Ecos de una ciudad sumergida.

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jueves, 27 de enero de 2011

ENTRAILS - Tales From The Morgue (2010)



Continuamos con la tralla en el blog, en este caso a cargo de otro de los álbumes que se me escapó el año pasado, y que ha copado más de una lista de lo mejor del año en varias webs metálicas. Desde hace un tiempo estamos viviendo todo un resurgir del death metal sueco a cargo de nuevas bandas (Gangrenator, Evocation, General Surgery...) que se unen a las pioneras en todo este movimiento de revival (Bloodbath, Hail Of Bullets...) y que sorpresivamente destacan por un nivel de calidad acojonante, lejos de lo que ocurre con el similar resurgir que está viviendo el thrash, y que exceptuando unas pocas bandas (la única excepcional me parecen Vektor y en menor medida Warbeast) se mueve en la mayor de las mediocridades. El debut de los suecos Entrails sigue la senda abierta ya hace 20 años por leyendas como Grave o Dismember, pero transitada con una fuerza y talento por encima de la media, hasta tal punto que mucha gente les ha aúpado al status de gigantes como Bloodbath, probablemente el referente más cercano de la joven formación.



Una vez catado el disco, sólo puedo decir que las comparaciones no son para nada exageradas, y Tales From The Morgue es el disco de revival más grandioso que he tenido el placer de degustar desde el gigantesco debut de Bloodbath, Resurrection Through Carnage (2002). En parte podemos decir que esto es un disco de los 90 en toda regla, porque la mayoría de temas fueron compuestos por el miembro fundador  y guitarrista Jimmy "Bloodspill" Lundquist en 1991, para conformar una maqueta que finalmente no salió. 19 años después, y con la ayuda de gente de Birdflesh (con Jocke Svensson a las voces) y Skogen, y el maestro Dan Swanö en los controles, todo ese material explosivo ha visto la luz para deleite de todos los fans del Death Metal Old School. Y es que este pepinazo de álbum se despliega de una manera tan natural que cualquiera podría pensar que en vez de un lanzamiento de 2010, estamos ante la reedición de algún clásico de principios de los 90. Con los seminales trabajos de Grave y Entombed como principal referencia, Entrails le suma a tan excepcional punto de partida el moderno y demoledor sonido de guitarras que ya nos tumbó cuando escuchamos el debut de Bloodbath por primera vez. Los 10 temas que contiene Tales From The Morgue son una incitación a desnucarte vivo y hacerle cuernos hasta a tu propia madre, con una expresión de puro deleite en la cara. No es éste un disco de matices ni de texturas que se despliegan entrelazadas ni ninguna mariconada por el estilo. Esto es Death Metal, sueco, y su única finalidad es convertirse en una puñetera apisonadora de riffs monolíticos, cabalgadas rítmicas y unos solacos melódicos más épicos que toda la trilogía del Señor de los Anillos junta. Imposible no desear salir a la calle gritando con el puño desafiante ante trallazos como Voices o Euthanasia, temas que no desentonarían para nada en intocables como Into The Grave. No quiero seguir desgranando un disco que es indivisible por lo plúmbeo de su propuesta, y la absoluta perfección de todos y cada uno de sus temas me impiden hacerles justicia como deberían. Dejo que ellos hablen por sí mismos, esperando que provoquen en vosotros la misma jodida sensación que yo he tenido, mezcla de emoción, nostalgia y puro gozo.


De haber salido en su momento, estaría junto a clásicos como Left Hand Path, Into The Grave o Like An Ever Flowing Stream. Qué cojones, yo ya lo he colocado junto a tan inmejorable compañía.

Nota: 10/10


miércoles, 26 de enero de 2011

THE BODY - All The Waters Of The Earth Turn To Blood (2010)



Hace tres semanas, olfateando por la web de Relapse, descubrí una oferta del 20% en todos los discos que la revista norteamericana Decibel había incluido como los 40 mejores álbumes de 2010. Revisando dicha lista (que está bastante bien, todo hay que decirlo), me fijé en un par de nombres a los que no tenía controlados para nada, y uno de ellos llamó bastante mi atención, tanto por su inquietante portada como por lo que leí acerca del grupo en la red. The Body se llamaban, y tenían dividida a la crítica entre los que les encumbraban como genios y los que directamente les tildaban de estafadores. Ni que decir tiene que me lo pillé instantáneamente (me encantan este tipo de grupos que polarizan opiniones, y por 9$ el riesgo tampoco era excesivo) y fue el primer disco que escuché de todos los que me llegaron de aquel pedido. Antes de desarrollar mi impresión acerca de su trabajo, y para contextualizar un poco el asunto, decir que The Body es un dúo proveniente de Rhode Island, compuesto por dos pedazos de rednecks barbudos que responden a los nombres de Lee Buford (batería) y Chip King (guitarra) y que a tenor por lo visto en sus fotos de myspace, son grandes amantes de los fusiles de asalto. Formados en 2005, All The Waters Of The Earth Turn To Blood es su segundo álbum, y el que les ha colocado en el punto de mira del panorama metálico, para bien (muy bien) y para mal (hay criticas despedazadoras). En mi opinión no es muy conveniente meterse mucho con ellos, pues tienen pinta de ser capaces de cruzar el Atlántico en una destartalada chalupa, presentarse en tu casa, violar a tu animal de compañía y descuartizarte con un machete roñoso, para acto seguido volverse al agujero del que provienen a disparar a cualquier dominguero que ose acercarse a su propiedad. Pero bueno, allá cada cual...


Ahora viene cuando la matan, porque definir la música de The Body se antoja realmente complicado. Por  todo lo que rodea a estos dos tíos, uno podría esperar un ataque furibundo de sludge rabioso, y no voy a negar que algo de eso hay, pero es sólo una fracción de lo expuesto en All The Waters... En muchos sentidos, y aunque parezca sorprendente, el álbum es uno de los ejercicios de experimentación sonora más arriesgados y extremos con el que jamás me haya enfrentado. Porque la mezcla de drone, sludge, noise, ambient e incluso gospel que compone este trabajo os aseguro que no la podréis asociar a ninguna otra propuesta. Sorpresa tras sorpresa, Buford y King dejan bien claro que la etiqueta de doom metal se les queda pequeña para la colosal tarea que se habían impuesto en la composición del álbum. Hasta 32 músicos intervienen en el mismo, incluyendo los 13 miembros al completo de un coro gospel, teclistas, saxofonistas, programadores y violinistas. No esperéis por estos datos un preciosista viaje sensorial de belleza ambient, porque os llevaréis un disgusto, ya que todos estos recursos son pervertidos y distorsionados por una muralla de ruidismo enfermizo dirigida a roer tu alma con lija, hasta dejarla literalmente exhausta. Empiezan pillándote a contrapié con esa obertura llamada A Body, en la que durante 7 minutos un angelical coro femenino adormecerá todos tus sentidos, una especie de anestesia espiritual que no logra paliar los severos daños que tu sistema nervioso sufrirá cuando esa placidez se vea rota repentinamente por un tramo final que arde como napalm puro en tu cerebro. De ahí en adelante, todo lo que te espera es un ataque frontal a todos los esquemas preestablecidos que pudieras tener no sólo sobre el álbum, sino sobre la música en general. Violines que danzan entre aullidos de demencia extrema, preciosas voces corales que mueren en mares de ruidismo criminal, y una sensación general de que estás viviendo algo muy doloroso, pero único. Caminando  por esa fina línea que separa la genialidad del despropósito, es imposible negar la valentía y voluntad transgresora del dúo norteamericano, a la vez que uno entiende la disparidad de opiniones respecto a su propuesta. Me atrevo a afirmar que al amante del doom y el sludge más aventureros (entre los que me cuento) esto es poco menos que miel para sus oidos, no tanto para los que se adscriban a los conceptos musicales más ortodoxos, que pueden salir doloridos, desorientados o cabreados (o todo a la vez). Yo sólo puedo decir que doy gracias a Satán porque existan bandas como The Body, con la valentía y el talento suficientes de romper con todos los esquemas y encarar el horizonte con la certeza firme de que no todo está inventado.


El legado de Eyehategod y Sunn O))) llevado a un nuevo nivel. Un trabajo único, impregnado a partes iguales de genialidad y locura. Como todas las grandes obras en la historia.

PD: el ripeo es de alta calidad y transformado directamente del LP especial en formato doble vinilo, así que a disfrutar de ese mítico crepitar en la comodidad del reproductor digital!

Nota: 9,75/10


lunes, 24 de enero de 2011

ULCERATE - The Destroyers Of All (2011)



Por fin. Ya está aquí uno de los lanzamientos más esperados por servidor desde que se anunció que Ulcerate iban a sacar nuevo disco en 2011. No es para menos teniendo en cuenta que su anterior referencia, Everything Is Fire, echó abajo mi lista de lo Mejor del Año en 2009. Áquel era un trabajo soberbio, referencial (a pesar de su cortísima vida), que recogía el testigo de intocables como Gorguts o Necrophagist añadiéndoles el rodillo sónico devastador de Immolation, para dar como resultado una criatura diferente, nueva, y en muchos aspectos, superior. Además de eso, el trio neozelandés imprimía a su death metal ultratécnico unas oscuras atmósferas que emanaban de unas estructuras compositivas muy complejas,  y que hablaban ya de una formación con unas inquietudes que trascendían la ortodoxia del death metal. Con todo ese poso detrás, y unas sensaciones que pivotaban entre la emoción y el miedo, me dispuse la semana pasada a enfrentarme a la escucha de su tercer álbum de estudio, el que hoy traigo a Ecos de R'Lyeh, gracias a que la gente de MetalSucks.com lo colgó en streaming para que el público lo pudiera escuchar.


Y he de decir que me vuelvo a postrar ante estos cabrones. Porque han vuelto a parir un álbum de un nivel insuperable para el resto de bandas, demostrando que la vida extraterrestre existe, está cabreada y es mucho más inteligente que la raza humana. No me atrevo a afirmar si The Destroyers Of All supera a su antecesor, aún es pronto para eso, pero lo que sí puedo decir es que abre vías de desarrollo más amplias que áquel, e introduce toda una serie de elementos que guían a ese Juggernaut que responde al nombre de Ulcerate por unos senderos nuevos y tremendamente interesantes. No son esos elementos novedosos respecto a lo presentado en sus títulos anteriores, pero su jerarquía dentro de la música del trío ha cambiado, alterando la balanza de poder que operaba internamente en el sonido de los neozelandeses. En The Destroyers Of All la furia y el despliegue pirotécnico de una técnica sin limitaciones han dejado paso a una propuesta que quiere hacer más hincapié en la densidad y las atmósferas, así como profundizar en esas complejas estructuras que ya despuntaban en Everything Is Fire, y que aquí por momentos se acercan al post-metal, si éste género hubiera sido transitado por Immolation, todo hay que decirlo. Las comparaciones más claras vienen con los también colosos Portal, otro grupo referencial dentro del death moderno, pero donde éstos hacen hincapié en en la abrasividad y el ocultismo bizarro más malsano que quema todo a su paso, Ulcerate se transfiguran en una enorme bestia sin rostro ni formas definidas, imparable, que hace temblar el mismo corazón del planeta con su plúmbeo caminar. Que no se asuste nadie, porque la técnica ultraterrena sigue ahí, junto a sus riffs imposibles y un Saint Merat aporreando la batería como nadie puede hacerlo, amén de una furia arrebatadora, sólo que ese núcleo incandescente se ha rodeado de un envoltorio de gruesa ceniza negra, compactando el conjunto para formar un planeta tenebroso, lovecraftiano, gracias a unas atmósferas que como mínimo pueden ser tildadas de apocalípticas. The Destroyers Of All confirma la madurez de una banda que en mi opinión había dado ya carpetazo a todo un género en 2009, y que ahora se emancipa de sí misma y comienza su nuevo periplo vital con una decisión y claridad de ideas acojonantes. A pesar de eso, y como ya comentaba antes, han despejado varios caminos a machetazos, muchos de los cuales están todavía por explorar en profundidad, pero que viendo la soltura del trío en todos los terrenos que mancillan, no dudo que reclamaran como suyos en un futuro cercano. Hablo de los dos temazos que cierran el álbum, Omens y The Destroyers Of All, los más complejos compositivamente hablando de todo el álbum y que indican por dónde pueden ir los tiros en el futuro, por si no había quedado claro. Pero sobre todo, y lo más importante, The Destroyers Of All nos habla de una banda que ha creado su propio sonido, su marca de fábrica grabada a fuego, intransferible. Un logro del que pueden alardear pocas, muy pocas bandas dentro del death metal.


 The Destroyers Of All confirma el origen extraterrestre de Ulcerate. Un grupo al que no se le puede examinar junto al resto, porque los demás van a otra clase, en el piso inferior. Junto a Portal, el presente y futuro del death metal. 

Nota: 9,75 / 10 (por decidir esas últimas décimas)


sábado, 22 de enero de 2011

ECHOES - Nature / Existence (2010)



2010 sigue coleando, y con fuerza. Tal es así que las últimas subidas en Ecos de R'Lyeh están siendo de álbumes que se me habían pasado en su momento y cuya calidad les podrían haber aupado perfectamente a lo más alto de esas listas de lo mejor del año. Pero lo que traigo hoy me ha supuesto una sorpresa mayúscula, para la que no estaba preparado ni de lejos. A la barbaridad compositiva que encierra el álbum hay que sumarle que estamos ante un debut, y que la banda detrás de tamaño artefacto proviene de Venezuela. Si, no me he equivocado. Y es más, porque la tierra de la revolución bolivariana y el oro negro nos regaló el año pasado uno de los discos de heavy/rock progresivos más tremendos y prometedores que el panorama mundial haya oido en bastante tiempo. Echoes es un joven sexteto formado en 2004, cuyo objetivo era salir de una escena, la de su país, dominada por los sonidos latinos y el pop de masas, partiendo de su amor por el rock, el metal, el progresivo y la electrónica. Para ello se valieron de una heterodoxa formación que contaba con tres guitarras, un bajo de seis cuerdas, un cuatro (instrumento tradicional venezolano similar al ukelele) y teclados. En 2005 ganan el festival estatal de rock Alma Mater, siendo la primera banda instrumental que lo consigue. Tras numerosos conciertos a lo largo y ancho de Venezuela, deciden poner en marcha la grabación de su primer LP. A pesar de su juventud y la consiguiente falta de proyección internacional, la calidad de su música hace que el nuevo material que tienen entre manos sea mezclado por Ola Sonmark (Within Temptation), masterizado por Svante Försbäck (Apocalyptica) y producido por Stefan Schneider (Cantata Sangui, Collapsing System, Irradiant). Casi nada. Grabado en 2009, no es hasta 2010 que el álbum tiene difusión internacional a través del sello ProgRock Records. Las críticas entusiastas por parte de la crítica especializada no tardan en llegar, e incluso llegan a estar nominados a los Grammy Awards en la categoría de Mejor Álbum de Rock, Mejor Interpretación de Rock Instrumental (por el tema Despair) y Mejor Interpretación de Hard Rock (por el tema Leaf Motif). Por si no fuera poco, el mismísimo Bruce Dickinson habló maravillas del álbum en su espacio radiofónico. La banda está formada por Javier Landaeta (guitarra), Antonio Silva (guitarra), Rafael Sequera (guitarra), Alfredo Ovalles (teclados), Jorge Rojas (bajo) y Miguel Moliné (batería).


Pues bien, nada de esto es capaz de abarcar la barbaridad de disco que es Nature/Existence. Bebiendo de innumerables afluentes estilísticos, Echoes se convierte en un torrente arrebatador cuyas aguas te arrastrarán entre el brillo cegador de sus aguas teñidas de mil colores y la fuerza de un caudal creativo que a pesar de su condición de debut no conoce ningún tipo de límite. Desde el rock progresivo de los 70 al metal progresivo de los 90, y sin hacer ascos al power metal, el clasicismo o la música tradicional venezolana, Echoes han creado un disco que si destaca por algo es, y siguiendo con las analogías fluviales, por lo pasmoso y natural de su fluir, algo muy complicado habida cuenta de la variedad y complejidad en la que se mueven estos seis músicos. Con Pink Floyd, Riverside y Dream Theater en el retrovisor, la banda sudamericana mete una marcha más y toma un sendero propio en el que se hace más hincapié en las melodías y en un tono de melancolía épica capaz de ganarte a la primera escucha. Para reforzar este punto, Echoes han contado con la participación de cinco vocalistas: Pedro Castillo (Témpano), Tobias Jansson (Silent Scythe, The Law), Nick Storr (The Third Ending) y Carl Webb (Oceanwerks). Esos nombres no os dirán nada muy probablemente (a mí al menos no), pero dejadme deciros que el trabajo que realizan en Nature/Existence es simplemente soberbio. Partiendo de unas interpretaciones y tonos adscritos al heavy metal clásico, todos ellos consiguen, sin embargo, dotar a las mismas de un "algo" especial, de una personalidad indudable independientemente de sus cualidades objetivas como cantantes, que son tremendas. Ahí está esa maravilla cargada de melancolía bajo el título de Wings Of Dread o la arrebatadora Unfair (que me ha recordado a mis adorados Mercenary) para atestiguarlo. La técnica del sexteto es impresionante, desde unas guitarras cargadas de texturas capaces de levantar catedrales a unos teclados exquisitos que bailan entre lo electrónico y el clasicismo sin despeinarse, y terminado por una sección rítmica ejemplar, capaz de sostener con fluidez y energía el despliegue pirotécnico de sus compañeros. Si a todo ello le sumamos la participación de Dave Duffus en el saxofón y un cuarteto de cámara (cuerda) obtenemos obras maestras como Farewell o el corte Despair, al que las palabras se quedan cortas para describir con propiedad. Uno de los mejores temas que jamás me haya echado a la cara dentro del género. El sonido es brutal, notándose las sobresalientes manos que han estado en los controles de grabación y manejo sonoro, sonando todo espectacularmente nítido y potente, como no podía ser menos en un trabajo de estas características, siendo la puntilla final a un trabajo superlativo. Increible, y más teniendo en cuenta que no suelo ser muy entusiasta del género, pero es imposible no rendirse ante este trabajo de orfebrería compositiva que es Nature/Existence. A mí me han ganado para su legión de admiradores, y estoy convencido que seremos muchos más habida cuenta de lo espectacular de su propuesta.


Impresionante, abrumador, exquisito... Todos estos adjetivos y muchos más se quedan cortos ante la verdadera medida de un álbum como Nature/Existence, que sitúa a Echoes en el panorama metálico como una banda destinada a hacer algo muy grande (aún más, y no es fácil!) y especial en un futuro cercano.

Nota: 9,5/10



miércoles, 19 de enero de 2011

BRULVAHNATU - Last Living Dream (2010)



Aún a riesgo de exasperar al sector más rockero del blog (os lo compensaré,jajaja), continúo adentrándome en el black metal que surgió del ya enterrado año 2010. Lo que traigo hoy, aparte de uno de los discazos del año pasado que se me pasaron, es una propuesta tremendamente extraña y de la que no abunda la información precisamente. Mientras escribo, el pedido del CD estará sobrevolando el Atlántico en dirección a mi morada, así que en cuanto reciba la extraordinaria edición física del disco, con libreto de 20 páginas incluido (por 8 dólares!), quizá pueda contaros algo más sobre ella. Brulvahntatu es el proyecto unipersonal del canadiense Kib Sreng, afincado en Alberta y que puso la maquinaria en marcha en 2007. De dicho año hasta 2009 Brulvahnatu editó la sorprendente cifra de diez demos, a través de las cuales Sreng fue puliendo su peculiar y ecléctica visión del black metal, influenciada a partes iguales por la ortodoxia y los sonidos "post" más actuales. En 2009 aparece también su debut oficial, con el "sugerente" título de Uterine Acid Swishes, que aunque no sacó el proyecto del undergound más absoluto, sí supuso un paso adelante en la constante exploración sonora del canadiense. Un año después ve la luz el disco que tengo hoy entre manos, Last Living Dream, del que si bien no copó portadas en la prensa mainstream, fácilmente fue uno de los mejores discos de black metal del año, amén de uno de los más arriesgados y novedosos por su propuesta.


Describir lo contenido en el álbum no es nada sencillo, porque la cantidad abrumadora de influencias que lo nutren hacen que etiquetarlo sea un ejercicio de absoluta futilidad. Estructurado en tres temas que alcanzan una hora de duración, no es Last Living Dream un trabajo "ligero", aunque la orgía de sonoridades que contiene bien pueden mantenerlo pegado a uno a los auriculares sin atreverse siquiera a respirar por perderse alguna de ellas. Y es que mientras somos espectadores de la personalísima puesta en escena de Sreng, veremos pasar por el destartalado escenario personajes sacados del black metal clásico, voces y tempos propios del funeral doom, bellos pasajes deudores del ambient más afinado y unas estructuras tremendamente complejas que no tienen nada que envidiar a las de cualquier esforzado combo de progresivo. Del mismo modo, son variadas las sensaciones que transmite el álbum, pasando del vómito iracundo más corrosivo a la melancolía o la ensoñación con una naturalidad pasmosa, como si del fotograma de toda una vida se tratase. A pesar de una producción prácticamente inexistente y afiliada a ese cajón de sastre que viene a denominarse raw black metal, uno se verá abrumado por un trabajo a las guitarras acojonante, desbordante de texturas y tonalidades que si bien es cierto nunca abandonan el espectro del negro, son capaces de conformar un mural de una riqueza casi infinita, que se pierde en el horizonte de nuestras propias limitaciones para apreciarlo en su totalidad. El piano es, junto a la mencionada guitarra, el otro gran protagonista de Last Living Dream, ejerciendo de contrapunto a la fiereza eléctrica de ésta unas veces, otras de fiel compañero en un viaje a la melancolía capaz de helarte la sangre. Los bramidos guturales Sreng, como filtrados por toneladas ingentes de océano y provenientes de otro plano material, dan una sensación de irrealidad malsana al conjunto, algo parecido a ser convocado por un dios cósmico a través de las estrellas. Junto a éstos, el genio canadiense añade desgarrados gritos más agudos y propios de una mente esquizoide, como si el mortal convocado hubiese enloquecido de sólo oir la llamada. Lo que si queda claro es el talento inhumano de este señor, no sólo por tocar todos los instrumentos, sino por ser capaz de dar forma con ellos a unas composiciones complejísimas, inmensas, que se abren al infinito generando unos ecos que quedarán en tu mente durante horas después de haberte sometido a esa experiencia sin igual que es Last Living Dream. Respecto a la producción, a mí me ha encantado la práctica inexistencia de la misma, aunque supongo que en esto habrá discrepancias. Lo único que puedo añadir es que esa mezcla de barroquismo compositivo con el mayor de los feísmos sonoros me ha parecido genial, reforzando esa sensación de irrealidad de la que hablaba, a la par que transmitir una deliciosa estampa de belleza pútrida y decadente.


A cuadros me he quedado con Brulvahnatu, la verdad. Uno de los discazos de 2010 que, lamentablemente, descubrí tarde para incluirlo en un Top 20 que fácilmente podía haber encabezado. A guardar junto a los discazos de otros renovadores del género como Wolves In The Throne Room, Enslaved o Krallice.

Nota: 10/10



viernes, 14 de enero de 2011

SVART CROWN - Witnessing The Fall (2010)

 


Enero. Mes en el que toca, como ya es tradición, colgar los discos que se te habían pasado el año anterior y que perfectamente podrían entrar en esos Top que con tanto esmero uno había confeccionado creyéndose infalible.  Pues 2011 no iba a ser diferente, y ya tengo dos albumes que sin despeinarse hubieran estado en mi Top 20 por lo impresionante de sus respectivas propuestas musicales. Svart Crown son otra joya proveniente de la inagotable cantera gala, que parece estar empeñada en consolidarse como una de las escenas más importantes a nivel mundial en lo tocante a musica extrema. Formados en 2004, el cuarteto lanza su primera demo dos años después, de título Bloody Crown. En 2008 aparece su debut en formato larga duración, el notable Ages Of Decay, en el cual se hace evidente las influencias que el cuarteto galo tiene de sus compatriotas Deathspell Omega. Svart Crown se posicionan en el panorama blacker francés, y comienzan las primeras giras abriendo para bandas del país como Otargos. Witnessing The Fall ha supuesto su gran paso adelante, recibiendo elogios de la crítica especializada y permitiéndoles abrir para grupazos como Shining, Enthroned, DevilDriver o su más reciente gira en Diciembre teloneando a Melechesh.


En lo musical, Svart Crown son un combo que sólo comprende la música como medio de canalizar energía pura, sin transformadores ni depuraciones que puedan desdibujar un mural impregnado de odio y mala hostia. Al igual que otros compañeros de viaje en 2010 como Weapon o Inquisition, en el diccionario de los galos no hay lugar para acepciones tales como relajación o respiro, tan sólo una guía Michelín de cómo llegar al Infierno de la manera más rápida parando únicamente para repostar y alimentar un vehículo cuyo motor combustiona almas. Partiendo de una carrocería forjada en el Averno con black metal sólido, ese tanque que responde al nombre de Witnessing The Fall posee un blindaje con un alto porcentaje de death metal, y una artillería como sólo las factorías de thrash metal son capaces de diseñar. A lo largo de los 45 minutos de sodomía espiritual que supone el álbum, podremos detectar influencias de la técnica esquizoide de Deathspell Omega, la brutalidad titánica de Immolation y el esquema thrash-blacker de leyendas como Absu, sin olvidarnos de un sonido, especialmente a las baterias (estelar el trabajo de Gaël Barthélemy), que se acerca bastante al desplegado por los norteamericanos Cobalt si éstos estuvieran siempre cabreados. Especialmente remarcable es el trabajo a las seis cuerdas que se cascan JB. Le Bail y C. Flandrois, de un dinamismo y energía tales que te mantendrán pegado a los auriculares sin ni siquiera pestañear. La abrumadora amplitud de registros que despliegan es para quitarse el sombrero, y lo mismo te electrizan con los característicos calambrazos black metaleros como que se lanzan a cabalgar al más puro estilo thrash, sin pasar por alto la exquisita introducción de fantásticos solos de corte melódico. Los diez cortes que componen Witnessing The Fall son de una facturación sobresaliente, sin dar lugar al respiro pero tampoco cayendo en el desfallecimiento, merced a una versatilidad estilística que te permitirá gozar de escupitajos iracundos como Strenght Higher Than Justice o Colosseum a la par que incitarte al headbanging con la acojonante Nahash The Temptator, para mí uno de los temas del año. Tampoco puedo pasar por alto la final Of Sulphur And Fire, donde a un complejo esquema compositivo deudor de Deathspell Omega se le ha unido una notable carga épica, dando como resultado otro de los puntos álgidos de un álbum ya de por sí imbatible.


Otro de los discazos de 2010, y un tanto más que se anotan nuestros vecinos franceses. La consolidación a lo grande de Svart Crown, una banda que de seguir a este nivel pueden convertirse en referencia dentro del género.

NOTA: 9,5/10


lunes, 10 de enero de 2011

BELPHEGOR - Blood Magick Necromance (2011)



Buf... Superadas por fin estas fechas de excesos y resacas bíblicas, puedo volver a apoltronarme en la butaca y escribir unas líneas sobre el primer álbum de 2011 en los Ecos de R'Lyeh. Y qué mejor que hacerlo con uno de los que más expectativas me habían generado cuando me enteré de su pronta publicación. No porque Belphegor sean una de mis bandas de referencia, sino porque es de esas que quiero que lo sean pero por alguna cuestión, a pesar de encantarme su propuesta, no acaban de ganarme como herético e incondicional seguidor. Discos como Pestapokalypse VI o Goatreich Fleshcult, a pesar de ser trabajos soberbios, no consiguieron terminar de encumbrar a la formación austriaca a la cabeza de esa amalgama de death y black proveniente de Europa del Este y en la que brillan con luz propia los polacos Behemoth. Con una carrera que comenzara allá por 1993 y ocho discos a sus espaldas, el cambio de década parecía el momento idóneo para que la banda formada por Hel "Helmuth" Lennart (voz, guitarra, bajo) y Serpenth (coros, bajo) diera ese paso definitivo en su particular y depravado descenso a los infiernos. Para ello han contado en la labor de estudio con la ayuda de Martin Jovanovic como batería, que se suma al trabajo en directo del guitarrista Wolfgang Süssenbeck (Demolition, Darkside).


Pues los augurios eran buenos, e incluso superan las más altas expectativas que tenía depositadas en el álbum. Porque el dúo austriaco se ha cascado su mejor disco hasta la fecha, creando un monstruo que desde ya se vuelve referencial dentro de una discografía no carente de triunfos. Y lo hacen partiendo de una notable apertura de miras, diversificando su sonido hasta donde Satán lo permite y dando como resultado uno de los discos de música extrema más versátiles que he oido en mucho tiempo. En un género cuya virtud también puede ser su gran defecto, y la intensidad deviene a veces en saturación, Belphegor se han ganado el Averno con un trabajo que además de destilar odio y perversión como para hacer explotar cien monjas al instante, es capaz de desarrollar cautivadoras y oscuras melodías cocidas a un fuego lento que ya es marca de la casa, y rematar la faena insuflando a su sonido una épica espectacular, la mejor oda a las sombras jamás compuesta. Ese algo especial que siempre han tenido los austriacos es la particular manera en que conjugan la brutalidad del death metal y la frialdad quirúrgica del black metal con unas melodías que dotaban al conjunto de una belleza macabra, insana. La gran noticia es que ese ADN se ha desarrollado como nunca en Blood Magick Necromance, dando lugar a piezas únicas e imbatibles en las que además aparecen solos de guitarra melódicos de auténtico escándalo, como en esa puta maravilla de tema que responde al nombre de Discipline Through Punishment. Aprovechando esa capacidad innata para crear retorcidos murales de blasfema belleza, los austriacos han pulido también la utilización de orquestaciones clásicas, que se pasean sin pudor a través de Blood Magick Necromance y que lejos de caer en la fría vulgaridad de bandas como Dimmu Borgir, convierten temas como Blood Magick Necromance o Impaled Under The Tongue Of Satan en clásicos instantáneos con más épica que toda la saga de El Elfo Oscuro de Salvatore. Estamos ante un trabajo que rebasa sus propios límites, derriba cualquier tipo de fontera autoimpuesta y se expande como una joven galaxia en formación, algo digno de admiración en una banda que cuenta con 18 años de carrera a sus espaldas. Su escucha es una de las grandes noticias de este 2011 que acaba de comenzar, amén de candidato claro a estar en las listas de lo mejor de un año que se le quedará corto. Reniega de tu falso, débil y patético Dios, y abandónate a esa espiral de odio, satanismo y sodomía que lleva por nombre Belphegor. Perderás tu alma, eso no te lo niego, pero abrazarás placeres como nunca habías conocido.


Por fin la gran obra de Belphegor, un disco llamado a ser recordado durante muchos años, hasta que la oscuridad se cierna sobre nosotros y reclame el Universo como suyo.

Nota: 10/10


miércoles, 5 de enero de 2011

TOP 2010 - Pt. 2

Continuamos con lo mejor del año. Siempre me han gustado las segundas partes de estas listas, principalmente porque uno se quita las comeduras de tarro propias de los primeros puestos y coloca los álbumes con mucha menos "presión". Con este mismo ánimo afronto la siguiente tanda de álbumes que me han volado la cabeza en 2010. Espero que os guste!


11.- Mar de Grises - Streams Inwards

Lo que comenté sobre él: [...] la libertad creativa que ya nos sorprendió en Draining The Waterheart se ve en Streams Inwards completamente desatada, hasta tal punto que el calificativo de doom se queda pequeño para calificar el nuevo trabajo de los chilenos. [...] se nos presenta como un paisaje sin vallados, inmenso, y cuyo único freno son las limitaciones de nuestra vista para hacerlo nuestro de un vistazo.



12.- Thou - Summit

Lo que comenté sobre él: Donde Eyehategod son para muchos una cércel autoimpuesta por sus propias limitaciones, en Summit se convierten en un nuevo par de alas que permiten al álbum elevarse sobre la mayoría de sus coetáneos. [...] A los gritos guturales de un Brian Funck cargado de mala hostia e ideas revolucionarias se une un sonido que bascula entre la fealdad musculosa del sludge y unas melodías disonantes que por momentos hacen que Summit evoque cierta sensación de belleza, algo muy inusual en un trabajo de estas características. [...] Un disco inmenso, y que por fin eleva a la banda a ese estatus de hype underground que desde hace tiempo se les había endosado.


13.- Horn Of The Rhino - Weight Of Coronation

Lo que comenté de él: La rabia y la mala hostia de anteriores trabajos sigue ahí, solo que ahora, en vez de encabritarse, camina tranquila a la batalla, segura de su victoria. Mucho más poderosa si cabe, pues de la mano de esos riffs de densidad cósmica la propuesta de Horn Of  The Rhino gana en oscuridad, difuminando horizontes para expandirse sin límites durante la hora y diez minutos de los que consta Weight Of Coronation. [...] Un ejercicio aplastante de alquimia que aúna todo lo que ha hecho (y hace) grandes y únicos a los bilbaínos, como es esa fusión de riffs ciclópeos, ritmo y unas melodías que tal que recuerdan los mejores años del grunge como se pasean por una suerte de blues desfigurado a base de decibelios y odio.



Lo que comenté sobre él: [...] 40 minutos del mejor death/doom melódico que uno pueda escuchar hoy día, y que encierra temas que son auténticos himnos a la par que clásicos instantáneos. [...] te pondrá los pelos de punta aunando todo lo que hace grande al metal: fuerza, energía, densidad, melodías y una épica para caerte de espaldas. [...] Un trabajo inhumanamente bello, un clásico a guardar junto a sus dos hermanos. Fredrik Norrman demostrando que es uno de los compositores más grandes de los últimos veinte años.




Lo que comenté sobre él: Aunque siguiendo la estela de Om, nos encontramos ante un álbum más enfocado a las atmósferas, con más componentes folklóricos y menos arrebatos propios del black metal, aunque los encontremos diseminados a lo largo del disco. [...] un todo indivisible que supone una experiencia única, cargado de una oscuridad, misticismo y belleza exhuberantes, y donde el único límite físico viene dado por el fin del metraje del álbum. [...] cuando toca a su fin, te descubrirás aún ensimismado, paladeando los ecos de cada nota e intentando aferrar unas sensaciones que se han ido pero se encuentran aferradas para siempre en un rincón inaccesible de tu alma.



Lo que comenté sobre él: [...] esto es ROCK, con mayúsculas. Qué cojones, es heavy rock, y sintetiza lo mejor que hemos heredado de aquella maravillosa década de los 70. [...] Lo que vais a presenciar en Itaca es la cópula perfecta entre las propuestas de leyendas como Led Zeppelin, Mountain, Captain Beyond, Pink Floyd e incluso Hawkwind llevando a cabo una verdadera cuadratura del círculo. [...] Como las mismas estructuras de sus canciones, nos enfrentamos a trabajo accesible desde el primer momento, pero que a la vez nos descubre nuevos elementos, matices y sensaciones con cada escucha [...].




Lo que comenté sobre él: El black metal está ahí [...], pero conviviendo con unas voces más propias del hardcore y unas estructuras que tienen deudas tanto con el metal progresivo como con los sonidos más evocadores. Y todo ello ejecutado con la absoluta perfección de quién está capacitado y ama el metal de encuadre matemático y filigranas imposibles. [...] Un álbum que asusta, por su contenido y por su condición de debut.




Lo que comenté sobre él: Pensad en una amalgama entre la abrasividad de Bongzilla, el dinamismo de Church Of Misery y la agresividad punk/hardcore de (-16-) y os haréis una idea (muy pequeña) de por dónde van los tiros. [...] Medios tiempos monolíticos, orgías de riffs, velocidad punk, viajes de ácido... Todo lo que pidas Dopefight te lo escupirá a la cara redoblado y con un inconfundible aroma a marihuana. [...] qué riffs, señores.




Lo que comenté sobre él: La principal baza de este trabajo es su intrínseca cualidad hipnótica, una especie de pulso homogéneo que, operando a un nivel subconsciente, nos mantendrá abandonados en un estado de concentrada audición durante todo el metraje. Desechando artificios banales y matices Pombagira consiguen, no obstante, crear un universo tremendamente rico y evocador, tarea harto difícil cuando se está adscrito al doom [...] Riffs densos y monolíticos que encierran melodías tras capas de lija hiriente, mantras incomprensibles e hipnóticos moviéndose en oscuros planos oníricos, monotonía rota por estallidos de desaforada pasión dramática, y una sensación de inmersión en arenas movedizas, sin asideros ni apoyos [...]



Lo que comenté sobre él: [...] Coffinworm han decidido utilizar todo lo enfermizo, maligno y pútrido de lo que han podido echar mano en el underground metálico estadounidense. Ajenos a fronteras o etiquetas, la banda ha compuesto un álbum en el que el sludge, el doom, el death metal e incluso el punk más iracundo se confabulan en un aquelarre de depravación como pocos habrás visto. [...] a pesar de la brutalidad desplegada, todo en el álbum es memorable, con un gancho realmente irresistible.

martes, 4 de enero de 2011

TOP 2010 - Pt. 1

Pues ya estamos aquí de nuevo, con estas tontas pero divertidas listas de lo mejor de un año, el 2010, que ha estado cargadito de auténticos pepinazos. Muchos no he conseguido reseñarlos a tiempo, pero lo iré haciendo poco a poco. Si he reseñado los que creo que han sido más significativos, y espero que esta lista mía, tonta y divertida de hacer, al menos sirva para que alguien descubra algún grupo al que no le tenía echada la oreja. Si es así, habrá merecido la pena. Al igual que el año pasado, divido la lista en dos partes, para poder dedicar mejor el espacio y que no me quede un ladrillo. Las posiciones de los discos son orientativas, no necesariamente jerárquicas, y exceptuando los 5 primeros puestos, el resto son intercambiables.  Nada más señores, tan sólo desearos un buen 2011 y que nos sigamos leyendo como hasta ahora. Ah! Para descargar, pinchad en el título del disco e iréis a la entrada correspondiente.



Lo que comenté sobre él: Rabia, melancolía, belleza, evocación sin límites... Nada se resiste a la paleta de unos pintores cuyo libro de estilo es inaccesible para el resto de artistas. [...] te inducen a un estado de ensoñamiento onírico tras el cual te preguntarás si Marrow Of The Spirit fue real o tan sólo un sueño fruto de tus más profundos deseos. Son Agalloch. Han Vuelto. Todo lo demás no importa.




Lo que comenté sobre él: Actuando como puente entre el rock progresivo de los 70 y el metal extremo, Enslaved se reafirman como la formación más brillante de su generación junto a los suecos Opeth. [...] Obra maestra y ejemplo para las futuras generaciones de que aunque en el siglo XXI éramos una sociedad de mierda, nuestra música era capaz de tocar las estrellas.




Lo que comenté sobre él: Las partes más furiosas del disco beben de los combos clásicos de black metal escandinavo, pero mezclado con largos pasajes instrumentales que te harán recordar a los imprescindibles Ulver. [...] aquí no queda la cosa, ya que en la mayoría de los seis cortes que componen el disco se pasean por sus desarrollos ecos progresivos a lo Pink Floyd junto a momentos jazzísticos que harán que se te caiga la mandíbula al suelo.[...] El mejor embajador que Euskal Herria podría tener en el mundo.



Lo que comenté sobre él: Como si de un mantra divino se tratase, Ufomammut nos invitan a adentrarnos en un auténtico trance de goce sensorial, donde creeremos poder tocar cada riff de guitarra gracias a un nivel de masividad que haría la envidia de cualquier gigantesca veta de granito encerrada en las montañas del planeta. [...] La música encerrada en Eve atraviesa cada acto en lo que es una jodida catársis en toda regla.



Lo que comenté sobre él: Las guitarras están llenas de texturas, la infinidad de instrumentos de cuerda que aparecen te llevan en volandas a otros universos, los riffs hipnóticos son capaces de inducir al trance a un pastillero hormonado [...] Space rock, stoner, psicodelia, folklore oriental, y todo ello sonando duro y oscuro como el infierno. [...] El hijo bastardo de Spiritual Beggars y Cosmic Eye.




Lo que comenté sobre él: [...] Legacy huele a clásico por los cuatro costados, no sólo por un sonido jodidamente setentero, sino por un nivel compositivo que coloca al álbum entre lo mejor que la psicodelia y el progresivo nos hayan regalado nunca. [...] A colocar junto a las obras maestras de Pink Floyd, King Crimson, Big Elf o Captain Beyond.





Lo que comenté sobre él: Como si de un cruce bastardo entre Shining y Mayhem se tratase, Dodsengel sigue siendo una banda que gana por goleada por pura intensidad, cruda, primaria, sin adulterar, pero que a su fiereza esquizoide le han añadido una complejidad estructural digna de un cosmos en formación. [...] Olvídate de experimentos [...] Dodsengel han venido para devolver el trono oscuro a los gélidos parajes donde fue concebido, y pobre de aquel que ose enfrentárseles.
 


Lo que comenté sobre él: Una puta gozada de disco. Las palabras no bastan para describirlo. Un clásico desde ya, de una banda que no es que entre en el Olimpo, sino que lo ha asaltado a la fuerza, reclamándolo como suyo por derecho de nacimiento y méritos propios. Folklore y metal llevados a un nuevo nivel, único e inalcanzable.




Lo que comenté sobre él: ¿Y a qué suenan estos tíos? Pues a los Electric Wizard más en forma que te puedas imaginar, añadiéndole grandes dosis de agresividad juvenil y una pasión desmedida por la marihuana y Conan el Bárbaro. [...] Un aspecto que hace del disco algo grandioso es la acertada inclusión de solos y pasajes psicodélicos, añadiendo una nueva dimensión a un sonido que aunque asentado en unos parajes profundamente rocosos, no impiden que en conjunto conforme un paisaje tremendamente rico para el oyente.



Lo que comenté sobre él: Mona de Bo es lo más cercano a la banda sonora de una vida que jamás podrás escuchar. Por sus siete cortes desfilan alegrías, pasiones, amores, depresiones, arrebatos de locura e incluso la muerte. Y todo ello a través de la cópula violenta, pero cópula al fin y al cabo, que ocurre cuando al esquema clásico del drone (sintetizadores, batera y guitarra) le unes dos damiselas tibias de absenta encarnadas en un trombón y una trompa francesa.