Ecos de una ciudad sumergida.

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miércoles, 19 de enero de 2011

BRULVAHNATU - Last Living Dream (2010)



Aún a riesgo de exasperar al sector más rockero del blog (os lo compensaré,jajaja), continúo adentrándome en el black metal que surgió del ya enterrado año 2010. Lo que traigo hoy, aparte de uno de los discazos del año pasado que se me pasaron, es una propuesta tremendamente extraña y de la que no abunda la información precisamente. Mientras escribo, el pedido del CD estará sobrevolando el Atlántico en dirección a mi morada, así que en cuanto reciba la extraordinaria edición física del disco, con libreto de 20 páginas incluido (por 8 dólares!), quizá pueda contaros algo más sobre ella. Brulvahntatu es el proyecto unipersonal del canadiense Kib Sreng, afincado en Alberta y que puso la maquinaria en marcha en 2007. De dicho año hasta 2009 Brulvahnatu editó la sorprendente cifra de diez demos, a través de las cuales Sreng fue puliendo su peculiar y ecléctica visión del black metal, influenciada a partes iguales por la ortodoxia y los sonidos "post" más actuales. En 2009 aparece también su debut oficial, con el "sugerente" título de Uterine Acid Swishes, que aunque no sacó el proyecto del undergound más absoluto, sí supuso un paso adelante en la constante exploración sonora del canadiense. Un año después ve la luz el disco que tengo hoy entre manos, Last Living Dream, del que si bien no copó portadas en la prensa mainstream, fácilmente fue uno de los mejores discos de black metal del año, amén de uno de los más arriesgados y novedosos por su propuesta.


Describir lo contenido en el álbum no es nada sencillo, porque la cantidad abrumadora de influencias que lo nutren hacen que etiquetarlo sea un ejercicio de absoluta futilidad. Estructurado en tres temas que alcanzan una hora de duración, no es Last Living Dream un trabajo "ligero", aunque la orgía de sonoridades que contiene bien pueden mantenerlo pegado a uno a los auriculares sin atreverse siquiera a respirar por perderse alguna de ellas. Y es que mientras somos espectadores de la personalísima puesta en escena de Sreng, veremos pasar por el destartalado escenario personajes sacados del black metal clásico, voces y tempos propios del funeral doom, bellos pasajes deudores del ambient más afinado y unas estructuras tremendamente complejas que no tienen nada que envidiar a las de cualquier esforzado combo de progresivo. Del mismo modo, son variadas las sensaciones que transmite el álbum, pasando del vómito iracundo más corrosivo a la melancolía o la ensoñación con una naturalidad pasmosa, como si del fotograma de toda una vida se tratase. A pesar de una producción prácticamente inexistente y afiliada a ese cajón de sastre que viene a denominarse raw black metal, uno se verá abrumado por un trabajo a las guitarras acojonante, desbordante de texturas y tonalidades que si bien es cierto nunca abandonan el espectro del negro, son capaces de conformar un mural de una riqueza casi infinita, que se pierde en el horizonte de nuestras propias limitaciones para apreciarlo en su totalidad. El piano es, junto a la mencionada guitarra, el otro gran protagonista de Last Living Dream, ejerciendo de contrapunto a la fiereza eléctrica de ésta unas veces, otras de fiel compañero en un viaje a la melancolía capaz de helarte la sangre. Los bramidos guturales Sreng, como filtrados por toneladas ingentes de océano y provenientes de otro plano material, dan una sensación de irrealidad malsana al conjunto, algo parecido a ser convocado por un dios cósmico a través de las estrellas. Junto a éstos, el genio canadiense añade desgarrados gritos más agudos y propios de una mente esquizoide, como si el mortal convocado hubiese enloquecido de sólo oir la llamada. Lo que si queda claro es el talento inhumano de este señor, no sólo por tocar todos los instrumentos, sino por ser capaz de dar forma con ellos a unas composiciones complejísimas, inmensas, que se abren al infinito generando unos ecos que quedarán en tu mente durante horas después de haberte sometido a esa experiencia sin igual que es Last Living Dream. Respecto a la producción, a mí me ha encantado la práctica inexistencia de la misma, aunque supongo que en esto habrá discrepancias. Lo único que puedo añadir es que esa mezcla de barroquismo compositivo con el mayor de los feísmos sonoros me ha parecido genial, reforzando esa sensación de irrealidad de la que hablaba, a la par que transmitir una deliciosa estampa de belleza pútrida y decadente.


A cuadros me he quedado con Brulvahnatu, la verdad. Uno de los discazos de 2010 que, lamentablemente, descubrí tarde para incluirlo en un Top 20 que fácilmente podía haber encabezado. A guardar junto a los discazos de otros renovadores del género como Wolves In The Throne Room, Enslaved o Krallice.

Nota: 10/10



1 comentario:

davidgore dijo...

DISCAZOOOOOOOOOOOOOOO.Muchas gracias por hacermelos conocer. Impresionantes joder.