Ecos de una ciudad sumergida.

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lunes, 31 de mayo de 2010

ARC OF ASCENT - Circle Of The Sun (2010)


Buf! Esto lleva camino de convertir al 2010 en el año de los debuts y en general de las sorpresas mayúsculas. Aunque en el caso que nos ocupa hoy, el de los neozelandeses Arc Of Ascent, sería una verdad a medias. Y es así porque el cerebro y monopolista compositivo de la banda, Craig Williamson, es bastante conocido en el mundillo stoner y de la psicodelía, en el primero por formar parte de los rockeros Datura y en el segundo por su proyecto jipiesco Lamp Of The Universe. Aquí nos encontramos a un Williamson que ha decidido emprender en solitario una senda en la que poder expresar todas sus inquietudes sin la distorsión que inevitablemente provoca compartir la composición con otros miembros activos en un grupo. Porque a pesar de contar con la ayuda de Matt Cole-Baker a las guitarras y del batería John Strange, Circle Of The Sun es la expresión artística depurada de Craig Williamson. Además, la cantidad de instrumentos que toca en este álbum es abrumadora, y reconozco que algunos de ellos no los conocía ni remotamente, y he tenido que recurrir a la red para informarme un poco. A saber: bajo, teclados, sintetizadores, sitar (hasta aquí bien...), campanas (sí, campanas), saz (el abuelo de los laúdes, de procedencia turca) y tanpura (otro antepasado del laud, pero este se remonta al segundo milenio antes de Cristo, en Egipto y Mesopotamia), entro otros. Además, se me ha olvidado comentar que el angelito también canta, y nada mal, por cierto.
Ahora vamos con su música. Por lo que acabáis de leer supongo que habréis pensado que esto va a ser un álbum de psicodelia hippie o algún tipo de propuesta espiritual en plan sonidos para un viaje interior. Pues nada de eso. El cabrón de Williamson ha conseguido aunar sus dos pasiones, el stoner y la psicodelia, con una perfección absoluta, yo al menos no había oido nada así antes, os lo juro. Porque a pesar de que aquí hay LSD sonoro por un tubo y ningún tema baja de los 6 minutos, los riffs que se gasta el amigo y que magistralmente interpreta Cole-Baker son simplemente matadores, en la mejor línea del rock pesado. Como he leido en alguna parte, son el hijo bastardo de los Spiritual Beggars con Cosmic Eye (grupo inglés de principios de los setenta que mezclaban jazz fusión con sonidos hindues). Las guitarras están llenas de texturas, la infinidad de instrumentos de cuerda que aparecen te llevan en volandas a otros universos, los riffs hipnóticos son capaces de inducir al trance a un pastillero hormonado, pero a la vez Arc Of Ascent rockean como el puto infierno, ayudados por la voz de Williamson, que tiene un toque muy del rollo stoner. De verdad que con palabras esto suena imposible, pero es la pura verdad. Puede que la procedencia de la banda, unido a que no son el stoner y la psicodelia estilos que muevan masas, hagan de Circle Of The Sun un álbum que no consiga una trascendencia muy grande, pero desde aquí hago mi particular grito en el desierto y afirmo que por calidad y transversalidad estilística estamos ante un trabajo que puede hacer correrse a muchísimas personas de gustos muy diferentes. Ya el comienzo con Universal Form nos avisa de que ante todo nos enfrentamos a un discazo de rock, con ese riff matador y repetitivo, y la fantástica voz de Williamson. Según avanza el metraje van surgiendo los matices y las sonoridades, pero en ningún momento nos harán olvidar que sus principales dioses son Black Sabbath, algo que queda muy claro en la ultra-stoner Absolution In Light. Pero si quieres descubrir a los Arc Of Ascent más desatados, libres y en estado puro, zampate los diez minutacos finales del disco con Master Of The Serpents y sabrás lo que es flipar en colores. Space rock, stoner, psicodelia, flolklore oriental, y todo ello sonando duro y oscuro como el infierno. La producción es perfecta, alejándose del sonido murallero propio del stoner para dejar hablar al coro de instrumentos, y la duración también sorprende y agrada tratándose de un álbum de este tipo, pues no llega a los 50 minutos. Eso si, divididos en tan solo 6 temas, ¿qué os pensábais?jeje. Poco más que decir, prefiero que hable su música. Especialmente dedicado a Karba, que estoy convencido que le va a hacer pajearse como un simio en celo, pero sin olvidar que esto también les va a flipar a Magli y Alexcore, me juego mi sucia alma inmortal. Va por ustedes!!

Otro álbum que se salta directamente la candidatura de revelación del 2010 para ir a parar al grupo de lo mejorcito del año. A Ufomammut ya le ha salido un claro competidor.

Nota: 10/10
(soy incapaz de sacarle ningún fallo, lo siento)



ARC OF ASCENT - Circle Of The Sun (2010)

MySpace

jueves, 27 de mayo de 2010

KLONE - Black Days (2010)


¿Cansado de esperar el nuevo gran álbum de Tool que muy probablemente nunca llegará? ¿Sigues mirando con nostalgia tu copia del Aenima añorando la magia ultraterrena que desprendía y de la que carecen tanto Lateralus como 10.000 Days? Pues creo que esta banda puede saciar en parte esa sed de metal melódico progresivo. Klone es un quinteto francés (realmente un sexteto, pero el saxofonista, teclado y programador de sonidos Matthieu Metzger siempre se mantiene en la sombra) proveniente de Poitiers, y Black Days es su segundo álbum tras el notable All Seeing Eye (2008), donde su metal progresivo aunaba atmósferas y contundencia en la onda de Meshuggah con un resultado notable, y que les reportó muy buenas críticas por parte de la crítica especializada.
Lo primero que choca al escuchar Black Days es la tremenda evolución que ha sufrido su sonido. Abandonando en parte esas influencias de Meshuggah que les caracterizaban, actualmente Klone se muestran mucho más enfocados a transmitir a través de sus oscuras atmósferas, y sustituyen la rabia por la emotividad, sacando provecho a la gran voz de su vocalista Yann Ligner. Muchas son las bandas que te vendrán a la cabeza cuando escuches este álbum, sobresaliendo entre todas la de Tool, especialmente por esas guitarras cargadas de texturas, una batería muy apegada al tribalismo de Adam Carey y el registro vocal de Yann Ligner que, al igual que Maynard Keenan, prefiere el susurro y la limpieza antes que los rugidos. Sin embargo, también encontraremos ecos de otras grandes bandas del metal progresivo moderno, como Porcupine Tree, Isis o Devin Townshend. A pesar de que su propuesta no es para nada original, Klone no hacen honor a su nombre, y consiguen sobresalir con personalidad propia en ese terreno tan concurrido por cientos de grupos. Lo que mas me ha flipado del disco es su enorme versatilidad, ya que es capaz de aunar atmósferas, sonidos evocadores y tralla con una facilidad pasmosa. En ningún momento se te hará pesada la escucha del álbum, algo muy positivo teniendo en cuenta que se estira hasta casi la hora de duración. Rite Of Passage, el tema que abre Black Days, deja claro desde el comienzo el tremendo nivel de estos franchutes, y la bestial labor de Florent Marcadet en la batera unida a unas complejas estructuras progresivas acompañadas de teclados son la mejor tarjeta de presentación que podrían ofrecer al oyente. Los pasajes melódicos están también muy presentes en temas como The Spell Is Cast, pero a medida que avanza el álbum, se ven completados por fogonazos de rabia, y que por momentos podrán recordarte a Mastodon, caso de Behold The Silence o Hollow Way, y donde la voz de Ligner demuestra que además de cantar como los ángeles también es capaz de bramar como un poseso (en Immaculate Desire está descomunal). Pero la enorme sorpresa de Black Days llega casi al final. Porque con dos cojones Klone se atreven a versionar el Army Of Me de Björk, y con un resultado de quitarse el sombrero. De hecho se trata de uno de los momentos álgidos del álbum, y de nuevo Ligner nos deja anonadados con su enorme poderío vocal. Un 10, por osadía y por el talento para salir victoriosos de una prueba como esa. Otra gran alegría inesperada la que me he llevado con este discazo, y es que lo tiene todo para enamorarte. Versatilidad, energía, poder de evocación y talento a raudales.

Lo dicho, una gigantesca alegría inesperada la que me han dado Klone. Black Days es un disco redondo. Progresivo del que solo pueden parir unos pocos elegidos, de ese que no es únicamente para determinados momentos, sino que te lo pincharás una y otra vez hasta perder el resuello.

Nota: 9/10


miércoles, 26 de mayo de 2010

WARBEAST - Krush The Enemy (2010)


Pues aqui tenemos otro firme candidato no sólo a revelación del año, sino a encontrarse entre las listas de los mejores álbumes de 2010. Las referencias iniciales son inmejorables, ya que el álbum debut de estos oriundos de Texas se edita bajo el sello Housecore Records, creado por Phil Anselmo. De hecho, el mismísimo Anselmo es el productor del disco, demostrando la confianza que tiene en estos tíos. Datos que nos dan ciertos atisbos de la grandeza o lo prometedor de Krush The Enemy, pero que se quedaría en mera anécdota si no fuera acompañado por unos temas a la altura. Y os aseguro que lo están, y de sobra. Formados en 2006 bajo el nombre de Texas Metal Alliance, el quinteto de Arlington (ciudad natal de Dimebag Darrell y Vinnie Paul de Pantera) cambió su nombre al más adecuado de Warbeast en 2009, tras haber parido ya un par de demos y tocar en numerosos bolos por todo el estado, suficiente para convencer a la bestia parda de Anselmo de la valía de su música.
¿Y qué tocan Warbeast? Pues thrash metal a un nivel estratosférico. Olvídate de la nueva ola de revival del género, porque estos rednecks no pueden ser comparados ni con Toxic Holocaust ni Municipal Waste. Warbeast se retrotraen al thrash primigenio, aunque eso sí, con un sonido mucho más pulido que dota a los temas de una pegada brutal. Aquí solo hay reminiscencias a la pureza del género. Piensa en los primeros Metallica, en Slayer, en Kreator, en Exodus, y estarás yendo por el buen camino para hacerte una idea de por dónde van los tiros. También hay ecos de los enormes SOD en los pasajes más punkarras. La batera de Joe Gonzalez suena como una ametralladora, las guitarras de Rick Perry y Scott Shelby te recordarán a los mejores Jeff Hanneman y Kerry King, y el bajista Alan Bovee aporta su grano de arena dando al conjunto un sonido gordísimo. El vocalista Bruce Corbitt con su voz rasposa recuerda mucho a Oderus Urungus de los inefables GWAR, y le da a Krush The Enemy su toque personal de rabia y mala hostia. Estamos ante 10 temas que enamorarán fijo a cualquier thrashero a partir de los 30 años, pero que tienen la grandeza necesaria para atraer bajo su bandera a cualquier amante del metal, de la generación que sea. Por el nivel demostrado aquí, Warbeast tiene la capacidad suficiente para convertirse en una banda de esas consideradas como "legendarias", y lo digo completamente en serio. No suenan bonitos, pulidos, ultratécnicos. Krush The Enemy es sucio, veloz, y destila una mala baba acojonante. Como debe ser. Si no me crees, escucha el single Scorched Earth Policy o ese pepinazo bajo el nombre de Born With a Blackened Heart y convéncete por ti mismo. Probablemente la etiqueta que les han puesto de los Slayer del siglo XXI sea injusta y añada una presión desmedida a la banda, pero la honestidad y rabia que destila Krush The Enemy no creo que esté muy lejos de la demostrada por los dioses del thrash cuando parieron Reign In Blood. El tiempo dirá que camino sigue Warbeast, así como la trascendencia de sus trabajos, pero lo que está claro desde ya es que este álbum entra por la puerta grande en el Hall Of Fame del Thrash. Y otro recordatorio de que todo lo que toca Phil Anselmo es sinónimo de calidad extraordinaria.

Un puto clásico instantáneo. Amantes de los pantacas cortos, cintas en el pelo y actitud macarra, un nuevo dios ha nacido! Y de verdad que sí es una auténtica bestia de la guerra.

Nota: 9,75/10


jueves, 20 de mayo de 2010

MY SLEEPING KARMA - Tri (2010)


Si un estilo musical puede decirse que esté en boga desde finales de la década pasada, ese es sin duda, junto al metal-sludge-progresivo made in Mastodon, el post-rock. La explosión de grandes bandas como Russian Circles o Red Sparowes ha puesto en el mapa un género que hasta hace poco se encontraba ignorado y denostado a partes iguales. Grupos como los citados, a base de grandes discos, han conseguido demostrar que a través de los pasajes, las texturas e incluso la intensidad se puede transmitir lo mismo o incluso más que a través de los esquemas rockeros clásicos con cantante al frente. Sin embargo, como en todo, pero especialmente en los estilos de corte más introspectivo, se corre el peligro de caer en un pecado imperdonable en esto de la música y conocido como aburrimiento. Muchas bandas se han sumado a la fiesta atraídas por el canto de sirena de la fama pasajera, y la gran mayoría de ellas con propuestas de ambientalismo superfluo y que como mucho son capaces de inducir al oyente a estados de tedio y sopor insoportables. No me gusta señalar con el dedo, no es mi estilo, pero seguro que muchos de vosotros ya tendréis algún nombre en la cabeza. A pesar de todo, siempre hay lugar para la esperanza, y ahí están My Sleeping Karma para demostrarlo. Tri es el tercer disco de estudio de este cuarteto alemán, y os aseguro que es de lo mejorcito que uno puede escuchar hoy día si es amante de la psicodelia y el post-rock.
Todo el álbum se encuentra imbuido de una luminosidad cegadora y una gran profundidad filosófica, a pesar de tratarse de un disco completamente instrumental. Partiendo de planteamientos teológico-filosóficos unidos al budismo y el hinduismo, My Sleeping Karma han facturado un trabajo enorme, cuyo adjetivo más fidedigno sólo puede ser uno: bello. Sin tratarse ni de lejos de un álbum de meditación para cuarentonas de clase media, si es cierto que consiguen transportar al que escucha Tri a un estado de profunda relajación y buen rollo, e incluso te sacarán una plácida sonrisa. Es difícil de explicar, pero todo está milimetricamente clavado en la música de estos tíos, y aunque estoy seguro que gran parte de la misma ha nacido fruto de la improvisación más libre, de algún modo estos alemanes se las han apañado para rozar la perfección más absoluta. Eso sí, que nadie se asuste, porque a pesar de todo lo expuesto, el eje central sobre el que se erige el sonido de My Sleeping Karma son las seis cuerdas. Una guitarra que es capaz de crear texturas infinitas, melodías luminosas y radiantes, y que es seducida por unos teclados preciosos y una sección rítmica, en especial el bajo, de un talento exhuberante. De tan espiritual unión nace un sonido único en la escena, y que sin revolucionar nada si que consigue desmarcarse con asombrosa facilidad de todos sus coetáneos. No todo va a ser música que se mueve en espirales en un crescendo previsible, y durante gran parte del metraje del álbum, My Sleeping Karma se salen de esa ley no escrita dentro del post-rock para cubrirse con el multicolor manto de la psicodelia, del space-rock, y transportarte directamente a mundos extraños pero sin duda mucho más bellos que el nuestro. Si te molan Astra, prueba con ellos. Si te flipan Russian Circles, prueba con ellos. Si concibes la música como mucho más que sonido, si crees que un álbum debe vivirse además de escucharse, prueba con ellos. No te defraudarán.

Enorme. En estos momentos ando con toda su discografía y es alucinante. Una de las sorpresas más gratas que he tenido en muchísimo tiempo. Grupazo y discazo.

Nota: 9/10


viernes, 14 de mayo de 2010

THE SEQUENCE OF PRIME - Virion (2010)



Por mi parte, ya tenemos candidato a revelación del 2010. Por mucho que berreen, pataleen y se enfurezcan las discográficas, por muchos blogs que cierre Blogger o por muchas denuncias que interponga la SGAE, es indudable el enorme beneficio que la red le está haciendo a la música entendida como arte. No es así si uno la entiende como negocio, está claro. Pero es que si uno la ve de esa manera, como vehículo de lucro personal a costa del talento ajeno (o incluso propio), la verdad que no me puede importar menos su destino. O tal vez si, porque ver a mega-multinacionales y estrellitas del rock nadando en la mierda me haría una persona un poco más feliz. Para muchas bandas Internet ha supuesto el mayor escaparate donde poder mostrar al mundo entero sus diferentes propuestas, y no es raro oir que bandas petan salas allá por donde van sin haber editado un sólo disco, tan sólo a base de colgar sus temas via MySpace u otras plataformas. Y es que en el fondo es sobre las tablas donde un grupo muestra su valía, y no tanto en CD's recargados de caras producciones y sonido estéril. En este nuevo panorama es en el que se mueve como pez en el agua The Sequence Of Prime, el proyecto del artista multidisciplinar Brandon Duncan. Muy conocida es su labor como diseñador gráfico especializado principalmente en páginas web, trabajando para multitud de ellas como Last.Fm, StereoKiller, The Teeth Of The Divine o Bandcamp. En su faceta como músico estamos ante un acérrimo defensor del Do It Yourself, y Virion puede descargarse gratuitamente desde su página web. También hay una fabulosa edición física del álbum, con multiutud de añadidos y una fantástica labor artística, por el módico precio de 15$. Se nota que este tío disfruta controlando todos los aspectos referentes a su trabajo como artista, y es algo evidente si uno observa el mimo y la calidad con la que el álbum está producido, la bella edición física del mismo, etc.
Centrándonos en lo musical, sorprende mucho la propuesta de este oriundo de Kansas, pues tras esas pintas de empollon friki - modernete, Brandon Duncan despliega en Virion todo un ejercicio de metal industrial fusionado con thrash de la vieja escuela. La influencia más evidente en su música es la de los geniales Ministry, pero también encontraremos ecos de los primerizos Nine Inch Nails e incluso de Agoraphobic Nosebleed en los pasajes más acelerados y caóticos. Los diez temas que componen el álbum hablan de los imparables efectos de un hipotético virus que asola no solo el planeta Tierra, sino que amenaza con hacer lo mismo con el Universo entero. Para ello Duncan se vale de una atmósfera sofocante, caótica, que una vez te atrape te mantendrá con la cabeza dando vueltas los 30 minutos escasos que dura el álbum. El norteamericano maneja con una maestría digna de elogio cada aspecto musical de Virion, y desde la producción a las voces pasando por las guitarras y las sonoridades electrónicas, todo lleva su sello personal. En el aspecto vocal se destapa como un intérprete jodidamente esquizoide, basando su registro en una distorsionada y desgarrada voz. Respecto a los temas, destacan sobre todo por su conjunción como álbum, conformando todo un martillo pilón indivisible. Sin embargo, uno no puede sino quitarse el sombrero ante los furiosos riffs de Cenozoic Anoxia, la estupenda programación percusiva de Icosahedron o las reminiscencias a Aphex Twin en Come To Daddy. Estamos ante un álbum que no agradará a todo el mundo, puesto que los géneros que abraza tampoco lo hacen, pero para todos aquellos que gozamos con la mala baba y la anarquía sonora de las referencias anteriormente citadas, Virion es un álbum perfecto, y la primera piedra de toque de un músico que estoy convencido dará mucho que hablar en un futuro no muy lejano.

Lo dicho, serio aspirante a revelación del año, y la constatación de que en la actualidad todo lo que necesita un músico en su maleta son dos cosas simples pero cada vez más escasas, y que no son otras que talento y actitud. Todo lo demás queda para las portadas de la NME y la Rolling Stone. Añadir que incluso la descarga gratuita del álbum ha sido trabajada con esmero, y aparte del álbum, el archivo incluye imágenes, links a webs de interés, las letras de las canciones, etc. Pero como os comentaba, merece realmente la pena la adquisición del álbum, porque es una auténtica joya.

jueves, 6 de mayo de 2010

UFOMAMMUT - Eve (2010)


Buf, me cuesta escribir debido al nerviosismo. Mil vueltas le he dado a la cabeza acerca de cómo escribir en relación a este disco. Los que leéis el blog con cierta asiduidad recordaréis mi comentario a finales de Marzo cuando subí el anterior disco de Ufomammut, Idolum. Un rotundo 10 le puse, además de mi firme convencimiento, que se mantiene, de que es de lejos uno de los mejores álbumes de la década pasada. La maestría con la que dominaban diferentes elementos como el drone, el post-metal, el doom, el sludge e incluso el stoner y los llevaban a su propio terreno los encumbró como una de las bandas más gigantescas de la escena. Pues bien, con las secuelas aún en mi cuerpo por aquella maravilla, me veo enfrentado a Eve, lo nuevo de este genial trío italiano.


Desde ya aviso que no me extenderé mucho, porque no es Ufomammut de esos grupos a los que las palabras hagan justicia. El cerrar los ojos inmediatamente, que la respiración se agite al ritmo del fluir de la música, la sensación de ingravidez al adentrarse en sus espirales sonoras, el vacío en el pecho cuando la travesía se detiene... Son experiencias las que esta banda nos brinda, y como tales hay que afrontarlas, en vez de perder el tiempo debatiendo inútilmente sobre tal o cual matiz. Eve es un disco conceptual que gira en torno a la famosa primera mujer bíblica y la "rebelión contra su creador por haber brindado el conocimiento a la humanidad". Nos encontramos frente a una única canción dividida en cinco actos, con una duración de 45 minutos. Aunque esos cinco actos aparezcan como diferentes temas, enseguida os daréis cuenta de que es el mismo corte que encierra un sólo riff que guía todo el álbum, y la espiral en la que se desenvuelve la música encerrada en Eve atraviesa cada acto en lo que es una jodida catársis en toda regla. Los cambios son más que evidentes, y los italianos han aparcado su lado más abrasivo para abrazar la vertiente atmosférica y llena de sintetizadores al más puro estilo del drone que ya estaba patente en Idolum. Sin embargo no asustarse, porque los amantes de la intensidad tienen su ración asegurada en los actos III y IV, donde Neurosis se dan la mano con los Electric Wizard más rabiosos. Son los dos cortes donde más presentes se encuentran unas voces que por lo demás brillan por su ausencia o se limitan a susurrar de fondo como un elemento atmosférico más. En comparación con Idolum, nos enfrentamos ante un disco tremendamente minimalista, pero que encierra una complejidad compositiva abrumadora. Me explico. Si bien es cierto que durante todo el álbum el trío le da vueltas y vueltas al mismo concepto, a la que uno se sumerge en unas cuantas escuchas, no para de descubrir pequeños matices, sonoridades que antes parecía no se encontraban ahí, y una sensación de que en conjunto nos encontramos ante una obra monumental. Como si de un mantra divino se tratase, Ufomammut nos invitan (más bien obligan, porque es muy difícil resistirse) a adentrarnos en un auténtico trance de goce sensorial, donde creeremos poder tocar cada riff de guitarra gracias a un nivel de masividad que haría la envidia de cualquier gigantesca veta de granito encerrada en las entrañas del planeta. Y si las seis cuerdas no bastan, ahí llega al rescate un bajo tan sobredimensionado a veces que parece querer reventarnos el cerebro como una sandía. La labor de los sintetizadores alcanza en Eve todo su protagonismo, haciendo que todo el álbum, pero especialmente el corte V, se convierta en una mezcla de viaje psicodélico con invasión marciana de los años 50. I y II elevarán tu alma y la llevarán a otra galaxia, III y IV la zarandearán y despedazarán como si se encontrara entre las fauces de un dios primigenio, y V la arrojará con desprecio de vuelta a la realidad, pero con la sensación de haber cambiado para siempre. En definitiva, con Eve Ufomammut han dado una nueva vuelta de tuerca a su sonido, llevando su propuesta a un nuevo nivel. Sólo el tiempo dirá dónde se encuentra éste, y más respecto a su ultraterreno lanzamiento anterior. Ni siquiera yo me atrevo a aventurarme. Aunque la verdad es que en el fondo me importa una mierda. Sólo se que Eve me parece una obra maestra, y que lo estoy disfrutando tanto como lo hago con Idolum. No necesito saber más.

Hasta disco del año se le puede quedar corto.

Nota: Aún no estoy seguro. Algún lugar entre el 9,5 y el 20.


lunes, 3 de mayo de 2010

RAMESSES - Take The Curse (2010) / Discografía escogida

Con esta entrada sigo tachando mi lista de deberes con respecto a los grupos fundamentales en mi discografía. Y que mejor oportunidad que aprovechar el reciente lanzamiento de lo nuevo de esta banda británica. Pongámonos en contexto: año 2003. Inglaterra. En una rueda de prensa multitudinaria Tim Bagshaw y Mark Greening, la sección rítmica de Electric Wizard, confirman el secreto a voces y anuncian oficialmente su salida de la formación así como la intención de crear la suya propia bajo el nombre de Ramesses. La magnitud de la cobertura mediática habla de la importancia del legado que ambos dejaban atrás con el Mago Eléctrico, probablemente la última gran banda de metal de las islas, y que tanto con Come My Fanatics... y Dopethrone reinventaron el doom metal acercándolo al sludge y a los sonidos más sucios y enfermizos. La expectación y las dudas se repartían el espacio a partes iguales entre el gran público, que no dudaba de la calidad de la pareja de músicos pero se preguntaba si alejados del talento de Jus Oborn serían capaces de alumbrar obras de la magnitud de las que dejaban atrás. Tras una demo y un split junto a Negative Reaction, llega su verdadera prueba de fuego. En 2005 aparece el EP We Will Lead You To Glorious Times, y aprueban de sobra, vaya si lo hacen. La gente se encuentra con un auténtico pepinazo donde el doom es retorcido y se pudre entre espumarajos provenientes del sludge, del black y del punk más sucio. La masividad de los riffs está al nivel de lo que habían grabado con Electric Wizard, y por momentos la supera. La adhesión al grupo del bajista (Tim Bagshaw pasa a ocuparse de las seis cuerdas) y vocalista Adam Richardson proveniente de Lords Of Putrefaction y Hexed añade muchos enteros a esa visión enfermiza merced a unos gruñidos infrahumanos. Puesta la primera piedra de su proyecto, en 2007 aparece el primer álbum de la banda, Misanthropic Alchemy. Los elogios no tardan en llegar, y entra de lleno en la mayoría de listas de lo mejor del año en multitud de medios especializados. Endureciendo aún más su sonido, pero sin renunciar al groove e incluso a ciertos pasajes atmosféricos, consiguen parir una obra extraordinaria y que rebosa personalidad. Ayudados por la producción del dios caminando entre mortales Billy Anderson, la banda consiguen con creces su objetivo. Ramesses está en el mapa, y se destaca entre el resto de formaciones a golpe de riffs enfermizos al alcance de muy pocos. Ya no son las 2/3 partes de Electric Wizard. Un nuevo monstruo había nacido.

Pues con Take The Curse, aunque parezca imposible, Ramesses han dado una nueva vuelta de tuerca a su sonido, ahondando todavía más en esa psicodelia brutal y oscura que es ya marca de la casa. Parecía complicado superar Misanthropic Alchemy, pero parece que el talento de este trío no conoce límites. Acojonante es descubrir que una banda tan bestia como ésta sea capaz de al mismo tiempo de desplegar una infinita variedad de recursos sin que resulten tapados por la muralla de sonido de la que parten de inicio. Psicodelia, proto-metal, stoner, black metal, sludge, progresivo, todo cabe en Take The Curse, pero conjuntado con una brillantez superlativa, que hace que todo el álbum goce de una coherencia sin fisuras. La labor en las baquetas de Mark Greening es titánica, de otro planeta, que no por nada le ha llevado a ser comparado con el difunto genio John Bonham, pero en el caso de que éste hubiera sido poseido por media docena de demonios espacio-temporales hinchados a hormonas. Por otro lado, la guitarra de Mark Greening sorprende por la inexplicable capacidad de explorar multitud de registros y sonoridades pero sin salirse en ningún momento del primarismo bruto y salvaje del doom. Con la masividad como religión, consigue al mismo tiempo que nos lleguen desde ecos de Kyuss a momentos en los que nos parecerá estar escuchando a Bathory o Darkthrone. Y por último destacar la genial voz de Adam Richardson, probablemente el elemento que más ha evolucionado desde Misanthropic Alchemy. La variedad de registros que su voz alcanza en Take The Curse es para quitarse el sombrero, y dota al conjunto de una flexibilidad que enriquece enormemente la escucha del álbum e impide que suene monótono o agotador. Es capaz de rugirte como un ogro encabronado, pero también de utilizar su voz rasposa y enfermiza o de acercarse cuando es necesario a registros melódicos (según los cánones melódicos de Ramesses, claro) en el caso de los temas más psicodelicos (Take The Curse). Destacar un tema es complicado, porque el álbum es un auténtico panzer en movimiento sin ningún tipo de grieta. Ahí está la inicial Iron Crow con un riff made in Black Sabbath pero cargado con una mala hostia acojonante, y un ritmo galopante para dejarte el cuello durante los siete minutos que dura su ataque sonoro. Terrasaw te dejará sin aliento a base de cambios de ritmo y con un ejercicio de destreza en la batería que debería hacer que Mark Greening fuera objeto de estudio en todos los conservatorios y escuelas de música del planeta. Black Hass Mass sorprenderá por su velocidad, muy cercana a los esquemas de black primario de Darkthrone. En Vinho Dos Mortos nos vendrá a la cabeza la oscuridad del Seasons In The Abyss de Slayer, pero añadiéndole taza y media más de purulencia y mala baba. Y podría seguir con el resto de temas, porque os aseguro que no hay ni un solo momento en el que baje el nivel, ni lugar para el descanso. Tan sólo 53 minutos del mejor doom que se puede escuchar hoy día.

Discazo. Puede que muchos sueñen con una vuelta de la formación original de Electric Wizard, pero otros preferimos despertar para darnos cuenta que estamos en una pesadilla viviente, cuyo nombre es Ramesses. A este paso el Top del 2010 va a estar petado... Bendito problema!