Ecos de una ciudad sumergida.

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jueves, 12 de abril de 2012

LISABÖ - Animalia Lotsatuen Putzua (2011)



Demasiado he demorado esta reseña, la de un disco que de no haberse editado tan tarde (Diciembre de 2011) hubiera sido firme candidato a entrar entre mis discos favoritos del año, con opciones de ser fácilmente el nº1. Y es que Lisabö son mucho Lisabö... Su espectacular debut Ezarian allá por el año 2000 ya dejó claro que estábamos ante una banda destinada a ser una entidad de culto, pero de las de verdad. Tanto por una propuesta difícil y personalísima que bebía del post-hardcore y el noise como por una actitud que sin ser arisca con los medios sí daba la espalda al negocio de la industria y todo lo que no tuviera que ver exclusivamente con su alquimia sonora, y terminando por la férrea convicción de cantar en euskera, el idioma de su tierra. De la mano de uno de los directos más intensos y demoledores que uno pueda vivir hoy día y una discografía abonada al carro de la excelencia, el quinteto de Irún se ha convertido en objeto de adoración tanto para los moradores del underground como de modernetes lectores de la inefable Rockdelux. Sin embargo poco parece importarles a los vascos toda esta adulación, permaneciendo en un estado de plácida hibernación del que despiertan cuando así lo consideran para soltarnos una nueva joya de existencialismo sonoro. Es el caso de su nueva criatura, Animalia Lotsatuen Putzua (El Pozo De Los Animales Avergonzados en castellano), de nuevo editando con la plataforma de edición musical autogestionada Bidehuts.


Los seguidores de Lisabö no encontrarán en este nuevo trabajo ninguna sorpresa especial respecto a anteriores discos (exceptuando el preciosista Izkiriaturik Aurkitu Ditudan Gurak de 2005), pero sí la constatación de que siguen en una forma casi inalcanzable para la mayoría de los mortales, con el añadido de moverse en unos terrenos enteramente propios. Recuperando la crudeza y los desarrollos intrincados de su debut, su cuarto trabajo de estudio es un tortuoso y pasional viaje al interior de nuestras heridas, entre sonidos que cortan como alambradas de espino y desgarradores lamentos plenos de intensidad. Moviéndose entre las sombras de la existencia pero buscando constantemente la luz, vastos como el océano pero con la sequedad sonora por bandera, Lisabö son uno de los mayores exponentes de la ley hegeliana de la unidad y lucha de contrarios. Piezas de diferentes rompecabezas que chocan y se rompen pero que acaban encajando bajo los inclementes martillazos de la voluntad, dando como resultado un paisaje mucho mayor que la simple adición de sus partes constituyentes. Alejados ya del cajón de sastre del post-hardcore, nos encontramos de nuevo ante una banda que sólo puede compararse consigo misma, un crisol de sonoridades que a duras penas puede contener la rabia latente en cada una de sus notas, en cada susurro, en cada golpeo de sus dos baterías gemelas. Sigue sorprendiendo la pasmosa facilidad con que conjugan el mayor de los ascetismos, la negación rotunda del artificio, con unas estructuras enrevesadas y filosas como alambre de espino, lo que nos habla de que las cosas es mejor decirlas directamente, pero aún así nada es tan sencillo como parece. Vamos, como la puta vida. Y como en ésta, pocos momentos hay para la relajación y el reposo espiritual, algo de lo que prácticamente nada encontrarás en Lisabö. Desde la demolición abrasiva de Oroimenik Gabeko Filma (La Película Sin Recuerdo) a la preciosa calma tensa e intimista de Ez Zaitut Somatu Iristen (No Te He Sentido Llegar), pasando por la claustrofobia desgarrada y repetitiva de Gordintasunaren Otordu Luzea (El Largo Banquete De La Crudeza), todo en Animalia Lotsatuen Putzua son tendones rígidos y espasmódicos, gargantas rotas, el rechazo de la carne y el espíritu ante la banalidad de la existencia moderna. Algo que queda reflejado perfectamente en los textos del escritor Martxel Mariskal, que de nuevo vuelve a actuar como sexto miembro del grupo en la sombra y que nos deja perlas como las que abren el corte Oinazearen Intimitatea (La Intimidad Del Dolor): "No has venido a mi fiesta. No he ido a tu entierro. Ando cuidando tus libros y tus collares, alimentándome de carcoma en el ático de madera, y tragándome los muchos ojos del recuerdo cada vez que cambian de color". Y tras los 40 minutos de duración a través de los cuales se retuercen los 6 cortes que componen el álbum te quedará una sensación mezcla de agotamiento espiritual y ganas de más, sadomasoquismo fruto de otra victoria incontestable de Lisabö.


Animalia Lotsatuen Putzua es, de nuevo, la constatación de que no es necesario mirar fuera de las fronteras para hallar obras maestras de belleza... y dolor. Lisabö continúan siendo una banda única en el panorama internacional, ajenos a modas, estilos o etiquetas. Y si ellos le gritan a la existencia, yo le grito a su grandeza. A sus pies.




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