No pocos han sido los álbumes que nos han sorprendido a lo largo de un 2011 lleno de triunfos en lo musical, y que a buen seguro a más de uno le llevará aún muchos meses disfrutar en su verdadera dimensión. Una de esas sorpresas fue el debut de Olde Growth, un joven dúo de Boston que causó una notable conmoción en el panorama metálico estadounidense. He de decir que en su momento no le presté la atención debida al disco, e incluso me pareció de lo más genérico, pero poco a poco fui descubriendo todos sus matices y a día de hoy es probablemente uno de los trabajos que más haya escuchado de la selecta cosecha de 2011. La banda, compuesta por Stephen LoVerme al bajo y voces y Ryan Berry como batería, demostró que no es necesario una formación de cinco o seis integrantes para dar forma a una propuesta que puede medirse en pegada y contundencia con cualquier combo de los que pululan ahí fuera. Y mucho menos si como estos tíos el punto de partida es un sludge abrasivo como la lija del 10.
Remarco lo del punto de partida, eso sí, porque sería todo un error calificar a Olde Growth como una banda sludge, ya que sus tentáculos abarcan bastantes más sonoridades que las habituales en tan pantanoso género. Podríamos decir que para Olde Growth el sludge es sólo el medio a utilizar para derribar las puertas de tu castillo, y una vez dentro se valen de toda una serie de diferentes tácticas y estratagemas con las que ir liquidando a tu guarnición. Todo ello gracias a la dinámica voz de LoVerme, capaz tanto de emitir gruñidos de orco como de pasar a registros melódicos con un gusto exquisito. También de quitarse el sombrero es su labor en el bajo, tan buena que nos hace olvidar lo necesario de las seis cuerdas en el rock. Su afinación, en vez de hacer hincapié en una distorsión desmedida y gorda (como sería lo habitual), se acerca mucho a la que se suele utilizar en la guitarra, permitiéndose el lujo incluso de cascarse un solo en Life In The Present. Un gran ejemplo de lo que te vas a encontrar en el debut de los bostonianos es la inicial The Grand Illusion: un comienzo lleno de groove stoner que explota en tu cara con toda la rabia propia del sludge, acompañado de los berridos iracundos de LoVerme, para cuando menos lo esperas tirarte de la silla merced a unos estribillos muy en la línea de los Fu Manchu más inspirados. Life In The Present es un corte mucho más denso, plúmbeo, casi doom, y en la que el bajista se vuelve a salir en su versátil utilización de los registros vocales, para completar una maravilla de canción, oscura como una noche sin estrellas. El cuerpo central del disco lo compone la mastodóntica Cry Of The Nazgul/The Second Darkness/To The Black Gate, 10 minutos divididos en tres cuerpos y de evidente inspiración tolkieniana. Sus primeros cinco minutos están dominados por una base demoledora de sludge/doom y alaridos que te harán pensar en hordas de orcos corriendo en tropel a sodomizarte. Sin preámbulos a esa fase le siguen los dos minutos correspondientes a The Second Darkness, muy en la línea de una jam stoner, con voces límpias y un marchar que se convierte en cabalgada, para terminar en un in crescendo épico de la mano de los tres minutos finales de To The Black Gate. En definitiva, un corte inmenso y poliédrico, genial para descuartizar afeminados elfos y matar a golpes con sus partes a patéticos humanos. O algo por el estilo, ya captáis la idea. Sequoia continúa transitando parajes de densidad pantanosa y agresividad, seguida de la pequeña intro Red Dwarf, preámbulos de la parte álgida del álbum en mi humilde opinión. Porque entonces llega Everything Dies, y yo no puedo más que postrarme a los pies de estos dos putos geniecillos. Se trata de una instrumental, pero de qué nivel, señores. Otra composición que va cargándose de intensidad y energía a medida que van pasando los minutos, y que los mismísimos Kyuss hubieran matado por firmar. Y por si no habías tenido suficiente, llega la final Awake para doblegarte. 11 minutacos oscuros y heavys como el mismísimo Infierno, y otra demostración de que estos señores dominan a la perfección absolutamente todos los recursos del rock más pesado y maligno. Enorme. En total 46 minutacos de placer tectónico y que hará las delicias de todo amante del sludge de calidad, y que demuestran al mismo tiempo que en el stoner no está todo dicho, ni muchísimo menos.
Uno de los grandes debuts de 2011, y la confirmación de Olde Growth como una banda a seguir muy de cerca. Toda la abrasividad del sludge, la pegada y el groove del stoner e incluso pasajes del grunge más oscuro. Eso y más es lo que estos dos señores han facturado en un álbum hecho para volarte la cabeza.
NOTA: 8,75/10
2 comentarios:
Millones de gracias. Estoy escuchándolo y estoy flipando.
Un abrazo.
De nada! Lo que sea por esparcir la grandeza de este disco!
Un saludo!!
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