Ecos de una ciudad sumergida.

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martes, 19 de junio de 2012

WITCH MOUNTAIN - Cauldron Of The Wild (2012)




Menuda alegría que me llevé al saber de la salida de este disco, y más teniendo en cuenta que tan sólo había pasado un año de su segundo largo, el notable South Of Salem (Autoeditado, 2011). Aquel era un disco que llegó por sorpresa, diez años (!!!) después de que Witch Mountain debutaran con Come To Mountain (Rage Of Achilles, 2001), tras el cual prácticamente se dio a la banda por desaparecida. Sin embargo el último año ha ido de fábula para la formación compuesta por Nate Carson (batería), Rob Wrong (guitarra, voces), Uta Plotkin (voces) y el recién llegado Neal Munson (bajo), viendo como su música aparecía en shows televisivos (Adult Swin) y teniendo también la oportunidad de acompañar como teloneros en varias fechas a los Premonition 13 de Scott Wino. Para rematar la faena han pasado de la autoedición a fichar por Profound Lore, uno de los sellos más certeros del underground metálico estadounidense. Nada mal para unos tíos que hace nada flotaban en el limbo...


A todo esto estaréis diciendo: vale, muy bien Cthulhu, pero ¿qué cojones hacen Witch Mountain? Pues imaginaros el trote plúmbeo de Black Sabbath junto a un Hendrix que hubiera decidido pasarse al doom y acompañado de una de las voces más maravillosas que nos haya brindado el rock en décadas, y os estaréis acercando un poco a la joya que es Cauldron Of The Wild. Cimentando todo el andamiaje sonoro de su propuesta en los acojonantes riffs de Rob Wrong, los 45 minutos del álbum tocan el cielo merced a la indescriptible (al menos con palabras) voz de Uta Plotkin, que con esos registros y capacidad de evocación debería ser elegida pero ya la puñetera presidenta de los EEUU. Poderosa, sensual, agresiva y con un maravilloso deje bluesero en su interpretación, la señorita Plotkin se aúpa al primer puesto de las cantantes femeninas en un momento en el que las damas rockeras vienen apretando fuerte de cojones. A pesar de que Witch Mountain se mueven por los conocidos parajes del doom tradicional, tanto la atmósfera que consiguen crear como esos guiños al mejor blues les desmarcan lo suficiente de sus coetáneos como para poder hablar de los de Portland como una entidad especial y diferenciada dentro del género. Sin necesidad de esoterismos, ocultismos ni demás parafernalia tan de moda actualmente, el cuarteto consigue tejer un ambiente oscuro, peligroso e hipnótico como pocos, con Uta Plotkin demostrando que no hay lírica más tenebrosa que la que habla de las situaciones reales, donde anida la verdadera malicia. Comprendiendo que el mayor viaje de todos es el que se dirige al centro del alma, Witch Mountain han despreciado la complejidad para dirigir todos sus esfuerzos en ganar profundidad, tanta que te golpeará como un mamut en pleno corazón. Lanky Rae te muestra a las primeras de cambio de que pasta están hechos estos tíos: un caminar pausado e imperial que es ritmo puro, destilado, junto a una Uta Plotkin de la que te enamorarás desde la primera estrofa, acompañado todo ello de esporádicos fogonazos guitarreros que como comentaba son reminiscentes del vulcanismo incendiario de Hendrix (en el caso que éste fuera un barbudo adorador de Satanás). Cortes como Shelter despliegan con voluptuosidad todo el blues que Witch Mountain tienen dentro, de nuevo con la voz de Plutkin como generadora de babeos y erecciones (yo las tuve, así que a la mierda lo políticamente correcto) incontroladas, en un maelstrom de energía tectónica simplemente exquisito. Junto a verdaderos clínics de como hacer doom metal perfecto e indestructible en el siglo XXI (Beekeeper, Veil Of The Forgotten) también tenemos otras maravillas de brillos más complejos por etéreos, caso de esa monstruosidad que responde al nombre de Aurelia. 12 minutos más grandes que la vida, preciosos, de una seducción apabullante, la cópula más bella jamás imaginada entre una guitarra y una voz con el poderoso marchar de la batería como compañero de ceremonias. Ya con el alma en un puño te enfrentas a la final Never Know, de nuevo jugando a la seducción para terminar levantando un muro de sonido contra el que te golpearás sin remedio. Y así, enamorado, perplejo y destrozado terminarás tu periplo por Cauldron Of The Wild, uno de los grandes viajes de 2012 y todo un hito a superar por la nueva hornada de bandas que están surgiendo en el género.


Cauldron Of The Wild es el alma fusionada con el crujir de la piedra, la belleza de las grandes pulsiones del planeta, el doom convertido en blues ultramundano. Un espectacular salto de gigante en la carrera de Witch Mountain que tras esta puta maravilla se colocan en lo más alto del panorama internacional. Simplemente exquisito.





1 comentario:

Rubén Herrera dijo...

Lo publique la semana pasada en mi blog y si señor, gran disco y trabajo de esta gente. Buena critica!