Ecos de una ciudad sumergida.

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viernes, 27 de mayo de 2011

INDIAN - Guiltless (2011)



Hoy la miseria ha venido a resguardarse a mi humilde morada submarina. Apropiado en estas fechas post-electorales, llenas de cinismo, decepciones y traiciones abiertas a las promesas hechas mientras por la ventana llueve la misma mierda de siempre. Pensando en qué banda evocaría mejor las sensaciones derivadas de todos estos factores, inmediatamente me vinieron a la mente Indian. El quinteto de Chicago afronta con Guiltless su tercer larga duración, el segundo para el todopoderoso sello Relapse, en lo que se está convirtiendo en toda una carrera hacia el Infierno a lomos del doom-sludge más abrasivo que uno pueda imaginar. Formados en 2004, los estadounidenses encaraban este año con la determinación de corroborar las buenas sensaciones transmitidas en sus dos anteriores trabajos. Para ello decidieron contar con la producción del gran Sandford Parker, todo un aviso de que Guiltless podía ser algo serio (no me viene a la mente nada malo producido por este señor). Lo que nadie se imaginaba es que lo iba a ser tanto...

Y digo esto porque si Cough dejaron muy alto el listón en lo tocante a abrasividad monolítica el año pasado, Indian superan lo presentado por el trío de Virginia, y mira que estaba difícil. Con el legado de Eyehategod, Unearthly Trance y Khanate (entre otros amantes del buen rollo...) por bandera, Indian han parido entre alaridos de dolor y desgarros 7 temas que son una demoledora invitación al sadomasoquismo y la autotrepanación cerebral. Vamos, que ni se os ocurra pinchar esto en un bautizo. Sludge de altos vuelos es lo que manejan estos señores, y si bien no aportan nada especialmente nuevo, lo que hacen lo hacen tan bien que no me podría importar menos este hecho. Con un bajo capaz de desestabilizar el latido de tu corazón, unas guitarras que son muros de la desesperación en forma de riffs monolíticos y distorsionados y una interpretación vocal que se asemeja a vomitar todos los males del mundo bajo el influjo de la esquizofrenia, Guiltless golpea donde más duele y más frágil somos, en nuestros pequeños reductos de esperanza. Cubriéndolos de heces y densa negrura, el quinteto te sumerge a la fuerza en una dolorosa charca llena de furia nihilista, experiencia tras la cual es imposible salir indemne. Introduciendo ligeros toques de melodía en las guitarras (en la línea de los Neurosis noventeros) y añadiendo al fuego de su furia unos litros de combustible black metalero, consiguen además que Guiltless se despliegue con una versatilidad que le viene que ni pintada, y  hace de su escucha un caramelo envenenado, una tarta rellena de cuchillas de afeitar. Por si todo esto no fuera poco, también juegan a hipnotizarnos merced a una rítmica propia de un mantra oriental, dándonos la sensación de hallarnos plantados e inmóviles en mitad de alguna matanza caníbal. Como comentaba, Indian nos enseñan que no hace falta inventar la rueda para parir un disco genial, tan sólo tener los cojones, la mala hostia y las habilidades necesarias para llevar el barco a buen puerto. Ellos tienen todas estas cualidades, además de las ideas muy claras, y gracias a ello y al espectacular sonido conseguido por Sandford Parker, han aupado a Guiltless a lo más alto en un año en el que las medallas se venden muy caras. Viva el dolor.



La miseria elevada a la categoría de arte. Porque muchas veces Macbeth tiene razón, y la vida es tan sólo ruido y furia.

NOTA: 9,5/10




miércoles, 25 de mayo de 2011

THE SAND COLLECTOR - Lord Of The Sun (2011)


Demasiado tiempo llevaba sin escribir una reseña, como demasiado se dilataba la aparición en Ecos de R'Lyeh del debut de esta estupenda banda alicantina de stoner metal. The Sand Collector nace en 2007 como proyecto paralelo de los doomers Nahrayan, concretamente de Julián Velasco (guitarra también de los enormes Muerte Por Mil Cortes) y Miguel Fernández (batería). Compiezan a componer y a buscar aliados en su cruzada rockera, que se completa con la incorporación a la banda de Tano Giménez (bajo, Coco Illán), Pepe Belda (voces) y Fernando Ferre (guitarra, coros). En 2007 aparece "Lord Of The Sun" una demo de 7 temas que recibió críticas entusiastas por parte de la prensa nacional e internacional, alabando su contundente mezcla de stoner, metal y rock sureño. Su música llega a oidos de Radix Records, con los que finalmente editan su esperado debut en formato larga duración, en el que a los 7 temas de la demo se le unen cuatro más de nueva hornada, viendo la luz el 1 de Abril de 2011. Desde entonces han estado pateando culos en directo junto a Domo, otra gran banda del panorama estatal.



¿Y qué es lo que ofrece Lord Of The Sun? Pues uno de los mejores trabajos de stoner metalizado que servidor ha escuchado este 2011. Traduciendo esto en bellos palabros, una sucesión inmisericorde de riffs gordos como cabezas de enano, cabalgadas más épicas que Conan repartiendo tollinas en su Cimmeria natal y solos que queman el cerebro con sólo acordarse de ellos. Si a ello le sumamos la fantástica voz de Pepe Belda y un aire sureño en la onda de Alabama Thunderpussy, nos plantamos ante el trabajo ideal para beber cervezas hasta morir, hacerle cuernos al cielo y descolluntarse las cervicales como si fuéramos gorilas en celo. Fumar porros como leños también es una actividad muy indicada para acompañar tan sugestiva propuesta. Combinando la tectónica sureña de los todopoderosos Clutch con la melodía y épica de los no menos grandes Spiritual Beggars, The Sand Collector han facturado un trabajo que podría partirse la cara con cualquier álbum lanzado fuera de nuestras fronteras, y salir victorioso gracias a las únicas armas efectivas en este tipo de lances, que no son otras que una colección de temas incontestables. Lord Of The Sun es un disco de los que no cogen prisioneros, y desde su solo incendiario con el que abren la inicial The Chains Of Fear, todo el metraje se concentra en encontrar el camino más directo y sudoroso posible al Infierno. Amalgamando con maestría contundencia y melodía, rocosidad y gancho, el quinteto no se baja de la excelencia en prácticamente ningún momento del álbum, y alcanza la gloria en cortes como la épica Spirit (ese estribillo es matador...), la sureña Soldier (con una cabalgada capaz de triturarte el cuello) o la sorpresiva Lord Of The Sun y sus guitarras de ecos orientales. Las sorpresas no quedan ahí, ya que la traca final espera con el cierre Vatasa, cantado en castellano y con el que se cascan un temazo muy en la línea de ¡Pendejo!. Si hace poco Arenna nos dejaron con la boca abierta merced a su estratosférico stoner psicodélico, The Sand Collector te la cierran de un gancho de izquierdas capaz de saltarte hasta las muelas del juicio. Poco más puedo añadir acerca de un álbum de sobresaliente, a cargo de un grupo cuyo futuro se entoja espectacular. Digno de mencionar es que el álbum está a disposición de quien quiera descargarlo desde su myspace. Chapeau cabrones!!!


Uno de los discos estatales del año, sin lugar a dudas. De obligada adquisición!! 


NOTA: 8,75/10





domingo, 15 de mayo de 2011

NOVEMBERS DOOM - Aphotic (2011)



Otro de los discos más esperados por un servidor ya está aquí. No voy a ocultar que Novembers Doom es una de mis bandas fetiche, y trabajos como The Pale Haunt Departure (2005) se encuentran en mi lista de discos que me llevaría a una isla desierta o en caso de tener que salvar un puñado a causa de un Holocausto nuclear. Auténtico referente del doom/death de tintes melódicos, el quinteto de Illinois encara con Aphotic su octavo disco de estudio, otra piedra más en una carrera que desde 1995 con Amid It's Hallowed Mirth ha ido desplegando una evolución muy natural en la que brutalidad y delicadeza se dan la mano de manera muy especial, y que ha sido influencia directa para combos como Swallow The Sun. Aphotic se esperaba con ciertas dudas, debido a que su anterior trabajo, Into Night's Requiem Infernal (2009), fue recibido con cierta tibieza por parte de la crítica especializada debido a su marcada línea continuista respecto a The Pale Haunt Departure. A mi el disco me encantó, pero reconozco que al no alcanzar las cotas de excelencia de The Pale... comprendo el que muchos se preguntaran si la propuesta de Novembers Doom había alcanzado su techo creativo. Parece que a las huestes del inmenso Paul Kuhr les llegaron todas estas dudas, ya que desde el mismo proceso de grabación anunciaron que Aphotic iba a ser un álbum lleno de sorpresas. Producido por el legendario Dan Swanö, que también colabora como vocalista, el disco cuenta con las colaboraciones de otra leyenda viva, Anneke Van Giersbergen (ex-The Gathering), así como con el exquisito violín de Rachel Barton Pine (reputada violinista clásica que milita en la banda de thrash/doom Earthen Grave del ex-Trouble Ron Holzner, y de los que recomiendo encarecidamente su demo de 2009, Dismal Times).


Aphotic rompe con esa lenta línea evolutiva de la que habían hecho gala, muy darwinista, para abrazar el equilibrio puntuado de Stephen Jay Gould, que explica que la evolución acontece a saltos, derivada de grandes mutaciones en los organismos. Porque los cambios que Novembers Doom han experimentado son los más profundos y drásticos en toda su carrera, y mucho me temo que generarán más de una polémica a cargo de los fans más ortodoxos del quinteto estadounidense. Sería una pena, pues además de la valentía necesaria para arriesgar así a estas alturas de su carrera (22 añitos, casi nada...), Novembers Doom han parido uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, y que les abre todo un Universo de posibilidades de cara al futuro. Si bien es cierto que esa amalgama de medios tiempos melancólicos con arrebatos de furia death (toda una marca de fábrica) sigue presente, en Aphotic el lado brutal de la banda ha sido muy atenuado (no esperemos ningún tema como Lazarus Regret aquí...) en favor de unas composiciones que exploran las diversas posibilidades de la melodía. Y es por ese lado, de hecho, por donde surgen los grandes momentos del álbum, a través de una delicadeza compositiva que vuelve a colocar a Novembers Doom como los reyes indiscutibles de un género al que han vuelto a poner patas arriba. Sin embargo, como ya he comentado, el ADN identitario del grupo sigue ahí, y cortes como los iniciales The Dark Host y Harvest Scythe explotan con grandeza esa contraposición entre brutalidad y melancolía gótica como sólo estos cabrones son capaces de hacer. Un recurso que alcanza todo su apogeo en Buried Old, que con un añadido extra de melodía alcanza la puta estratosfera merced a una épica reminiscente de los mejores trabajos de la banda. A partir de aquí se impone una sana apertura de mente para encarar la inmersión de Novembers Doom en los parajes más reposados, y que tiene en What Could Have Been su mayor exponente. Porque estamos ante una balada en toda regla, con la espectacular voz de Anneke abrazándose con un minimalismo acústico bellísimo, que a un servidor le ha puesto los pelos de punta. En la misma línea se mueven las apariciones de Rachel Barton Pine, cuyo violín aporta un toque de clase superlativo al conjunto, y eso que en ningún momento tiene necesidad de salirse del segundo plano por el que transita. Las guitarras se muestran más versátiles que nunca, con una variedad de registros que cubren desde los riffs más monolíticos a épicos solos de corte clásico, sin olvidarnos de esos momentos de minimialismo acústico a los que hacía referencia. Apoyados por una sección rítmica compacta como las entrañas de la tierra, son los acompañantes perfectos para la voz de Paul Kuhr, que una vez más vuelve a dejarnos anonadados con una voz capaz de derribar montañas. A una guturalidad ultraterrena le suma unos registros melódicos que no paran de mejorar y diversificarse, y que en Aphotic se encajan con el conjunto de un modo mucho más natural y fluido  que en cualquiera de sus anteriores trabajos. La producción es espectacular, notándose muy mucho la mano de Dan Swanö, y tanto los momentos más contundentes como los repletos de matices melódicos se aprecian con una claridad insuperable. Resumiendo, Aphotic es un trabajo impresionante a cargo de una banda ante la que hay que quitarse el sombrero, por lo acojonante de sus composiciones, la trayectoria demostrada hasta la fecha y una velentía a estas alturas de la película de la que muy pocos grupos pueden alardear. Otro triunfo para Novembers Doom.


Los reyes demostrando que nadie puede usurparles el trono. De cabeza a un Top de 2011 que va a tener que ser un Top 50 a este paso...
NOTA: 9,75/10


sábado, 14 de mayo de 2011

BENIGHTED - Asylum Cave (2011)



Que Francia es toda una potencia en el campo del metal  ya no  es un secreto para nadie, y sus tentáculos abrazan infinidad de subgéneros donde sus bandas ocupan posiciones de liderazgo. Una de esas bandas son Benighted, que aunque parezca mentira ya atesoran más de 12 años de carrera. Muy prolífica, por cierto, ya que el álbum que hoy comento es el sexto desde que en el año 2000 publicaran su debut autotitulado. El quinteto de Saint-Étienne se ha ganado todo un estatus dentro de la música extrema basándose en una propuesta que moderniza los legados de formaciones como Napalm Death y Cannibal Corpse fusionándolos con elementos modernos de deathcore. Con miembros formando parte de otros proyectos como Dishumanized o los animales Disavowed, Benighted son todo un referente que ya se han batido el cobre en directo junto a combos como Autopsy, At The Gates, Obituary, Gorod o Malevolent Creation. Su anterior referencia, Icon (2007), a pesar de su indudable calidad (a mí me encanta), recibió duras críticas por parte del sector más ortodoxo (y en el metal extremo es peor que la Inquisición) por su excesivo “aperturismo”, dirigido hacia el nada disimulado acercamiento que el álbum hacía respecto a géneros como el metalcore. Por ello el principal interrogante era saber si Asylum Cave continuaría esa senda expansiva o volvería a la brutalidad primigenia de la que hacía gala Benighted en sus inicios.


 Tras someterme a un intensivo salvaje del álbum, he de decir que ambos sectores pueden gozar de lo lindo con el álbum. Porque Benighted demuestran que cuando ponen la quinta marcha hay pocos grupos ahí fuera que les igualen en bestialidad esquizoide, pero del mismo modo no renuncian a unos temas con más gancho que Mike Tyson inflado a anfetaminas. Cual alquimistas del terrorismo sonoro, el quinteto galo macera en una proporción mágica elementos de brutal death, grindcore y deathcore para dar lugar a un elemento nuevo y con unas características por las que matarían advenedizos mucho más laureados que ellos. Con el galope salvaje de los Napalm Death de la etapa actual, el músculo abominable de los mejores DyingFetus, el rodillo sonoro propio del deathcore y unas nada disimuladas pinceladas de melodía (entendiendo death melódico, no esperéis una versión de Weezer…), Benighted catapultan a Asylum Cave como uno de los grandes discos de 2011 dentro del metal extremo, a la par que demuestran que se puede modernizar el género sin ridicudizarlo ni edulcorarlo un ápice. Partiendo de una base técnica ultraterrena, repleta de velocidades inverosímiles y cambios de ritmo de infarto, el álbum obra como una compacta apisonadora sonora en la que nada sobra a lo largo de 13 temas simplemente perfectos. JulianTruchan está más exuberante que nunca, y su interpretación vocal debería ser materia de estudio en cualquier facultad de psicología que se preciase, analizando cada berrido gutural y chillido gorrinesco para averiguar cuál es el terrible mal que aflige a su mente. Digna de mención igualmente es la labor de Kevin Foley en la batería, que hace dudar sobre el origen terrestre de este señor. Combinando una potencia y velocidad sobrehumanas en sus golpeos con una creatividad sorprendente en un animal que forma parte de los impíos Disavowed, su aportación es para quitarse el sombrero. Pero por encima de todo brillan unas composiciones que son una auténtica cuadratura de círculo, ya que sin soltarse de la mano de unas melodías omnipresentes durante todo el metraje de Asylum Cave, Benighted han parido uno de los mejores discos de brutal death que servidor recuerde. Muchos se echaran las manos a la cabeza (los fieles al sonido plano en que ha devenido el género), pero para mí Benighted suponen una nueva vuelta de tuerca a un estilo que pedía a gritos una renovación, ejerciendo de continuadores de otros referentes como en su día fueron  (y son) Suffocation, Hate Eternal o Dying Fetus. Polémicas aparte, no puedo más que recomendar un trabajo que destruirá tus cervicales al ritmo de trallazos como Hostile (brutal death con épica? Fuckyeah!), la sorprendente Fritzl, o salvas asesinas como Lethal Merycism y Asylum Cave. Enhorabuena, cabrones!


 A Obscura y Ulcerate les ha salido un muy serio competidor. Esto sí es Metal del Siglo XXI.

NOTA: 9,5/10

domingo, 8 de mayo de 2011

ARENNA - Beats Of Olarizu (2011)


Esta es la cuarta reseña que hago de este disco, y la primera en ver la luz. Un mes degustando un álbum que me ha proporcionado visiones diferentes desde diversos ángulos con cada escucha. Cansado de rehacer constantemente las líneas que iba escribiendo, y una vez convencido de que estaba ante uno de esos trabajos tan ricos en matices y sensaciones que me iba a acabar volviendo loco sepultado entre hojas llenas de párrafos tachados, he decidido colgar mis impresiones acerca de él incluso antes de poner el link de descarga. Muchos os extrañaréis de esto, ya que es la primera vez. La explicación es muy clara: Arenna son colegas, y dado que presentan oficialmente el álbum este Viernes en la sala Helldorado de Gasteiz junto a los estadounidenses Hogjaw, hasta el día siguiente (o sea el 7 de Mayo) no pondré el enlace para que lo podáis bajar. No lo había hecho antes, pero creo que comprendréis perfectamente esta excepción. Una vez hechas las aclaraciones, pongámonos manos a la obra. Arenna es un quinteto vasco procedente de la siempre helada Gasteiz, y Beats Of Olarizu su flamante debut con el prestigioso sello alemán Nasoni Records, hogar de bandazas como Wo Fat, Los Natas, La Ira De Dios, Tlön o Colour Haze. Pese a la juventud de la banda y con tan sólo una demo en la calle, fechada en 2007, la calidad de sus composiciones les permiten batirse el cobre en directo junto a formaciones como Viaje a 800, Brant Bjork & The Bros., La Ira De Dios, Positiva o sus compatriotas y colegas The Soulbreaker Company. Sin embargo, la verdadera prueba de fuego para Txus (voz), Rober (guitarra), Kike (guitarra), Javi (bajo) y Guille (batería) estaba por llegar, y no era otra que la de refrendar las buenas sensaciones con un debut que les brindara el espaldarazo definitivo. Y joder si se lo han tomado en serio. Grabado a caballo entre Iruña y Madrid bajo la producción de José López Gil (The Soulbreaker Company, Viaje a 800...), la masterización ha corrido a cargo del tótem de los sonidos plúmbeos Billy Anderson (16, Bongzilla, Cathedral, High On Fire...). Y todas estas referencias, si bien impresionantes, se vuelven nimias comparadas con el shock que le invade a uno cuando le da al play y los primeros ecos de Beats Of Olarizu llegan a tus oidos.

Y es que lo que han pergreñado estos cinco tíos es algo muy serio. Cagándose en el orden natural del Universo, e invirtiendo principios y finales, Beats Of Olarizu es el tipo de álbum que el 99% de las bandas mataría por grabar en el apogeo de su carrera, y que muy pocas consiguen. Ya no es que estemos ante uno de los debuts más aplastantes que una banda de rock estatal haya compuesto nunca, sino que al primer intento Arenna se ha colocado en una posición en la que puede mirar de tú a tú a cualquier de las grandes formaciones de este sucio país. Manteniendo el poso plúmbeo de sus raíces stoner, los gasteiztarras han hecho saltar por los aires cualquier etiquetación posible con un trabajo cuyos tentáculos se expanden tanto y de manera tan hipnótica que cualquier descripción o comparación se antoja casi imposible. A través de algún impío ritual pagano, Arenna ha conseguido los favores del Maligno en forma de una orgía de riffs capaz de echar abajo todo tu edificio, combinando densidad y gancho con una facilidad pasmosa. Y eso sólo como calentamiento, porque el recurso de elevar las atmósferas de presión no es más que el cimiento sobre el cual erigir una catedral de tamaño y formas imposibles. Como si de la mismísima Kadath se tratase, Beats Of Olarizu comparte espacio con las estrellas, en un plano donde el tiempo pierde su significación y la eternidad se alcanza con los dedos de la mano. Con la base bien asegurada, la dupla de guitarras se desprende de cualquier corsé estilístico y se lanza sin miramientos a una auténtica orgía creativa donde hay cabida para la psicodelía, jams ardientes como el Infierno y la invocación de un blues retorcido y oscuro como un pantano en una noche sin estrellas. Si tu frágil alma mortal sobrevive a la experiencia que significan los 30 minutos finales de Metamorphosis in Ic (0,9168 g/cm3), sabrás de lo que te estoy hablando, así como del verdadero significado de la palabra catársis. Ayudados por una sección rítmica a prueba de bombas que aúna versatilidad y contundencia, el conjunto alcanza niveles estratosféricos, que van desde la pegada de Morning Light y Receiving The Liquid Writings a la épica desbocada y lisérgica de Eclipse. A estas alturas estaréis pensando que Arenna es una formación instrumental, porque no he mencionado el apartado vocal. Para nada, pero es que la guinda al pastel siempre se coloca en último lugar. Es muy difícil encontrar en el rock una voz a la que se le pueda etiquetar de verdaderamente evocadora, esto es, capaz de llevarte a su terreno y hacer que interiorices su propuesta en un plano más allá de las palabras, ese espacio generalmente soterrado en nuestras mentes y que se nutre de sensaciones, donde la razón jamás osaría adentrarse. Txus tiene ese tipo de voz. O más correctamente, es su interpretación vocal la que arde con esa llama. Porque no es sólo que el cabrón tenga una voz acojonante, con reminiscencias del malogrado Layne Staley, sino que además la hace brillar como un faro, como una puta estrella encerrada en una garganta. Arrancado de tu sillón y mandado a base de riffs al Universo ignoto, será su voz la que escuches y te guíe por uno de los viajes más alucinantes que el rock puede ofrecer hoy día. Paso de desgranar asépticamente ningún tema, porque ni soy músico ni crítico. Me limitaré a autofagocitarme y citar la frase con la que terminé la reseña que tuve el placer y el gran honor de escribir para la web de Nasoni acerca del álbum: "Beats Of Olarizu es la voz cuando se fusiona con el alma, el riff cuando deviene en fuego creador, el blues transformado en fuerza desatada de la naturaleza".



Un debut que da miedo. O mucho me equivoco o estamos ante el mejor disco de rock estatal de 2011. Con un artwork acojonante a cargo de la artista vietnamita Moony Khoa Le y una espectacular edición a cargo de Nasoni Records, la adquisición de una copia física de Beats Of Olarizu es más que obligada. Y el vinilo trae tres bonus tracks!!

NOTA: 9,25/10



jueves, 5 de mayo de 2011

40 WATT SUN - The Inside Room (2011)



Cómo pasa el tiempo... 5 años han transcurrido ya desde que Warning se cascaran esa obra maestra que respondía al nombre de Watching From A Distance (2006), referencial no sólo dentro del doom metal sino de toda la década pasada. La banda de Essex, capitaneada por el batería Stuart Stringthorpe y el guitarra y vocalista Patrick Walker, ya había avisado antes con otro artefacto de culto, su debut The Strenght To Dream (1999), pero las constantes convulsiones internas dentro de la formación impidieron que la carrera de Warning gozara de la continuidad deseada por todos los fervientes admiradores del genio de Walker. Tras disolverse por segunda vez en 2009, pocos abrigábamos esperanzas de volver a disfrutar de la belleza melancólica de la banda inglesa, aunque servidor se negaba a creer que algo tan grande como aquello muriera para siempre. Pues en estas que la vida, esa rata traicionera, a veces nos obsequia con alguna sonrisa que nos hace el transitar por ella un poco más llevadero. En este caso en la forma del nuevo proyecto de Patrick Walker, 40 Watt Sun, acompañado de Christian Leitch (Electric Mountain, The River, Warning) a los parches y el bajista William Spong. Todo un notición que hizo cabalgar mi corazón al enterarme, con la inevitable (aunque injusta) sombra de Watching From A Distance sobrevolando desde el día que el disco vió la luz.


Y es que The Inside Room es una secuela de aquel disco, como no podía ser de otra manera (¿alguien se imagina a este señor componiendo otra cosa?), lo que hace imposible saltarse las comparaciones. Desde ya digo que el debut de 40 Watt Sun no llega al nivel de Watching From A Distance, pero es que dudo que nadie sobre la faz de la tierra (ni el propio Walker) sea capaz de superar lo expuesto en tamaña obra maestra. Sin embargo, analizado sin las pesadas cargas del pasado, puedo afirmar que estamos ante uno de los mejores trabajos de 2011, con una carga pasional capaz de hundir a cualquier otro disco que a uno le pueda venir a la mente. De nuevo con la melancolía por bandera, el genio de Essex ha parido un álbum cuyas primeras notas ya te arrastran directamente a su terreno, un paisaje dominado por el gris plomizo y la lluvia, pero que palpita de una belleza retorcida y  un fuego soterrado capaz de abrasarte mientras yaces empapado en el suelo. Un mismo sentimiento dividido en 5 temas que no cortan en ningún momento un hilo conductor que abarca tanto lo musical como lo lírico, conceptos indivisibles en la carrera de Patrick Walker. Si en mi anterior reseña sobre el debut de Arenna hablaba de lo raras que son las voces realmente evocadoras, la de Walker probablemente es la más arrebatadora que existe en el panorama actual. Ardiendo con un cegador fuego interno, su interpretación vocal es como un puñetazo en el estómago, enguantado en terciopelo pero con los mismos efectos devastadores que un gancho de Vin Diesel. Como esa congoja que te agarra las tripas y sube lentamente, dolorosamente, hasta alojarse en tu garganta, de donde ya no se va jamás. Acompañado de una guitarra de distorsionados riffs monótonos, la sensación es la de encontrarte sumido en la más absoluta tristeza mientras ves como la lluvia cae a plomo a través de la ventana. A lo expuesto el trío añade momentos de intimismo acústico en los que creerás que 40 Watt Sun se encuentran en tu habitación, cantando sólo para tí y sumiéndote en un Universo de infinitas tonalidades grisáceas, sin ningún asidero posible. No es este un álbum de matices, ni siquiera de variadas sensaciones, supeditado como está a la tiranía de la melancolía. No podía ser de otra manera, porque no es un estado que se preste a variaciones ni altibajos más allá de esa especie de ensoñación difusa y plomiza en la que la mente mira hacia atrás con una mezcla de añoranza y dolor. Respecto a anteriores trabajos de Walker, observamos que aquí ha dado un paso adelante en lo tocante al papel de su voz, aquí omnipresente y mucho más trabajada si cabe que en los dos álbumes de Warning. Con unas letras maravillosas, marca de la casa, sorprende que a pesar de la tristeza que reina en el mundo personal de este hombre, en The Inside Room, cuando las últimas notas de la final This Alone desaparecen queda un regusto a esperanza en el fondo de la boca, como un pequeño rayo de luz que se filtrara en un cubierto cielo apocalíptico. Un motivo para seguir adelante más allá de la propia inercia vital, que en el caso del inglés supongo será el bálsamo que supone seguir componiendo y ahuyentando demonios con su música. Esperanza que, dado lo expuesto en el álbum de debut de 40 Watt Sun, espero no desaparezca jamás, porque el mundo perdería la oportunidad de seguir disfrutando el arte de uno de los pocos genios que le quedan.


Otra obra única fruto del privilegiado talento de Patrick Walker. De cabeza al Top de 2011. Tan sólo queda rezar para que 40 Watt Sun tenga la continuidad que le faltó a Warning...

NOTA: 9,5/10


martes, 3 de mayo de 2011

ARENNA - Beats Of Olarizu (2011)



Esta es la cuarta reseña que hago de este disco, y la primera en ver la luz. Un mes degustando un álbum que me ha proporcionado visiones diferentes desde diversos ángulos con cada escucha. Cansado de rehacer constantemente las líneas que iba escribiendo, y una vez convencido de que estaba ante uno de esos trabajos tan ricos en matices y sensaciones que me iba a acabar volviendo loco sepultado entre hojas llenas de párrafos tachados, he decidido colgar mis impresiones acerca de él incluso antes de poner el link de descarga. Muchos os extrañaréis de esto, ya que es la primera vez. La explicación es muy clara: Arenna son colegas, y dado que presentan oficialmente el álbum este Viernes en la sala Helldorado de Gasteiz junto a los estadounidenses Hogjaw, hasta el día siguiente (o sea el 7 de Mayo) no pondré el enlace para que lo podáis bajar. No lo había hecho antes, pero creo que comprendréis perfectamente esta excepción. Una vez hechas las aclaraciones, pongámonos manos a la obra. Arenna es un quinteto vasco procedente de la siempre helada Gasteiz, y Beats Of Olarizu su flamante debut con el prestigioso sello alemán Nasoni Records, hogar de bandazas como Wo Fat, Los Natas, La Ira De Dios, Tlön o Colour Haze. Pese a la juventud de la banda y con tan sólo una demo en la calle, fechada en 2007, la calidad de sus composiciones les permiten batirse el cobre en directo junto a formaciones como Viaje a 800, Brant Bjork & The Bros., La Ira De Dios, Positiva o sus compatriotas y colegas The Soulbreaker Company. Sin embargo, la verdadera prueba de fuego para Txus (voz), Rober (guitarra), Kike (guitarra), Javi (bajo) y Guille (batería) estaba por llegar, y no era otra que la de refrendar las buenas sensaciones con un debut que les brindara el espaldarazo definitivo. Y joder si se lo han tomado en serio. Grabado a caballo entre Iruña y Madrid bajo la producción de José López Gil (The Soulbreaker Company, Viaje a 800...), la masterización ha corrido a cargo del tótem de los sonidos plúmbeos Billy Anderson (16, Bongzilla, Cathedral, High On Fire...). Y todas estas referencias, si bien impresionantes, se vuelven nimias comparadas con el shock que le invade a uno cuando le da al play y los primeros ecos de Beats Of Olarizu llegan a tus oidos.



Y es que lo que han pergreñado estos cinco tíos es algo muy serio. Cagándose en el orden natural del Universo, e invirtiendo principios y finales, Beats Of Olarizu es el tipo de álbum que el 99% de las bandas mataría por grabar en el apogeo de su carrera, y que muy pocas consiguen. Ya no es que estemos ante uno de los debuts más aplastantes que una banda de rock estatal haya compuesto nunca, sino que al primer intento Arenna se ha colocado en una posición en la que puede mirar de tú a tú a cualquier de las grandes formaciones de este sucio país. Manteniendo el poso plúmbeo de sus raíces stoner, los gasteiztarras han hecho saltar por los aires cualquier etiquetación posible con un trabajo cuyos tentáculos se expanden tanto y de manera tan hipnótica que cualquier descripción o comparación se antoja casi imposible. A través de algún impío ritual pagano, Arenna ha conseguido los favores del Maligno en forma de una orgía de riffs capaz de echar abajo todo tu edificio, combinando densidad y gancho con una facilidad pasmosa. Y eso sólo como calentamiento, porque el recurso de elevar las atmósferas de presión no es más que el cimiento sobre el cual erigir una catedral de tamaño y formas imposibles. Como si de la mismísima Kadath se tratase, Beats Of Olarizu comparte espacio con las estrellas, en un plano donde el tiempo pierde su significación y la eternidad se alcanza con los dedos de la mano. Con la base bien asegurada, la dupla de guitarras se desprende de cualquier corsé estilístico y se lanza sin miramientos a una auténtica orgía creativa donde hay cabida para la psicodelía, jams ardientes como el Infierno y la invocación de un blues retorcido y oscuro como un pantano en una noche sin estrellas. Si tu frágil alma mortal sobrevive a la experiencia que significan los 30 minutos finales de Metamorphosis in Ic (0,9168 g/cm3), sabrás de lo que te estoy hablando, así como del verdadero significado de la palabra catársis. Ayudados por una sección rítmica a prueba de bombas que aúna versatilidad y contundencia, el conjunto alcanza niveles estratosféricos, que van desde la pegada de Morning Light y Receiving The Liquid Writings a la épica desbocada y lisérgica de Eclipse. A estas alturas estaréis pensando que Arenna es una formación instrumental, porque no he mencionado el apartado vocal. Para nada, pero es que la guinda al pastel siempre se coloca en último lugar. Es muy difícil encontrar en el rock una voz a la que se le pueda etiquetar de verdaderamente evocadora, esto es, capaz de llevarte a su terreno y hacer que interiorices su propuesta en un plano más allá de las palabras, ese espacio generalmente soterrado en nuestras mentes y que se nutre de sensaciones, donde la razón jamás osaría adentrarse. Txus tiene ese tipo de voz. O más correctamente, es su interpretación vocal la que arde con esa llama. Porque no es sólo que el cabrón tenga una voz acojonante, con reminiscencias del malogrado Layne Staley, sino que además la hace brillar como un faro, como una puta estrella encerrada en una garganta. Arrancado de tu sillón y mandado a base de riffs al Universo ignoto, será su voz la que escuches y te guíe por uno de los viajes más alucinantes que el rock puede ofrecer hoy día. Paso de desgranar asépticamente ningún tema, porque ni soy músico ni crítico. Me limitaré a autofagocitarme y citar la frase con la que terminé la reseña que tuve el placer y el gran honor de escribir para la web de Nasoni acerca del álbum: "Beats Of Olarizu es la voz cuando se fusiona con el alma, el riff cuando deviene en fuego creador, el blues transformado en fuerza desatada de la naturaleza".



Un debut que da miedo. O mucho me equivoco o estamos ante el mejor disco de rock estatal de 2011. Con un artwork acojonante a cargo de la artista vietnamita Moony Khoa Le y una espectacular edición a cargo de Nasoni Records, la adquisición de una copia física de Beats Of Olarizu es más que obligada. Y el vinilo trae tres bonus tracks!!

NOTA: 9,25/10