Ecos de una ciudad sumergida.

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martes, 31 de agosto de 2010

MAR DE GRISES - Streams Inwards (2010)/ First River Regards (2009) - Discografía (Parte II)


Uno de los álbumes más esperados del año ya está aquí, y encima me viene de perlas para complementar la discografía de Mar de Grises que subí hace unos meses. En ella colgaba sus dos primeros álbumes de estudio, The Tatterdemalion Express (2003) y Draining The Waterheart (2008), bajo el nombre de Mar de Grises - Discografía (Parte I), junto con un comentario acerca del sonido de esta extraordinaria formación chilena. En aquella entrada, el siempre atento Karba me informaba de que la banda había sacado una reedición de su primer EP. Con el nombre de First River Regards pusieron el año pasado a disposición de sus fans un material que había visto la luz originalmente la luz en 2002 y que era prácticamente inaccesible para la mayoría de los mortales por estar descatalogado. En mi opinión se trata de un EP de una calidad por encima de la media, y en el que a través de los 40 minutos por los que discurren los cuatro temas contenidos en él, ya vemos claramente los pilares que cimentaron el éxito del LP debut que vió la luz un año después, y que puso en boca de todo el mundo el nombre de Mar de Grises. Por otro lado, el novísimo Streams Inwards (ha visto la luz el 30 de Agosto) supone el punto de inflexión en la carrera del quinteto. No sólo porque supone su confirmación como una de las mejores bandas de doom del planeta (algo que muchos ya sabíamos, especialmente tras oir Draining The Waterheart), sino porque por fin han conseguido publicar su material con un sello de garantías que pueda acercar su material a gran parte del público interesado en él, que os aseguro va a crecer exponencialmente tras la escucha de esta maravilla. El sello en cuestión es el francés Season Of Mist, hogar de buena parte de las mejores bandas metaleras actuales, como ...And Oceans, Anaal Nathrakh, Drudkh o Arcturus. También ha editado este año otro de los álbumes que de cabeza va a ocupar las listas de lo mejor de 2010, como es el impresionante Aealo de Rotting Christ.


Uf, pues ahora viene lo complicado, hablaros de lo contenido en Streams Inwards. Nada fácil porque la libertad creativa que ya nos sorprendió en Draining The Waterhert se ve en Streams Inwards completamente desatada, hasta tal punto que el calificativo de doom se queda pequeño para calificar el nuevo trabajo de los chilenos. Su personal amalgama de death y doom sigue ahí, aunque mucho más atenuada por una ampliación de horizontes que les ha llevado a transitar por géneros como el metal experimental, el ambient y ese metal de corte intimista que desde hace años llevan desplegando bandas como los británicos Anathema. El ambiente opresivo de sus anteriores lanzamientos ha dado paso a un sonido, que aunque sigue siendo enormemente melancólico, deslumbra con unos fogonazos de luz radiante que hablan de optimismo y esperanza. Ejerciendo el papel conductor para esta energía renovada encontramos a las guitarras de Rodrigo Morris y Sergio Álvarez, mucho menos densas pero ganando por el camino todo un crisol de matices que hacen del álbum una experiencia inabarcable en una sóla escucha. Ahí están los dos cortes iniciales, Starmaker y Shining Human Skin, para cegarte como si de dos soles en miniatura se tratasen. Sin embargo, no estamos ante un disco de díficil acceso, sino todo lo contrario, ya que Streams Inwards se nos presenta como un paisaje sin vallados, inmenso, y cuyo único freno son las limitaciones de nuestra vista para hacerlo nuestro de un vistazo. Incluso puedo decir que es el trabajo más accesible que jamás hayan grabado Mar de Grises, a la par que el más abrumador. Sorprende muy gratamente la maestría con que el quinteto hace uso de la electrónica, auténtica columna maestra de maravillas como The Bell and The Solar Gust, un tema que pone los pelos de punta. Y es que la miríada de elementos utilizados en el disco está conjuntada a la perfección, sonando sin fisura alguna los cambios que se van sucediendo, desde el ambient de Spectral Ocean a la más doom/death Sensing The New Orbit que nos trae a los Mar de Grises más familiares, acabando por ese mastodóntico bonus track de 9 minutos llamado Aphelion Aura, donde el metal brilla por su ausencia siendo sustituido por unos teclados exquisitos y una bellísima voz femenina. Pero donde más vamos a evidenciar esa ruptura de corsés compositivos y estilísticos es en Knotted Delirium, una pieza de metal experimental en toda regla y que conjuga con demencia teclados, guturalidad, épica, murallas de sonido e infinidad de efectos de sonido para parir el tema más intrincado que jamás hayan grabado estos señores. Las voces claras están también mucho más presentes durante todo el disco, añadiendo si cabe aún más versatilidad al ilimitado recorrido del mismo. Uno sólo puede quitarse el sombrero ante la valentía de sacar un álbum como éste, sobre el que tanta presión y expectativas se habían puesto. Lo más fácil hubiera sido sacar un trabajo 100% continuista con Draining The Waterheart y campar por los terrenos conocidos, pero Mar de Grises han demostrado con Streams Inwards que las cadenas no pueden contener lo que ni siquiera puede ser alcanzado.


El mejor álbum de doom melódico en años, y entre los mejores de la historia. A guardar junto a las obras maestras de My Dying Bride y Paradise Lost.

First River Regards - Nota: 8/10
Streams Inwards - Nota: 10/10

domingo, 29 de agosto de 2010

TWEAK BIRD - Tweak Bird (2010) / Reservations EP (2008)


Pues vamos hoy con un grupo de esos destinados a convertirse en auténtico hype al nivel de otros insignes dúos como The Black Keys o The White Stripes. Tweak Bird es el nombre bajo el que se amparan los hermanos Ashton (batería, voces) y Caleb Bird (guitarra, voces). Oriundos de Carbondale, Illinois, nuestros protagonistas se criaron en el clásico ambiente rural norteamericano. Sus padres, partidarios de esa idea reaccionaria tan en boga hoy día en los EEUU de educar a los hijos en el propio hogar para alejarlos de las ideas "heréticas" modernas, fueron los principales causantes (muy a su pesar, supongo) de que este par de geniecillos, ante la imposibilidad de socializar con otros niños, se dedicaran desde muy pronto a trastear con instrumentos y a componer sus primeros temas. Mudados a mediados de la década pasada a Los Ángeles, Ashton y Caleb se rodearon por fin de un ambiente propicio para presentar dichos temas al gran público, lo que se vio cristalizado en la salida al mercado de Reservations en 2008, un EP producido por Dale Crover y Toshi Kasai, miembros de Melvins y Big Business respectivamente, y a los que les unía una concepción musical muy similar en cuanto al uso de guitarras de sonido "gordo" y distorsionado. El éxito de dicho EP fue inmediato, y no pararon de caerles alabanzas a un sonido que bebía tanto de los clásicos de los 60 y 70 como del rock alternativo y el stoner. Unas alabanzas que se transformaron en enormes expectativas respecto a un primer LP que acaba de ver la luz y con el que bien seguro que no defraudarán a todos aquellos que se quedaron prendados con Reservations. El disco ha sido producido de nuevo por Crover y Kasai.


La portada del disco, un homenaje a la banda japonesa de culto Flower Travellin Band, ya nos anticipa que estamos ante algo muy especial. Y vaya si es así. Partiendo de un sonido tremendamente básico y primario, Tweak Bird han conseguido facturar un álbum que huele a éxito por los cuatro costados, todo ello cimentado en diez temas que todos ellos son auténticos hits con un gancho al alcance de muy poquitos combos en el panorama actual. Con Black Sabbath como principal influencia, su sonido se centra en unos marcados riffs en los que Caleb Bird se mueve como pez en el agua. Enarbolando una guitarra barítono (instrumento a medio camino entre el bajo y la guitarra), Caleb consigue dotar a la música del dúo de un sonido tremendamente particular y que deviene en seña de idéntidad de la banda. Las voces, con una entonación infantil a medio camino entre lo humorístico y Ozzy Osbourne, son otro de los elementos que destacan en Tweak Bird, y que unido a lo anteriormente señalado convierten su debut en uno de los álbumes más originales de los últimos años. Sin embargo, cabe señalar que a pesar de que las influencias pesadas están ahí, en mi opinión Tweak Bird es un grupo de alma fundamentalmente pop. Algo que se revela en unos temas tremendamente concisos y donde las melodías tienen una importancia pareja a la de sus tremendos riffs, si no más. Y es que nos enfrentamos a un disco de difícil encorsetamiento debido a su enorme transversalidad estilística, y que bebe de un sinfín de influencias a cada cual más dispar. A la ya mencionada de Black Sabbath, en la música de estos dos personajes hay también mucho de Lightning Bolt (probablemente la influencia más clara por ese sonido-muralla), de los Stooges, e incluso de los Beach Boys (por esa inclinación popera a la que también hacía referencia). Y todos esos elementos, pasados por la batidora compositiva del Ashton y Caleb, dan como resultado canciones simplemente irresistibles, que te harán bailar como un poseso y se grabarán a fuego en tu cerebro. Imposible no arrodillarse ante temazos como Tunneling Through o Sky Ride, eso os lo aseguro. Como tampoco aplaudir la acertada inclusión de instrumentos de viento que elevan temas como A Sun/Ahh Ahh y Flyin' High hasta la estratosfera. Y si prestas atención a cortes como The Future o Light In Lines, te darás cuenta del amor que Tweak Bird profesa por el genio de Brian Wilson, aunque engordado a base de unos riffs capaces de derribar tu casa. Una sola pega le pondría tanto al EP como al LP de estos tíos, y es la duración, por escasa. Algo que se puede pasar por alto en Reservations, debido a su formato, se convierte en un aspecto negativo en el LP, ya que los diez temas de que consta tan sólo alcanzan los 27 minutos. Y os aseguro que os sabrán a muuuuuuuy poco.

Un disco original, adictivo y genial, de una banda nacida para comerse el mundo.

Reservations EP - Nota: 7,75/10
Tweak Bird - Nota: 8,5/10

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martes, 24 de agosto de 2010

GHOULTOWN - Life After Sundown (2008) / Tales From The Dead West (2000)


Muchos son los discos que en los ultimos dias se han acumulado a mi alrededor y que me han puesto en la difícil tesitura de decidir cuál de ellos iba a subir primero. Ante la incapacidad de decidirme, he optado por pasar de todos ellos y comentar una banda a la que le tenía ganas desde hace un tiempo. Ghoultown es una banda texana formada en 1999, y cuya música nunca ha sido fácil de etiquetar, pero que oscila entre el psychobilly, el punk y el garage. Etiquetas de nuevo cuño como el horror punk y el gothabilly también se les han atribuido, aunque Ghoultown siempre se han desmarcado de sus coetáneos merced a un sonido y temática muy deudora de los spaghetti western. A pesar de que por estos lares no son muy conocidos, en los EEUU son una banda de culto y cuyos temas han aparecido en diversas series de televisión, films de terror, videojuegos y que incluso cuentan con su propio comic book. También en 2009 editaron un DVD que recogía un tema compuesto como homenaje al icono de culto Elvira, y en cuyo videoclip cuentan con la colaboración de la mismísima Cassandra Peterson. El fundador del grupo y guitarra/cantante, Count Lyle, fue el bajista fundador de los doomers Solitude Aeturnus, a los que abandonó en 1996. Tales From The Dead West fue su LP debut del año 2000, y Life After Sundown el último disco de estudio hasta la fecha, y el sexto de su discografía. Por el camino se han sucedido innumerables shows en directo, entre los que destacan giras junto a Hank Williams III, The Misfits y Gorgeous Frankenstein.


Desde ya decir que el rockabilly, psychobilly y demás ...billys son géneros de los que ni de lejos soy un experto (si es que lo soy de algo), y cuyas diferencias nunca he tenido muy claras. A pesar de ello, entre todo el mar de bandas que se adscriben a esos géneros, Ghoultown me llamaron especialmente la atención por ese sonido de western fronterizo fusionado con una temática centrada no sólo en los cowboys, sino también en historias de zombies y películas de terror de serie B. Mi contacto con el sexteto se remonta a hace menos de un año, por lo que no he podido darle una escucha profunda a toda su discografía, y es por ello que hoy cuelgo su histórico debut junto a su último y más celebrado álbum. Probablemente entre medio me dejo muchos discazos dignos de reseñar, pero es algo que espero solucionar cuando pueda sumergirme en todos ellos. Lo que más me ha sorprendido de Ghoultown es la manera sorprendente en la que despliegan un sonido de lo más particular que auna country, rockabilly y banda sonora de western mientras por el camino no abandonan nunca un sentido del humor freak que hace de su propuesta algo simplemente irresistible. Y temazos, señores, toneladas de temazos, son los que les han aupado a ser los reyes de un género del que son los mejores embajadores. Puñeteros clásicos como The Death Of Jonah Hex o Ghost Riders In The Sky de su álbum debut son fijos en todos sus conciertos, y te harán oler a muerte, sudor, tequila y carne descompuesta mientras tus pies no paran de bailar desenfrenadamente. Pero es su última referencia la que se lleva la palma de su discografía en mi humilde opinión a base de una inmisericorde sucesión de canciones de imbatible factura. Sobre la base de una producción tremenda en la que cada instrumento suena perfecto, Life After Sundown es un disco por el que solo puedo babear, y al que pocas pegas puedo encontrarle. Medios tiempos deudores del country, temas acelerados del punk/rock más macarra, un sonido gordo que habla de las simpatías del sexteto por el metal, y todo ello supeditado a la potente personalidad de una banda que lleva todas esas sonoridades a su terreno. Y a esto se suma el que para mi es verdadero instrumento estrella del grupo, y el que hace que sus composiciones se disparen y te vuelen la cabeza. Hablo de la trompeta a cargo del genial Randy Grimm, y que es capaz de pasar de ponerte los pelos de punta en maravillas como London Dungeon, Life After Sundown o Thunder Over El Paso a hacerte bailotear como un poseso en Against A Crooked Sky. Por el camino, otros cortes simplemente perfectos como I Spit On Your Grave, Drink With The Living Dead, Under The Phanton Moon o esa pedazo de instrumental llamado Train To Nowhere que hablan de un grupo en estado de gracia. No sé, me cuesta mucho ser objetivo con este disco en particular. Sólo se que me flipa y que os lo recomiendo enfervorecidamente.


Dadles una oportunidad, y os aseguro que no os arrepentiréis. Antes de lo que pensáis os encontraréis con un atardecer muriendo a vuestras espaldas, manos putrefactas saliendo del suelo de algún cementerio sin nombre, una sonrisa en vuestra cara y un viejo Colt aferrado con fuerza como único amigo. ¿Se puede pedir más?

Tales From The Dead West (2000) - Nota: 8,5/10
Life After Sundown (2008) - Nota: 9,25/10


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miércoles, 18 de agosto de 2010

THE SWORD - Warp Riders (2010)


Inesperada subida la que tenemos hoy. Tanto por la filtración del álbum en la red a semanas de su publicación oficial, como porque sinceramente no era un disco que en principio fuera a subir a este blog. Ya sabéis los que seguís el blog que a pesar de que soy un gran fan del stoner, generalmente suelo comentar bandas que me apasionan sobremanera o que me dicen algo muy especial, y no dedico este espacio a subir toda novedad que aparece en el mercado. Y The Sword no es una banda que especialmente me haga vibrar, todo hay que decirlo. Sin embargo, dos factores han confluido para que Warp Riders vea la luz en Ecos de R'Lyeh. La primera, que de no hacerlo se me echaría encima buena parte de mi entorno stoner al grito de ¡snob!. La segunda, que debido a la popularidad de la banda gran parte de la critica carroñera se ha dedicado a descuartizarles atacando su supuesto sonido plano y falto de originalidad. Y eso si que no, señores, porque a pesar de que no es un grupo santo de mi devoción, del mismo modo reconozco los méritos de su sonido, que no son pocos. Obviare, porque no creo que merezca mas atención, la contradicción entre atacar a The Sword y ensalzar bandas como Franz Ferdinand o Rise Against (por poner dos ejemplos variados), que sin meterme con sus meritos (que en estas bandas concretas me la resbalan) adolecen de la misma falta de originalidad (ambas hacen un revival de sonidos ochenteros, el pop bailable y el hardcore melódico respectivamente) que los texanos. Los caminos del mainstream son inexcrutables, supongo.


Warp Riders
ya esta aquí, y dejadme que os diga que su sonido no se ha movido un ápice del mostrado en Age Of Winters ni Gods Of The Earth. Ni falta que les hace. Sus señas de identidad siguen inmutables a base de riffs gordos y con mas gancho que Muhammed Ali y un amor por el protoheavy setentero que parece casi obsesivo a la vista de lo escuchado en sus tres álbumes de estudio. En cuanto a sus letras, si encontramos un cambio respecto a sus dos anteriores trabajos, pues en Warp Riders abandonan la temática fantástica - medieval en pro de un álbum conceptual (si, habéis oído bien) que gira en torno a un planeta enfrascado en una batalla futurista entre el bien y el mal, algo que queda plasmado graficamente en esa cojonuda portada reminiscente de la ciencia-ficción setentera. Si agudizamos nuestro análisis encontraremos que, a pesar de todo lo dicho, su sonido ha visto modificado ligeramente su ADN. Por un lado una producción asentada plenamente en los años 80, década de esplendor mayúsculo del heavy metal, y por otro la adición a las clásicas referencias Sabbath/Zeppelin de un descarado tributo a los titanes del heavy como Judas Priest o Rainbow, tanto en temática como por la búsqueda de un sonido lo mas épico y grandilocuente posible. Una escucha a ese maravilloso corte que es Chronomancer I: Hubris, y veréis esa pugna entre las huestes de Iommi y las de Halford que comento de una manera clara. Y si seguís dudando, el comienzo mas heavy que el infierno de Chronomancer II: Nemesis, ya os convencerá del todo. Otro aspecto que han pulido mucho desde Gods Of The Earth es el trabajo a las seis cuerdas. Los fabulosos riffs gordos siguen ahi, pero a ellos se han sumado unos solos setenteros muy currados y que proporcionan a Warp Riders una versatilidad de la que adolecían sus predecesores. El eco Zeppeliano sigue muy presente, y se asienta en cortes como el psicodélico Lawless Land, de nuevo con la dupla JD Cronise y Kyle Shutt como autenticas estrellas de la función. La voz del primero seguirá acarreando criticas y discusiones, supongo. Aun estando de acuerdo con que no es la mas fabulosa que existe, ni de lejos, si que es cierto que ha devenido en seña de identidad del grupo, y en el fondo se me haría difícil escuchar un disco de The Sword con cualquier otra. Los dos cortes instrumentales de Warp Riders, la inicial Acheron/ Unleashing The Orb y Astraea's Dream, siguen mostrando a un cuarteto que se mueve como pez en el agua por esos lares, y que consiguen la nada fácil labor de dotar a este tipo de temas de la velocidad y gancho de los que alardean el resto de canciones de su repertorio, aun mas con la ya mencionada adición de fabulosos solos con mas épica que las Crónicas de la Dragonlance.


Resumiendo, nos encontramos a unos The Sword menos fieros pero que a cambio han ganado bastantes puntos en una versatilidad que se antojaba necesaria en una carrera que a vista de los expuesto en Warp Riders, y le pese a quien le pese, va a ser muuuuuy larga. En mi humilde opinion, el mejor album de su carrera y el que de verdad les acerca a ser una fuerza de primera linea en el stoner-heavy mundial.

PD: teniendo en cuenta que The Sword operan con Kemado Records, asociada a Hollywood Records (propiedad de Disney), no puedo asegurar la permanencia de esta reseña ni del enlace durante mucho tiempo. Si desaparecen, que sepais que ha sido culpa de Mickey Mouse y Nemo, que desde hace tiempo me la tienen jurada.

Nota: 8,75/10

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lunes, 16 de agosto de 2010

THOU - Summit (2010)

Thou son la banda del futuro. O el modelo de banda que tendría que existir en el inevitable mundo post-sellos. Y no únicamente por su música, que también, sino por una actitud como grupo que hace de ellos todo un modelo a seguir. Su discografia puede ser descargada por completo (bien directamente o mediante enlaces a blogs de fans) desde su web, giran incesantemente (y por lo visto en Youtube, vaya directos...), interactúan con los fans de una manera que yo no había visto nunca antes, su producción en los 5 años de existencia del grupo es gigantesca (3 álbumes, 5 EP's, 10 splits y numerosas compilaciones y directos compartidos) y se preocupan de que las ediciones físicas de sus álbumes que uno puede adquirir a traves de las distribuidoras con que trabajan sean cuanto menos excelentes. Y también su música esta empapada de esta actitud de libertad creativa, pues con cada trabajo nuevo, los de Louisiana no temen explorar sendas nuevas, jugar con diferentes sonoridades y, en definitiva, dar cauce a todas sus inquietudes. Partiendo del sludge, muchos han sido los géneros que con éxito han tocado los infinitos tentáculos de Thou, como el drone, el doom, el black metal o el metal progresivo. Toda una incesante evolución que uno puede disfrutar paso a paso si se descarga todo el material de la banda.


Con Summit nos encontramos ante los mejores Thou hasta la fecha. Estamos frente a una formación que ha comenzado a encontrar su sonido, o mas bien el sonido que les representa actualmente, pero en su totalidad. En vez de continuar con su senda exploratoria, han decidido recoger todas las influencias recorridas en el pasado, darles una nueva vuelta de tuerca, y condensarlas en 6 temas que son autenticas obras maestras de sludge/doom. Lo que hace diferente al quinteto norteamericano es que a pesar de partir de unas coordenadas bien conocidas, consiguen merced a esa amalgama de sutiles influencias diferenciarse de la gran mayoría de formaciones adscritas a tan concurrido estilo. Y es así porque donde la huella de Eyehategod, inevitable si hablamos de sludge, deviene en único fin de todas esas bandas, para Thou es otra herramienta que añadir a un arsenal tremendamente diverso. Donde Eyehategod son para muchos una cárcel autoimpuesta por sus propias limitaciones, en Summit se convierten en un nuevo par de alas que permite al álbum elevarse sobre gran parte de sus coetáneos. Y a pesar de ello (o debido a ello, bien pensado) en temas como Prometheus uno puede reconocer a los mejores Eyehategod que se puedan escuchar hoy día, con esos riffs tan característicos que los (también) de Louisiana convirtieron en leyenda. El álbum gira alrededor de la idea de fealdad y belleza, desespero y esperanza, decadencia y esplendor, tanto a nivel de letras como musicalmente hablando. A los gritos guturales de un Bryan Funck cargado de mala hostia e ideas revolucionarias se une un sonido que bascula entre la fealdad musculosa del sludge y unas melodías disonantes que por momentos hacen que Summit evoque cierta sensacion de belleza, algo muy inusual en un trabajo de estas caracteristicas. By Endurance We Conquer, el fantástico corte que abre el disco, es un gran ejemplo de lo que hablo, y todo un clínic de como conjugar sonidos y emociones tan diametralmente opuestas sin caer en lo evidente ni irrisorio (a nada que hayáis escuchado metalcore actual, sabréis de lo que hablo). De lo que si echan mano, y muy acertadamente, es de la introducción de instrumentos poco habituales en el sludge, como trompas, percusiones y también de sonidos ambientales como en la instrumental Summit Revisited, el unico tema que baja de los 9 minutos y una calma tensa que prepara los nervios del oyente para la final Voices In The Wilderness, una vuelta al salvaje esquema de sludge/doom que termina con cánticos y piano, la forma en que Thou nos hablan de que a pesar de la putrefacción del mundo actual, siempre hay un rayo de esperanza en el horizonte. Porque como indica el titulo del cuarto tema, Another World Is Inevitable.


Un disco inmenso, y el que por fin eleva a la banda a ese estatus de hype underground que desde hace tiempo se les había endosado.


viernes, 13 de agosto de 2010

STARKWEATHER - This Sheltering Night (2010)

Ya vuelvo por estos lares tras estar alejado del blog más de lo que me hubiera gustado. La fiesta ha sido más destructiva de lo que servidor esperaba, y ya mañana toca de nuevo engalanarse para acudir al concierto de Pendejo. Qué se le va a hacer... En todo caso, lo importante es que tengo tiempo para comentar un nuevo álbum. Y nada más y nada menos que lo último de las leyendas del metalcore Starkweather. No os echéis las manos a la cabeza, porque hablo de ese género que sacudió buena parte de la década de los noventa a base de intensidad, fuerza y propuestas tremendamente innovadoras en muchos casos. Hablo de bandas como Botch, Converge o Integrity, esenciales para comprender la música de aquella época. Pues bien, Starkweather entrarían dentro de este selecto grupo. Formados en 1989, su carta de presentación fue el imprescindible Crossbearer (1991), pilar fundamental del hardcore crossover e influencia irrebatible del 99% de bandas que más tarde se adscribirían al género. Cuatro años después llegaría el también brillante Into The Wire, tras lo cual el grupo se separaría durante diez años antes de reaparecer en 2005 con el monumental Croatoan. En su línea de formación poco prolífica, hemos tenido que esperar cinco años para ver la continuación de aquel y el álbum que tenemos hoy entre manos, This Sheltering Night. Y en mi opinión, es una espera que ha valido la pena.


Porque estamos ante el mejor álbum de la banda desde Crossbearer. Continuando la línea abierta con Croatoan, donde los pasajes de progresiva oscuridad y el acercamiento al ambient de tintes más siniestros enriquecían enormemente la propuesta de Starkweather, los norteamericanos han pulido los numerosos matices de su personalísimo sonido para parir un trabajo al que solo se le puede calificar de excelente. Muy cercanos al Jane Doe de Converge y transitando los parajes habitados por Integrity, estas similitudes son normales teniendo en cuenta que hablamos de bandas seminales en el metalcore y que durante años se han retroalimentado mutuamente. Si una palabra pudiera (que no puede) describir lo que transmite This Sheltering Night, esa sería intensidad. Porque ya desde ese comienzo brutal con Epiphany, la descarga de energía que dispara el cuarteto es de las que dejan sin aliento. Cambios de ritmo, dejes jazzísticos, solos de infarto, y la voz de Rennie Resmini. Ya sabíamos de la esquizofrénica interpretación vocal de este señor, pero la colección de enfermizos registros que alcanza en This Sheltering Night te pondrá los pelos de punta. La adición de intros ruidistas entre algunos de los temas pondrán a prueba los nervios del oyente, con la clara intención de que este sea un álbum que te haga sudar, que te obligue a prestarle atención a pesar de que todas tus alarmas internas te avisen de que estás ante algo peligroso y dañino. Se antoja complicado resaltar una aspecto del disco que pueda ser extrapolado como referencial al conjunto, ya que la versatilidad y la variedad de elementos que se conjugan aquí es mareante. Un gran ejemplo de ello es All Creatures Damned And Divine, toda una orgía de matices con la voz de Resmini como guía de un viaje a los abismos de la locura. Guitarras que gritan con furia antes de languidecer entre lamentos, solos de otro planeta, y una sección rítmica donde destaca la batería de Harry Rosa, que lleva a cabo una demostración de técnica abrumadora, solo al nivel de su desequilibrio mental. No esperéis en este trabajo nada parecido a Hatebreed, porque la inmediatez no entra en el vocabulario del cuarteto de Filadelfia, y sí un marcado gusto por las progresiones. Si a un grupo actual se les pudiera asemejar, ese sería Between The Buried And Me, aunque al lado de Starkweather, los de Carolina del Norte parecen un combo pop. No os voy a engañar, This Sheltering Night es un disco áspero, denso, difícil. Un álbum al que hay que prestarle atención y esforzarse por desentrañar sus múltiples colores, que por otro lado son infinitas variaciones del negro y el gris. Sin embargo, como las cosas importantes de la vida, puede que duelan y demanden sacrificio, pero una vez superado el trauma, devienen en experiencias únicas y que nos hacen crecer como individuos.


Todo esto y más es This Sheltering Night. Un álbum que trasciende su formato musical para mutar en experiencia vital. Un recordatorio de que el metalcore, en buenas manos, es toda una bomba de relojería. Para amantes de Swans, Voivod y Converge por igual. Ahí es nada.

miércoles, 4 de agosto de 2010

AIUMEEN BASOA - Iraganeko Bide Malkartsutik (2010)

No pensaba subir nada más al blog hasta pasadas las fiestas, pero me va a ser imposible retener por más tiempo todo lo que tengo que decir acerca de este álbum. Suerte que gran parte de las anotaciones las tenía ya escritas fruto de horas y horas emborronando el cuaderno mientras me deleitaba con él. Y es que me hace una especial ilusión reseñar un álbum nacido en mi tierra, que de hecho no tendría sentido alguno si no fuera unido a los paisajes y cultura milenaria de Euskal Herria, y que tiene muchas papeletas para convertirse en disco del año para gran parte de la critica internacional. Sí, habéis leido bien, porque Iraganeko Bide Malkartsutik está recibiendo nueves y dieces a mansalva en gran parte de las webs dedicadas al metal. A mi me hizo mucha gracia descubrir el álbum por una reseña de una página inglesa, pero la verdad que tenía perdida la pista a la banda desde el magnífico split de 1999 junto a Ilbeltz y Adhur titulado Triarchy Of Vasconia, y pensaba que incluso se habían separado. Craso error, porque los guipuzcoanos simplemente se encontraban en un impasse, durante el cual llevaron a cabo cambios en la formación, mejorando el akelarre, y puliendo sus composiciones hasta que éstas pudieran ver la luz de la manera adecuada. El resultado, no sólo el mejor álbum de folk/metal del año, sino de los mejores que servidor haya oido nunca. Tan increible disco ha sido facturado por Beleak (guitarra y voces), Mikelot (guitarra y voces), Egoitz (bajo y teclados), Fory (batería), Ibai (acordeón y teclados), Oihane (voces) e Imanol (violines).


El sonido de Aiumeen Basoa (El bosque de los lamentos) es una amalgama increíble de sonidos e influencias, todos ellos conjuntados con una perfección insuperable y unidos por un hilo conductor que no es otro que la mitología vasca y la evocación de los impresionantes paisajes de Euskal Herria. Por supuesto, el álbum está cantado en euskera, ya que qué mejor para un álbum de raíces que interpretarlo en la lengua más antigua de Europa, cuyos orígenes aún a día de hoy siguen siendo todo un misterio para los estudiosos de medio mundo. Las partes más furiosas del disco beben de los combos clásicos de black metal escandinavo, pero combinado con largos pasajes instrumentales que te harán aflorar el recuerdo de los imprescindibles Ulver. La variedad estilística va de la mano del crisol de estados de ánimo que Iraganeko Bide Malkartsutik (Por la sinuosa senda del pasado) puede llegar a infundirte a lo largo de su metraje, que pasan de la rabia a la melancolía con una naturalidad asombrosa, pasando por el ambiente alegre y fiestero de sus partes más folk. Este último aspecto (el fiestero) nunca me ha hecho mucha gracia en los grupos de folk/metal, pero en el álbum se integra tan perfectamente con el resto de registros, que visto en conjunto incluso eleva el nivel del mismo. Pues aquí no queda la cosa, ya que en la mayoría de los 6 cortes que componen el disco se pasean por sus desarrollos ecos progresivos a lo Pink Floyd junto a momentos jazzísiticos que directamente harán que se te caiga la mandíbula al suelo. El tema que compendia todos estos atributos es Akelarren Sua (El fuego del akelarre), donde a lo comentado se le suma la aparición de instrumentos propios del folklore patrio, como la txalaparta (que gran instrumento y qué bien suena en un disco de metal, madre mía...), la trikitixa y los irrintxis (interpretación vocal muy clásica del folklore vasco). Además de estos instrumentos, y de los preciosos violines reminiscentes de otros titanes, Solefald, también escucharás flautas, txirulas, oboes, panderos... En fin, todo un festín para los oidos que tendrás que ir desgranando en sucesivas escuchas para captarlo en toda su complejidad. Y del mismo modo, en el apartado vocal encontrarás otra orgía de registros, de la mano de la voz blacker de Beleak, la preciosa voz limpia de Mikelot y esa diosa metida a cantante que es Oihane. Porque de verdad que lo que esta chica hace está muy por encima de una valoración mortal. Escuchad Gentil Odola (Sangre de gentil) y el dueto que se cascan los dos últimos, y sabréis a qué me refiero. Podría seguir y seguir alabando la majestuosidad de este álbum, pero prefiero parar y que vosotros mismos os deleitéis con la puta maravilla que es Iraganeko Bide Malkartsutik. El álbum que se merecían nuestros bosques, nuestras leyendas, y el mejor embajador que Euskal Herria podría tener en el mundo.


Candidato a disco del año, y sus competidores los puedo contar con los dedos de una mano. Y me sobran dedos...

martes, 3 de agosto de 2010

KAYO DOT - Choirs Of The Eye (2003)

En dos días comienzan las fiestas de La Blanca, y ya tiemblo de sólo pensarlo. 5 días de aglomeraciones multitudinarias, conciertos y desvaríos etílicos. 5 días en los que servidor tendrá que currar, pero aliviado por hacerlo parapetado tras una barra y pinchando música a placer. Sin embargo, es necesario comenzar la maratón con la mente despejada y en paz para no colapsar en la segunda jornada, para lo cual he seguido una estricta dieta de música introspectiva y "sesuda". Un régimen alimenticio que estaría incompleto si no contara con el Choirs Of The Eye de Kayo Dot, considerado uno de los mejores álbumes de rock progresivo de la década, y para muchos el mejor sin ninguna discusión. Editado en 2003, se trata del debut de una banda que nace de las cenizas de otro grupo legendario, maudlin of the Well. Supongo que la mayoría de los que leeis este blog los conoceréis, pero si no es así, y sintetizando, se trataba de una de las formaciones de metal-jazz-progresivo más originales y talentosas que jamás se hubieran visto, y que con Bath (y su inseparable complemento de ese mismo año, Leaving Your Body Map) entraron directamente en el Olimpo metálico allá por el año 2001. Mientras trabajaban en su cuarto álbum, y tras sufrir varias pérdidas de miembros importantes de la banda y varios cambios de sello, los músicos que quedan en la formación deciden emprender una etapa nueva, empezando por renombrar el proyecto como Kayo Dot. maudlin of the Well siempre se caracterizó por contar para sus álbumes con una cantidad importante de artistas, y este caso no iba a ser menos. Liderados por el multidisciplinar Toby Driver (voces, sintetizadores, doble bajo, guitarra, cello, tuba y campanas), Kayo Dot afrontan su debut con un total de 11 integrantes, siendo el núcleo principal, además del propio Driver, Greg Massi (guitarra y voces), Nicholas Cage (no, ese no. Bajo y voces) y Sam Gutterman (batería y voces). El resto de músicos abarcan una variedad de instrumentos de viento asombrosa, que va del clarinete a la trompeta pasando por el saxofón y la trompa francesa. También encontramos otros instrumentos, como el piano o un violín tocado como los ángeles por la bellísima Mia Matsumiya, otra de las fundamentales de la banda. Choirs Of The Eye se publicó con el sello del dios John Zorn, Tzadik Records, en lo que supuso toda una declaración de intenciones. Para rematar, y al igual que los dos últimos discos de maudlin of the Well, la composición del debut de Kayo Dot se llevó a cabo mediante la técnica de proyección astral (esto dicen ellos, ojo, que no me he vuelto loco) y empapuzado el señor Toby Driver de amor por los tratados filosóficos de los surrealistas André Breton y Max Ernst. Ahí es nada.


Pues sí señores, estamos ante un álbum de escala 9.9 en el gafapastómetro, es imposible negarlo. Pero del mismo modo, tampoco se puede negar que la música contenida en él es simplemente única. Choirs Of The Eye supone la evolución lógica del trabajo anterior de maudlin of the Well, pero al mismo tiempo nos encontramos ante una etapa nueva, una vez liberada la banda de gran parte del bagaje metálico de aquellos. Por lo tanto, aquí hablamos ya de un álbum de post-rock en toda regla. Desentrañar los entresijos del disco es una labor que ni siquiera voy a intentar, por la simple razón de tras siete años escuchándolo sigo descubriendo nuevas texturas, sonoridades que de repente me sorprenden por novedosas. Choirs Of The Eye es como ese tipo de libros que uno relee un montón de veces y que están cubiertos de subrayados de diferentes colores, ya que con cada lectura uno va captando conceptos que en anteriores ocasiones había pasado por alto. La cantidad de conceptos musicales que encierra el álbum es inmensa, entrelazados todos en intrincadas piruetas compositivas que pueden llevarte al desconcierto más absoluto si intentas analizarlos desde un punto de vista tradicional. Choirs Of The Eye es el equivalente del trazado urbano de una ciudad medieval árabe, llena de estrechas callejuelas sin un patrón aparentemente cabal, con cientos de cruces, callejones sin salida, pero que en conjunto obedece a una idea superior de funcionalidad, y cuya belleza y magnetismo ha encandilado a miles de mentes occidentales a lo largo de los siglos. Otro aspecto que hace del disco algo tan especial es la convivencia de elementos clásicos con una composición que aún a día de hoy sigue sonando futurista, propia de tiempos aún por llegar. Y es que no es un álbum de electrónica, sino uno fuertemente basado en instrumentos centerarios, la gran mayoría de ellos asociados a la música clásica, pero integrados en un tapiz sonoro tan innovador que hace que cualquier álbum de los Chemical Brothers parezcan timbales tocados por una tribu africana congelada en el tiempo. Porque Choirs Of The Eye se aleja de las concepciones clásicas del rock, y hunde sus raíces en la desestructuración absoluta del mismo, dividiéndolo en sus partes mínimas, para acto seguido volver a unirlas mediante una argamasa jazzística que da como resultado una criatura completamente diferente, nueva, profética. Con esta banda siempre me ha venido a la mente un simil cinematográfico, el del director soviético Tarkovsky, que tirando de elementos clásicos y en ausencia casi absoluta de efectos especiales, fue capaz de crear un lenguaje visual inimitable y desbordante de simbolismo y belleza, y que catapultó a obras como Stalker y Solaris a la categoría de obras maestras del cine. Kayo Dot son la expresión sonora de esta concepción del arte. Intrincado, difícil, pero genial. Choirs Of The Eye no gustó ni gustará a mucha gente por el esfuerzo que exige al oyente. Una pena, porque debido a esa actitud acomodaticia estarán pasando de largo la obra cúlmen del post-rock de la década pasada.


Una obra maestra incontestable y única. Un ejercicio tan titánico de modernidad que se catapultó a sí mismo incluso décadas por delante de su tiempo. La consagración de Toby Driver como visionario y genio.

Nota: 10/10