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Como si de un festín del dios Cronos se tratase, todos los pesos pesados del terrorismo sonoro parecen haberse confabulado para devorar a sus sucesores sacando en tromba una cantidad y calidad de álbumes capaces de hacer llorar al mismísimo niño Jesús. Napalm Death, Terrorizer o Cannibal Corpse están demostrando que la edad es sólo un freno para mierdasecas como Metallica. Y es que el metal extremo es como el formol del Averno, manteniendo intactas las habilidades y el instinto homicida de sus más fervorosos seguidores. Bendecidos también por el elixir de la vida eterna, los holandeses Asphyx llevan desde el 87 regalándonos perlas de sodomía auditiva sin lugar para el tropiezo, el cansancio o el arrepentimiento, un paseo imperial por un campo regado con los cadáveres de sus competidores. Sanguinarios tiranos del Viejo Continente, el cuarteto regresa tres años después del demoledor Death... The Brutal Way (2009, Century Media) con otro mazazo directo a nuestros patéticos cráneos. Que Satán nos pille malditos.
Con Deathhammer (2012, Century Media) los holandeses vuelven a reivindicar de manera implacable el death metal en su más pura esencia, dejando por el camino los huesos rotos y patéticos gemidos de todos aquellos que osaron rebajar tan impío género con conceptos como "fusión" o "evolución". Situación parecida a la de los estadounidenses Unsane, Asphyx son el inmovilismo cuando se sabe todopoderoso, la refutación de todas esas gilipolleces sobre los cambios, la adaptación o las teorías evolucionistas. Como ellos mismos dicen en el corte que da título al disco: "Hace décadas, en un tiempo que hace mucho desapareció, el Death Metal tenía su forma pura. Tan fácil entonces, entre amigos de todo el mundo, una escena atrevida a no conformarse nunca. Los cambios se establecen, comienza la polución, evoluciones despreciables. El deber de regresar y hacer que ardan todos los traidores a tus rodillas y arrepentirse". Más claro imposible, y si tuviera una banda de deathcore o death melódico estaría en estos momentos con el cañón de una pistola entre los dientes. La puta maestría con la que estos señores se mueven a través de todos los resortes del género es simplemente insultante, y todo ello con el sello personal de Asphyx, la demolición del estéril debate entre fuerza irresistible y objeto inamovible. Ellos son ambos. Capaces de atropellarte a toda velocidad con Deathhammer, los holandeses también pueden regodearse en pulverizar tus huesos lentamente al ritmo de la tectónica Minefield. Eso es death doom y no la basura de Swallow The Sun. Los berridos pútridos de Martin Van Drunen siguen siendo la mayor advertencia de que el fin está cerca, despedazándote sin piedad con mamporros antediluvianos de la talla de Vespa Crabro o Of Days When Blades Turned Blunt. We Doom You To Death me hizo paladear el sabor de mi propia sangre recordando los tiempos en que el Slowly We Rot de Obituary era el himno de toda una generación, y su desarrollo convencerme de que junto a Bolt Thrower nadie domina los medios tiempos quebrantahuesos como los holandeses. Paul Baayens es a las seis cuerdas lo que un troll de las cavernas a la esgrima, una criatura que no necesita de fintas ni fligranas para demolerte con riffs del tamaño de un gigantesco espadón roñoso. Acompañado de una sección rítmica en la que sobresale el matasanos prehistórico Bob Bagchus, cortes como Reign Of The Brute o The Flood adquieren la dimensión de crímenes contra la humanidad, dolorosos como una colonoscopia salvaje. Y si ya te pillas la edición especial y degustas la versión que se cascaron en 2008 del Os Abysmi Vel Daath de Celtic Frost, pues serás el miembro más feliz de la unidad de traumatología del hospital. La producción aberrante de Harry Wijering es perfecta para estos menesteres, y la mezcla y masterización del pope Dan Swanö la guinda perfecta a un pastel relleno de heces, sangre y vísceras como es Deathammer.
Brutos de cojones, Asphyx se han vuelto a cascar un trabajo que es muy difícil que se baje del podio metálico de 2012. Deathhammer es una seria amenaza de muerte para todos aquellos que decidieron en su día meter las sucias manos en el Death Metal y convertirlo en un patético ente edulcorado, sin alma. Siguen siendo ley.
2 comentarios:
Aún recuerdo la mueca de escepticismo de mi cara cuando escuché hace unos años que Asphyx volvían a la carga: me temía lo peor, uno de mis grupos favoritos se reunía para hacer caja en Wacken y demás circos metálicos veraniegos siguiendo la estela de otras grandes bandas. Y me tuve que tragar mi sarcasmo cuando escuché el primer single y el disco: una patada en los huevos en toda regla que nos anticipaba este grandioso Deathhammer. Para mí sin ninguna duda el mejor disco de Asphyx, nunca antes habían sonado tan precisos y brutales (Martin tiene una voz más poderosa cada día, con 46 años que alguien me lo explique, por favor). Junto con el de Horn of the Rhino, mis discos favoritos de la temporada: a pisar cráneos se ha dicho.
Coincido con casi todo el comentario del disco, esta banda es de las mejores en su estilo y lo ejecutan con maestría. Lo unico que le criticaría al disco es su excesivo volumen (algo normal por estos dias)que te hace extrañar como suena "The Rack" o "Last one on earth"...
A yo sigo bancando a Metallica, aunque sus ultimos discos no esten a la altura de sus clasicos su performance en vivo sigue siendo DEMOLEDORA, algo que para mi suma muchos puntos!
Saludos desde Buenos Aires!
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