Bueno, pues ya estamos de vuelta tras otra dilatada ausencia. Algo que no es de mi agrado, porque disfruto mucho con este mi pequeño refugio en el que me sumerjo olvidándome por completo de los problemas cotidianos escribiendo de lo que más me gusta. Como tampoco es de mi agrado ver como se van acumulando los discos para reseñar sin que sea capaz de sacar tiempo para ello. De entre todos ellos, hoy he decidido por hincarle el diente a el más fascinante, tanto por su propuesta musical como por el halo de misterio que rodea a la banda. Terra Tenebrosa es una formación sueca de reciente creación, cuyos integrantes mantienen el anonimato tras unas curiosas y retorcidas máscaras acompañadas de una estética que a mí me ha hecho pensar en la obra de Fritz Lang. Parece ser que sus integrantes, que responden a los nombres de The Cuckoo (compositor absoluto del disco), Hibernal y Risperdal provienen de Breach, la genial (y añorada) banda de post-hardcore que en 2001 nos regalara esa puñetera e infravalorada obra maestra llamada Kollapse. Os diga algo o no esta referencia, en realidad importa una mierda, porque las similitudes entre ambas propuestas brillan por su ausencia, a no ser que que veamos The Tunnels como la evolución extrema del universo post tras haber vivido un par de holocaustos nucleares y ser sodomizada su escena por un ejército de aliens amantes del expresionismo alemán. O algo así.
Supongo que llegados a este punto os estaréis preguntando a qué suenan estos tíos con tufillo modernete y pretencioso. Sólo os diré que aún sigo pensando en la respuesta, así que no esperéis un mapa para un viaje concebido en la oscuridad más impenetrable. Puede que yo sea muy tonto, o ellos muy listos, no lo sé, pero para cubrirme las espaldas y mantener mi reputación meteré su propuesta en ese cajón de sastre que es el metal experimental, cogiendo lo de metal con pinzas. Lo que sí tengo claro es que The Tunnels hace honor a su nombre, conformàndose como un álbum de opresiva penumbra, de sonidos que te atacan a ciegas desde todas las direcciones, y cuyo leit motiv es el puro disfrute sadomasoquista, la celebración enfermiza de la desesperanza. Comprendiendo que el escenario post-apocalíptico no es Mel Gibson conduciendo un coche tuneado en mitad del desierto, sino uno en el que medio mundo se desangra mientras el otro se hunde en la mediocridad frente a borboteantes espectáculos de fecalidad televisiva, el trío sueco se lanza en una huida hacia delante al corazón de ese futuro negro por inexistente, y cuya única salida ha sido convertirse en presente. Para ello han tirado del arsenal ruidista de cualquier género que presentara su filiación a la causa del terrorismo sonoro, haciéndose con lo más granado del noise, el drone, el ambient, el black metal y el post metal cargados de las peores intenciones. El resultado es un ataque a la linea de flotación de nuestra cordura, incapaz de afrontar The Tunnels partiendo de ningún esquema formal preestablecido. Tampoco existe ningún fin ni discurso articulado tras esta banda sonora, algo que curiosamente deviene en la más clara y aterradora de las declaraciones: la existencia no tiene sentido, y hemos convertido nuestro periplo vital en una banal sucesión de experiencias artificiales y preocupaciones pueriles, masturbaciones post-modernas en un planeta donde el presente grita y sangra. El Infierno en vida. Hoy. Los siete cortes que conforman el álbum representan los efectos que la comprensión de este hecho tendría en una mente de poder escapar de las cadenas de la alienación moderna, y el poso que dejan tras su escucha casi hacen que uno prefiera encender el televisor o hacerse hincha de un equipo de fútbol. Porque la verdad duele, y todo lo que estos profetas del no-mañana te lanzan a la cara no son más que las sensaciones que todos cobardemente ignoramos, así como ignoramos nuestra responsabilidad ante ellas. Así es, y mientras no hagamos nada por remediarlo, Terra Tenebrosa estarán ahí para herirte con los escalofriantes paisajes que pueblan este mundo de mierda que hemos construido. Podría hablaros de guitarras que hieren como puñales, de riffs que golpean como apisonadoras, de voces mezcladas en segundo plano como lamentos y maldiciones de ultratumba, de esquemas cargados de una complejidad malsana y desquiciante. Pero paso, porque lo importante en este álbum no es la daga, sino la mortal herida que deja tras de sí.
Qué jodido está el mundo cuando el arte tiene que hablar a través de bandas como The Body o Terra Tenebrosa. Y qué jodido estoy yo si un álbum como The Tunnels me hace regodearme en mi propia mierda, en nuestra mierda, en la mierda de nuestro joven y deforme siglo.
NOTA: 10/10