cuando pone la quinta marcha y se lanza con el cuchillo entre los dientes a por tu yugular, con una furia que me ha hecho recordar con una sonrisa a Behemoth. Los siete temas que componen el álbum son acojonantes, sin ningún bajón, y durante los cuales asistiremos atónitos a una exhibición compositiva y de ejecución instrumental al alcance de muy poquitos combos hoy día. Porque no es sólo que todos los cortes sean magníficos, sino que encima uno no puede sino babear con herético goce de esa bestia inhumana que sodomiza la batería respondiendo al nombre de T. Nickels, o flipando en colores por la orgía de riffs que despacha el duo formado por Chris McMorrow y J. Meyer. A la fiesta se una la voz de Jen Pickett, que demuestra que el salvajismo no entiende de sexos, llevando a cabo un trabajo simplemente demoledor a base de intensidad y unos tonos graves y cascados que no paran de escupir odio y mal rollo durante los 36 minutos que componen The Forbidden Gates Beyond. No puedo pasar por alto la producción, ya que es otro de los elementos claves para comprender la grandeza del disco. Y es que es para quitarse el sombrero la imposible alquimia que ha conseguido aunar los postulados del raw metal con el más exquisito detalle a cada instrumento (si exceptuamos el bajo, que brilla por su ausencia, aunque eso es algo endémico por estos lares...), y que da como resultado que sin renunciar en ningún momento a la crudeza más abrasiva, al mismo tiempo el álbum despliegue un sonido nítido y lleno de matices. Paso de recomendar o comentar ningún tema, porque todos son perfectos, así de claro. La única pega, que The Forbidden Gates Beyond se acaba demasiado pronto y sus 7 cortes saben a demasiado poco. Aunque creo que si el álbum constara de 40 temas de este palo, mi impresión sería la misma, ya que el nivel de adicción que me ha generado el trabajo de estos cinco cabrones raya lo enfermizo.



Uno de los debuts más demoledores que recuerdo y otro de los imprescindibles de este año que toca a su fin.

PD: si, son un quinteto, pero en las fotos promocionales aparecen cuatro miembros. No sé exactamente el por qué, pero supongo que será debido a que dichas imágenes son anteriores a que J.Meyer se uniera al grupo.
Nota: 9/10

PINCHA AQUI para escuchar el álbum completo


lunes, 6 de diciembre de 2010

MUERTE POR MIL CORTES - En El Nombre Del Pánico (2010)




Joder, este año vamos de sorpresa en sorpresa, y aunque el 2010 agoniza ya encarando sus últimos días, parece ser que quiere morir matando. Y un servidor contento de recibir sus puñaladas y mil cortes si son de este calibre. Que el metal estatal vive un momento dulce es algo que viene refrendado por la importante cantidad de bandas que en los últimos años están sacando a la luz trabajos de una calidad extraordinaria, en muchos casos acompañada del reconocimiento de la crítica especializada extranjera e incluso fichando por sellos importantes a nivel internacional. Ahí están los ejemplos de Haemorrhage, Looking For An Answer o Angelus Apatrida, pero sin olvidar otros extraordinarios combos como Horn Of The Rhino, Moho, Dishammer, Sound Of Silence, Aiumeen Basoa, The Eyes o Vidres A La Sang entre otros. Si hablamos de le escena, las impresiones puede que vayan por otro lado, pero lo que es innegable es que un cartel de festi que contara con estos nombres a mi personalmente me haría temblar de lascivo regocijo. Pues bien, creo que tan selecto grupo ya puede ir haciendo un hueco a la banda de hoy, porque su debut es un puta apisonadora que va a volar más de una cabeza con su genial mezcla de death, grind y hardcore. Muerte Por Mil Cortes es una banda a caballo entre Murcia y Alicante que se forma en 2007 de las cenizas de The Hidden Project, a partir del dúo conformado por Elfo - rense (guitarra, ex-The Hidden Project) y Julián (guitarra y coros, ex-The Hidden Project, Earth Without Heaven, The Sand Collector, ex-Nahrayan) junto con su colega Jevi (batería, ex-Virtual, ex-Ansium). A los seis meses la banda completa su quinteto titular con la incorporación de Alberto (bajo, ex-State Murvders) y Pau (voz, ex-Tenebria). Según ellos mismos, su idea es expresar sentimientos extremos (rabia, odio, miedo y frustración) mediante la más extrema de las músicas. El nombre del grupo hace referencia a la ancestral forma de suplicio china mediante la cual un reo era drogado, atado a un poste y descuartizado en vida, colocándose sus pedazos de cuerpo frente a él. La muerte no llegaba hasta la extracción de la hipófisis (glándula pituitaria). 


¿Y qué decir de En El Nombre Del Pánico? Pues sintetizando, que nos encontramos ante uno de los mejores álbumes de metal extremo que se hayan facturado jamás en este país. Su fusión de death (en sus dos vertientes, incluida la melódica), grindcore y hardcore le pasa la mano por la cara al 90% de los grupos foráneos casi sin despeinarse, y aunque suene muy manido, no es menos cierto aquello de que si estos tíos fueran estadounidenses los tendríamos copando portadas de revistas metálicas por doquier. Partiendo de influencias evidentes de combos como los todopoderosos Nasum (por lo bestia, lease también Napalm Death), Dismember (por lo gordísimo de su sonido) y At-The Gates (por su capacidad de lanzarse al galope), el quinteto añade unas dosis de hardcore a su propuesta y el resultado es un Juggernaut imparable capaz de desnucarte por su nada velada incitación al headbanging más cazurro. Por momentos me han sonado a los norteamericanos All Shall Perish, pero de verdad os digo que ni en su momento más grandioso (hablo de The Price Of Existence) los de Oakland han sido capaces de facturar un álbum tan talentoso, compacto y sin fisuras como éste En El Nombre Del Pánico. La producción es simplemente acojonante, y ya uno se cae de espaldas al saber que hablamos de un disco autoeditado y producido por ellos mismos. Todo suena demoledor, gordísimo y cada instrumento perfectamente reconocible, algo que se agradece teniendo en cuenta la pericia de estos tíos. Con una sección rítmica devastadora como punto de partida, Muerte Por Mil Cortes se lanzan a la yugular de la mano de unas guitarras de aroma muy de la vieja escuela sueca y una interpretación vocal espectacular que se pasea por todos y cada uno de los registros de eso que venimos a llamar metal extremo (excluyendo el black metal, que aquí de eso no hay). Es complicado destacar temas, porque los 10 que componen el álbum (más la intro inicial) son putos himnos elevados al altar de la bestialidad, y con un gancho (o groove que dirían los anglosajones) a prueba de bombas. El comienzo con En El Nombre Del Pánico y Siempre En Guerra son todo un clínic de cómo hacer deathcore grandioso, amén de poner en serio riesgo la integridad de tus cervicales. Tras ellas llega Ángel Exterminador, un corte 100% grindcoreta y que junto a Ya Están Aquí suponen los dos escupitajos más duros y violentos del disco, ayudados por un Pau inmenso a las voces. No Muertos es puro groove matador y uno de los puntos álgidos del álbum, con unos riffs de otro planeta. Condenados Al Infierno continúa esa cabalgada hacia el Averno que con tanta maestría desplegaron aquellos metaleros suecos de principios de los 90, pero añadiéndole una dosis aún mayor de mala hostia. Y si para rematar le sumamos un solazo grandioso de guitarra, pues apaga y vámonos. Un Paso Al Vacío es otro de los grandes momentos del álbum, siendo el compendio perfecto de todas las virtudes del quinteto (y no son pocas): brutalidad grind, guitarras mordientes a la par que melódicas, gancho a raudales, oscuridad y una actitud a prueba de bombas. Acojonante. Lágrimas De Sangre vuelve a desnucarnos, dejándonos sin resuello para cuando encaran el final con Muerte Por Mil Cortes, 12 minutos en los que la banda demuestra que también es capaz de aumentar la densidad compositiva y estructurar cortes más complejos sin perder un ápice de su pegada. Al terminar, aparte de la sensación de perplejidad y asombro en la cara, y el creer que te ha pasado por encima Mike Tyson ciego de anfetas, uno tiene la certeza de que acaba de presenciar algo grande, muy grande.


Espectacular. Sorpresón y directo a lo mejor del año, sin ninguna duda. De adquisición obligada, que además son 6 euros de nada. Y 12 euros el pack de CD y Camiseta.

PD: gracias a Muerte Por Mil Cortes por mandarme toda la información y por el interés en ver su álbum reseñado en mi humilde morada.

Nota: 9,25/10

 
 


miércoles, 1 de diciembre de 2010

COUGH / THE WOUNDED KINGS - An Introduction To The Black Arts (Split) - 2010

 


Corren grandes tiempos para el Doom Metal, de eso no hay ninguna duda. No es que sea un género que no pueda alardear de épocas pasadas (de hecho pocos pueden presentar un currículum tan glorioso), pero si que es cierto que el plantel de formaciones de primer nivel que operan hoy día y su gran relevancia dentro del espectro metálico es algo novedoso. Evidentemente, la época de las ventas millonarias de discos y el glamour han quedado atrás, y hoy día las bandas, por muy importantes que sean, tienen que sudar y recorrer millas para alcanzar un mínimo reconocimiento. Algo justo en mi opinión, amén de una situación que le viene de perlas a un estilo donde sus combos están acostumbrados a batirse el cobre contra viento y marea, sin importarles una mierda nada ajeno a su propia y curiosa visión de la música. Un planteamiento, que digan lo que digan por ahí, puede que probablemente sea el más difícil de digerir por el gran público, acostumbrados a la inmediatez del mundo actual, a las melodías de usar y tirar, y cuyos nervios se exasperan ante los pesados y lentos riffs que durante minutos y minutos pistonean los cerebros de quienes deciden acercarse al Doom. De entre la nutrida representación actual del género en la primera división (por citar grandezas de este año, ahí tenemos los discazos de bandas tan dispares como Pombagira, Mar de Grises o Warchetype), hay dos formaciones que han asomado la cabeza en las primeras filas por méritos propios. Por un lado tenemos a Cough, con su flamante contrato con Relapse bajo el brazo. Los de Virginia, adscritos al Sludge/Doom, representan el futuro del género a base de mala hostia, misantropía y riffs destructores de cerebelos, corroborado todo ello por esos dos monumentos que responden al nombre de Sigillum Luciferi (2008) y el reciente (y que caerá por estos lares) Ritual Abuse (2010). Los británicos The Wounded Kings conforman la otra cara de la moneda, con una propuesta que tiende la mano al pasado y que bebe del Heavy Doom tradicional, aunque con un ojo puesto en la psicodelia de corte más oscuro y temáticas ocultistas, y también con dos grandes discos bajo el brazo como son  Embrace Of The Narrow House (2008) y The Shadow Over Atlantis (2010). Por lo tanto, el Split que tenemos hoy entre manos a priori era cuanto menos curioso, debido a la disparidad de sonoridades que ambos grupos presentan. Una extrañeza que se convierte en naturalidad y puro gozo una vez escuchado el contenido del mismo, y que por parte de la crítica ha recibido múltiples elogios y calificativos incluso de futura obra de referencia.

 Cough

Teniendo en cuenta el apego que muchas veces tenemos los que escribimos a las frases impactantes y las aseveraciones maximalistas, sí que es cierto que este Split representa un magnífico testimonio sonoro de uno de los momentos más álgidos que el Doom Metal ha vivido en mucho tiempo. Eso y que contiene dos temazos gigantescos, de una calidad verdaderamente irrefutable. ¿Os parecen poco dos cortes? Pues no olvidéis qué género es éste, porque el metraje se va a los 35 minutazos merced a dos composiciones que son oro puro y que encierran en sí mismas complejos universos de vasta extensión. Empezando por los norteamericanos tenemos The Gates Of Madness, un tema compuesto junto con los que formaron parte de Ritual Abuse, pero que por su grado de fiereza pútrida perfectamente hubiera tenido cabida en Sigillum Luciferi. Su lento, caústico y destructor sonido puede hacer palpitar sienes merced a unos riffs matadores, que percuten sin piedad hasta que la infrahumana voz de David Cisco (con la ayuda del bajista Parker Chandler) entra en acción vomitando asco y odio por doquier. Sin embargo, son Cough una banda que no se acomoda únicamente en la abrasividad monolítica, sino que también son capaces de recorrer senderos de tortuosa e hipnótica psicodelía, lo que les confiere una personalidad y versatilidad que explica el reciente éxito de Ritual Abuse. En The Gates Of Madness se vislumbra esta faceta según nos acercamos al final de la misma, con unas voces claras y una guitarra lisérgica que por momentos nos pueden recordar a Electric Wizard, poniendo un cierre magistral a 20 minutos de Doom Metal incontestable. Curse Of Chains, el corte correspondiente a The Wounded Kings, tiene el aliciente de ser el primero que compone la nueva formación de la banda, y a pesar de ello es un material 100% clásico de los británicos, o lo que es lo mismo 100% puro Heavy Doom. Un sonido que avanza cociéndose a fuego lento, muy lento, con unos riffs oscurísimos y gran presencia del teclado, hasta que una de las guitarras comienza a vibrar entre espasmos de clasicismo psicodélico. El conjunto va sumando capas de complejidad a su plúmbeo armazón, al que se añade una voz que aunque sin ser excepcional, apuntala un paisaje de ambientación oscura y ultraterrena. Parecería que estamos ante otro tema de aparente monotonía y solemnidad mortuoria, pero The Wounded Kings consiguen que por arte de magia su nivel de intensidad y magnetismo no pare de crecer hasta concluir con un cierre ante el que uno no podrá menos que hacer una reverencia de satisfacción.

 The Wounded Kings

Puede que "sólo" sea un EP, o que incluso cada uno considere otros sus grupos preferidos dentro del género (entre los que me incluyo). Pero obviando esto y centrándome en el material, he de reconocer que estamos ante uno de los mejores ejercicios de Doom Metal en mucho tiempo, amén de una piedra más dentro del  fastuoso coliseo de un género que no conoce límites.

Nota: 9,5/10




jueves, 25 de noviembre de 2010

413 - Path To Hocma (2010)




Da gusto encarar reseñas como la de hoy. Por un lado está el hecho de que me he llevado una enorme sorpresa con éste álbum y su artista, un completo desconocido para mí hasta hace muy poco. Por otro lado la alegría, llámenla chovinista si quieren, de descubrir otro talento más que se suma a la acojonante producción que este año ha salido de Euskal Herria: Horn Of The Rhino, The Soulbreaker Company, Aiumeen Basoa o este proyecto, 413, demuestran la buena forma en la que se encuentran los músicos vascos, así como sus ganas de tocar diferentes palos e incluso osar trascender los mismos para visitar paisajes sonoros nuevos. En esta última categoría entraría nuestro protagonista de hoy, David Pisabarro, que bajo el nombre de guerra de su proyecto da rienda suelta a unas inquietudes que aunque podríamos etiquetarlas dentro del post-metal, a nada que se agudiza el oido se descubre que van mucho más allá de tan manido género. David Pisabarro es un músico (aunque no le guste la etiqueta) y productor donostiarra que pese a su juventud ya cuenta con tres álbumes y una demo tras los controles: Cohen - Subconscious Mind (2010), Madeleine - Madeleine (2009) y Thee Brandy Hips - We Are Love (2009) / Demo 2 (2007). Como artista, y tras militar en diversas bandas de la capital gipuzkoana, decide tomar las riendas de su creatividad y poner en marcha el proyecto unipersonal 413, cuya primera presentación en sociedad es Reschith (2008), un trabajo de 5 temas que le vale importantes críticas en medios como Rockzone o Feiticeira. Por último, y no menos importante, hay que quitarse el sombrero ante la filosofía con la que David presenta su música. Porque señores, la edición física de Path To Hocma se puede conseguir GRATUITAMENTE, tan sólo con contactar con el autor a través de su web. Yo ya la tengo, y os puedo asegurar que tanto el formato como el artwork a cargo de Leyre Otermin son simplemente alucinantes. También se pone en la página un enlace para quien quiera colabore con el proyecto haciendo una donación vía Pay Pal. Chapeau por una visión que rompe tan radicalmente con lo establecido, que supone un auténtico esfuerzo y compromiso con la música por parte del autor y que, en definitiva, lucha por un arte libre y compartido, para que (como dice el filósofo francés Alain Badiou, al que se cita en el libreto de Path To Hocma) no acabemos convertidos en los más despiadados censores de nosotros mismos.
 


Centrándonos en su propuesta musical, Path To Hocma es uno de los discos más brillantes, transversales estilisticamente e imaginativos que recuerdo en la escena estatal. Osadía es otro de los adjetivos que se le podría poner, pero quedaría en agua de borrajas o en bochorno si no estuviera sustentado en un enorme trabajo lleno de talento e inventiva. Esto último lo comento porque David Pisabarro ha contado tan sólo con un bajo eléctrico y sus conocimientos en materia de sonoridades, prescindiendo de guitarras, amplis o estudios. Y joder, de verdad que sigo incrédulo ante ello, porque la riqueza de matices del álbum es apabullante, así como las vastas regiones por las que transita, que a muchos grupos "clásicos" les sería imposible alcanzar. Trazar similitudes claras o referencias se me antoja tremendamente complicado, ya que este tío alcanza tantos palos con sus largos tentáculos y los mezcla de tal manera, que no sería veraz el citar ninguna banda como faro-guía de su ADN musical. Por propuesta podríamos hablar de Neurosis, de su filosofía de deconstruir el metal y mutarlo, romper su hermético cascarón y hacerle ver mundo, y con ello forzarlo a un cambio que lo engrandezca. Pero es que 413 va más allá del post-metal, y aunque hay cortes que crecen en intensidad hasta explotar en catársis emocionales, el fluir de Path To Hocma también desemboca en bellos pasajes de teclados minimalistas, en introspectivos momentos acústicos e incluso en acercamientos al pop independiente. Y todo ello se desenrosca con una naturalidad y coherencia que hablan de un músico que pese a estar comenzando su andadura e imbuido de la mayor de las ansias exploratorias, ya cuenta con una huella propia y una forma que aunque cambia y varía de tonalidades, posee un núcleo de indestructible solidez creativa. Con pinceladas tan variadas como las de Mr.Bungle, Cult Of Luna, Morricone (esa The Rising Of The Real Man...), Mogwai o Refused, y sin miedo a incluir tonalidades propias del screamo o la electrónica, 413 consigue crear un mural sonoro de una riqueza gigantesca, en la que te perderás durante innumerables escuchas, todas ellas nuevas, diferentes. Para apoyar tan monumental trabajo, Path To Hocma cuenta con las colaboraciones vocales de gente de la escena donostiarra, como Urko Ezimendi (Krilin), Joseba Ruiz (Dazein) o Rubén Ramos (Cohen), que se suman al propio 413


Poco más que añadir a una obra que va directa a la saca de Grandes Sorpresas del 2010. Yo me retiro a seguir tocando el cielo con temazos como The Brigit Mountains o la preciosa The Ophoist.

Nota: 8,75/10

martes, 23 de noviembre de 2010

YAOTL MICTLAN - Dentro Del Manto Gris De Chaac (2010)

 


Hoy toca endurecer un poco la propuesta, que a su vez propone un viaje al interior de una de las culturas más tristemente pisoteadas de la Historia. Sometidos al rodillo inquisitorial de los conquistradores españoles, los pueblos mesoamericanos fueron esclavizados, humillados y privados incluso de su propio pasado. Un pasado que aún a día de hoy nos sigue maravillando por lo avanzado de su ciencia y técnica, por no hablar de un arte exquisito y un panteón de dioses tan rico o más como el de nuestros ancestros occidentales. Muchas de esas maravillas desgraciadamente se han perdido (los españoles derretían las esculturas de oro para hacer lingotes mientras los curas prohibían y destruían importantes textos religiosos tachándolos de heréticos), pero por suerte todavía quedan habitantes del subcontinente que miran atrás con orgullo, y se esfuerzan por preservar y difundir uno de los legados históricos más exhuberante y enigmático de nuestra especie. Entre esa gente se encuentra el grupo que traigo hoy, Yaotl Mictlan (traducido como Guerreros de la Tierra de los Muertos), un cuarteto mexicano pero residente en Salt Lake City. Còmo se tienen que sentir unos señores que odian (justificadamente) el cristianismo y su herencia de muerte e intolerancia viviendo en la capital de una de las corrientes más puritanas del mismo, es algo que no me puedo imaginar. Formados en México en 1999 y tras sacar un par de demos (con la ayuda de Juan Brujo de Brujería), la banda debuta en sociedad con Guerreros de la Tierra de los Muertos (2006), un álbum notable donde unían un black metal con influencias de Belphegor con unos textos en castellano que hablaban de sus raices culturales y su odio por el conquistador blanco. Esas raíces comenzaban a hacerse sentir también en el uso de instrumentos tradicionales mesoamericanos (especialmente percutivos, pero también de viento) y coros, que dotaban a la música de Yaotl Mictlan de una personalidad propia. La acogida del álbum fue tan positiva que Candlelight Records, el prestigioso sello hogar de grupazos como 1349, Anaal Nathrakh, Blut Aus Nord, Emperor u Orange Goblin, no duda en ofrecerles un contrato para lanzar su siguiente disco, el que tenemos hoy entre manos. Actualmente la banda está compuesta por Tlatecatl (voces, guitarra), Yaotl (batería), Nahualli (bajo) y Xolotl (guitarra). Además de esto, todos ellos tocan instrumentos mayas, mexicas, quiches y propios del estado de Oaxaca (preciosa región, por cierto, que tuve el gusto de visitar en mitad de aquella revuelta que nos inspiró a todos...).


Y ahora metiéndonos en harina, he de decir que Dentro del Manto Gris de Chaac me ha encantado, y mucho. Partiendo del black iracundo de su debut, el cuarteto mexicano ha insuflado a su propuesta, y con mucho acierto, una mayor cantidad de instrumentaciones y sonoridades originarias de su folklore nativo. El resultado es un disco que gana enormemente en versatilidad y matices, y al mismo tiempo les diferencia del resto de bandas del género dentro de la arena internacional. Si hubiera que buscar similitudes, creo que la de los israelís Melechesh sería muy acertada, por aquello de fusionar el extremismo sonoro con ritmos propios del folklore de sus diferentes culturas. Quizás Rotting Christ les quedan más lejos, ya que pese a todo lo comentado, Yaotl Mictlan siguen siendo inequivocamente blackers, mientras la música de los griegos hace tiempo que abandonó ese sendero. Como si fueran enviados de Chaac, deidad mexica (azteca según la denominación occidental) de la lluvia, Yaotl Mictlan se avalanzan sobre el oyente como una desatada tormenta repleta de energía y mala hostia, encarnada en una interpretación vocal, la de Tlatecatl, que hubiera conseguido que más de un conquistador español se hubiera dado media vuelta sin desenvainar siquiera la espada. Apoyándose en una descarga de violencia sonora tremenda, a su vez el cuarteto mexicano demuestra un gusto exquisito por las melodías y le épica, que a bien seguro te hará levantar el puño y apretar los dientes en más de una ocasión. Este último elemento, el épico, se ve aumentado por la introducción de unas percusiones folklóricas impresionantes, así como unos coros guerreros que te pondrán los pelos de punta. De hecho, si algo se le puede achacar al álbum es que esos trazos ancestrales no sean más visibles en el mural de Dentro Del Manto Gris De Chaac, porque de verdad que son todo un acierto. Aún y todo, es imposible no alucinar en colores con ese pepinazo puramente black que es Cihuacoatl o la ultraviolenta Hun Hunapu. Con la voz y la batería como pilares maestros de su pirámide ancestral, Yaotl Mictlan despliegan 8 temas donde demuestran su tremenda evolución técnica y compositiva respecto a su debut, alcanzando momentos de verdadera genialidad. Temas como Garra de Jaguar - Ocho Venado, Noche Triunfadora o Nada Verde Crece Aquí son de lo mejor que un servidor ha escuchado no sólo este año, sino en mucho tiempo. He leído estupideces chovinistas en varias webs anglosajonas sobre la supuesta pega del idioma. Que les jodan, y se esfuercen por comprender otros idiomas y culturas, como hacemos los demás, o acabarán pareciéndose muy mucho a esos conquistadores españoles que pisotearon un continente entero bajo el símbolo de la cruz. Éste es un álbum que no está hecho para ser cantado en inglés, ni siquiera en castellano si me apuran. Dentro Del Manto Gris de Chaac hubiera sido tremendo cantado en la lengua originaria azteca, el náhuatl, que aún a día de hoy resiste al castellano y es hablado por más de un millón y medio de mexicanos (y casi 200 mil norteamericanos). Pero bueno, ya estoy divagando otra vez y robándole el protagonismo a un álbum que lo merece más que mis disertaciones lingüísticas.Termino comentando la producción del álbum, que a pesar de adscribirse a eso llamado raw black metal, en ningún momento impide disfrutar de las diferentes y ricas sonoridades que reptan tras el papel protagonista que tiene la violencia primigenia.


Discazo tremendo, y una lección de historia para los muchos ignorantes altaneros que pueblan Occidente. Huitzilopochtli estará muy orgulloso de vosotros, cabrones.

Nota: 9/10