Hoy toca una mirada atrás para homenajear a una de las bandas más grandes y a la vez injustamente ignoradas de la década de los 90. Uno de esos casos en los que a pesar de que la calidad musical se encuentra por encima de la mayoría de grupos de la época, extrañamente no va acompañada ni de éxito ni siquiera reconocimientos. Joder, que al menos Captain America o Flipper fueron alabados por sus coetáneos. En fin, c'est la vie. Pero como defensor de causas perdidas y amante de los perdedores en la historia que soy, he decidido reivindicar desde mi humilde tribuna el acojonante (aunque paupérrimo) legado que nos dejaron Blood Farmers a comienzos de aquella década. Hablamos de uno de los grupos de stoner/doom más raros y esquivos del mítico sello Hellhound Records. De hecho, por mucho que me he esforzado, sólo he encontrado una foto de la banda de aquella época, y es la que aparece en el LP de 1995. Formados en 1989 y atraídos por Black Sabbath y el cine exploitation (la portada del LP está extraida del film de culto de 1974 Deranged: Confessions of a Necrophile, y el tema Bullet In My Head aparece en ese bizarro producto fílmico de 2005 que es I Am Vengeance, de Richard Anasky), el núcleo compositivo de la banda son su frontman Eli Brown y el guitarrista Dave Depraved. En 1991 editan su primer trabajo, la demo Permanent Brain Damage, con una tirada de tan sólo 100 copias y que actualmente es un artefacto de culto. Afortunadamente, hace seis años fue reeditado y remasterizado por el sello Leafhound Records en formato LP (sus 47 minutos de duración hacían acertada esta opción). Tres años después, la banda, ya bajo el sello Hellhound, graba otra demo, de título Bury The Living Harvest The Dead, otro trabajo inaccesible hoy día, y que desgraciadamente ni servidor ha tenido el gusto de catar. Por fin en 1995 sale a la luz su prmer LP homónimo, que confirma todas las excelencias de Blood Farmers y que ha día de hoy está considerado una auténtica obra maestra no sólo del stoner, sino de aquella década. Sólo un año después, en 1996, la banda se separa. El guitarrista Dave Depraved se centra en lanzar su carrera como escritor, Eli Brown funda la banda de heavy psicodélico M-Squad, y el guitarra Ross Markonish junto al batera Will Broadbent forman los esenciales Ogre en 1999.
Acerca de su música... solamente un adjetivo: estratosférica. Con los pies entroncados en la tradición heavy setentera, muy especialmente en Black Sabbath, aunque también en bandas posteriores como Saint Vitus y The Obsessed, lo que hizo grandes a Blood Farmers fue su capacidad para pasar todas esas influencias por su filtro personal, destrozarlas con una batidora de psicodelia esquizoide, y finalmente parir uno de los sonidos más novedosos que haya dado el stoner doom. Sus temas, además, rezuman una pasión cada vez más rara en un disco de rock. Y es que estos cuatro tíos sonaban como si su puta vida se fuera en ello. Por momentos se les puede emparentar con los primeros Soundgarden, pero estoy convencido que en un combate de directos entre ambos, Chris Cornell & Co. huirían espantados ante el espectáculo de estas cuatro bestias pardas, que además amenizaban sus conciertos con vídeos de pelis gore y de terror. Una estrella sobresalía especialmente en el firmamento de estos granjeros, y esa era la guitarra. Sin palabras me quedo para expresar lo que las seis cuerdas (doce en este caso) de Blood Farmers son capaces de hacer. Riffs monolíticos, marcados, creando auténticos muros de granito sónico, y que al mismo tiempo conviven con unas diabluras y escorzos propios del rock'n roll sudoroso y el heavy clásico a partes iguales. También hay pasajes convertidos en puras jams pantanosas, donde el blues se empapa de brea y sangre para cubrirte por completo y sumergirte en su peculiar mundo de placas tectónicas en colisión, viajes de ácido y muerte. Eli Brown es la persona perfecta para dar voz a este monstruo, prestando sus registros cercanos al blues cazallero que, unidos a la desaforada pasión con que impregna sus interpretaciones, dan como resultado unos temas que te pondrán literalmente los pelos de punta. No me voy a olvidar de la sección rítmica, ni mucho menos, porque joder, por fin uno puede degustar un trabajo bien hecho en las 4 cuerdas. Y no porque ahora no haya buenos bajistas, sino porque parece que los productores y técnicos de sonido del heavy se han olvidado de su existencia. Pues bien, aquí podréis degustar al Dr Phibes dándole una profundidad al rock de Blood Farmers para quitarse el sombrero. La labor en los parches (por aquí pasan varios músicos) es complemento perfecto al bajo, y en conjunto dotan al trabajo de los norteamericanos de una pegada sin igual y necesaria en un trabajo de estas características.
Una discografía esencial para todo buen amante del stoner y el doom, de una banda única, tanto que se perdió en una época que no estaba preparada para ellos. Lástima que no pueda ofrecer su segunda demo, pero si alguien la tiene y la desea compartir, le venderé mi podrida alma muy gustoso por el favor.
Acerca de su música... solamente un adjetivo: estratosférica. Con los pies entroncados en la tradición heavy setentera, muy especialmente en Black Sabbath, aunque también en bandas posteriores como Saint Vitus y The Obsessed, lo que hizo grandes a Blood Farmers fue su capacidad para pasar todas esas influencias por su filtro personal, destrozarlas con una batidora de psicodelia esquizoide, y finalmente parir uno de los sonidos más novedosos que haya dado el stoner doom. Sus temas, además, rezuman una pasión cada vez más rara en un disco de rock. Y es que estos cuatro tíos sonaban como si su puta vida se fuera en ello. Por momentos se les puede emparentar con los primeros Soundgarden, pero estoy convencido que en un combate de directos entre ambos, Chris Cornell & Co. huirían espantados ante el espectáculo de estas cuatro bestias pardas, que además amenizaban sus conciertos con vídeos de pelis gore y de terror. Una estrella sobresalía especialmente en el firmamento de estos granjeros, y esa era la guitarra. Sin palabras me quedo para expresar lo que las seis cuerdas (doce en este caso) de Blood Farmers son capaces de hacer. Riffs monolíticos, marcados, creando auténticos muros de granito sónico, y que al mismo tiempo conviven con unas diabluras y escorzos propios del rock'n roll sudoroso y el heavy clásico a partes iguales. También hay pasajes convertidos en puras jams pantanosas, donde el blues se empapa de brea y sangre para cubrirte por completo y sumergirte en su peculiar mundo de placas tectónicas en colisión, viajes de ácido y muerte. Eli Brown es la persona perfecta para dar voz a este monstruo, prestando sus registros cercanos al blues cazallero que, unidos a la desaforada pasión con que impregna sus interpretaciones, dan como resultado unos temas que te pondrán literalmente los pelos de punta. No me voy a olvidar de la sección rítmica, ni mucho menos, porque joder, por fin uno puede degustar un trabajo bien hecho en las 4 cuerdas. Y no porque ahora no haya buenos bajistas, sino porque parece que los productores y técnicos de sonido del heavy se han olvidado de su existencia. Pues bien, aquí podréis degustar al Dr Phibes dándole una profundidad al rock de Blood Farmers para quitarse el sombrero. La labor en los parches (por aquí pasan varios músicos) es complemento perfecto al bajo, y en conjunto dotan al trabajo de los norteamericanos de una pegada sin igual y necesaria en un trabajo de estas características.
3 comentarios:
Desconocía de esta gente. La verdad es que tienen más de Doom que otra cosa, con esos riffs 100% Black Sabbath. Una vez más, una gran recomendación y reseña.
Un saludo.
Ross and Will from Ogre were not original members of the band. I played all the guitars on both albums. Thanks for your review!
Dave
Blood Farmers
Thanks for the clarification!! As soon as possible I'll solve the error. And thanks for reading the review.
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