Hoy toca echar la mirada atrás para contemplar a la que en mi opinión es una de las bandas de rock más importantes de la década de los 90. Una banda que pese al relativo éxito de sus discos hoy día no goza del reconocimiento que merece, el de ser los precursores de todo un sonido que más tarde encumbró a formaciones mucho menos talentosas que el cuarteto de Seattle. Formados en mitad del apogeo del grunge, Sunny Day Real Estate tenían una visión del rock bastante diferente que la de sus vecinos (con la posible excepción de Nirvana, con los que puede que compartieran ciertos gustos), una propuesta que bebía de grupos seminales del post-hardcore como Embrace, Rites Of Spring y Fugazi y a la que el cuarteto le añadió una mayor presencia de las melodías y un acercamiento a los postulados del rock independiente. Para dar forma a su debut decidieron marcharse a Chicago y meterse en los Idful Studios de Brad Wood, batería de Shrim Boat y que también trabajaría como productor con bandas de la talla de Seam, Tar, Veruca Salt, Placebo o Smashing Pumpkins. Ajenos a todo lo que no fuera la música, muy pocas fueron las entrevistas que dieron a la prensa, y en su día apenas se publicaron fotos de la banda con fines promocionales.
Metidos en un saco de terrible fama como es el del emo, a Sunny Day Real Estate se les considera los padres de la segunda generación del mismo (en la primera entrarían los Embrace de Ian MacKaye y los Rites Of Spring de Guy Piccioto y Brendan Canty, todos ellos futuros miembros de Fugazi), la que sentaría las bases del éxito futuro de combos como Jimmy Eat World, Texas Is The Reason o The Promise Ring. Independientemente de lo difusa e innecesaria que es esa etiqueta, para mí Sunny Day Real Estate es una banda de rock a secas, con el matiz evidente de que son hijos de una década en la que el género se vio renovado por la energía e ideas que venían del cambiante mundo del hardcore y el punk de finales de los 80. Diary fue la última gran apuesta del legendario sello Sub Pop, y ciertamente volvieron a dar en la diana porque estamos ante poco menos que un disco perfecto, redondo, con todos los elementos para convertirlo en el clásico de culto que es hoy día. A medio camino entre la crudeza inquieta de Fugazi, el indie y las más bellas melodías pop que puedas imaginar, Diary es el mejor exponente de ese punk que dirige sus garras no hacia fuera sino a las propias entrañas, un viaje introspectivo al centro del alma en busca de respuestas. Evidentemente en todo ello hay un componente de existencialismo juvenil de clase media que puede echar para atrás, pero servidor hace tiempo que no le pide a los artistas que jueguen un rol que no es el suyo y que compete más a la esfera de la filosofía y la política. Y que si un disco abre con dos joyas del calibre Seven e In Circles, pues sólo me queda callarme la boca y estremecerme con la energía de dos de las mejores canciones que parió aquella década. Las tensiones internas que más tarde romperían la banda todavía estaban aquí bajo control, aunque presentes, y dotaban a Diary de esa mágica mixtura entre distorsión, rabia y preciosos estribillos que te llevaban en volandas a unos parajes completamente nuevos dominados enteramente por la pasión. Acompañados por la grandiosa interpretación vocal de Jeremy Enigk, Sunny Day Real Estate consiguieron con Diary recoger el testigo que enarbolaron Pavement en los 80, un legado que gritaba a los cuatro vientos la viabilidad de fusionar dos estilos tan aparentemente contrapuestos como el pop y el punk, demostrando que la belleza, la verdadera, la que no sale de floridos poemas ni de paisajes bucólicos, nace de las entrañas. Diary es el mayor exponente de toda una década, un disco que sobrepasa los límites impuestos por sus virtudes musicales (que son inmejorables) para convertirse, efectivamente, en el diario generacional de todos aquellos que nos introdujimos en la música en esos años.
Poco después Enigk descubriría a Dios y espantaría al resto de la banda: Nate Mendel (bajo) y William Goldsmith (batería) se unirían a los Foo Fighters (Mendel todavía continúa) de Dave Grohl grabando el exitoso The Colour And The Shape (1997), mientras que el guitarra Dan Hoerner se retiraba a vivir en una granja con su esposa. Por el camino dejaron otro fantástico disco como LP2 (1995) y el notable y póstumo (esta vez como trío) The Rising Tide (2000). Pero por encima de todo, y gracias a Diary, abrieron un sendero completamente nuevo, una vía transversal capaz de recorrer diversos parajes sonoros para llegar al corazón de toda una generación.
5 comentarios:
Gran entrada y gran grupo ;)
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Tienen un tercer disco que no nombras, y la referencia a Pavement es equívoca, porque nunca publicaron nada en los 80´. Un saludo
Nombro su tercer disco, The Rising Tide, sólo tenías que haber leído hasta el final. Pavement debutan con el EP Slay Tracks en 1989. Más suerte la próxima vez.
El tercer disco no es "the rising tide", sino "how it feels to be something on". Más suerte la próxima vez
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