Superado el puente y sus devastadores efectos, vuelvo por estos lares, que ya tenía ganas. Y lo hago con una banda que dudo mucho cope portadas ni listas de ningún tipo, pero que en menos de dos años han demostrado que pocos, muy poquitos, pueden mirarles a los ojos. Dodsengel es una joven formación noruega compuesta por M.A. y Kark, cuyo debut de 2009, Visionary, supuso un puñetazo en la mesa del anquilosado universo black del país, amén de un recordatorio a todas las vacas sagradas de lo que una vez fue el espíritu del género y que cada vez menos bandas encarnan. Aquel era un trabajo acojonante, un ejercicio de malsana intensidad sonora y espiritual que te dejaba literalmente sin resuello. Sin poder esperar e imbuidos de un irrefrenable torrente creativo, la banda vuelve a la carga, menos de un año después, con otro torpedo a la línea de flotación de una escena que necesita urgentemente de más grupos como Dodsengel. Tal es la fertilidad de estos tíos, que mientras escribo esto en la calle está otro nuevo trabajo suyo, esta vez en formato EP y de título Arkaik.
Pues los cabrones lo han vuelto a hacer. Aunque parezca mentira, en unos pocos meses han conseguido, partiendo de los formidables pilares de Visionary, reinventar su sonido, darle una nueva vuelta de tuerca y lanzarnos a la cara otro trabajo que es poco menos que una obra maestra. Como si de un cruce bastardo entre Shining y Mayhem se tratase, Dodsengel sigue siendo una banda que gana por goleada por pura intensidad, cruda, primaria, sin adulterar, pero que a su fiereza esquizoide le han añadido una complejidad estructural digna de un cosmos en formación. Donde otras bandas como Enslaved han abandonado completamente el black metal en pos de sus sueños progresivos, Dodsengel consiguen esclavizar inmisericordemente esas progresiones y forzarlas a trabajar en pos de su retorcida visión de la música. Cualquier influencia o etiqueta explota por los aires cuando Mirium Occultum se despliega en toda su grandeza, y aunque, como decía, ahí están los ecos de Shining (por la intensidad) o los primeros Mayhem (por su inequívoco regusto al black primigenio), el cuadro en su totalidad es una obra personalísima e inimitable, fruto de dos mentes desestructuradas a la para que geniales. Abren la carnicería con Azonei Wyrdwalker, en la línea de su predecesor Visionary, destruyendo todo a su paso en un controlado caos sonoro a base de una sección rítmica devastadora, unas guitarras que cortan a machetazos y una voz, la de Kirk, que es la confirmación de que las posesiones demoníacas existen, y son peores que en las películas. La sorpresa mayúscula llega con su segundo corte, Evocation Of Amezarak, un mastodonte de 20 minutos cargado de energía nihilista, épica arrebatadora y un duelo de titanes entre la fiereza descarnada y unas melodías guitarrísticas que no hacen ascos a internarse en el progresivo, previa sumisión a los preceptos del black metal. Kirk lleva a cabo un trabajo inigualable por lo enfermizo de su interpretación, que va de la guturalidad más iracunda a los sollozos finales de una bestia herida, siendo capaz de crear verdadera incomodidad en el oyente. Tremendo. Alor Mal Ki es una cabalgada sin freno a los abismos del dolor, con terminaciones nerviosas a punto de explotar y una sonrisa maniaca en el rostro, y unos parones en los que un retorcido doom se da la mano con los lamentos blasfemos de Kirk. La grandiosidad retorna con A Word To Conquer The Aeon, otro tema majestuoso lleno de épica y fuerza que demuestra que black metal, lejos de ser ese punk metalizado y sucio del que muchos hablan, es toda una fuerza de la naturaleza, que además de arroyos verdes y riachuelos de estampa romántica, también puede ser una explosión de energía oscura y destructora capaz de devorar galaxias enteras. Mirium Occultum se cierra con Lucifer Ascendant, un perturbador pasaje doom con una batería hipnótica, acordes que se expanden hasta el infinito y unos cánticos que se asemejan a mantras de impía reverencia a Satán. Perfecto final para un álbum al que no hay calificativos que le puedan hacer justicia. A todo esto hay que añadirle una producción sucia, sin filtrar, que acentúa lo primario de las sensaciones del álbum, pero que a la vez no interfiere en el vasto despliegue de elementos que conforman el mismo.
Resumiendo, un trabajo capaz de devolver la fe en el black metal a cualquiera. Olvídate de experimentos ambientales, de black'n roll o cualquier otra derivación actual del género. Dodsengel han venido para devolver el trono oscuro a los gélidos parajes donde fue construido, y pobre de aquel que ose enfrentárseles. Candidato claro a disco del año.
Nota: 10/10
3 comentarios:
Jajaja, ya te digo, vaya añito de los cojones... A este ritmo calculo que lo habremos asimilado alrededor del 2013 o así...
Después de varias semanas bastante ocupado (y dentro de poco más con la llegada de exámenes), no he tenido tiempo para escuchar más que lo necesario para actualizar mi blog en la medida de lo posible, pero no creas que no me he parado a escuchar los últimos discos que has subido, eh.
Este disco lo había visto mencionar alguna ocasión. Tras escucharlo sólo puedo decir "increíble". Son como una especie de Deathspell Omega, pero a la noruega, y con unos temazos acojonantes.
Cada vez estoy igual que Alexcore, no sé ya cuál va a ser mi top 10 del año. Pero mejor eso que a que falte.
¡Un saludo!
Jejeje, ya te digo, tenemos una saturación de pepinazos sonoros... Pero vamos, yo ya tengo claro que mínimo tendré que poner un Top 25.
Me alegra tu vuelta, crack!
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