Ecos de una ciudad sumergida.

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sábado, 27 de marzo de 2010

UFOMAMMUT - Idolum (2008)

Desde que subí el disco de Black Pyramid que tenía este otro en mente. Hubiera sido muy injusto que el trío stoner se llevara toda la gloria teniendo en cuenta que el pepinazo que tenemos hoy entre manos no tiene nada que envidiarle, y en muchos aspectos podría decirse que es superior. Hablar de Ufomammut es hacerlo de arte en estado puro, inquieto, libre. Para los interesados en ilustración y diseño gráfico, si les nombro a Malleus Rock Art Lab me dirán que estoy citando casi a Dios. Pues bien, se trata del colectivo artísitico donde están involucrados los tres miembros de Ufomammut, y que desde una perspectiva psicodélica han parido enormes obras además de portadas para discos de Melvins, Hypnos 69 o reediciones de Blue Cheer por poner un ejemplo. Centrándonos en lo musical, Idolum es el tercer álbum de estudio de los italianos, y una vuelta de tuerca más en su inimitable visión del stoner, del doom, del sludge e incluso del drone. Hablamos de una carrera en la que se han instalado como un auténtico grupo de culto, ganando más adeptos con cada nuevo lanzamiento, y siendo asiduos del imprescindible Roadburn, festivalaco sin parangón donde anualmente se reune lo más granado de los sonidos pesados y añejos. Con Idolum dieron un nuevo paso adelante, y cosecharon enormes críticas por medio mundo, siendo considerado de largo por la mayoría de la prensa especializada el mejor disco de stoner/sludge del año, y entre lo mejor que el género ha parido en toda la década. Incluso se ha hablado de ellos como los guías de cómo sonara el metal del futuro. Exagerado? Probalemente, ya sabemos como le pone a la prensa ese tipo de titulares pajilleros. De lo que si estoy seguro es de que en el stoner, a día de hoy, tan sólo Black Pyramid pueden mirarles a los ojos. Convencido de que junto a YOB es la mejor banda de doom que habita en estos momentos nuestro planeta. Y que cuando se acercan al drone, hasta los mismísimos Sunn O))) deberían postrarse a sus pies...

Muy difícil es intentar diseccionar la música de Ufomammut, como lo es la de explicar lo que se experimenta al vivir (este disco no sólo se escucha) Idolum. Es tan complejo, tan transversal estilísticamente y, en definitiva, tan poco racional, que difícilmente uno pueda jamás llegar a clavar un análisis de lo que estos italianos son capaces de conseguir con sus instrumentos. Partiendo del doom más plomizo y pausado, pero con una masa metálica que eleva auténticos muros sólidos frente al oyente, a su alrededor, sobre él, Ufomammut continúan su travesía añadiendo sintetizadores que aumentan la sensación de que uno está embarcado en un psicodélico viaje espacial, así como voces expansivas, que desde el fondo de un agujero de gusano nos recuerdan que también el trío profesa amor por el sludge. Aquí hay reminiscencias a Neurosis, a YOB, y sobre todo, a Pink Floyd, pero pasadas por una batidora muy personal, que es la que crea el inimitable estilo de Ufomammut, y que es imposible de confundir con el de cualquier otra banda. Avisar que no estamos ante un disco fácil de escuchar, ni mucho menos. Los que no amen los sonidos expansivos, repetitivos, que te agarran firmemente de la pechera y en suaves pero enérgicas espirales te eleven a los confines mismos de la galaxia, probalemente huyan como de la peste de un álbum como Idolum. Pero si eres de los que disfrutas de cerrar los ojos y dejarte llevar, de los que aunque durante el trayecto padezcas angustia, enfermes, sobre todo valores el no mantenerte inmóvil, el adentrarte en nuevos universos, Ufomammut es el mejor grupo que vas a encontrar hoy día. Olvídate del post-rock, del post-metal, de las mil etiquetas que hayas oido o de las mil bandas que te prometen el viaje de tu vida cuando en el fondo lo único que pueden darte es sopor eterno. Idolum te abatirá con sus riffs mastodónticos, con sus voces de ultratumba, con su rabia ocasional, con su belleza, con sus progresiones infinitas. El lector más avispado habrá notado que no he comentado todavía ningún tema. Y no lo pienso hacer. No puedo, ni quiero. Sería como intentar explicar la Teoría de la Relatividad de Einstein o la Fenomenología del Espíritu de Hegel en unas pocas líneas. Sólo de pensarlo sudo... Así que lo único que puedo hacer es recomendar enfervorecidamente este álbum, una auténtica joya ultraterrena, porque Ufomammut, como su nombre indica, son enormes bestias de otro planeta, y por lo demostrado en Idolum, mucho más inteligentes que los pobres seres que habitamos nuestro patético planeta azul.

Una obra maestra. Única e irrepetible, tan sólo al alcanze de ellos mismos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

BARREN EARTH - Curse Of The Red River (2010)

Pues ya tenemos entre manos uno de los álbumes más esperados de este 2010. Y lo es por varias razones. La primera sería que se trata de una superbanda de dimensiones cósmicas, ya que la conforman (arrodillense todos...) a las voces Mikko Kotamäki (Swallow The Sun), en las guitarras Janne Perttilä (Moonsorrow) y Sami Yli-Sirniö (Kreator), al bajo Olli-Pekka Laine (Moonsorrow), al teclado Kasper Martenson (Venho) y aporreando los parches Marko Tarvonen (Moonsorrow). Como se ve, un auténtico All-Star, una unión de talentos que tendría que hacer sacar pecho a cualquier finlandés que se precie. Otro factor para que este lanzamiento fuera tan esperado es la calidad del EP sacado el año pasado, y que nos dejó a la mayoría babeando y con ganas de más. Hablo de Our Twilight, que aunque tan sólo se trataba de un avance, de una primera puesta en escena, nos enseñaba algunas de las cartas que conforman la baraja sonora de Barren Earth. Death melódico, rock progresivo, metal gótico e incluso folk se desplegaban durante los cuatro temas contenidos en el EP con una maestría realmente envidiable, dejándonos a todos con ganas de muchísimo más.

Pues bien, Curse Of The Red River está aquí y os aseguro que deja a Our Twilight a la altura del betún. No exagero si digo que nos encontramos ante uno de los álbumes del año, y por lo contenido en sus nueve temas, dudo que muchos discos consigan superar esta maravilla. Me alegraría mucho si así fuera, porque significaría que 2010 habría sido otro año enorme para el metal, pero ya repito que lo dudo mucho. Si un calificativo pudiera englobar Curse Of The Red River, ese sería belleza. Hablamos de un álbum predominantemente doom (al estilo finlandés, que esto no es Sleep...), y las voces de Mikko Kotamäki son lo brutales que acostumbra en Swallow The Sun, pero todo lo que rodea a la música, desde los teclados a las guitarras melódicas, pasando por las voces limpias del resto de miembros y acabando en el gusto por el rock progresivo de corte clásico hacen de este trabajo una auténtica preciosidad. El armazón de los temas se fundamenta sobre mastodónticos riffs y la poderosa fuerza vocal de Mikko, lo que nos hará recordar muy claramente a los citados Swallow The Sun e incluso a Novembers Doom. Pero esto son solo los cimientos, y el resto de la casa se va levantando a base de tirar de un eclecticismo que convierte a Curse Of The Red River, y por extensión a Barren Earth, en una de las fuerzas más importantes que el death melódico tiene en la actualidad. Porque que un animal de las seis cuerdas como Yli-Sirniö, que no olvidemos ha pateado los culos de medio mundo con los inconmensurables Kreator, se descuelgue con unos solos melódicos capaces de emocionar al más rudo metalero y además nos haga recordar a Pink Floyd o Jethro Tull a base de devaneos con el rock progresivo, es algo que no se ve todos los días. Todo aquí es magnificencia, épica, poderío. Algo que se ve muy favorecido por el juego vocal que hace Barren Earth durante todo el metraje del álbum, combinando fiereza y calma, guturalidad con limpieza, instantaneidad con épica colosal. Escuchen todo ello mezclado en esa belleza llamada Cold Earth Chamber y ya me dirán... O la manera de ir ascendiendo en fuerza de la final Deserted Morrows, un tema que comienza calmado pero en el que Barren Earth te acaban agarrando por el pescuezo y alzándote a los mismísimos cielos. También sabe la banda jugar con las atmósferas, siendo The Ritual Of Dawn el mayor ejemplo de ello, y que además cuenta con un solaco de guitarra de caerse de espaldas. No le tienen miedo ni siquiera a incluir solos de flauta, como en el corte inicial que da nombre al disco, y en el que se acercan al folk sin miedo y con unos resultados flipantes. Así hasta completar nueve temas (ocho nuevos más la inclusión de Our Twilight, que ya se encontraba en el EP) acojonantes, compactos, sin ninguna fisura. Nueve historias llenas de diferentes matices, desarrollos, pero con un nexo común que nos habla de genialidad y talento a raudales.

Por discos como éste merece la pena seguir interesándose por la música, así de claro. Para mí, y desde ya, indiscutible candidato al Top del año.

martes, 23 de marzo de 2010

WETNURSE - Invisible City (2008)



Un poco despistadillo he andado estos días, aunque la verdad que ganas tenía ya de volver por estos lares con nuevo material. Pensando en qué trabajo me apetecía colgar y comentar, en seguida me vino a la mente la deuda que tenía con este grupazo neoyorquino, y más teniendo en cuenta que se trata de una banda injustamente ignorada. Formados a principios de década, su alma mater, el batería Curran Reynolds es toda una institución dentro del movimiento post-hardcore/noise de Nueva York, y famoso por ser el organizador de las Precious Metal, eventos que anualmente dan a conocer bandas aún desconocidas e interesantes dentro del panorama de la Costa Este. En 2004 lanzan su álbum homónimo de debut, que sedujo a la crítica y que se esparció como la pólvora gracias al boca a boca. Muy influenciados por la explosión de bandas de hardcore/metal experimental de finales de los noventa (Converge, Botch, The Dillinger Escape Plan), Wetnurse imprimían a sus desquiciados temas unas influencias del rock/metal clásico que hacían de su sonido algo tremendamente personal. El quinteto, completado por Gene Fowler a las voces, Greg Kramer y Garett Bussanick a las guitarras, y Ryan Jones en el bajo, edita cuatro años después la continuación de su debut, este Invisible City que tenemos entre manos. Dando un enorme paso hacia adelante y puliendo su propuesta hasta hacer de ella algo único, con Invisible City consiguieron entrar en ese selecto grupo de dioses del underground neoyorquino en el que se encuentran intocables de la talla de Krallice, Tombs o Behold... The Arctopus. Si bien es cierto que no llegaron a alcanzar la fama y reconocimiento de los citados, también lo es que por calidad Invisible City no tiene nada que envidiar a los álbumes de dichos combos, y puede mirar a la cara a cualquiera de aquellos discos de referencia de finales de la década pasada. Porque os lo aseguro, este Invisible City os hará disfrutar como el We Are The Romans (Botch) o Calculating Infinity (The Dillinger Escape Plan).

Todo en el álbum te sorprenderá de principio a fin, y muchos son los diversos elementos con los que el quinteto juega para provocar esta sensación en el oyente. El comienzo acústico de la inicial Conversations With The Moon es un ejemplo de ello. Unos segundos de paz que rápidamente se ven rotos por un asalto sónico en la línea de bandas seminales del hardcore/metal como Earth Crisis. Y cuando piensas que les tienes pillado el truco, te vuelven a descolocar con unos jugueteos con el progresivo alucinantes. Riffs de reminiscencias clásicas, solacos a toda velocidad que firmaría cualquier hacha de speed metal, pinceladas de rock alternativo, ecos jazzísticos... Lo increíble es la pasmosa naturalidad con la que todo está integrado en el sonido de Wetnurse. Donde The Dillinger Escape Plan se asemejaban a un tornado que te lanzaba a la cabeza mil objetos diferentes a la cabeza hasta dejarte noqueado, Wetnurse optaban por transformarse en un coloso de infinitas tonalidades que se te abalanza a toda velocidad destruyendo todo a su paso mientras tu permaneces inmóvil, pasmado ante el brillo hipnótico de su música. De verdad que nunca en mi vida me he enfrentado a una banda de tan marcada impronta hardcore, pero que a la vez pudiera dar verdaderas lecciones de como cascarse una jam rockera a los mismísimos Gov't Mule. ¿No me creeis? Pues escucharos los casi 12 minutos de la final Slow Your Spell, Miss Hell, y me comentáis. Un ejercicio de libertad creativa que habla de las pocas fronteras que las mentes de estos cinco tíos tienen levantadas a su alrededor. Fusión con palabras mayúsculas, no de esa que se limita a coger ladrillos diferentes y unirlos con dos golpes de argamasa barata. Aquí la función de los diferentes materiales es aportar la mayor consistencia posible a un edificio único, imponente, inexpugnable, una de las mayores obras de arquitectura sonora del comienzo de siglo. La voz de Gene Fowler desgarra el velo que sus compañeros con tanto esmero tejen a base de gruñidos que tan fácil van del hardcore puro al death metal más brutal, para que no olvides que en todo momento Wetnurse van a por tu garganta, sin piedad. Pero en este aspecto volvemos a sorprendernos, y en Missing Lion Returns, nos quedamos boquiabiertos al ver entrar la preciosa voz de Stephanie Gravelle (conocida por sus proyectos de difusión de la cultura musical en los barrios más desfavorecidos de Nueva York). Y es que con Wetnurse uno no puede dar nada por sentado, y que siga muchos años asi. Dejo que el resto de la valoración del álbum corra a cargo de vuestros oídos, porque los míos hace tiempo que se rindieron a este impresionante trabajo, al que vuelvo una y otra vez, y siempre quedo extasiado.

Una maravilla, y más en una época en la que la palabra originalidad cada vez se acerca más al museo donde van a morir las palabras anacrónicas. Una obra maestra, en un mundo donde la libertad creativa se arrastra por el fango de una sociedad que se devora a sí misma pensando que come carne de algún animal exótico.

lunes, 15 de marzo de 2010

INVASION - The Master Alchemist (2009)



Joder... Esto fue lo único que pude decir cuando escuché este disco de los londinenses Invasion. En unas alturas de la historia donde parece que todo está inventado, y donde las nuevas bandas no son más que (con suerte) imitadores de altura de sonidos ya conocidos, aparece un grupo como este, y con dos mimbres te hacen un discazo que suena completamente fresco y novedoso. The Master Alchemist es su disco debut, lo que le añade un meritazo al asunto importante. Como también lo es que estemos ante un trío de preponderancia femenina, formado por la batería Zel Kaute, el guitarra Marek Steven y la (desde ya) diosa de las voces Chantal Brown. De directos incendiarios y por lo que he leído ligeros de vestimenta, Invasion es un grupo que en un futuro cercano van a dar mucho que hablar.

Me chocó mucho que lo primero que leí acerca de su sonido por la red, calificara a Invasion como "motown metal". ¿Qué clase de etiqueta era esa?. No me entraba en la cabeza algo que unificara en una misma propuesta dos estilos tan (en principio) diferentes. Pues fue escuchar el disco, y una vez más tragarme todos mis prejuicios y dudas. Efectivamente, el sonido de Invasion viene a ser un psicodélico híbrido entre Black Sabbath tocado con la mala baba de un grupo thrash y con unas voces que te hacen pensar en una Aretha Franklin tibia de ácido. Todo suena increíble en el album. Una batería acojonante, técnica cuando debe y siempre rabiosa; una guitarra de otro planeta, dura, sucia, pero con un gusto por la psicodelia que te hará recordar (si tuvistes algo de infancia) esos viajes sudorosos bajo los efectos de un buen tripi. Y la voz...dios mío, que descubrimiento es esta Chantal Brown. Toda la grandeza vocal del soul retorcida y puesta al servicio del metal. Otro hecho destacable que nos habla de la energía derrochada en este The Master Alchemist es que la inmensa mayoría de los temas que contiene no llegan a los 2 minutos de duración. 12 temas ventilados en poco más de 20 minutos, en lo que es uno de los ejercicios de rock/metal sudoroso más grandes que servidor ha presenciado en mucho tiempo. Todo ello ayudado por una producción, analógica, que capta a la perfección el espíritu que la banda tiene en directo. Añadir que el álbum fue grabado en 4 días, y os podéis hacer una idea de la clase de ataque a la que vais a ser sometidos. Desde Kyuss a Skunk Anansie, pasando por Black Sabbath e Iggy Pop and The Stooges, Invasion no dejan títere con cabeza, y como ya he comentado consiguen algo dificilísimo hoy en día: un sonido propio. Os aseguro que aunque las influencias son evidentes, son de esos grupos tan personales que los identificas al oir el primer acorde. Os comentaría o recomendaría algún tema, pero paso un montón de hacerlo. Todos en el álbum son imprescindibles, y auténticos temazos para oir de seguido. Así que dejo que vosotros mismos los descubráis. La única pega, su escasa duración, que te deja con las ganas de muchísimo más. Aunque bueno, también el Reign In Blood de Slayer era igual y hoy es un intocable... Será verdad eso de las buenas esencias y los frascos pequeños!

La mayor sorpresa del 2009, sin duda. Invasion es una banda que de seguir pariendo barbaridades como The Master Alchemist pueden convertirse en una banda imprescindible (si no lo es ya) en muy poco tiempo.

jueves, 11 de marzo de 2010

HEATHEN - Evolution Of Chaos (2009/2010)



Otras leyendas thrashers que vuelven a la arena. Este caso, si cabe, es mucho más especial, ya que el último disco de Heathen, el genial Victims Of Deception, data de 1991. En 1987 habían publicado su debut, el también imprescindible Breaking The Silence. Tan sólo un par de albumes con el que destacaron como una de las bandas más especiales dentro del Thrash de la Bay Area, debido sobre todo a un sonido, muy pulcro y técnicamente impecable, que les unía más a las formaciones clásicas del Heavy Metal que a las de punk y hardcore hacia las que miraban la mayoría de grupos de aquel movimiento. Es cierto que nunca alcanzaron la celebridad de los gigantes de aquella época, aunque hay que decir que era muy complicado seguir la estela de titanes como Metallica, Anthrax, Slayer, Megadeth o Testament, que escribieron con letras de oro sus nombres en la historia de la música. Pero para todos los que amamos lo que supuso aquella época, y aquella explosión de creatividad, Heathen siempre tuvieron un hueco especial en nuestros corazones. Coqueteando con el progresivo y el heavy de corte más épico, el quinteto californiano siempre destacó por unas guitarras increiblemente trabajadas y pulcras, que no temían bajar el pie del acelerador si con ello ganaban en grandilocuencia, y también por unas voces limpias que mamaban directamente de la New Wave Of British Heavy Metal. Desgraciadamente, la banda se separó en 1992, afectada en parte por los daños colaterales que supuso la irrupción en tromba del grunge y la súbita (y estúpida) denostación de todo lo que oliera a heavy. Sin embargo, en 2001 Heathen volvió a los escenarios para actuar en una recogida de fondos para Chuck Schuldiner, el difunto cantante de Death, que por aquel entonces peleaba por su vida contra un tumor cerebral. A este evento se le sumaron directos junto a Exodus o Testament y alguna colaboración en recopilatorios y homenajes. Todos ellos ejercicios de calentamiento que preparaban la irrupción de este Evolution Of Chaos, grabado en parte años atrás pero publicado oficialmente a principios de este año. Viene Heathen con una formación ya asentada, que no es otra que David White como cantante, Lee Altus (Exodus) y Kragen Lum a las guitarras, el bajista Jon Torres y Darren Minter a la batería.

Metidos en faena con el álbum, hay que decir que Evolution Of Chaos es probablemente el disco más primario de Heathen. De estructuras más sencillas que los anteriores, es evidente que la banda buscaba un sonido más agresivo, supongo que por adecuarse a los nuevos tiempos, donde la mayoría de grupos thrashers amalgaman influencias venidas del death y del black con toda normalidad. Aun así, no asustarse, porque Heathen siguen sonando más pulcros y técnicos que el 99% de bandas de thrash metal. También hay que avisar que no estamos ante un disco de esos que vaya a entrar a la primera. Son tantos los matices y capas que despliega el quinteto en los casi 70 minutazos que dura la obra que es complicado asimilarlos todos en una sola escucha, o que cuadren en nuestros oidos de manera sencilla. Aún así, para todos los que conocemos Heathen, tampoco es algo nuevo. Victims Of Deception tampoco le entraba a uno facilmente, pero acabó convirtiéndose en pilar fundamental del género con el tiempo. De lo que si estoy seguro es que Evolution Of Chaos será un disco que agradará a un amplio sector de oyentes, pues tiene elementos para hacerlo. Los viejos fans de Heathen estarán encantados, porque la esencia y alma del grupo siguen intactos, pero a los nuevos fans del género les parecerá una maravilla, sobre todo porque todo suena increíble, con una producción del siglo XXI. También los amantes del heavy más clásico sonreirán, y mucho, al verse embaucados por la elegancia que derrocha el álbum, por sus voces limpias, coros, y guitarras técnicas y endiabladas. En el trabajo a las seis cuerdas hay que quitarse el sombrero ante Lee Altus, que se quita de encima el papel de segundón de Gary Holt que tiene en Exodus y se muestra como lo que todos sabemos que es, uno de los mejores guitarras del thrash metal, y un compositor bestial. El comienzo del álbum, con aires orientales, nos va metiendo en faena, y nos depara la primera sorpresa. Porque irrumpe un precioso sitar a cargo de (arrodillense todos) Steve DiGiorgio, ese dios caminando entre mortales, autor de obras capitales del metal en bandas como Sadus, Death, Autopsy o Testament, y en la actualidad considerado uno de los mejores bajistas del planeta gracias a su banda de jazz Dark Hall. No es un mal comienzo, no. Es difícil analizar todos los temas de Evolution Of Chaos, debido a la extensión y complejidad de su música, pero intentaré esbozar algunas pinceladas. Tras la sorpresiva intro inicial, Heathen nos escupen en la cara con Dying Season, uno de los temas más duros y rápidos de su carrera. Le sigue Control By Chaos, una puta maravilla y entre lo mejor del álbum, con cuatro solacos de guitarra (cuatro!) compartidos con la bestia parda Gary Holt de Exodus. Tras el subidón, nos llega No Stone Unturned, de esquema más clásico que thrasher, donde un comienzo muy tranquilo va adquiriendo peso hasta desembocar en un final jodidamente épico. Arrows Of Agony nos vuelve a lanzar a las estrellas con otro alarde compositivo brutal, unas guitarras al alcance de muy poquitos, y en definitiva, otro clásico instantáneo. Fade Away suena a Exodus 100% y si bien es cierto que puede desentonar algo dentro del sonido de Heathen, es un gran tema si conseguimos abstraernos de ese pensamiento. El que si chirría es a Hero's Welcome, y por momentos uno piensa que se ha colado un tema de Manowar por el camino; si señores, auténtico True Metal abochornante que no entra aquí ni con calzador. Pero bueno, viendo la excelencia que demuestra el resto del álbum, y los años que nos han tenido en el dique seco, es un pecado venial que dejaremos pasar. Esta vez... Con Undone vuelven a la senda, siendo un tema marca de la casa, con esos desarrollos increíbles y las diabluras guitarreras que tan bien ejecutan. En Bloodkult pisan el acelerador otra vez, como al comienzo del álbum, regalándonos otro temazo ultra-agresivo. Red Tears Of Disgrace nos vuelve a sorprender por su hincapié en el medio tiempo y la melodía, y aunque no es un tema típico, está fantásticamente compuesto y le da una versatilidad al álbum que se agradece en una banda de estas características. Todo un acierto. Silent Nothingness es un cierre perfecto, de nuevo un tema 100% Heathen en el que la potencia y la clase se dan la mano de una forma que sólo ellos son capaces de hacer, demostrando que han vuelto en plena forma.

En un momento que tan sólo Megadeth y Slayer se mantienen a duras penas en sus tronos, bandas como Heathen (también Exodus, Testament y Overkill andan en esas) demuestran que siguen siendo combos a tener muy en cuenta, y reclamando en pleno siglo XXI el reconocimiento que injustamente no tuvieron en su momento. Con este Evolution Of Chaos merecen eso, y mucho más. Discazo!

martes, 9 de marzo de 2010

BURZUM - Belus (2010)



Pues tenemos entre manos nuevo disco de Burzum, y esto por sí solo ya supone uno de los momentos más importantes dentro de la historia del black metal, y lo es por varias razones. Primero, porque Burzum es una de las bandas esenciales para comprender el género. Sin ella (y otras como Mayhem o Darkthrone) no se entendería el impacto que el black metal noruego tuvo en el mundo a principios de los noventa (conocida como la Segunda Ola del Black Metal), como no se habrían sentado las bases para su conformación como género actualmente asentado (y con una salud envidiable, por cierto). Otra razón que justifica la importancia de Belus es que se trata del primer disco de Burzum en once años, 16 si no contamos los dos álbumes que Varg Vikernes (único miembro de la banda) compuso en la cárcel, de carácter electrónico y con un sonido más que mejorable, debido en parte a las limitaciones propias de un encarcelamiento. 16 años desde que viera la luz Filosofem, auténtica obra maestra del black metal ambiental. El sonido distorsionado de esas guitarras, la lenta cadencia rítmica, la ensoñación a la que invitaba, la rasposa voz de Vikernes y sus referencias a dioses y tiempos perdidos en la memoria y mitología europeas supuso la primera piedra caida en un estanque cuyas ondas aún siguen reverberando en las aguas, aunque ahora con otros nombres como Drudkh, Wolves In The Throne Room o Blut Aus Nord. Combos de muy diversa índole e increíble calidad que deben su existencia al genio desequilibrado y enfermizo de Vikernes. Y esa es la tercera razón para que el álbum que tenemos entre manos sea tan especial: Varg Vikernes, o Conde Grishnackh, como él se autodenomina. Su trayectoria vital es una de las mas controvertidas de la historia de la música, y una de las principales razones de que durante mucho tiempo el black metal fuera denostado, temido y despreciado por gran parte de la comunidad metálica y del público en general. Pagano extremista, pirómano de iglesias católicas y adorador del nazismo (entre otas muchas cosas), el asesinato que cometió y que se llevó la vida de Euronymous, lider de los imprescindibles Mayhem y fundador del legendario sello Deathlike Silence, no hizo más que aumentar su popularidad morbosa y erigirlo como el Charles Manson de la música extrema. Tras 16 años en la cárcel, Vikernes vuelve a respirar el aire seco y helado de Noruega en libertad, y en la actualidad vive retirado en una granja con su familia. Desde allí nos llega Belus, su nuevo ataque frontal al (según él) decadente mundo occidental.

Las declaraciones previas que el músico había ido lanzando hablaban de cierto alejamiento del black metal y de evolución. Algo que provocaba, cuanto menos, incredulidad, ya que estamos frente al rey del primitivismo sónico, el supremo tirano de las canciones infinitas a base de dos notas de guitarra, y no acababa de verlo yo en plan Yngwee Malmsteen o pariendo temas de 3 minutos. Pues bien, he de decir que algo de razón si que había en sus palabras, ya que en Belus (nombre de una antigua deidad solar, origen del dios vikingo Balder y del griego Apolo) Vikernes nos ofrece el que de lejos es su mejor composición a las guitarras, principalmente por sus variados registros (dentro de lo que es Burzum, no nos vayamos a emocionar...). También se ha notado un cambio respecto a la producción, y aunque se sigue respetando ese aura de raw black metal que tan bien le hace a su música, todo en Belus suena infinitamente mejor que en anteriores producciones de Burzum. Y al hilo de las guitarras, probablemente éstas sean las principales protagonistas del disco. Desdeñando acompañamientos electrónicos y teclados, y relegando la batería a un segundísimo plano, son las melodías (por momentos realmente preciosas) que Vikernes saca a su guitarra el eje sobre el que rota toda la música contenida en ocho temas centrados en la vida, muerte y renacimiento del dios solar. Historia de corte mitológico que es cantada con maestría por una voz, la de nuestro enfermo noruego, que también ha variado notablemente desde sus inicios. Ya no encontramos al trollecillo gritón de los inicios de Burzum que amenazaba con taladrarnos los tímpanos, y en su lugar emerge un regio guerrero nórdico de voz mucho más profunda, y que a sus desgarradores gritos (ahora más imponentes) suma momentos con voces limpias que recuerdan a los de un contador de historias de los de antaño, de voz poderosa y cautivadora.

Tras la intro inicial que es Leukes Renkespill, el álbum entra en materia con Belus' Doed, un tema marca de la casa que se basa en un único riff que domina de principio a fin la canción. Sin embargo, según se va desplegando el metraje y entran acompañamientos y matices observamos cómo, pese a seguir dominando ese sucio minimalismo que tan famoso ha hecho a Burzum, nos encontramos ante un disco mucho más trabajado técnica y compositivamente. De todos modos, lo importante es el resultado, y el tema es poderoso, evocador, fiero y de una cadencia hipnótica, como no podía ser menos. Glemselens Elv es un temazo, uno de los puntos álgidos de Belus. 11 minutos de viaje que comienza con una saturación y distorsión sónica que van in crescendo, ayudada por los lamentos y gritos de Vikernes, pero que hacia sus minutos finales explota con unas guitarras que te pillan completamente a contrapie (y más en un disco de esta banda); las melodías que llenan el cénit del corte son impresionantes, y se funden con una voz que abandona el salvajismo para ganar en profundidad. Lo dicho, un temazo. Kaimadalthas' Nedstilding vuelve a dejarnos completamente descolocados, principalmente por los cambios de ritmo y las diferentes sonoridades que se aprecian. Empieza salvaje, a toda pastilla, casi como si un disco de salvaje Black primitivo se tratase, para acto seguido volver al esquema minimalista-repetitivo de la banda. Encontramos coros que nos dan la sensación de que en Noruega también hay cabida para los mantras orientales, y el corte alcanza su punto álgido en el ecuador de su metraje, con una melodía capaz de ponerte los pelos de punta. Otro tema grande, muy grande. Sverddans supone el pequeño homenaje que Vikernes le hace al black original; poco más de dos minutos de tema a toda pastilla, doble bombo incluido, con voces muy deathmetaleras y un riff de guitarra que parece quisiera cabalgar directamente hacia el Ragnarok, el fin de los días según la mitología vikinga. Pasado el ecuador del disco, y hasta el momento más que satisfechos por lo vivido, no podemos imaginar que lo mejor está por llegar, y es que los tres últimos cortes del álbum son realmente magníficos. Keliohesten vuelve a comenzar sin excesiva prisa, sumando distorsión y capas y capas de sonido, preparando el colchón sobre el que va a reposar el verdadero alma del tema, que no es otro que las melodías de guitarra que de nuevo son un auténtico acierto. Hipnotismo y belleza se unen de nuevo de esa retorcida manera que tan sólo Vikernes es capaz de hacer, y uno sólo puede aplaudir ante un efecto de ese tipo elaborado con unos mimbres tan limitados. Y si de limitación y grandeza hablamos, Morgenroede es el mayor ejemplo. Para mí el mejor tema del disco, el cabrón de él se sustenta sobre un riff de dos notas y un golpeo pausado y regular de batería. Ya está, sólo eso, y mi alma está camino de Saturno. No lo puedo explicar, es imposible, pero este desgraciado y despreciable nazi loco tiene un don increíble para construir catedrales con dos troncos podridos. El final del álbum nos llega con la instrumental Belus' Tilbakekomst, otra joya de canción. Estamos ante uno de esos temas para cerrar los ojos, respirar y dejarnos llevar a la extraña dimensión personal de Vikernes, habitada por paisajes ya extintos y seres de leyenda. Minimalismo ruidoso, distorsión, saturación, estructuras repetitivas y melodías se retuercen en tu cabeza para dar forma a un cosmos, el de Burzum, de un carácter único y habitado únicamente por nuestro querido/odiado aspirante a tirano. Se agradece que Burzum no caiga en un vicio típico en los grupos de black ambiental, que no es otro que el rellenar minutos con interludios instrumentales pseudo-profundos pero que inducen al oyente al sopor más profundo. De eso nada, aquí tenemos sólo ocho temas (siete restando la introducción de 30 segundos) redondos y que se bastan para erigir a este Belus en una auténtica sorpresa (esperaba poco, la verdad) y en un álbum que no pararás de escuchar una y otra vez.

He de reconocer, aunque me joda (es que Vikernes me repugna mucho...), que estamos ante un auténtico discazo. Puede que visto dentro de un tiempo, en perspectiva, la impresión sea menor, cuando los factores externos que rodean a Belus se disipen, pero mientras tanto creo que estamos ante uno de los discos de Black Metal Ambiental del año.

Nota: 9/10


lunes, 8 de marzo de 2010

JUCIFER - L'Autrichienne (2008)





Ya llevaba tiempo queriendo hablar de esta banda, pero hasta ahora no había encontrado el momento propicio para hacerlo. Imperdonable, pues me parecen una de las formaciones más genuinas y originales del panorama actual. Hablo de panorama, sin concretar, porque la verdad me veo bastante incapaz de enmarcarlos en ningún estilo. Las comparaciones con los White Stripes les cayeron desde el principio, por eso de estar formados por una pareja (sentimental y artística) y tocar rock. No sé si estoy muy de acuerdo con hacer esta similitud, basicamente porque Jucifer son muchísimo más que un grupo de garage rock, y sobre todo, porque The White Stripes no les llegan ni a la altura de los zapatos. Formados en 1993, la banda integrada por Amber Valentine y Edgar Livengood suponen toda una rareza dentro del mundo rockero y metálico, y siempre han destacado por desarrollar una propuesta artística y vital ajena a cualquier corsé y formalismo. Sin ningún tipo de residencia fija, el duo lleva desde que se conforman como grupo viviendo en su caravana y girando sin cesar por todo el mundo, siendo sus mayores parones las tres veces que han tenido que entrar al estudio a grabar. Ese es el principal motivo de su escasa producción, ya que en 17 años de carrera tan sólo han editado cinco álbumes. Destacan también por sus incendiarios directos, caracterizados por el enorme volumen que despliegan, y que llevó a Matt Pike a declarar que nunca había visto a ningún grupo más ruidoso que Jucifer. Viniendo de alguien que tocaba en los capitales Sleep y que ahora patea culos por medio mundo con los cada vez más grandes High On Fire, es todo un halago y la mejor publicidad posible. Debido a esto, y sin importar que Jucifer nunca vaya a ser un grupo domesticable ni "convencional", Relapse Records (probablemente el sello más grande del planeta si de metal extremo hablamos) decide ofrecerles un contrato discográfico. Con ellos editan en 2006 If Thine Enemy Hunger, un álbum que ya llama la atención de la crítica y el público por su peculiar manera de conjugar el sludge y el doom con unas melodías propias del indie y el pop, y que les lleva a ser etiquetados como el cruce bastardo entre Black Sabbath, los Melvins (para los que han hecho de teloneros) y Portishead.

Así que la expectación que había en 2008 ante la noticia de que iban a sacar nuevo disco era muy importante. Lo primero que le viene a uno a la cabeza al escuchar el álbum es que a Jucifer esta presión no le podía importar menos, porque L'Autrichienne consta de 21 temas que se despliegan durante más de una hora, y además se trata de un disco conceptual sobre la historia de la Revolución Francesa con las vivencias de Maria Antonieta como hilo conductor (L'Autriechenne significa La Austriaca en francés, y era el apodo despectivo con el que se dirigían a ella sus detractores). Sin embargo, para nada es un trabajo árido ni difícil, a no ser que uno tenga unos oidos rígidos y una mente poco amiga de las fusiones, ya que en tal caso puede huir espantado. L'Austriechenne es rico, exhuberante, preciosista, lleno de matices, con arranques de furia... Y con unos temazos para caerte de espaldas. La gama de instrumentos que domina la pareja aumentan respecto a sus anteriores lanzamientos, y de su esquema inicial de guitarra-batería han ido evolucionando a una mayor riqueza sonora, donde Valentine (guitarra/voz) toca también el bajo, el piano, hammond, violín, cello y mellotron; Edgar Livengood tampoco le va a la zaga, y a la perfecta labor de batería le suma su capacidad para tocar el piano, el trombón, la trompeta y la tuba. Es difícil diseccionar este álbum con palabras, pues la cantidad ingente de influencias y sonoridades que encierra daría para escribir hojas y hojas. Aun así, lo maravilloso de L'Autrichienne es que es un disco de canciones más que una unidad monolítica, y a pesar de ser un disco conceptual, cada corte está pensado para ser un pequeño cuento dentro de una gran historia. Como la vida misma, vamos. Comienza el álbum con la impresionante Blackpowder, un tema de indie-rock con músculo sludge y con un riff de guitarra por el que Kurt Cobain hubiera matado. Aquí es necesario hacer un pequeño parón y hablar de la voz de Valentine, uno de los rasgos más distintivos de Jucifer. Y es que escuchar un tema como Armada, de estructura claramente doom/sludge, fusionado con una voz limpia, preciosa, femenina, en la línea de PJ Harvey, y que el resultado sea tan grandioso, es algo al alcance de muy pocos. Pero donde Valentine se adueña completamente de las canciones es en las más reposadas e introspectivas, a las que lleva a otra dimensión. To The End, L'Autrichienne o Noyade son baladas maravillosas, que se expanden sin prisa a través de tus oidos, y donde la voz cargada de inocencia de Valentine hace contigo lo que quiere. El indie está tremedamente presente, y cortes como Armada, Behind Every Great Man, la ya citada Blackpowder o To Earth las podrían haber firmado perfectamente Sonic Youth, Boss Hog o L7. También hay guiños al sludge más primitivo, incluso al grindcore. Zarpazos salvajes como Thermidor, Fall Of The Bastille o ese puñetazo que es Traitors así lo atestiguan, mostrándonos el amor que la pareja profesa también al hardcore punk y el underground metálico de principios de los 90. No sé si la Revolución Francesa hubiera sido diferente de haber existido Jucifer en aquella época, pero estoy seguro que no podría haber tenido mejor banda sonora.

Uno de los mejores discos de la década, y una banda única e inimitable, que seguro nos depara muchas más alegrías en el futuro.

Nota: 9,75/10



domingo, 7 de marzo de 2010

SCOTT H. BIRAM - Something's Wrong / Lost Forever (2009)




Scott H. Biram. O el redneck capaz de conmover almas con su música. Desde el corazón de la EEUU más reaccionaria, este texano de aspecto intimidatorio y amante de los excesos de carácter etílico lleva desde el año 2000 asombrando a medio mundo con su intensa propuesta basada en un blues extremadamente primario, sucio e hiriente. Antes de lanzar su carrera en solitario, de todos modos, ya había militado en un grupo punk y en un par de formaciones de bluegrass. Decidido a no discutir su visión musical con nadie que no fueran sus propios demonios interiores, comienza a componer temas como hombre-orquesta (o Dirty Old One Man Band, como se refiere a sí mismo), y publica cuatro álbumes y un EP a través de su propio sello, KnuckleSandwich Records. Su último trabajo autoeditado Dirty Old One Man Band, sería re-editado en 2005 como consecuencia del acuerdo al que llega con el sello de Chicago BloodShot Records. Un año antes había estado a punto de perder la vida al ser arrollado por un camión que le provocó múltiples fracturas e importantes daños intestinales. Menos de un mes después, un Scott H. Biram postrado en una silla de ruedas y medio paralizado presentaba sus nuevos temas en el famoso Continental Club de Austin, para asombro de la parroquia allí congregada. Las fuentes de las que bebe su música son variadas, pudiendo encontrar en su obra referencias al blues, country, hillbilly, punk, rock sureño... Eso sí, todas esas influencias se apoyan siempre en su destartalada Gibson del 59, un viejo Hammond, la percusión atada a su pie y una colección de micrófonos viejos, muchos de los cuales estropea a posta para distorsionar el sonido de su voz, uno de los rasgos característicos de su propuesta. A pesar de no aportar nada nuevo musicalmente hablando, tiene ese don característico de los genios para aún así conseguir diferenciarse de sus contemporáneos, brillando con luz propia en el mundo de la música de raíces norteamericana. Si hubiera que buscarle uno de esos contemporáneos, probablemente fuera Hank Williams III, el "enfant terrible" del country actual, y con el que ha girado por toda la geografía estadounidense.

Something's Wrong / Lost Forever supone su séptimo trabajo, el tercero para su actual sello, y una confirmación de que su techo creativo queda muy lejos, suponiendo que lo tenga. Su bagaje anterior es excepcional, pero éste es probablemente su disco más redondo, sin ningún tipo de fisuras ni fallos observables. Ahí están su puñado de viejos instrumentos, su voz rota y el sonido low-fi, pero ahora conjuntados a la perfección para soltarte 12 puñetazos de mutado e irreconocible blues amargo y primario. Tan sólo por componer Still Drunk, Still Crazy, Still Blue, Scott H.Biram merecería entrar directamente en los libros de historia, sin discusión. Considerada automáticamente una de las mejores canciones de blues de la década, se trata de un precioso tema apoyado en un hammond que guía a la guitarra, y donde como excepción la voz de Scott no se encuentra distorsionada. Una puta maravilla. Pero es que el resto del álbum no le sigue muy lejos: Sinkin' Down es una joya que, apoyada en el folk más melancólico, te llega al mismísimo alma. Con la sola ayuda de la armónica y de la percusión de sus pies, crea todo un temazo country como Aint' It A Shame. En la misma línea corren también cortes como Draggin' Down The Line, mientras que el final del álbum va adquiriendo progresivamente un tono más blues. Muy especial es el apartado de la producción, que a pesar de ser muy escrupuloso en su respeto a las raíces y su caracter primario, no le hace ascos a incorporar elementos propios de nuestro siglo. A eso se le llama mirar al futuro pero con los pies bien anclados en el suelo.

Una auténtica obra maestra, basada en un talento desbordante, determinación, actitud a prueba de bombas y una necesaria dosis de locura y desequilibrio fruto de intentar contener la energía desatada por esas fuerzas.

viernes, 5 de marzo de 2010

AIRBOURNE - No Guts, No Glory (2010)



  1. Born To Kill
  2. No Way But The Hard Way
  3. Blonde, Bad And Beautiful
  4. Raise The Flag
  5. Bottom Of The Well
  6. White Line Fever
  7. It Ain't Over Til It's Over
  8. Steel Town
  9. Chewin The Fat
  10. Get Busy Livin'
  11. Armed & Dangerous
  12. Overdrive
  13. Back On The Bottle
De vuelta ya de unas ansiadas y maravillosas minivacaciones, y con enormes ganas de volver a escribir sobre música, me he decidido a hacerlo sobre uno de los discos más esperados de este 2010, y que no es otro que el segundo largo de los australianos Airbourne. Enormes eran las ganas de oir este No Guts, No Glory, y más teniendo en cuenta la convulsión (patada en el culo diría yo) que supuso su debut Runnin' Wild en 2007. Aquel era (y es) todo un discazo, que comprimía en once pepinacos todo lo que de grande tiene el rock'n roll, pero elevado a la enésima potencia. Leí en algún sitio, y lo apoyo al 100%, que ese álbum era el mejor disco de AC/DC desde el Back in Black. Yo soy más atrevido, y afirmo que no es inferior a ninguna obra maestra de las que parieron sus "hermanos mayores". Y es que Runnin' Wild era perfecto, sin fisuras, un puñetazo en la cara que en menos de 40 minutos te levantaba de la silla y te obligaba a menear las crines con el puño en alto sin darte un solo segundo de respiro. Evidentemente hubo quien les criticó por parecerse demasiado a AC/DC, por no inventar nada, etc. Argumentos vacíos cuando de rock'n roll se trata, un género que solo entiende de actitud, sudor, energía, y temazos. Y de eso este joven cuarteto anda sobradísimo. Muy poquitas bandas, además, son capaces de desplegar un directo tan incendiario como Airbourne. Incluso ellos han llegado a afirmar que no saben cuanto tiempo más podrán mantener ese nivel de derroche físico sobre las tablas. Yo que tuve el placer de verles hace dos años en el Kobetasonik (y espero repetir este año en el Azkena Rock) doy fe de ello, así como de mis agujetas al día siguiente... Por cierto, también hay que añadir que los comentarios acerca de sus similitudes con AC/DC son bastante simplones por incompletos. Es indudable que esa influencia es más que palpable, pero también lo son, sobre todo en sus temas más rápidos, las de otras bandas capitales dentro del hard rock como Rose Tattoo, Ted Nugent o incluso Motorhead (Lemmy es un gran admirador de la banda, e incluso apareció en el videoclip del tema Runnin' Wild).

Y dejando de divagar e ir por las ramas, es momento de centrarse en este No Guts, No Glory. Tras no poder parar de escucharlo durante un par de días (literalmente, porque me lo habré merendado ya una docena de veces), he de decir que Airbourne han vuelto a parir un nuevo discazo. No alcanza la perfección de Runnin'Wild, he de aclarar, pero es que aquel era uno de esos discos que marcan la carrera de una banda y que dificilmente puede volver a repetirse. Pero este álbum posee argumentos propios como para erigirse uno de los mejores discos de rock del año, así de clarito. Que nadie espere sorpresas, No Guts No Glory sigue al milímetro la línea abierta con su anterior trabajo. Es decir, rock'n roll del de toda la vida, rápido, sucio y enormemente pegadizo, con unos coros peta-estadios increíbles.. Su comienzo es ya directamente matador. Esa concatenación de temazos compuesto por Born To Kill (matador...), No Way But The Hard Way (elegido como primer single y toda una declaración de intenciones), la socarrona Blonde, Bad And Beautiful y la macarra Raise The Flag pueden tirar de la silla hasta al oyente más escéptico. Joel O'Keefe se reafirma como uno de los frontman más grandes del panorama actual, y tanto sus guitarreos como sus poses y actitud están al alcance de muy poquitos sobre esta bola de barro que llamamos planeta. Su temática se ajusta también a lo que uno espera de un disco de estas características. O sea que quien busque profundidad y filosofía que se largue a escuchar el nuevo de Porcupine Tree. Aquí solo tiene cabida el rock'n roll, el alcohol, las fiestacas gordas y la búsqueda del roce con el esquivo sexo opuesto. Y la verdad que se agradece en un panorama dominado por las poses afectadas y los ceños fruncidos. Podría continuar diseccionando temas, pero lo considero una futilidad a causa de lo compacto de todo el álbum. Sólo puedo quitarme el sombrero ante esta fantástica continuación, otra piedra más en la carrera de una banda que merece comerse el mundo y bañarlo en cerveza.

Lo dicho, que vais a disfrutar como perracos con No Guts, No Glory mientras os abrazáis a los colegas, brindáis con las jarras en alto y gruñís improperios etílicos a incautas féminas que huirán de vosotros como de la peste,jajajaj.

Nota: 8,75/10



AIRBOURNE - No Guts, No Glory

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PD: y de regalo para todos aquellos marcianos que aún no lo hayan escuchado, os cuelgo su anterior trabajo, Runnin'Wild. Disfrutadlo!