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Los grandes acontecimientos, más allá de su impacto inmediato y la euforia del momento, necesitan de cierto tiempo de asimilación de todas sus repercusiones, matices y verdadero peso específico para poder considerarlos en su justa medida. Y si hoy día en el mundo de la música hay algo que se pueda considerar grande es la salida de un nuevo disco del trío italiano Ufomammut. Desconocidos para gran parte del público, en especial el anglosajón, Ufomammut es una de las grandes bandas de doom del panorama internacional y de las pocas capaces de haber desarrollado un sonido personal e intransferible más allá de la repetición de viejos esquemas. Sin necesidad de ser los enésimos emuladores de Black Sabbath o Electric Wizard los italianos han moldeado un vasto cosmos de densidades imposibles y evocacionas lisérgicas donde sólo funcionan las reglas por ellos inventadas, y en el que las deudas con el pasado quedan empequeñecidas por las toneladas de ideas propias que conforman el verdadero cuerpo de su propuesta. Desde que debutaran hace doce años con Godlike Snake (2000, Beard Of Stars Records), la banda compuesta por Urlo (bajo, teclado y voces), Poia (guitarra y teclados) y Vita (batería) ha desarrollado una paciente pero inexorable carrera hacia la total supremacía del género, hecho que quedó constatado con el monumental Idolum (2008, Supernatural Cat). Dos años después superaron la imposibilidad lógica y parieron el aún más grande Eve (2010, Supernatural Cat), un mastodonte compacto que en tres cuartos de hora unitarios voló cabezas por doquier y les confirmó como una de las formaciones esenciales del nuevo siglo. Decididos a llevar su música a todos los rincones del planeta en 2011 se alían con el insigne sello estadounidense Neurot Recordings (cuartel general de los imprescindibles Neurosis y hogar de luminarias como A Storm Of Light, U.S. Christmas, Amenra o Made Out Of Babies) con la ambiciosa idea de editar un doble álbum dividido en dos actos. El primero de ellos, Oro: Opus Primum (2012, Neurot Recordings), vio la luz a comienzos de año y será seguido en Septiembre por su gemelo, Oro: Opus Alter. La conquista del cosmos ha comenzado...
Por imposible que parezca Ufomammut lo han vuelto a hacer. Aunque los niveles de magnificencia en los que se mueven estos señores hacen difícil ya que podamos comparar sus álbumes en base a baremos cualitativos, lo que sorprende de Oro: Opus Primum es la nueva vuelta de tuerca que han dado a un sonido que parecía acabado. Nadie les reprocharía que se asentaran en una propuesta de la cual poseen patente y que tan grandes les ha hecho, pero inmunes a las inercias acomodaticias el trío ha decidido ir un paso más allá y parir su obra más ambiciosa hasta la fecha. Por encima del hecho de que estamos ante un doble álbum (algo que siempre tiene sus riesgos en cuanto a cohesión y mantenimiento del nivel durante un metraje tan dilatado) lo verdaderamente osado es la idea que late tras las ciclópeas notas que componen el disco. Con la clara intención de traspasar todas las fronteras conocidas, los Ufomammut más aventureros hasta la fecha han dado forma a un trabajo donde las atmósferas y la psicodelia de magnitud cósmica se anteponen al mero hipnotismo por repetición de riffs. Catártico, sobrenatural y de una profundidad por momentos aterradora, Oro: Opus Primum ataca directamente a nuestro subconsciente, ese que bulle y se esconde de nuestro raciocinio mientras mira a las estrellas presa de la fascinación... y el miedo. Guiñando un ojo con superioridad al universo post al mismo tiempo que abrazando los postulados de voceros de la libertad creativa como los seminales Guru Guru o Amon Düül, el trío empapa la amalgama con unos riffs de densidad ultramundana que harían estremecer a grupos como YOB, añadiendo de propina unas atmósferas que elevan el conjunto a un auténtico diálogo entre furibundas deidades galácticas. La descomunal "intro" Empireum, un angelito de casi 14 minutos de duración, la hubiera firmado el mismísimo John Carpenter para una de sus películas, y lejos de obrar como simple introducción al álbum consigue elevar el pulso cardíaco del oyente a un nivel de intensidad y frecuencia propicios para enfrentarse a lo que está por venir...Porque acto seguido llega la devastadora embestida que es Aureum con una combinación de riffs plúmbeos y tectónicos y voces de otras dimensiones capaz de hacerse mear en los pantalones al Increíble Hulk. Inmisericordes. Infearnatural nos muestra la cara del Maligno, la verdadera, una maraña de riffs, gravedad sonora, hipnotismo percutivo, sintetizadores enfermos y voces que susurran directamente desde planos de existencia lovecraftianos. Puro deleite malsano y uno de los puntos álgidos del disco. El siguiente acto del álbum, Magickon, nos devuelve el protagonismo de los sintetizadores en otro ejercicio de evocación que haría las delicias del maestro Carpenter. Se trata de uno de los temas más ambientales que jamás hayan compuesto Ufomammut, hasta que Poia rasga las cuerdas y nuestras cabezas explotan en dirección a la Zona Negativa. Calificar la canción de catártica sería quedarse corto. Enlazando con Magickon y en línea con su segunda parte nos llega la final Mindomine, compendio de todas las armas de los italianos y que terminará de arrodillarte con su mixtura de atmósferas, sintetizadores, riffs con mayúsculas y un Urlo que canta desde algún lugar más allá de la Vía Lactea. Si a todo ello le sumamos una de las producciones más gordas por las que jamás hayan optado Ufomammut, nos encontramos ante una aterradora maravilla como ver morir el planeta a manos de Galactus. Si por sí solo ya es candidato a mejor disco del año, como Opus: Alter esté a este nivel podemos hablar de una de las obras esenciales de esta década. Así de clarito.
Uro: Opus Primum nos habla de la creatividad insaciable de una banda, Ufomammut, que vive instalada en la élite del doom internacional, esa en la que una vez residieron combos como Sleep o Electric Wizard y que actualmente es hogar de imprescindibles como OM o YOB. Ultramundano y de unas dimensiones sonoras casi inabarcables, estamos ante la mitad de una obra que puede marcar época.