Ecos de una ciudad sumergida.

Translator / traducteur / übersetzer / traduttore...

Mostrando entradas con la etiqueta noise. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta noise. Mostrar todas las entradas

jueves, 4 de octubre de 2012

FALLING DOWN IIV (2012)



Que en el underground musical lo que prima son la ilusión, las ganas y la pasión por encima del sucio dinero es algo de sobra conocido, y no sólo por englobar géneros de muy difícil acogida masiva por parte del público. No, hay una filosofía de trasfondo que nos habla de la búsqueda de un sendero propio e independiente que no responda a ninguna presión más allá de la que ejerce la imaginación y el talento por salir a flote. Aún así de vez en cuando aparecen proyectos que nos sorprenden por su osadía, caso del recopilatorio que traigo hoy a mi humilde morada. Falling Down IIV es el tercero de una serie de recopilatorios creados por una pareja de franceses a los que como mínimo debo tildar de locos. Atreverse en los tiempos que corren a editar en un lujoso formato físico (y de manera completamente independiente) temas inéditos de bandas de primer nivel dentro del metal underground y pretender que la cosa llegue a buen puerto es cuanto menos descabellado. Ya sólo en el aspecto meramente técnico y de confección del mismo la tarea ha tenido que ser titánica: contactar y convencer a las bandas para ceder dichos temas, la edición del recopilatorio (acojonante), el artwork (aún más acojonante) e intentar no arruinarte por el camino son sólo algunos de los aspectos que los creadores de Falling Down llevan sorteando desde que en 2008 apareciera el primer volumen con temas inéditos de Kylesa, Ufomammut, The Ocean, Year Of No Light, Jucifer y Ommega Massif entre otros (hasta un total de 40 bandas!). En 2010 apareció el segundo volumen, y además de conseguir que repitieran muchas de esas bandas, añadieron material sin publicar de otras como Kongh, Farflung, Mumakil o Across Tundras. No contentos con ello regresaron a mediados de este año con Falling Down IIV, de nuevo con una oferta irresistible en la que participan grupazos (20 bandas de 11 países diferentes) del calibre de Hopewell, Year Of No Light, Mars Red Sky, Julie Christmas, Terra Tenebrosa, Rorcal, Mouth Of The Architect o Ayahuasca Dark Trip. Y si eres de los afortunados que pudiste hacerte con la Endless Edition (ya agotada), podrías haber disfrutado de un CD y un DVD extras a los que se sumaban Pelican, Stoned Jesus, The Great Old Ones o Zatokrev más directos exclusivos de Ufomammut, Ocoai o Amen Ra. Casi nada!



Entrando en materia y centrando la mirada en lo estrictamente musical, lo primero que sorprende es el gusto y conocimiento exquisitos con que se ha estructurado el recopilatorio. Y no es sólo que los temas sean espectaculares (¿por qué los escondían de nuestros oídos?!!), sino que el orden en que están colocados hace que las casi dos horas y media que contienen los dos discos fluyan con una naturalidad asombrosa, sin altibajos ni cambios bruscos entre propuestas. Sólo os diré que he sido capaz de disfrutar ambas partes de una tacada varias veces, sin perder la atención ni saltarme ningún corte. Aquí todos aportan, y de qué manera. La compilación comienza pillándote a contrapié con la ultravitaminada y muy funky This Is This de los psicodélicos Hopewell, un temón para morir en la pista de baile bajo los efectos de un coktail de peyote y anfetaminas. Tras la sorpresa inicial nos adentramos en las entrañas del primer CD, que se apoya en las propuestas más progresivas y sugerentes, comenzando por la maravillosa colaboración entre Year Of No Light y Mars Red Sky. Green Rune With Totem es un corte ciclópeo lleno de pasajes etéreos salpicados por explosiones de vulcanismo ruidista y guitarreos plúmbeos que incluso hacen guiños a una épica soterrada pero palpable en el latir de cada nota. Los estadounidenses Ocoai demuestran que lo conseguido con el tremendo Breatherman (2008, Missing Words Records) no fue la suerte del principiante, y Mère De La Lumière Du Matin les reafirma como todo un valor de futuro merced a una propuesta que conjuga la pesadez del sludge con desarrollos y sonoridades propias de los mejores Pink Floyd. En Apollo Creed los hippies de The Flying Eyes nos convencen entre psicodelia, sonoridades orientales y trascendentalismo que no han compartido escenario con Jeff Beck y Hawkwind por su cara bonita, reivindicándose también como otra banda muy a tener en cuenta en el futuro (el año pasado ya avisaron muy seriamente con el estupendo Done So Wrong). El dúo italiano Vanessa Van Basten (nada que ver con el genial delantero holandés) nos deleitan en Got To Stay con su sonido marca de la casa, pura ensoñación que se mueve entre el post-rock y el minimalismo más bello. Los también italianos Dyskinesia dejan de lado su rostro más ruidista y agresivo (aquel que nos golpeó en el genial Dalla Nascita del año pasado) en Tra I Ghiacci pero sin perder esa mordiente que hace de ellos una de las bandas más inquietas, sorprendentes y oscuras del planeta. Para todos los que no los conozcáis, podéis descargar su último disco a través de la página del estupendo sello digital Frohike Records. Con Planning For Burial despertamos de la ensoñación entre sábanas de lija, y es que Friendship nos manda de una patada en el culo a postrarnos ante el proyecto de este neoyorquino capaz de subyugar en una misma propuesta los universos del post-metal, el drone, el noise, el shoegaze e incluso el black metal. Aidan Baker de Nadja nos rescata del colapso nervioso con una instrumental para recuperar el resuello y encarar el final del disco. Falta hace cuando acto seguido llega esa diosa llamada Julie Christmas con su noise rock desquiciado muy deudor de su anterior banda, los nunca suficientemente reverenciados Made Out Of Babies (además de haber formado parte de la superbanda Battle Of Mice y actualmente estar inmersa en la no menos "super" Spylacopa junto a gente de The Dillinger Escape Plan, Candiria e Isis). Cierran el primer disco los post-rockers británicos The Winchester Club (con Harry Armstrong de los geniales End Of Level Boss en sus filas), un corte bellísimo y que hará las delicias de los fans de Godspeed You! Black Emperor.





En el segundo CD viajamos al lado más oscuro, plúmbeo y desgarrador del underground, ese que nos obliga a apretar los puños y enseñar los dientes aunque sin desdeñar los viajes astrales a los rincones más insondables del cosmos. Y es que cuando la cosa arranca con ese esputo cargado de odio hardcore que es Syntax Error de los escoceses Black Sun, uno sólo puede agarrarse los machos y esforzarse por no perder los dientes. Yo los tenía por una banda de sludge/doom, pero aquí se cascan un himno furibundo que me levantó de la silla de un guantazo. Sin tiempo para recuperarnos llegan los suizos Rorcal para recordarnos por qué son considerados uno de los grupos más oscuros e intensos del planeta. Si Heliogabalus (2010, Cal Of Ror Records) te pareció una obra maestra similar a un enorme taladro roñoso en el centro de tu alma, Világvége V hará que te corras del gusto entre espasmos de dolor y muerte. Si no los conoces (y deberías), puedes acceder a su discografía gratuitamente a través de su página web. De dolor, muerte y decadencia también saben un rato los suecos Terra Tenebrosa, con ex-miembros de los legendarios Breach en sus filas y que colaron su debut The Tunnels (2011, Trust No One Recordings) en muchas de las listas de lo mejor del año, incluida la mía. Escuchando Apokatastasis uno se sorprende de que no estuviera incluida en el LP, porque es todo un puto temón que me recordó por su poderío al Stones From The Sky de Neurosis, aunque imbuido de un amor especial por Godflesh. Desde Bayona nos llegan los todopoderosos Monarch! para alzar bien alta la bandera del doom, y os aseguro que Daggvrs se gasta unos riffs capaces de romperle la mandíbula al mismísimo Hulk. Con la guitarra tremebunda de Shiran Kaidine (Year Of No Light), el golpeo inmisericorde de Rob Shaffer (Dark Castle, ex-YOB) y los gritos maníacos Emilie Bresson (completa la alineación MicHell Bidegain al bajo), el cuarteto es una máquina salida del Infierno para pulverizarte todos los huesos del cuerpo. Tras la paliza llega Syndrome, el proyecto personal de Mathieu Vandekerckhove de los grandiosos Amenra. Now And Forever (la versión inédita y ceñida a un metraje "manejable", la original dura media hora) es capaz de ponerte los pelos de punta con su oscurísima mezcla de minimalismo, post-rock y drone, contando además con la participación de Colin H. van Eeckhout (voces) de Amenra y Josh Graham (piano y Moog) de Neurosis. Un pasote. La psicodelia cósmica de tintes orientales llega de la mano de los geniales Ayahuasca Dark Trip, que haciendo honor a su nombre nos regalan en Manantial todo un viaje hacia el lado oscuro del trascendentalismo hindú. Una vez vuelto del mismo uno entiende el considerable revuelo que han montado con tan sólo un LP y un EP entre la parroquia más fumeta. Siguiendo la senda de la tectónica entran en tromba los ucranianos Ethereal Riffian. Mars Of Spiritu (Rise Of Sheol) corrobora las grandes sensaciones de su EP debut Shaman´s Visions (2011, Autoeditado), una de las gratas sorpresas del año pasado merced a su brillante continuación del legado de los seminales Sleep. El corte es una marcha marcial de densidades cósmicas y efluvios cannábicos capaz de dejarte en un trance insalvable, pero que a la que te descuidas te suelta unos sopapos de órdago. Una banda muy a tener en cuenta, y en cuyo universo os animo a entrar a través de su Bandcamp. La psicodelia y el space-rock asoman la cabeza con los galeses Sendelica. Nunca he sido muy fan de su propuesta (me falta algo en sus discos, tal vez un poco más de energía), pero estoy seguro que los fans acérrimos del género sabrán valorar mejor que yo un corte como Ingrid Cold (el remix editado). Los rusos Vespero ya son otro cantar, pues no sólo se trata de la mejor banda de su país, sino uno de los grupos de space-rock más grandes de todo el puto planeta. Desquicie cósmico, energía desbordante y un dinamismo imparable que en Flight Of The Lieutenant nos retrotraen a hace dos añitos cuando nos dejaron el culo roto con el magistral By The Waters Of Tomorrow (2010, RAIG). Y para cerrar el disco qué mejor que hacerlo a lo grande con Mouth Of The Architect, que tras el viaje espacial nos lanzan contra el suelo con el post-metal de How This Will End. Colofón perfecto para una de las maratones sonoras más maravillosas a las que puedas acceder hoy día.




Falling Down IIV es un recopilatorio alucinante, una joya facturada con un gusto exquisito y que abraza con sus tentáculos buena parte de la grandeza musical de nuestros tiempos. La mayor bofetada y contestación a aquellos que dicen que ya no se hace música como antes. Ignorantes. 

Más información sobre Falling Down IIV:

Puedes comprar el recopilatorio aquí:



miércoles, 12 de septiembre de 2012

NUEVAS BANDAS: KABUL GOLF CLUB - Le Bal Du Rat Mort (2012)


Puedes escuchar Le Bal Du Rat Mort a través de Spotify. PINCHA AQUÍ.

Hoy toca centrar la mira en una banda que o mucho me equivoco o se va a convertir en una de las grandes sorpresas del año, y al menos por mi parte pasan a integrar el grupo de formaciones a seguir muy de cerca en un futuro próximo. Kabul Golf Club es un cuarteto belga de noise-rock formado en 2010 y cuyos miembros proceden de bandas como The Powerkrauts, Enemy Of The Sun, Kindred y The Rott Childs. Le Bal Du Rat Mort (2012, Uproar For Veneration) está producido por Micha Volders (El Guapo Stunt Team, Vermin Twins) y grabado en una toma de de directo (!!!) en Septiembre de 2011.



No estoy seguro de qué es lo que me deja más anonadado, si el nivel espectacular de los 5 cortes que componen Le Bal Du Rat Mort o que hayan sido capaces de capturar tan acojonantemente bien esta oda a la esquizofrenia en una toma de directo. Centrándonos en su propuesta, Kabul Golf Club vendrían a ser la banda más pinchada en las discotecas si viviéramos en un mundo mejor... y más loco. Partiendo de los omnipresentes (cuando nos metemos en estos lares) postulados de los seminales Shellac, los belgas despliegan un noise-rock preñado de post-hardcore y cuya principal virtud son unas dinámicas epilépticas cargadas a la par de locas melodías y abrasividad como lija del 10. Al igual que contemporáneos como The Dillinger Escape Plan, Botch o The Blood Brothers, Kabul Golf Club centran sus esfuerzos en potenciar y retorcer unas dinámicas aparentemente anárquicas y desquiciadas pero que acaban tejiendo un todo coherente y sorprendentemente adictivo. Imposible no mover pies y cabeza con el gancho contundente de la inicial Bits Of Freedom o alucinar en colores con la inventiva guitarrera y los efectos electrónicos de Minus 45. La interpretación vocal de Florent Pevee se mueve siempre por los abrasivos terrenos del hardcore, lo que ayuda a completar la imagen mental de que uno se encuentra ante una máquina venida del futuro para pulverizar todos nuestros centros nerviosos y articulaciones, ayudada por espasmódicas e hirientes composiciones como Fast Moving Consumer Goods o 5 Minutes 2 Midnight. La sección rítmica no se queda atrás en cuanto a virtudes, destacando un bajo demencial con el volumen al 10 que en la final Demon Days amenazará incluso con resquebrajar las vigas maestras de tu edificio. Respecto al sonido, pues simplemente postrarme a los pies tanto de Kabul Golf Club como del productor Micha Volders por ser capaces de capturar el sonido de directo con este nivelazo. 


Le Bal Du Rat Mort es una de las grandes sorpresas del año, y estoy convencido de que su amalgama de noise, post-hardcore y contundencia metálica va a dar mucho que hablar, al igual que unos Kabul Golf Club que se erigen como una de las bandas más prometedoras del género. 



viernes, 25 de mayo de 2012

PIGS - You Ruin Everything (2012)




¿Te quedaste con ganas de más tras escuchar el nuevo disco de Unsane? ¿Te gustó pero añoras la vertiente más gorda, agresiva y cabrona de los neoyorquinos? Pues parece que a su bajista, Dave Curran, le ha pasado exactamente lo mismo y se ha animado a lanzar el debut de su proyecto paralelo junto al batería Jim Paradise de Player's Club y el bajista Andrew Schneider de los muy molones Slughog además de productor de lujo (Cave In, Converge, Unsane, Keelhaul...). Toda una alineación de lujo dentro del noise que con You Ruin Everything (2012, Solar Flare Records) quieren demostrar que, ante todo, lo suyo es la mala hostia y los dientes apretados.


No voy a osar ponerme a comparar el último trabajo de Unsane con este porque ambos me parecen tremendos, porque su acercamiento al género viene de coordenadas distintas y porque no me sale de los cojones, que estoy hasta los huevos de que los discos se valoren por comparación y no por sus propias virtudes. Y You Ruin Everything las tiene como para hacerte sangrar los putos oídos. Mucho más cínico, contestatario y furibundo que en su banda madre, Curran se ha sacado de la chistera 11 temas que son oro puro, todo un viaje a principios de los 90 cuando bandas como Unsane, Helmet y Jesus Lizard partían la pana entre el reducido grupo de paladares selectos que descubrieron que el verdadero caviar se criaba allí y no entre las puñeteras filas del grunge. Aquí no hay lamentos, hay escupitajos ensangrentados, y los únicos suicidios los de todo aquel que intente ponerse delante de este trío. A medio camino entre el gancho y el cabezazo se mueven Pigs, jugando entre la accesibilidad que haga bajar tu guardia y la pegada que te salte los dientes. Los riffs de Curran (metido aquí a guitarrista) pueden cortar con filo asesino a la par que sacarse gordísimos mazazos cavernícolas, mientras que la sección rítmica puede dinamitar las vigas maestras de tu edificio, con un Jim Paradise espectacular y el angelito Schneider haciendo sonar su bajo como las jodidas entrañas de la tierra en una mala digestión. Temas como el monstruoso Massive Operator Error son el mayor homenaje que se le podría hacer a Jesus Lizard, pero pasado por un filtro de mugre y morbidez sonora, mientras que Contrition Dilemma puede levantar a los muertos de sus tumbas con su insana hiperactividad rítmica. Scrum comienza juguetona haciéndote rizitos en el pelo para acto seguido agarrarte la cabeza y golpeártela sin misericordia contra el suelo, y te lo merecerás por no verlo venir. Pero si bien todo el disco se mantiene soberbio en un nivel de excelencia absoluta, son los dos cortes finales los que disparan You Ruin Everything hasta la estratosfera. Hablo de At Least Is An Ethos Pt 1 y 2, donde se desatan completamente, incluyendo en la segunda parte un homenaje al Dr. Who con las voces de Tom Baker y el robot Davros. Eso para mí es ley, y hace al disco maravilloso porque soy un freak orgulloso de mi condición, punto. La verdad que poco más puedo decir de una sorpresa tan grandiosa, que hace que no tengamos sólo una joya del noise rock en 2012, sino dos de ellas. Yo no puedo pedir más.


Otra de las tremendas alegrías de 2012, You Ruin Everything no es sólo la constatación de que el noise rock sigue muy vivo, sino que hoy día es más necesario que nunca en este mundo regido por una moral de alimañas. Espero que tengamos Pigs para rato, porque sería una tragedia que una conjunción de talentos como ésta deje de soltar escupitajos orgullosos como el que acaban de regalarnos.


jueves, 12 de abril de 2012

LISABÖ - Animalia Lotsatuen Putzua (2011)



Demasiado he demorado esta reseña, la de un disco que de no haberse editado tan tarde (Diciembre de 2011) hubiera sido firme candidato a entrar entre mis discos favoritos del año, con opciones de ser fácilmente el nº1. Y es que Lisabö son mucho Lisabö... Su espectacular debut Ezarian allá por el año 2000 ya dejó claro que estábamos ante una banda destinada a ser una entidad de culto, pero de las de verdad. Tanto por una propuesta difícil y personalísima que bebía del post-hardcore y el noise como por una actitud que sin ser arisca con los medios sí daba la espalda al negocio de la industria y todo lo que no tuviera que ver exclusivamente con su alquimia sonora, y terminando por la férrea convicción de cantar en euskera, el idioma de su tierra. De la mano de uno de los directos más intensos y demoledores que uno pueda vivir hoy día y una discografía abonada al carro de la excelencia, el quinteto de Irún se ha convertido en objeto de adoración tanto para los moradores del underground como de modernetes lectores de la inefable Rockdelux. Sin embargo poco parece importarles a los vascos toda esta adulación, permaneciendo en un estado de plácida hibernación del que despiertan cuando así lo consideran para soltarnos una nueva joya de existencialismo sonoro. Es el caso de su nueva criatura, Animalia Lotsatuen Putzua (El Pozo De Los Animales Avergonzados en castellano), de nuevo editando con la plataforma de edición musical autogestionada Bidehuts.


Los seguidores de Lisabö no encontrarán en este nuevo trabajo ninguna sorpresa especial respecto a anteriores discos (exceptuando el preciosista Izkiriaturik Aurkitu Ditudan Gurak de 2005), pero sí la constatación de que siguen en una forma casi inalcanzable para la mayoría de los mortales, con el añadido de moverse en unos terrenos enteramente propios. Recuperando la crudeza y los desarrollos intrincados de su debut, su cuarto trabajo de estudio es un tortuoso y pasional viaje al interior de nuestras heridas, entre sonidos que cortan como alambradas de espino y desgarradores lamentos plenos de intensidad. Moviéndose entre las sombras de la existencia pero buscando constantemente la luz, vastos como el océano pero con la sequedad sonora por bandera, Lisabö son uno de los mayores exponentes de la ley hegeliana de la unidad y lucha de contrarios. Piezas de diferentes rompecabezas que chocan y se rompen pero que acaban encajando bajo los inclementes martillazos de la voluntad, dando como resultado un paisaje mucho mayor que la simple adición de sus partes constituyentes. Alejados ya del cajón de sastre del post-hardcore, nos encontramos de nuevo ante una banda que sólo puede compararse consigo misma, un crisol de sonoridades que a duras penas puede contener la rabia latente en cada una de sus notas, en cada susurro, en cada golpeo de sus dos baterías gemelas. Sigue sorprendiendo la pasmosa facilidad con que conjugan el mayor de los ascetismos, la negación rotunda del artificio, con unas estructuras enrevesadas y filosas como alambre de espino, lo que nos habla de que las cosas es mejor decirlas directamente, pero aún así nada es tan sencillo como parece. Vamos, como la puta vida. Y como en ésta, pocos momentos hay para la relajación y el reposo espiritual, algo de lo que prácticamente nada encontrarás en Lisabö. Desde la demolición abrasiva de Oroimenik Gabeko Filma (La Película Sin Recuerdo) a la preciosa calma tensa e intimista de Ez Zaitut Somatu Iristen (No Te He Sentido Llegar), pasando por la claustrofobia desgarrada y repetitiva de Gordintasunaren Otordu Luzea (El Largo Banquete De La Crudeza), todo en Animalia Lotsatuen Putzua son tendones rígidos y espasmódicos, gargantas rotas, el rechazo de la carne y el espíritu ante la banalidad de la existencia moderna. Algo que queda reflejado perfectamente en los textos del escritor Martxel Mariskal, que de nuevo vuelve a actuar como sexto miembro del grupo en la sombra y que nos deja perlas como las que abren el corte Oinazearen Intimitatea (La Intimidad Del Dolor): "No has venido a mi fiesta. No he ido a tu entierro. Ando cuidando tus libros y tus collares, alimentándome de carcoma en el ático de madera, y tragándome los muchos ojos del recuerdo cada vez que cambian de color". Y tras los 40 minutos de duración a través de los cuales se retuercen los 6 cortes que componen el álbum te quedará una sensación mezcla de agotamiento espiritual y ganas de más, sadomasoquismo fruto de otra victoria incontestable de Lisabö.


Animalia Lotsatuen Putzua es, de nuevo, la constatación de que no es necesario mirar fuera de las fronteras para hallar obras maestras de belleza... y dolor. Lisabö continúan siendo una banda única en el panorama internacional, ajenos a modas, estilos o etiquetas. Y si ellos le gritan a la existencia, yo le grito a su grandeza. A sus pies.




jueves, 22 de marzo de 2012

WIZARD RIFLE - Speak Loud Say Nothing (2012)



Yeah! Ya comienzan los sorpresones del año, aunque este en cuestión me ha tenido con la mosca detrás de la oreja un tiempo por su apariencia de hype. Pero que su debut haya sido editado por Seventh Rule Records (hogar de titanes como Batillus, Atriarch o Wetnurse) y que es uno de los discos más locos y adictivos que me he echado a la cara en mucho tiempo me han obligado a postrarme ante la grandeza de estos señores. Wizard Rifle es un jovencísimo dúo de Portland compuesto por el batería Sam Ford y el guitarra y vocalista Max Dameron, y llevan tres años dejando anonadado al personal con unos directos que por lo que se cuenta son poco menos que incendiarios, lo que les valió telonear (sin tener un solo disco en la calle!) a bandas tan dispares como Lightning Bolt, YOB, los noruegos Arabot o Agalloch. Su idea original era autoeditar Speak Loud Say Nothing, hasta que los excelentes ojeadores de Seventh Rule les hicieron una oferta que no pudieron rechazar...


Preparaos para la descripción de su música, porque es de lo más bizarro, y me apuesto mi negra alma a que no me creeréis hasta que lo comprobéis en persona. Veamos, una vez empapado bien a fondo de los 5 cortes que componen su debut os diría que he captado en la propuesta de Wizard Rifle las influencias del Remission de Mastodon, de los primeros Big Business, los riffs demoledores de Electric Wizard, ecos a Queens Of The Stone Age, al noise de Sonic Youth y a la maravillosa locura de Mike Patton. ¿Imposible, verdad? Pues no, y estos dos pirados demuestran que además pueden sacar temas redondos de todo eso. Eso si, si eres un purista de alguna de las bandas que he citado o de los géneros que representan, mejor deja de leer y olvídate de que Wizard Rifle existen bajo peligro de odiarlos con toda tu furia ortodoxa. Es complicado a su vez articular un análisis estructurado de un álbum como Speak Loud Say Nothing, pues sus temas son auténticas montañas rusas de decibelios, cambios de ritmo y transversalidad esquizoide, pero que como decía acaban por mostrar un gancho irresistible incluso en los cortes que no son tan redondos, que alguno hay. Y aún así, en esos momentos en los que ni ellos saben muy bien a dónde se dirigen, se las ingenian para sacarse un as de la manga en forma de riff ganador y tan sólo puede aplaudir mientras cabeceas incrédulo ante tanto talento sin filtro alguno. En el rincón de las victorias por KO absoluto están dos de sus temas centrales, Frazetta (si, dedicado al genial dibujante... como para no adorarles!) y Megatherium. El primero explota como si de unos Faith No More ultravitaminados se tratase, para ir ganando pesadez con los segundos y terminar con Max Dameron haciendo maravillosas e infecciosas diabluras con la guitarra. De 10! Megatherium hace honor a su nombre de coloso extinto, más de 7 minutos de épica combinada con puñetazos cavernícolas en forma de riffs absolutamente ganadores que pueden recordar a Big Business o Tweak Bird, con un Dameron de nuevo en un nivel ultraterreno. En el bando del KO técnico se encuentran Tears Won't Soften Steel y Nobody, con momentos de desconcierto absoluto rotos por fogonazos de una brillantez simplemente incomprensible. Pero si como ocurre en el corte inicial te enfrentas a una composición que te suena a Janes Addiction pegándole al math rock, pues que queréis que os diga, solo puedo aplaudir y reír a carcajadas mientras gozo como un enano. Mención aparte merece la labor de Sam Ford en los parches, mezcla de exhibición atlética y técnica desatada, una verdadera pasada. La única canción que no me acaba de convencer es Leathery Gentlemen, el tema que cierra el disco y cuyos diez minutos se me antojan algo tediosos y excesivos. Aún así, quien tenga cojones que intente algo como esto sin hacer el mayor de los ridículos. Wizard Rifle no lo hacen, y de hecho llegan a alcanzar el cielo por momentos, lo que sumado a que nos encontramos con un debut me hace salivar como un perro ante lo que este par de dementes nos pueden regalar en el futuro.


Locos, geniales y profetas del caos desatado, Wizard Rifle van camino de convertirse en una de las sensaciones de 2012. Capaces de moverse entre prácticamente todas las sonoridades conocidas a un mismo tiempo, en Speak Loud Say Nothing han dado el primer paso en lo que parece va a ser una carrera esquizoide hacia el triunfo. Yo ya me he rendido a sus delirios...


jueves, 2 de febrero de 2012

THE KILIMANJARO DARKJAZZ ENSEMBLE - From The Stairwell (2011)



Hoy os propongo una experiencia nueva, a ver qué os parece. Probemos a cambiar radicalmente de tercio y sumergirnos en sonoridades inéditas hasta la fecha en mi humilde morada. Aunque la línea del blog está más o menos clara, un servidor es amante de un abanico estilístico más amplio del que refleja ECOS DE R'LYEH, y veo una tontería hacer un ejercicio de autocensura dentro de un espacio creado para dar rienda suelta a mis pasiones musicales. Por ello voy a hablar de una banda que en el poco tiempo que hace que les conozco (4 añitos) ya se encuentran entre mis grupos de cabecera. Y ya veréis que si les dais la oportunidad, descubriréis que aunque desde otras coordenadas de acercamiento, The Kilimanjaro Darkjazz Ensemble manejan una propuesta más oscura y seductora que muchas de las bandas metálicas que juegan en la liga de la evocación tenebrosa. Tras ese raro nombre se esconde un sexteto holandés encuadrado dentro de esa etérea etiqueta que es el nu-jazz, cajón de sastre en el que se mete a toda banda que se salga de las ya de por sí laxas fronteras del género. La banda se forma en el año 2000 en torno a dos jóvenes genios multiinstrumentistas matriculados en la Utrech School Of Arts, y obsesionados con el cine de terror y sus ambientaciones. Jason Köhnen (también conocido como Bong-Ra en sus labores de DJ y terrorista sonoro; upright, bajo y piano) y Gideon Kiers (secuenciador, beats, batería) deciden completar la formación con Sarah Anderson (violín), Hilary Jeffrey (trombón, osciladores, rhodes), Eelco Bosman (guitara), Nina Hitz (chelo) y la más reciente incorporación, Charlotte Cegarra (voz, piano, xilofón, flauta y FX), con la intención de crear bandas sonoras para películas de terror imaginarias. En el año 2006 debutan con un album autotitulado, donde ya dejan anonadados al personal con una propuesta que fusionaba el jazz oscuro deudor del cine negro con el trip-hop, la electrónica y la experimentación, siendo sus mayores referentes los gigantescos Bohren & Der Club Of Gore. Sin el apoyo de ninguna gran discográfica ni medio de comunicación, TKDE comienzan a crecer gracias al boca a boca de los internautas fascinados por sus encantos, que los elevan casi a la categoría de culto y que explotan de placer cuando tres años después se edita el fantástico Here Be Dragons (2009), mucho mejor que el debut y una nueva vuelta de tuerca a su experimentación. Convertidos en referentes dentro del underground, el año pasado volvieron a la carga para reafirmar su condición con From The Stairwell, su mejor trabajo hasta la fecha y la banda sonora perfecta para una peli de terror expresionista.



From The Stairwell es una puñetera maravilla, y hará las delicias especialmente de los amantes del buen cine que viajarán entre sus notas a los clásicos del cine negro, del terror lisérgico y del expresionismo de Fritz Lang y Friederich Murnau. Rebajando el protagonismo que la electrónica ostentaba en anteriores ejercicios del sexteto, From The Stairwell deja total libertad a los talentosos músicos que lo componen para que sus instrumentos dialoguen con total libertad y espacio compositivo, pero sin perder de vista el espíritu aventurero y experimentador del que siempre ha hecho gala TKDE. Es complicado, muy complicado, describir con palabras la propuesta encerrada en el álbum, pues estamos más ante un trabajo dirigido a la sensorialidad y capacidad evocativa del oyente que a su raciocinio, que se verá completamente eclipsado durante la hora larga de metraje del disco. Incluso los parajes oníricos que invoca la banda se mueven entre capas de contradicción dialéctica, sonoridades encontradas que combaten a muerte y se destruyen dando como resultado de la refriega un ente superior, incogniscible y de una belleza irresistiblemente cautivadora. From The Stairwell es la celebración del amor entre impresionismo y expresionismo, la charla animada entre la calidez y la soledad gélida, entre las melodías embriagadoras y los incómodos estragos de las notas disonantes. From The Stairwell son las sombras de nuestro periplo vital, nuestras bajezas, pero al mismo tiempo nuestros talentos desbordados y nuestra capacidad para ser más grandes que la vida misma, de elevarnos sobre la materia y sus anclajes mundanos huyendo libres a lomos de nuestra imaginación sin límites. Con una versatilidad infinita, el álbum es capaz de seducirnos con maravillas de belleza comedida como las jazzísticas White Eyes o All Is One (década de los 50 en todo su esplendor), maravillarnos con la soberbia clase y la intriga de Giallo o someternos a incómodas travesías de la mano del noise y el ambient oscuro de Cocaine o Past Midnight. Si esto no nos es suficiente, de regalo nos escupen esa genialidad que trota a ritmo de trip-hop y que responde al nombre de Cotard Delusion. Y a pesar de sus infinitos tentáculos From The Stairwell supone una escucha tremendamente compacta y coherente, una orgía sensorial y una invitación al escapismo que se refugia en los inalcanzables senderos del subconsciente para desembocar en el corazón del mismísimo Universo, que no es otro que el nuestro.


Grandioso, evocador y terriblemente bello. Hasta aquí las palabras, porque un trabajo como este está hecho para ser descrito con los latidos del corazón y las pulsiones de nuestros deseos más ocultos. De obligada escucha para todo aquel que se jacte de tener alma.


NOTA: 9,25/10


lunes, 22 de agosto de 2011

FLOURISHING - The Sum Of All Fossils (2011)



Qué grandes son Wetnurse. Y no lo digo sólo por su propuesta musical, una de las más excitantes que nos ha brindado el metal de los últimos años, sino porque de manera indirecta están generando todo un torrente de talento e ideas tanto en terceras bandas como en proyectos paralelos de sus miembros. Si hace nada alababa la labor de la sección rítmica de la banda neoyorquina en el nuevo y fantástico álbum de Today Is The Day, hoy toca hablar del proyecto paralelo del guitarra de Wetnurse, Garett Bussanick, toda una institución en la escena undergound de la ciudad que nunca duerme. Flourishing es un trío de grindcore experimental cuya carta de presentación, el EP A Momentary Sense Of The Inmediate World (2010), fue uno de los grandes acontecimientos del año pasado dentro de la escena extrema norteamericana merced a una propuesta que aunaba multitud de sonoridades e influencias con un resultado tremendamente personal y novedoso, que hizo depositar en ellos enormes expectativas. Pues bien, un año después Flourishing (cuya formación se completa con el bajista Eric Rizk y el batería Brian Corcoran) regresan por todo lo alto con su debut en formato larga duración, dispuestos a refrendar los argumentos de quienes ven en ellos el futuro del metal extremo.




Y es que vaya bestialidad de disco, señores. Si el EP del año pasado era un imparable juggernaut de death/grind que se cagaba en cualquier tipo de ortodoxia formal, The Sum Of All Fossils revienta cualquier tipo de etiquetado posible. Porque sin ningún pudor el trío hace suyas las enseñanzas de multitud de estilos, moldeando una criatura completamente nueva, y que olería a profética si no fuera por que hay que estar muy jodido de la cabeza y tocar como el mismísimo demonio para parir un artefacto como éste. Grindcore, death metal, noise, metal experimental o industrial son algunas de las fuentes de las que beben estos "angelitos", y cuyas referencias directas serían una suerte de mezcolanza entre Godflesh, los Napalm Death de los 90, Unsane, Ulcerate y los primeros Fear Factory. Ellos mismos citan también entre sus influencias a bandas tan diferentes entre sí como Immolation, Swans o Killing Joke. Y aunque parezca imposible, todo este sinsentido de nombres convive en el álbum bajo un equilibrio que desafía la cordura, una policromía alienígena capaz de abrasar retinas, o en este caso, oídos y cerebros. Bussanick se casca toda una exhibición de técnica sobrehumana, riffs de insano y cortante instinto homicida, y unos cambios de ritmo capaces de dejarte sin respiración. El bajo de Eric Ricz es de una contundencia y densidad tales que lo sentirás físicamente golpeándote la cara, ayudado por la precisión metronómica del batería Brian Corcoran, otra bestia parda metida a músico. Lo esquizoide de su sonido hace que nos encontremos ante un disco áspero, feo, desagradable, pero al mismo  tiempo una de las experiencias más intensas y enfermizamente disfrutables de los últimos años en el panorama metálico. Instalados en esa banda de terroristas de la transgresión sonora a la que pertenecen formaciones como Mithocondrion, Portal, Krallice o Ulcerate, Flourishing se distancian del sonido de éstos por una omnipresente base industrial muy reminiscente de los primeros Godflesh, así como por la utilización de toda una gama de melodías de las que carecen sus compañeros de faena. Éste último factor es quizá el más importante y sorprendente del repertorio de los neoyorquinos, dado lo poco frecuente de su uso en el género y los desastrosos resultados que generalmente ha dado cuando se ha intentado fusionar con el extremismo metálico. Huelga decir que me estoy refiriendo a melodías en lo instrumental, puesto que en el apartado vocal, el señor Bussanick se mueve entre la guturalidad y la rabia punk, sin dejar ningún resquicio a la belleza. Pues bien, estas melodías están perfectamente integradas en The Sum Of All Fossils, si bien su verdadera función es remarcar la contraposición con la brutalidad que predomina en el álbum, aumentando la sensación de maligna bestialidad de las explosiones de furia. En todo caso, obra el milagro de hacer que un disco como éste se sienta más cercano, aunque de ese modo la herida que abre en nuestra cabeza es aún mayor por pillarnos con la guardia baja. Resumiendo, nos encontramos ante otra obra magna de eso que ha venido a llamarse el metal de vanguardia, pero que por imaginación y méritos propios se ha instalado en un reino donde sólo actúan sus propias reglas. Puede que no lo vayas a escuchar todos los días, pero cada vez que lo hagas descubrirás nuevos detalles antes esquivos, así como la sensación de acabar de recibir una paliza por un enemigo demasiado rápido como para haber reconocido su cara. Sorpresón, y la banda sonora perfecta con la que amenizar la espera para lo nuevo de Wetnurse, confirmado para finales de este mismo año. Joder, si!!


El futuro no existe, porque vive en el presente, y responde al nombre de Flourishing. Puede que sea feo, brutal y carente de cualquier rastro de cordura, pero es el que nos hemos ganado. Y que me folle una horda de comadrejas empapadas en cocaína si no lo he disfrutado como un enano. Muy, pero que muy serio aspirante a discazo del año.

NOTA: CLASSIC (10/10)


viernes, 19 de agosto de 2011

TODAY IS THE DAY - Pain Is A Warning (2011)



Agárrense que vienen curvas, señores. No sólo por el disco que tenemos hoy entre manos (uno de los más esperados de todo 2011), sino porque en un par de semanas en Ecos de R'Lyeh sólo habrá cabida para el metal más insano y cafre que se ha ido acumulando en mis insondables mazmorras. Presentar a Today Is The Day a estas alturas de la película me parece una pérdida de tiempo. Quién no conozca a Steve Austin y su carrera frenética y esquizoide en el campo del terrorismo sonoro, simplemente puede que esté mejor viviendo en la ignorancia y manteniendo su cordura a salvo de los ataques inmisericordes a los que este señor nos lleva sometiendo desde 1993. Con absolutas obras maestras de metal enfermizo como Temple Of The Morning Star, Sadness Will Prevail, In The Eyes Of God o Axis Of Eden, TITD son una de las bandas más importantes de las últimas dos décadas, a pesar de que su propuesta inevitablemente les coloca en unas coordenadas alejadas por completo del mainstream. Contando con el reconocimiento y alabanzas de lo más granado de la parroquia metalera, TITD ha sido también plataforma de lanzamiento para músicos que hoy día saborean las mieles del éxito, ya que por sus filas han militado componentes de Mastodon y Lamb Of God. La constante rotación de miembros continúa, y en Pain Is A Warning el cabrón de Steve Austin (que el señor estará como un cencerro, pero de tonto no tiene un pelo) se ha rodeado del bajista Ryan Jones y del batería Curran Reynolds, ambos integrantes de los tremebundos Wetnurse. Dos musicazos como la copa de un pino para acompañar y ayudar a dar forma a las ideas surgidas de ese genio torturado que es Steve Austin. Y por si fuera poco, la producción ha corrido a cargo de Kurt Ballou de Converge. Todo apuntaba a algo grande desde el principio, como veis. 



Pues todos esos rayos de esperanza y buenos augurios se quedan cortos para describir la magnificencia de este su noveno álbum de estudio. Mi fe en Steve Austin es férrea, inquebrantable, nacida de una discografía que cuenta sus títulos por puñeteros triunfos, y que nunca se ha visto defraudada ni un ápice. Sin embargo, si que puedo decir que Pain Is A Warning es el trabajo de la banda que más me ha sorprendido. Sobra decir que muy agradablemente. Porque probablemente nos encontremos ante el disco más accesible de TITD (accesible dentro del Universo de Austin, claro está), y donde la vena rockera y progresiva que se intuía en pasados álbumes ha aflorado en todo su esplendor. Que nadie se asuste, porque toda la rabia, mala hostia y desesperación existencial siguen ahí, y jamás se os ocurriría pinchar ninguno de los 9 temas contenidos en el disco en ninguna boda ni bautizo. Simplemente Austin ha decidido desvestir su música de sonoridades superficiales insuflándole por el camino esa energía inequívoca que hace funcionar los motores de los mejores combos de rock y punk. Respecto a su acercamiento al progresivo, lo hace mediante una óptica netamente minimalista, marca de la casa, donde son las pulsiones y ritmos primarios los que predominan. Todo en el álbum está en su sitio adecuado, en su proporción correcta, y tan sólo la mala hostia fluye descontrolada en esta verdadera obra de orfebrería noise. Mr. Austin sigue transmitiendo muchísimo mal rollo en sus interpretaciones vocales, ya sea en sus pasajes más calmados como en los momentos donde se desgañita como poseído por todos los demonios de su interior. Pero lo curioso es que a pesar de esto, si uno escucha la calmada This Is You, de todo ese pozo de oscuridad brota una belleza arrebatadora por su sencillez y sinceridad. Algo parecido ocurre con Remember To Forget, el otro corte sosegado de Pain Is A Warning, más intrincado que el anterior pero con el mismo ADN, con entretejidas hélices que se mueven entre la melancolía y la ensoñación lisérgica. La producción de Kurt Ballou es fantástica, tanto que sin miedo podría afirmar que este álbum es el que mejor suena de toda la discografía de TITD. Claro, nítido y contundente, el sonido del disco es el perfecto para acentuar todas las virtudes de la formación, que no son pocas. El álbum comienza entre heréticos susurros, anticipando la carnicería en Expectations Exceed Reality, un ataque frontal marca de la casa y repleto de riffs dañinos como machetes roñosos y una batería, la de Curran Reynolds, que hace gala de una técnica y precisión matemática de otro planeta. Death Curse no se queda atrás, en el que es probablemente el momento de mayor regocijo sanguinolento y salvaje del disco, recordando a unos Anaal Nathrakh en plena merienda, con el añadido de un Ryan Jones cuyo bajo perfectamente podría desmenuzar placas tectónicas. Pain Is A Warning es otro de los momentos álgidos del disco, un corte 100% TITD capaz de taladrarte el cerebelo con su mezcla de noise-rock e industrial, y que me ha recordado a los grandes Tomahawk de Mike Patton en alguno de sus pasajes. The Devil's Blood es otra estrella de brillante oscuridad, todo un homenaje a los tiempos de Temple Of The Morning Star, lanzándonos a la cara lo mejor que el noise, el punk y el metal sucio y primigenio tienen que ofrecer al mundo. La sección rítmica vuelve a moverse en niveles de puñetera perfección, elevando el tema a cotas estratosféricas de contundencia. Y que me aspen si ese final desbocado no lo hubieran firmado los mismísimos Motorhead... Lo dicho, grandiosa. El final del álbum nos reserva otra gran joya, de nombre Samurai. Clásico instantáneo y otro tema marca de la casa, sorprende porque entre la insana orgía de violencia que se desata en su interior se descubren unos riffs de inequívoco sabor sabbathico, algo inédito tratándose del señor Austin y que decir tiene de absoluto disfrute para el oyente. No quier terminar sin volver a alabar la actuación de la sección rítmica. Desde los orígenes con Elrod y Herrel que TITD no había gozado de una formación de este calibre, una en la que el talento de dicha sección se pusiera al nivel del genio del mismísimo Austin. Algo que en Pain Is A Warning se alcanza, para mayor gloria de uno de los mejores álbumes que la banda haya grabado jamás.


En mi humilde opinión, lo mejor que jamás haya facturado la banda desde Temple Of The Morning Star y Sadness Will Prevail.

NOTA: FUCKING CLASSIC (+10/10)