Ecos de una ciudad sumergida.

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lunes, 2 de julio de 2012

CASTLE - Blacklands (2012)




Parece que el talento no sabe de tiempos ni planificaciones, y mucho menos la ambición (bien entendida). Cinco años les llevó a los californianos Castle sacar a la luz su estupendo debut del año pasado In Witch Order (2011, Van Records), no se si por falta de medios o por una cuestión meramente compositiva, pero han tardado solo seis meses en invocar su continuación, Blacklands (2012, Van Records). Con tan escaso (cuantitativamente hablando) bagaje el trío ya se ha situado como una de las grandes promesas del heavy doom estadounidense, habiendo tocado con pesos pesados como The Gates Of Slumber, Kylesa, Blood Ceremony, Orchid o Hammers Of Misfortune. Para este nuevo paso en su carrera han decidido dar el do de pecho contratando los servicios como productor del gurú de los sonidos plúmbeos Billy Anderson (Neurosis, Sleep, Eyehategod...). En vista de las opiniones que está recogiendo Blacklands en el poco tiempo que lleva en circulación, parece que el futuro de Al McCartney (batería), Mat Davis (guitarra, voces) y Elizabeth Blackwell (bajo, voz) pinta muy, pero que muy bien...


Blacklands es una pequeña joya para todos los amantes del doom tradicional y el heavy metal, notablemente superior a In Witch Order (que era muy bueno) y uno de los mejores trabajos que el género nos ha regalado este año. Para quien esté tentado de pensar "son otra banda de rock ocultista con fémina al frente", aclararé desde el principio que Castle se mueven por coordenadas muy diferentes a combos como The Blood Ceremony, y aquí hay mucho más amor por Candlemass o la NWOBHM que por Coven (del que no hay nada). Con unos riffs de escándalo como timoneles del barco, los 8 cortes que conforman el álbum se mueven por unos tempos más acelerados que los cánones habituales del doom, llegando por momentos a coquetear con las estructuras propias del thrash (no por nada Castle definen su música como "witch thrash"). Que no se asusten los barbudos que gustan del caminar pausado, porque también hay mucha pesadez en Blacklands, pero siempre al lado de cabalgadas netamente heavys que hacen que a las primeras de cambio te vengas arriba con los cuernos en alto, caso del maravilloso tema que da nombre al disco. Para los que gustan de guiarse por comparación, diría que el trío se asemeja mucho a la propuesta de los maravillosos Sinister Realm, o lo que es lo mismo unos Candlemass con la vertiente heavy bien afilada. Algo que queda más que patente con ese irresistible trote que abre la inicial Ever Hunter, y que provocará un movimiento en tus pies que no cesará hasta que expiren los poco más de 35 minutos que dura el disco (que esto es doom tradicional, no funeral). Como comentaba, los principales protagonistas de la función son los fabulosos riffs de Mat Davis, toda una colección de golpes ganadores que te dejarán boquiabierto en cortes como Corpse Candles, Curses Of The Priests, Storm Below The Mountain o la muy thrasher Alcatraz. La sección rítmica tampoco se queda atrás, destacando el gordísimo sonido de bajo que maneja Elizabeth, cuya voz es otra de las referencias principales de la música de los californianos. Con un registro grave y poderoso, la señorita Blackwell es la guinda perfecta a un pastel prácticamente perfecto por su redondez, y que sin necesidad de dilatados metrajes ni desarrollos que miran al infinito demuestran que el doom es un ritmo y no una era geológica. Sorprendente es la producción de Billy Anderson, acostumbrado a los sonidos pantanosos y que aquí se adapta a las circunstancias potenciando también el filo mas heavy de la banda, en un trabajo que es poco menos que sobresaliente. Como excelso es también este Blacklands, un álbum fantástico repleto de momentos estelares que nos descubre a una banda con las ideas tremendamente claras y un talento muy por encima de la media.


Blacklands es uno de los mejores discos de heavy/doom que haya alumbrado 2012, y toda una gozada tanto para los nostálgicos de Black Sabbath como para los fans más metálicos del lado oscuro de la fuerza. Otro pasito más en una carrera, la de Castle, cuyo techo se vislumbra muy alto.





1 comentario:

guille dijo...

excelentisimo disco,muchas gracias por compartir