Ecos de una ciudad sumergida.

Translator / traducteur / übersetzer / traduttore...

miércoles, 30 de junio de 2010

MAR DE GRISES - Discografía (Parte I)

Continúo sin moverme de tierras latinoaméricanas, en este caso trasladando las coordenadas a Chile, país del que procede el grupo que traigo hoy. Además espero que sirva, desde la modestia de mi tribuna, como pequeña revindicación de una escena a la que muchísimas veces no se le presta la atención que mereciera. Que América Latina alberga grandísimas bandas es algo que queda más que patente si hacemos un repaso a las formaciones que del subcontinente han conseguido trascender mundialmente a pesar de las dificultades inherentes a una región tan castigada por las dificultades económicas y una cultura ignorada por el snobismo occidental. A pesar de ello, Sepultura y Angra desde Brasil, La Ira de Dios y Tlön desde Perú, los folk-doomers chilenos Uaral o los mexicanos The Chasm demuestran que la genialidad no comprende de fronteras, y desde sus diferentes posicionamientos estilísticos han impreso su sello propio en el mundo metálico y/o rockero. Mar de Grises entran en ese selecto grupo, y en muchos aspectos lo han incluso trascendido, merced a dos álbumes, The Tatterdemalion Express (2003) y Draining The Waterheart (2008) que les han aupado a ser considerados un gupo de culto dentro del doom con tintes death. Especialmente con el segundo disco las críticas especializadas se volcaron con ellos, y entraron en los puestos más altos de la gran mayoría de listas de lo mejor de aquel año. Todo ello les valió para firmar con el prestigioso sello francés Seasons Of Mists, hogar de bandas del calibre de Watain, Klone, Cynic, Kylesa o Drudkh. Su nuevo álbum, Streams Inwards, está previsto que vea la luz el 30 de Agosto.

La música de Mar de Grises bebe de fuentes claramente discernibles, pero a la vez posee un código genético propio que les hace sonar muy diferentes al resto de bandas de death/doom. Para mí las dos referencias más evidentes son My Dying Bride y Swallow The Sun / Novembers Doom. Con los primeros les une una música profundamente melancólica y plagada de detalles, especialmente los que provienen de unos teclados exquisitos. Con el segundo grupo de bandas tienen en común esa fuerza y rabias deudoras del death metal, y que vienen definidas principalmente por unos registros vocales en los que se combinan las voces claras con la guturalidad. Sin embargo aquí acaban las similitudes, ya que la manera en que los chilenos mezclan estas influencias con las suyas propias dan como resultado unas sonoridades que tan sólo pueden identificarse con ellos mismos. Con la melancolía como eje que transmita movimiento a todo el mecanismo, Mar de Grises se desmarcan de la austeridad de My Dying Bride para rodear su tristeza de bellísimos y cuidados detalles y texturas, haciendo hincapié en unas melodías de triste belleza, lo que por muchos momentos les acerca al gótico. Sin embargo, y como ocurre en la vida, la melancolía va acompañada de la rabia por tal situación, y en la música de Mar de Grises se ve reflejada por unas guitarras que elevan verdaderas murallas sónicas acompañadas de voces guturales, y que en conjunto conforman temas de una épica y una fuerza que pocas bandas en la actualidad pueden llegar a igualar. Sin dudas afirmo que estos dos álbumes, pero especialmente Draining The Watershed, están al nivel de los grandes discos de Swallow The Sun o Novembers Doom, y de hecho si atendemos a la versatilidad de las composiciones, se encuentran incluso por encima de éstos. La sensibilidad y mimo por el detalle que muestran Mar de Grises en dichas composiciones les acercan más a la propuesta de Opeth, y no me extrañaría que en futuros lanzamientos la banda buscara ahondar por esos derroteros más que por las embestidas del death/doom. Temas como Deep-seeded Hope Avant-Garde o One Possessed, ambos de su último álbum, os darán una idea de lo que estoy diciendo. Guitarras que te acarician y en cuestión de segundos aplastan tu pecho sin piedad, voces que son lamentos a la par que gruñidos cargados de rabia y frustración, y unos teclados que te invitan a recogerte dentro de tí mismo y lamer las heridas con deleite. En The Tatterdemalion Express encontramos muchos ejemplos de esto también, y que vienen expresados en temas como El Otro, una maravilla que recoge todas las virtudes de Mar de Grises, o por la exquisita fragilidad de Storm, que cuando te encuentras con la guardia baja explota dejándote sin aliento. Los detalles en la música del quinteto se van revelando tímidos, tomándose su tiempo, con unos desarrollos que buscan envolverte sin prisa, como la tela de una araña sobre el tembloroso cuerpo de la mosca. Estamos ante una propuesta que absorberá todos tus sentidos, privando a tu cerebro de todo contacto exterior ajeno a la música que sale de los altavoces, hipnotizándote hasta la sumisión más absoluta. Una capitulación que en mi caso estoy más que dispuesto a ofrecer, si a cambio puedo disfrutar de la magia que obran Mar de Grises.

Una discografía, que aunque muy pequeña, es ya toda una referencia de culto. Y una banda cuyo talento no parece conocer límites ni barreras.

lunes, 28 de junio de 2010

TLÖN - Volumen II (2010)


Recuerdo una tarde de tantas, viendo consumirse el tiempo, los cafés y los cigarros en la esquina de El Abuelo (para los no habitantes de Gasteiz, es el pequeño pero maravilloso reducto de los rockeros añejos en el centro de la ciudad). Y la recuerdo porque la plácida monotonía se rompió por una extraña música que salía de los altavoces, y que nadie acertaba a reconocer. Sonaba a viejo, muuuuy viejo, con una producción y sonido digamos que austeros (por ser benevolentes). Una frikada más de Pablo (dueño de El Abuelo y arqueólogo de lo bizarro como pocos), pensé. Pero en esas que entra la voz, y entonces todo se vuelve incomprensible. Imaginaos los Led Zeppelin más hasta arriba de ácido cantados por un teleñeco psicotrónico, y os estaréis acercando al concepto de aquella banda. No aguanto más y le pregunto. Tarkus se llamaban. Ni puta idea. Suenan un par de canciones más y me rió un montón con ellas. Suena muy friki, pero por alguna extraña razón me gusta. Más tarde descubro que son una leyenda en Latinoamérica, y que proceden de Perú, aunque contaban con un par de argentinos en filas. Descubro también que el álbum, el único que sacaron, está considerado el primer disco de heavy (o proto-heavy más bien) de América Latina, y que data nada más y nada menos que de 1972. A estas alturas, si no habéis dejado ya de leer, os preguntaréis por qué cojones estoy hablando de esto. Pues porque hace poco me pasaron este LP que traigo hoy al blog, y cuándo pregunté referencias, me dijeron: Rock psicodélico de Perú. Y pensé en Tarkus inmediatamente. Aún mayor fue mi sorpresa cuando descubro que su cantante y guitarra, Christian Van Lacke, es el hijo de Guillermo Van Lacke, el bajista de Tarkus. También en los parches está Walo Carrillo, que lo fuera también de la legendaria banda. Les acompaña Marcos Coifman (Reino Ermitaño) en el bajo. Volumen II, como su nombre indica, es su segundo lanzamiento, teniendo siempre muy presente el legado de aquella mítica banda (de hecho el primer álbum recogía temas de Tarkus que no habían llegado a ver la luz), no sólo por sus vínculos directos, sino también porque en la composición de los dos álbumes ha participado también Alex Nathanson, que fuera cantante y guitarra acústica de Tarkus.

Vayamos ahora con su música. En estos tiempos que corren no se si un artefacto como éste le va a interesar a mucha gente, necesitado de una conexión neuronal para su escucha con altas dosis de mutación lisérgica. Incluso entre los asiduos a ECOS DE R'LYEH habrá muchos que huyan despavoridos en cuanto surja la voz de Van Lacke, me juego mi podrida alma,jeje. Pero bueno, como estoy en mi casa voy a desgarrarme gritando mi amor por estos tíos sin importar las consecuencias. Tlön beben claramente de las fuentes primarias, del rock de finales de los 60 y los 70, siendo especialmente reconocibles las reminiscencias a Black Sabbath, pero también de combos míticos argentinos como Pescado Rabioso o Pappo's Blues, sin olvidar (como hacerlo!) a Tarkus. Todo ello está pasado por un barniz único y personal de psicodelia y doom, sonando en conjunto de una manera tan original que dudo que te vengan a la mente otras bandas, exceptuando claro está a Tarkus. Y es que se pueden considerar Tlön la evolución natural de aquellos, consiguiendo depurar su sonido, sonando más duros cuando toca y aún más psicodélicos si cabe. Se me hace muy difícil definir su música, porque Tlön hacen válida la tan manida frase de esto no se puede explicar con palabras. Puede que sea verdad lo que ellos, herederos del legado tarkusiano, explican acerca de su música y sus letras, y Volumen II se diriga al inconsciente plagado de monstruos que habita en todos nosotros y que tan sólo puede sentirse plenamente en un plano soterrado de nuestra psique. La voz de Van Lacke es la guinda al pastel, sonando como una especie de bruja enloquecida salida de alguna película setentera de serie Z. Sus letras ayudan a dar esa impresión, plagadas como están de referencias ocultistas pero sobre todo de un omnipresente anhelo de escapismo de esta realidad, de este mundo lleno de injusticias, de avaricia, de fealdad. Esa tendencia al surrealismo queda definida por el mismo nombre de la banda, sacado del relato del gran Borges Tlön, Uqbar, Orbis Tertius. Los riffs son maravillosos, sonando con esa cadencia pesada propia de los Black Sabbath, pero mutando a su antojo y fluctuando con decenas de texturas diferentes cuando los temas se adentran en parajes psicodélicos. Las propias cuerdas vocales de Van Lacke lo hacen también, y no acierto ni me atrevo a describir los numerosos registros que utiliza en Volumen II. Lo dejo a cargo de vuestros cerebros. Acerca de los temas me encuentro ante la misma dificultad, pero es complicado no recordar emocionado la magia de esas dos guitarras, la acústica y la eléctrica, copulando juntas en 50 Siglos. O el matador comienzo con esas dos obras maestras psicotrónicas como son El Banquete De Los Niños y Oda Al Sonido Delirante (simplemente grandiosa...). Ascensión Al Vacío es otro de los puntos álgidos del disco, contando además con la participación de la vocalista de Reino Ermitaño, Tania Duarte.

Como conclusión, nos encontramos ante un álbum de los pocos que realmente merecen la etiqueta de únicos, a pesar de pertenecer a un legado musical que se extiende casi durante cuatro décadas. Como en el relato de Borges, Tlön es ese mundo donde el tiempo pasado y futuro no existen, tan sólo un presente que recuerda mentiras o que extiende sus deseos en un futuro imaginario. Un mundo que no es más que el reflejo invertido del nuestro en un espejo. ¿o es al revés? No lo sé, pero hay veces, muchas veces, que es mejor soñar que estar despierto.

Nota: 9/10


viernes, 25 de junio de 2010

FROM EXILE - Monolith (2010)

Que injusto es el mundo a veces. Que un pepinazo como este tenga que estar autoeditado mientras la mediocridad llena las estanterías de las tiendas de discos con el apoyo de todopoderosas multinacionales y grandes discográficas. Pero bueno, menos mal que gracias a internet las jóvenes bandas pueden hacer llegar a la gente su música sin tener que pasar por la mediación de los jerifaltes de la industria. Monolith es el segundo álbum de esta banda, que ya en 2007 debutaron con el notable Crushing Reality. Oriundos de Atlanta, pronto se ganaron un nombre merced a su impresionante y técnicamente impecable metal progresivo. Sin embargo, poco antes de entrar al estudio a grabar la continuación de Crushing Reality el seno de la banda sufrió una importante convulsión, quedando tan sólo dos miembros, los guitarristas Eric Guenther y Ben Wetzelberger. Pero ya se sabe que no hay nada en este mundo como tener colegas, y rápidamente contaron con el ofrecimiento para echar una mano de nada más y nada menos que los guitarrista y batera de DAATH, Eyal y Kevin Talley. Como digo, Monolith ve la luz desde la autoedición, en gran parte debido a que las convulsiones internas han provocado que de momento esto sea un proyecto de estudio a la espera de que From Exile pueda encontrar nuevos miembros estables que les permitan poder girar con garantías.

A pesar de proceder la gran Atlanta (su escena parece no tener límites, madre mía...), cuna de titanes como Mastodon, Kylesa, Baroness... el metal progresivo de From Exile poco o nada tiene que ver con el de sus vecinos. Mientras que los primeros enarbolan su pasado sludge con orgullo, son nuestros protagonistas unos enamorados del metal progresivo más purista, con un sonido limpísimo, una técnica desbordante y tirando sin disimulo de solos de guitarra que parecen legados por una raza superior procedente de otra galaxia. Las voces son prácticamente inexistentes, apareciendo tan sólo en tres temas, y es que ante una perfección compositiva como ésta, cualquier adición vocal no haría sino estropear la perfección milimétrica de Monolith. Un elemento destaca sobre todos los demás, y ese es la acojonante labor guitarrística. De verdad que te pueden dejar sin aliento a base de riffs matadores y unos solos, repito, que parecen ejecutados por manos no humanas y con una habilidad prácticamente incomprensible. Hay mucho de amor por Dream Theater en el álbum, pero al mismo tiempo Ben y Eric han conseguido contener la tendencia al barroquismo desmedido (y por qué no decirlo, al soberano aburrimiento) de la escuadra de Petrucci & Co. Una diferencia que queda constatada por la duración de Monolith, poco más de 30 minutos, y unos temas que se mantienen de media alrededor de los 3 minutos. Con la inicial Arrival ya sabes a lo que te vas a enfrentar. Unas florituras guitarrísticas que a mi personalmente me recuerdan un montón al Surfin With The Alien de Satriani, de la mano de unos riffs ultra heavys para mover las greñacas como un poseso, y que funcionan conjuntamente a la perfección. No recuerdo otra banda que haya sido capaz de engancharme tanto desde unos planteamientos tan clasicistas como lo ha conseguido From Exile. Impure Visionary es uno de los puntos álgidos del álbum. Aparecen unas voces que casan a la perfección con el tema, muy reminiscentes de los Mastodon más evocadores. El solo de guitarra es para ponerte los pelos como escarpias, como seguro te los pondrá la aparición de una guitarra acústica de aires muy españoles. Apparition comienza con un precioso sonido de guitarra que se repite por dos minutos hasta que el resto de instrumentos te estallan en la cara y te mandan volando a un viaje por el espacio exterior. Acojonante. Monolith y Exhumed sacan la furia contenida del dúo, y muy seguro harán las delicias de los metalheads más exigentes. La primera, además, es la excepción del álbum al estirarse hasta los siete minutos, merced a una concatenación de riffs que te dejará con la boca abierta. Los poco más de dos minutos de The Unlearning Dissent bastan para que la banda se marque uno de sus mejores riffs, mas heavy que el viento y con más épica que una batalla a cuchillo contra un ejército orco. Por similares parajes discurre Veritas, y de nuevo su solo de guitarra simplemente te volará la cabeza. En total, ocho temas perfectos, acojonantes y sorprendentemente originales. Si From Exile no es capaz de reconciliar a los duros metaleros con el progresivo, nadie más lo hará. Por tan sólo 7 dolares de nada se puede adquirir a través de su MySpace, y por 20 $ puedes pillarlo con camiseta.

Otro sorpresón que nos trae el 2010. Una banda que si se estabiliza, muy pronto se contará entre los más grandes. Palabrita del niño Jesús...

Nota: 8,5/10

FROM EXILE - Monolith (2010)

MySpace

<a href="http://fromexile.bandcamp.com/album/monolith">Arrival by From Exile</a>


jueves, 24 de junio de 2010

MEMORY DRIVEN - Relative Obscurity (2009)

Otra puñetera joya del año pasado que se me había escapado. Vaya añazo, por el amor de Satán. Lo que me tiene anonadado es que lo que uno va descubriendo no son discos de calidad media que se habían mantenido fuera del su radar, sino fantásticos lanzamientos con capacidad para competir en las listas de lo mejor del año, y que debido a la avalancha de obras maestras que vivimos en 2009, se han visto injustamente oscurecidas por el velo del desconocimiento. Éste es el caso que nos ocupa. Memory Driven es el proyecto personal de ese dios del doom que es Dennis Cornelius. Si no le conocéis, veinte latigazos en la plaza del pueblo para vosotros por impíos. Porque estamos ante un señor que ha formado parte de los imprescindibles Revelation, y que con ellos compuso esa obra maestra llamada ...Yet So Far en 1995. No contentó con ello formó más tarde OverSoul pariendo otra puta maravilla, de nombre Seven Days In November (2000). Lamentablemente, y debido a tensiones internas, la banda se deshizo poco despúes. Incapaz de estarse quieto, Cornelius cambia la guitarra por las cuatro cuerdas y entra a formar parte como bajista en Place Of Skulls, la banda de otra leyenda como es Victor Griffin. Con ellos graba el excelente The Black Is Never Far. De nuevo problemas internos, como es la problemática de encontrar un nuevo batera para la formación, hacen que nuestro protagonista se desespere y vuelva a su Oklahoma natal. Allí pasa otros tres años como bajista de Dwell Within, pero cada vez tiene más claro que necesita poner en marcha un proyecto mucho más personal, y en el que vuelva a tocar la guitarra tras los cinco años que ha pasado ejerciendo exclusivamente como bajista. Fruto de esta intención, y rodeandose de tres talentosos músicos de la zona ( Chris Greenway como segundo guitarra, David Newcomb al bajo y sintetizadores y TJ Mansfield en la batería), pone en marcha Memory Driven, grabando en 2009 el álbum que traigo hoy, Relative Obscurity.

Relative Obscurity es de lejos el proyecto más personal de Cornelius, y supone desde ya uno de los álbumes más originales y únicos que se han parido en el doom en muchísimo tiempo. Aunque siendo sinceros, estamos ante un álbum que trasciende, y mucho, esa etiqueta. Influencias como las de Tool o Alice In Chains son más que evidentes, y hacen que el disco entre en una categoría de difícil encorsetamiento estilístico. Se nota que nuestro protagonista le tenía ganas a las seis cuerdas, porque el trabajo que aquí realiza con la guitarra es increíble, y se nota el amor, mimo y cuidado que ha puesto en el trabajo con su instrumento. Los cortes son acojonantemente melódicos, épicos, careciendo Relative Obscurity de momentos que bajen de la categoría de excelentes. A destacar el trabajo que lleva a cabo David Newcomb con los sintetizadores, omnipresentes durante la hora que dura el álbum, y que en parte son los causantes de que Memory Driven tengan un sonido tan sumamente personal. Entre canción y canción, además, se intercalan interludios donde los sintetizadores nos preparan para el siguiente viaje estratosférico de la banda. Hay mucho del grunge de principios de los 9o en este álbum, y los ecos de Alice In Chains o Soundgarden se pasean por cortes como Heavens Vast o Forever Lasting Sadness, aunque siempre desarrollados de la mano de unas estructuras complejas más propias del metal progresivo que del revival rock de aquella época. La voz de Cornelius es fabulosa, y casa a la perfección con el espíritu del álbum, unido a unas letras llenas de melancolía que nuestro hombre escribió junto al bateria de OverSoul y Dwell Within Patric Barrett. Todos los temas del álbum son ciertamente excelentes, pero si tuviera que remarcar alguno, esos serían la titánica y muy doomer Moment, con un Cornelius exquisito a las voces, o la siguiente Ostrakon, compuesta por todos los miembros de la banda, y que gratamente nos muestra que Memory Driven puede ser más que el compendio de los talentos superlativos del guitarrista. De hecho es uno de los momentos álgidos de Relative Obscurity, y un tema que de verse apoyado por una mayor difusión, se podría haber convertido en uno de los hits metálicos del año. Poco más puedo añadir como comentario de un álbum excelente, y que por momentos roza la perfección. Esperemos que la banda tenga la estabilidad necesaria para continuar y sigan en el futuro ahondando en la senda abierta por Relative Obscurity. Yo al menos lo deseo fervientemente, porque en mi opinión suponen una de las promesas más importantes que ha dado el doom norteamericano en muchísimo tiempo.

Una propuesta valiente, sincera, con una calidad compositiva desbordante. Chapeau!

Nota: 8,75/10


miércoles, 23 de junio de 2010

SASQUATCH - III (2010)

Por toda la ciudad se respira una calma tensa, un nerviosismo que a partir de mañana estallará en una nueva catársis rockera. Porque mañana Gasteiz respirara rock & roll por los cuatro costados, y paseando por sus calles ya se ven pantalones de pitillo, camisas de cuadros, tatuajes y sobre todo ganas, muchas ganas de disfrutar de un cartel en el que hay titanes como Airbourne, Gov't Mule, Kiss o Bob Dylan. Y servidor no se encuentra ajeno a tales sensaciones, por lo que en las últimas semanas no he hecho apenas otra cosa que darle al rock en mi reproductor. El álbum que traigo hoy no corresponde a ningún grupo de los que tocan en el festi (aunque bien podrían hacerlo!), pero aún así me ha tenido enganchadísimo los últimos días. Sasquatch es un trío que se formó en Los Ángeles en el 2001 por Keith Gibbs (guitarra, voz), Rick Ferrante (batería) y Clayton Charles (bajo). Los tres compartían la misma pasión por el proto-metal setentero, la psicodelia y, en general, el rock de carácter atemporal que bebía de las fuentes clásicas. De este modo ve la luz en 2004 su debut, titulado I, que hacía hincapié en la simplicidad y la garra del stoner metal más directo, granjeándose las simpatías del público y los parabienes de gran parte de la crítica especializada. Ya en 2006 aparece la continuación, II, donde los norteamericanos dan un giro importante a su sonido al centrarse mucho más en las melodías, dando como fruto un álbum con clara vocación mainstream. En 2007 abandona la banda Clayton Charles, siendo sustituido por Jason Cassanova (ex-Tummler, Volume).


Con III Sasquatch han logrado el punto medio entre sus dos anteriores álbumes, siendo en mi opinión su álbum más redondo hasta la fecha. Si algo caracteriza al trío es su capacidad para componer temas con gancho, realmente irresistibles. Puedes sentir el groove de cada corte, haciéndose muy difícil el no mover la cabeza y los pies al ritmo de su música. La inicial Get Out Of Here es buen ejemplo de ello. Un riff gordísimo, acojonantemente rítmico, que unido a la fabulosa voz de Keith Gibbs convierten la canción en un auténtico himno que no extrañaría si sonara a todas horas en las radios rockeras norteamericanas. Eso sí, aclarar que no estamos ante unos aspirantes a estrellas, simplemente son tres tíos que hacen rock, de ese que nunca se pasará de moda y que es todo un emblema nacional incluso para las nuevas generaciones. Tampoco pensemos que es un grupo de un solo tema, porque III está repleto de putos temazos en la misma línea, caso de las fantásticas Walkin' Shoes o la final Burning Bridges, que se amoldan perfectamente a la etiqueta de stoner metal. Sin embargo Sasquatch también sabe moverse por otros terrenos que aunque no se alejan mucho de su propuesta, sí enriquecen el álbum y le dotan de una versatilidad que permite que no te aburras para nada durante los 55 minutos que dura el mismo. Es el caso del medio-tiempo Queen, donde la banda se mueve como pez en el agua y que se trata de uno de los puntos álgidos del disco. Del mismo modo, en Bare My Soul nos encontramos con un acercamiento a la psicodelia, y New Disguise suena como si Monster Magnet se hubiera colado en el estudio durante la grabación de III. En total 11 temazos del mejor stoner metal que se puede encontrar hoy día, tocados con la mayor honestidad y energía del mundo. No vas a encontrar nada nuevo, pero con material de este calibre, a quién cojones le importa.

Si flipas con Clutch, Fu Manchu, The Company Band o House Of Broken Promises, dales una oportunidad a estos tíos, porque ni de lejos te van a defraudar.

martes, 22 de junio de 2010

U.S. CHRISTMAS - Eat The Low Dogs (2008)

Aprovechando la anterior subida de Hawkwind Triad, el espléndido álbum de versiones de los reyes de la psicodelia clásica, os traigo a una de las bandas involucradas en el proyecto y que es de lejos la menos conocida. U.S. Christmas es un sexteto procedente de North Carolina y Tennessee, concretamente de la zona de los Apalaches, montes siempre muy presentes en la temática de sus letras. Formados en 2002, la banda giró intensamente por todo el sureste de los EEUU, desde garitos de moteros a espacios de arte, mientras que por el camino lanzaban tres álbumes auto-editados. Fue con el tercer disco que Scott Kelly de Neurosis les descubrió, encantándole tanto la propuesta del grupo que rápidamente les ofrece lanzar su siguiente álbum bajo su sello (y de varios miembros de Neurosis y Tribes Of Neurot, y dirigido por Steve Von Till y su esposa) Neurot Recordings. Por el camino han quedado fantásticas giras junto a Neurosis, Earthless, Weedeater o Baroness. Actualmente la banda se encuentra en plena labor de grabación del que será su quinto disco, titulado Run Thick In The Night y que estará producido por Sandford Parker, el cerebro creativo de los post-metaleros Minsk. Se prevee que el álbum salga en Otoño de 2010, de nuevo bajo el sello Neurot Recordings.

La música de U.S. Christmas se caracteriza por poseer una tremenda capacidad evocadora, cualidad que llega a través de un marcado amor por la psicodelia deudora de los enormes Hawkwind, pero que a la vez es profundamente triste y melancólica, lo que les emparenta al mismo tiempo con el post-metal de Neurosis e Isis. También hay muchos fogonazos rockeros a lo largo del álbum que te harán pensar en el Neil Young más descarnado. Partiendo de los paisajes de la región de Marion como línea de salida, el sexteto se lanza a un viaje en el que los diferentes estilos se subordinan a la gran personalidad de una banda que supura blues por los cuatro costados. Puede que distingas en Eat The Low Dogs numerosas fuentes, ya sean psicodelia, southern rock o post-metal, pero la manera en que U.S. Christmas las ponen a trabajar es tan especial y llena de melancolía que irremediablemente te harán pensar en el blues. Porque el álbum es un enorme lamento sonoro, con los Apalaches de fondo empequeñeciendo nuestras patéticas figuras, y cuyos temas hablan del desespero y la paranoia que nos ocasiona la vida, así como la relación estrecha que existe entre el amor y el odio. Al igual que la figura de la portada, el álbum se mueve en un círculo cerrado, empezando y acabando con el mismo riff de guitarra, el correspondiente a la inicial In The Light Of All Time y al último corte llamado Pray To The Sky, si bien es cierto que éste último es mucho más oscuro. Las connotaciones de esto son bastante evidentes, y hablan a las claras de la poco optimista visión de la vida que tienen los norteamericanos. Son dos temas tremendamente repetitivos e hipnóticos, cuyos riffs marcados e insistentes se te graban a fuego en la cabeza, embellecidos por numerosos efectos muy en la línea de Hawkwind. Con The Scalphunters demuestran, por si había alguna duda, que U.S Christmas saben rockear y ser fieros, y esos amplis en el 11 nos hablan de un combo que además de tener un ojo puesto en el clasicismo también beben de las murallas sónicas de Neurosis. Say Sister es simplemente acojonante, y es la auténtica declaración de intenciones del grupo. 9 minutazos que recogen la esencia de una banda única, y donde te transportarán a las frías cumbres de su región natal a base de riffs que se expanden hasta el infinito y de unos efectos y teclados realmente exquisitos, rematados por los desesperados lamentos de Nate Hall. Todavía sin recuperarte del shock, te dan el golpe de gracia con otros 10 minutos de preciosa oscuridad, en este caso los correspondientes a Silent Tongue, y donde Nate Hall se desgarra repitiendo "fifteen bottles of gasoline will be there for me/when I cut out your silent tongue". Otro tema simplemente acojonante. Cada tema de Eat The Low Dogs es una joya macabra, un delicioso sorbo amargo de vida, de la verdadera vida que nos castiga con heridas y decepciones, pero a la que nos abrazamos como niños asustados. Una oda al sufrimiento como motor del crecimiento personal, del hundimiento en la osuridad como único viaje posible, y de la pasión como analgésico al dolor de la existencia. Porque si algo destaca en Eat The Low Dogs es esa pasión con la que se nota está compuesto, y que te erizará los vellos de la nuca con cada riff gigantesco y con cada grito.

Otro bandaza en el increíble catálogo de Neurot Recordings, y un álbum inclasificable y genial. Si Run Thick In The Night está a la altura de Eat The Low Dogs o es capaz de superarlo, estaremos ante una banda que sin problemas podrá codearse con los pesos pesados del sello. Yo estoy convencido que lo conseguirán.

miércoles, 16 de junio de 2010

HAWKWIND TRIAD: HARVESTMAN / U.S. CHRISTMAS / MINSK (2010)

A veces es maravilloso ser un fanático de la música. Porque cuando surgen cosas como el álbum que traigo hoy al blog, me descubro a mí mismo dando saltitos y babeando incluso antes de haberle hincado el diente a la música que contiene. Pero es que joder, tengo todo el derecho cuando lo que tengo entre manos es a tres de los combos de post-metal/rock más grandes del Universo ( leyendo Harvestman como si fuera Neurosis...) fabricando un álbum de versiones de los titanes Hawkwind, la banda de psicodelia/space rock más importante de la era clásica. Prácticamente no es necesario que presente a las bandas que participan aquí, pero por si acaso comentaré algo brevemente. Harvestman es uno de los proyectos personales de Steve Von Till, líder de Neurosis, la banda más influyente de post-metal que ha existido jamás, y de hecho se puede afirmar que ese género nació con ellos. Discos como Through Silver In Blood o The Sun That Never Sets han entrado por méritos propios dentro del Salón de Honor de la historia del rock. US Christmas es una banda del sello Neurot Records (propiedad de Von Till) que dejó patidifuso a medio mundo con esa puta maravilla que era Eat The Low Dogs (2008), donde imprimían un toque bluesero muy personal a su ya de por sí peculiar fusión de Hawkwind con Neil Young y el post-metal de Neurosis. Y por último Minsk, una de las grandes promesas del género, niña bonita del sello Relapse y que el año pasado coparon las listas de lo mejor del año gracias a esa barbaridad en forma de metal progresivo llamada With Echoes In The Movement Of The Stone. Su líder, Sandford Parker, fue guitarra de los también muy notables Buried At Sea a la par que reputado productor. También ha participado este año en la composición del segundo álbum de los blackers Twilight, todo un discazo en el que comparte labor con insignes geniecillos como Aaron Turner de Isis o Blake Judd de Nachtmystium.


¿Y qué se puede decir sobre el disco? Pues que es acojonante, espectacular, precioso. Olvídate de pensar en cuestiones como cuál es mejor, la original o la versión, o si es una herejía tocar los temas perfectos de Hawkwind. Esto es un diálogo entre dioses, y uno sólo puede regocijarse por haber sido invitado a un encuentro de tal magnitud y poder degustar a sus ídolos musicales de la actualidad mostrando tanta veneración y cariño por la leyenda de Hawkwind. Porque si algo queda patente es el enorme respeto que las tres bandas tienen por los ingleses, algo que por añadido puede servir para que las nuevas generaciones descubran el nacimiento de todo esto, y que si no hubiera sido por aquellos locos hippies de pintas cochambrosas y talentos desbordados nada de lo que hoy disfrutamos hubiera existido. También es cierto que ese respeto no implica que las versiones carezcan de la personalidad propia de las diferentes bandas. De hecho haber intentado parecerse a Hawkwind hubiera sido el mayor ultraje a su nombre, pues los ingleses siempre fueron sinónimo de libertad creativa y personalidad a raudales. De lo que se trataba aquí era de utilizar el elevado pedestal que proporcionan esos temas de leyenda para volar cada uno a su aire, libre, y así intentar llevar las melodías a un nivel diferente. Sólo es necesario escuchar la voz personal de Von Till en D Rider o esa acojonante versión de 7x7 que se curran los metaleros Minsk para darse cuenta de lo que hablo. Esta última, acompañada de un saxofón marciano marca de la casa, a mí me pone los pelos de punta. Y no nos olvidemos de US Christmas. Ayudados por un concepto de banda que siempre les ha acercado mucho al grupo británico, simplemente lo bordan en este álbum. Escuchando Orgone Accumulator uno se convence de que ellos solitos podrían hacer un álbum de versiones de Hawkwind espectacular. En total el disco se compone de 11 joyazas que se estiran hasta la hora y veinte minutos, otro dato que habla del esmero y dedicación con el que se ha afrontado su composición. 11 maravillas que paso de diseccionar, porque no me veo capaz de hacerlo con palabras y porque en lo único que pienso es en acabar la reseña y tirarme en la cama para volver a escucharlos. Espero que lo disfrutéis, cabrones, porque esto es para gozar como un adolescente escondido en el vestuario de chicas.

Buf. Discazo. Ayer y hoy fusionados, pero siempre mirando al mañana. Una puta maravilla.

lunes, 14 de junio de 2010

SKELETON OF GOD - Primordial Dominion (2008) / Urine Garden EP (1993)



Hoy toca ponerse aventureros y algo bizarretes, señores, así que cojan sus prejuicios junto a todo lo que daban por sentado y tirénlo a la basura, y si les place acompáñenme en lo que será un viaje al lado más exótico de la música extrema. Nos encontramos ante una de esas bandas tan personales que por enorme que sea su música nunca conseguirán crear ninguna escuela, principalmente porque es necesario un tipo de conexión neuronal muy retorcida por las drogas para concebir un híbrido musical de estas características. Skeleton Of God nacen a comienzos de la década de los 90 en Colorado, fruto de la amistad entre Jeff Kahn y Erik Stenflo. Ambos comparten una misma visión de la música, que no es otra que intentar aunar la brutalidad del death metal y el incipiente grind con la libertad creativa y formal de las bandas psicodélicas clásicas. Tan extraña concepción musical, más teniendo en cuenta la juventud de estos tíos, necesitaba de ayuda en forma de más humanos con habilidades y cerebros mutados por el ácido, por lo que reclutan al bajista Joel DiPietro y a Tim Fouch como segundo guitarra. De tamaña unión surge en 1993 el EP titulado Urine Garden, que para nada exagero si lo encumbro entre los mejores trabajos de música extrema de aquella década. A todo el mundo pilló a contrapié, y su impacto fue tremendo dentro de la comunidad metalera, fruto de un death brutal de la mano de cambios de ritmos frenéticos y solacos reminiscentes de la época más clásica del rock. Y si a todo ello le sumabas unas progresiones más psicodélicas que diez dioses navajos copulando con ardillas, tenías la receta acabada para un plato indiscutiblemente único y genial. Cuando todo eran alabanzas hacia el grupo y las discográficas se agolpaban a su puerta, Skeleton Of God, para desánimo de todos, deciden separarse. Corría 1994 y las diferencias personales y creativas entre estos jovencísimos músicos daban al traste con una de las promesas más esperanzadoras que el metal había vivido en mucho tiempo, más si cabe en los oscuros tiempos del reinado grunge. Con el cuarteto desperdigado por la geografía de los EEUU e involucrados en diversos proyectos (desde otras bandas a la gerencia de discográficas underground), era difícil pensar en un reencuentro feliz y en la posible reactivación del grupo. Sin embargo, la reedición de Urine Garden y Bleached In The Sun (que recogía grabaciones también de aquellos primeros años) por parte de Deathgasm y Highism Records en 2004 encendió de nuevo las esperanzas de que Skeleton Of God volviera a la vida con nuevo material bajo el brazo. Dicho y hecho, pues aquel acto de nostalgia permitió que el duo de colegas volviera a contactar y, una vez olvidadas viejas rencillas, se atrevieran a reactivar la formación, para lo que volvieron a contar con Joel DiPietro a las cuatro cuerdas. El fruto de ello es Primordial Dominion, y supone otro enorme pepinazo de locura extrema que entra directamente en las listas de lo mejor del año para numerosas revistas y webs especializadas.

Respecto a su música, es difícil diseccionar los temas o comentarlos uno a uno, por lo que prefiero dar unas pinceladas de lo que os vais a encontrar si decidís darles una oportunidad, cosa que espero. Bien, para empezar y que no os enteréis de nada, deciros que Skeleton Of God son una amalgama de Pink Floyd, Primus, Cathedral, Cannibal Corpse y Jimmy Hendrix, pasando también por bandas como Black Sabbath o Voivod. ¿Veis? ¿A que no os podéis hacer una idea?. Pues que sepáis que todas esas influencias están ahí. Pero bueno, intentando que nadie huya despavorido, es posible aclarar algo la situación. En esencia nos encontramos ante una banda de death - grind muy bestia, pero que a su pantalla de brutalidad le añade unas estructuras especialmente complejas y todo ello queda matizado por espectaculares progresiones muy,muy clásicas. Si pinchas Primordial Dominion y te encuentras directamente con temas como Introspection o Divinorum, es muy difícil que pienses en death metal, y si en que Kyuss se han vuelto a juntar y su nuevo trabajo se ha teletransportado a tu pinchadiscos. Esos son cortes de pura locura psicotrónica, lenta e hipnótica, pero también puedes encontrar amalgamas donde todo eso se fusiona con el neanderthalismo más cafre, caso de las enormes Cerebral Vipers o Tentacle Gears. Pero si algo está omnipresente en la obra de Skeleton God y les hace erigirse por encima de cualquier otra banda es la enormidad de sus riffs. Porque señores, lo que este duo de guitarristas es capaz de hacer servidor no lo puede explicar con palabras. Sólo puedo volver a creer en la existencia de una deidad en algún lado, ya que no es humano que en un mismo tema te taladren en modo hyper-grind para en cuestión de segundos embarcarse en una jam bluesera o incendiar tu sangre con un solaco en la línea del Jimmy Hendrix más inspirado. Probablemente la banda que más se les parezca sean sus vecinos Cephalic Carnage, que nunca han ocultado su veneración por Skeleton Of God. Sin embargo los Cephalic tienen su lado psicodélico muchísimo más domado, y en ningún momento lo desatan en detrimento de la brutalidad, cosa que les diferencia sustancialmente de nuestros protagonistas de hoy. Poco más que añadir. Espero que disfrutéis de una banda que parió una obra maestra de tan sólo 5 temas hace dos décadas, y que 15 años después volvieron para dejar claro que su trono es indiscutible y su calidad y personalidad compositiva inalcanzables.


Skeleton Of God. Dioses de una realidad alternativa donde Kyuss y Napalm Death tan sólo están separados por los kilómetros que hay entre Inglaterra y el desierto del Mojave. Un reflejo perfecto de lo que nuestro propio mundo debería ser.


miércoles, 9 de junio de 2010

HANK WILLIAMS III - Rebel Within (2010) / Discografía escogida

Hoy toca hablar de raíces, de leyendas, de actitud, de controversia y de desafío a un destino que parecía escrito antes incluso de nacer. Hoy toca hablar de Hank Williams III, también conocido como Hank III o simplemente III. Nuestro protagonista de hoy nace en el corazón de la Estados Unidos más reaccionaria, en Nashville (Tennessee), allá por 1972. Desde su primer día de vida entró a formar parte de la realeza del country, en una población famosa por dar nombre a uno de los sub-géneros más populares del estilo, el conocido como sonido Nashville, que consistía en fusionar la música folclórica norteamericana con el pop que se puso de moda en los años 60. Nuestro Hank III recibe su corona por ser el siguiente eslabón del que sea probablemente el árbol genealógico más impresionante de la música moderna. Y lo digo porque es muy raro que el talento en estado puro se herede de padres a hijos como ha estado ocurriendo en la familia Williams hasta el día de hoy. Hank Williams, su abuelo, es junto a Peter Seeger el músico más grande que ha dado el country, amén de ser el principal responsable de popularizarlo en los años 40, y todo ello a pesar de morir a la corta edad de 29 años, fruto del brutal abuso que hizo del alcohol y las drogas para aliviar los dolores de espalda crónicos que sufría. El padre de nuestro protagonista, Hank Williams Jr., es otro de los dioses del country, con múltiples numeros 1 en las listas norteamericanas y principal impulsor del género outlaw allá por los 70 , y que se basaba en la fusión del susodicho country con el southern rock y el blues. Su disco-jam Hank Williams Jr. & Friends de 1976 junto a gigantes del southern como Waylon Jennings o la Marshall Tucker Band fue toda una revolución además de uno de los discazos de aquella década. Porque aunque el hippismo se llevara la gloria, la América rural también tuvo mucho que decir y nada que envidiar a los comeflores y chupasapos varios de la época. Su mayor momento de esplendor lo vivió en los 80, una vez recuperado de un gravísimo accidente mientras escalaba y tras el que le tuvieron que reconstruir el cráneo y la cara, donde nunca bajó del nº 2 en las listas yankees.


Ya os estaréis preguntando por qué cojones me enrollo tanto con su historia familiar. Pues aparte de porque nunca está mal leer sobre la historia de la música, en este caso concreto se antoja completamente necesario para comprender el ambiente en el que se crió nuestro Hank Williams III, junto a la enorme presión que sobre sus hombros recayó inmediatamente cuando decidió que también él quería dedicarse a la música. Ya en los 90, en un momento de vulgarización atroz del country, donde se encontraba elevado al altar de música mainstream y desnaturalizado a base de abortos pseudo-pop, muchos eran los que veían en Hank III una especie de mesías que recuperara el viejo espíritu de la música de los desharrapados blancos de la nación. Desde los que veían en el espíritu de su abuelo la salvación, a los que le presionaban para que continuara los pasos de su padre, todos querían llevar al jóven Hank por la senda "correcta". Pues bien, todo lo que recibieron de nuestro amigo fue un escupitajo en la cara y el polvo en el camino que dejó al alejarse. Porque si algo hace grande a Hank III es que siempre ha hecho lo que le sale de la punta de su sureño pene, sin importarle las sagradas voces que hay alrededor del country. Y en el fondo, mal que les pese a todos aquellos que le tachan de traidor, él representa la esencia destilada y pura del género. Desde su vuelta a los sonidos más primarios pasando por la recuperación del anti-héroe sureño y su patética vida llena de desgracias, y terminando por un estilo de vida donde abundan los excesos de todo tipo, Hank Williams III encarna el mismísimo espíritu de los primeros Seeger, Jimmie Rogers o Johnny Cash. Personas que representan la absoluta libertad creativa y la inquebrantable fe en lo que hacen, tanta que el mundo acaba arrodillándose a sus pies. Dónde estaba? Ah si, los años 90. Efectivamente, ya no eran los años de la Gran Depresión ni de las revueltas hippies a ritmo de Led Zeppelin. No, eran los grises noventa, y Hank Williams III, además de llevar el country en las venas, vivió el auge del hardcore y el metal extremo, géneros a los que siempre ha estado muy apegado. De ahí su colaboración como bajista en la banda sludge de Phil Anselmo Superjoint Ritual, o que siempre cuente en sus conciertos con vocalistas de bandas hardcore. De hecho, asistir a un directo de nuestro hombre es verse sumergido en una extraña mezcolanza de barbudos amantes del country, moteros, punks, skinheads y metaleros, todos rendidos ante su desafiante actitud. Y a su genial música, que es lo más importante. La tradición americana bañada en la actitud más punkarra imaginable de la mano de la fuerza de cualquier combo metalero. Eso es Hank III. No se equivoque nadie, porque lo que va a escuchar es country, pero por alguna extraña razón su música posee ese extraño don al alcance de muy pocos de conseguir hablar con el idioma de la música pura, sin adulterar, esa que llega a todos los oidos y seduce cualquier alma. Tras dos buenos álbumes de tanteo personal como Risin' Outlaw (1999) y Lovesick, Broke and Driftin' (2002), Hank se encontraba preparado para presentar al mundo su propuesta de un modo pulido. Y ahí cayó esa auténtica bomba llamada Straight To Hell (2006), desde la cual el country no volvió a ser igual. El disco de country para callar la boca a todos aquellos que odiaban el country. Con un ojo fijo en la tradición y el otro en el rock y el punk, se trata de uno de los álbumes más acojonantes de la década. Con más actitud que los mismísimos Slayer y más macarra que Satán, Hank Williams III empapa las raíces musicales de su país con cerveza, speed y odio por el mundo, y de paso aplasta definitivamente las ilusiones de todos aquellos que veían en él el nuevo héroe mainstream del country. Con esas letras llenas de excesos e incorrección política se asegura bien de ello, pero a la par entra por la puerta grande de los corazones de muchas nuevas generaciones que ven en él un héroe inesperado dentro de un género asociado injustamente a paletos bonachones con petos vaqueros o directamente a fachas. Tras el bombazo llegó la confirmación, por si alguno aún albergaba esperanzas de lo contrario, de que Hank había venido para quedarse. Un álbum redondo, donde se acentúa la mala hostia de sus letras y aumentan los objetivos de las mismas. Desde los intocables del country, a los contrarios al derecho a portar armas, pasando por el Gobierno (al que acusa de la pobreza del medio rural americano), todos reciben su merecido en Damn Right, Rebel Proud (2008). Rebosante de individualismo, el disco queda perfectamente reflejado en estrofas como "I'm gettin' real high, and I'm gettin' down low/And I live in a shack on creditor's row/and my best friend is my Magnum 44". Como una vez leí, esta no es la música country de tu abuelo... a no ser que tu abuelo sea Anton LaVey. Y como no hay dos sin tres, nos llega su reciente Rebel Within sin darnos tiempo aún a recuperarnos de sus dos anteriores discazos y con los rescoldos del debut de su banda de metal/punk Asskjack todavía calientes. Sin perder un ápice la fuerza ni agresividad de trabajos pasados, nos encontramos con un músico mucho más interesado en excarvar en las profundidades del country que antaño. No os asustéis, estamos ante el mismo enfant terrible, y con temas como Drinkin' Over Mama jamás será aceptado dentro de la respetable comunidad que copa los escalafones más altos del género. Simplemente es que creo que se ha dado cuenta que no es necesario alejarse de las raices para defenderlas desde la perspectiva que da la distancia, sino que a veces lo mejor es aferrarse a ellas con puños y dientes y defender el sagrado árbol de la música tradicional americana. Algo que queda clarísimo en maravillas reposadas como esa balada blues que es Gone But Not Forgotten o la añeja Lost In Oklahoma. Puede que sea el álbum menos transversal de su carrera, y que a muchos punks o metaleros les parezca demasiado "blando", pero en mi opinión es un auténtico discazo casi a la altura del genial Straight To Hell. Imposible ser un amante de la música con denominación de origen americana y no caer rendido a los pies de una maravilla como lo es Rebel Within.


Vaya brasa os acabo de dar,jajaja. Lo siento, pero creo que un rara avis como Hank Williams merece ser reconocido y respetado, porque en este mundo nuestro de cuadrículas y clones cada vez se hace más difícil ver un alma con brillo propio y con tantos cojones a la hora de defender la grandeza de su luz.


martes, 1 de junio de 2010

INTEGRITY - The Blackest Curse (2010)

Bueno, para empezar, esta subida se la dedico especialmente a Alexcore, porque estoy seguro que le va a encantar, y como favor devuelto por recordarme que el Chad Smith que tocaba en el discazo de los Terminal Lovers era el mismo que una vez se ganó la gloria de los amantes del hardcore durante los años 90 con estos Integrity. Ha sido un sorpresón toparme con este álbum, y ha habido mucho de casualidad, ya que me hayaba investigando para dedicar una semana al buen hardcore metal de hace dos décadas cuando he descubierto que estos gigantes se habían vuelto a conjurar. Bueno, poco hay que comentar de una de las leyendas del género. Formados a finales de los ochenta en Cleveland, Integrity son esenciales para comprender el surgimiento de la hornada de grupos de hardcore metal de finales de los noventa. Sin ellos bandas como Hatebreed o Converge, por poner los ejemplos más conocidos, lo hubieran tenido un poco más complicado para encontrar su hueco. Siempre han sido un grupo especial, en concreto por la temática de sus letras. Donde la mayoría de formaciones del mundillo cantaban a las injusticias sociales o a la hermandad de barrio, los de Cleveland se decantaban por unas letras que se regodeaban en el ocultismo, lo sobrenatural y mórbido. Liderados por su frontman Dwid Hellion, reclamaron su trono en 2003 con esa obra maestra llamada To Die For, donde lejos de continuar con una fórmula a la que sus contemporáneos se han abrazado hasta la momificación, ahondaron en esa oscuridad que siempre ha sido inherente a su filosofía, pero sin perder nunca de vista que su sonido hunde raíces en la rabia más primaria.
Empecemos por lo básico. The Blackest Course es un discazo y le mea en la oreja al 99% de bandas de HC/Metal del planeta. Así de claro. Probablemente es el disco más redondo de la banda desde aquellos clásicos como Those Who Fear Tomorrow (1991) o Systems Overload (1995). Es como si hubieran recuperado toda esa mala hostia juvenil de antaño, pero regada del cinismo, la decepción y el saber que proporcionan los años. Lo que siempre me flipó de estos norteamericanos fue que practicando el estilo probablemente más rígido del panorama musical moderno como es el metalcore, eran capaces de sorprenderte constantemente. Rabia, oscuridad, velocidad, rugidos, lamentos, lentitud capaz de ahogarte, todo tenía cabida es su esquizoide visión del hardcore. Y lo más acojonante era que todo sonaba coherente y fluido. Pues eso encontraréis en The Blackest Course: desde el hardore más bestial imaginable en Through The Shadows Of Forever, que no para de subir en brutalidad con pepinazos como Simulacra, donde suenan como si los Slayer del Reign In Blood hubieran salido de Brooklyn. Cuando piensas que ya le has pillado el tranquillo al álbum (metalcore genial a toda pastilla) llegan los 8 minutacos de Before The World Was Young y tanto la mandíbula como litros de baba se te caen al suelo sin remedio. Tirando de guitarras acústicas y oscuridad como para hundir al planeta en la noche más oscura, se cascan uno de los temas más épicos de su carrera, y de lo más brillante que escucharás este año (como mínimo). Lo dicho, imposible juzgar a estos cabrones. Si no tienes suficiente, también se salen de la norma con solos de guitarra de infarto (el de Learn To Love The Lie, con esos aires orientales, es acojonante...) Todo ello rematado por Invocation Of The Eternally Coiling Serpent, que haciendo honor al título, es una puta bestia que se te enrosca en el cuerpo hasta aplastarte los huesos con su poderoso abrazo mortal. Densa y oscura como el jodido infierno, tiene un comienzo que te hará pensar que Integrity suenan incluso como Celtic Frost. Pero nada, como he dicho juzgarlos es imposible, y a la que te descuidas el tema explota con una rabia inhumana y te destroza el cerebro, solo para regresar a esa calma fétida cuando más le place. La verdadera pena es que el álbum no acaba con esa canción, pues tras ella llega la innecesaria (que no mala) Take Hold Of Forever, que al retornar el esquema más veloz y hardcoreta, rompe un poco el clímax creado hasta entonces. Pero bueno, no vamos a ser quisquillosos cuando estamos ante un disco que roza la perfección, que es mucho dentro del mundo del harcore/metal.

Tremendo, tanto que da hasta miedo. The Blackest Course nos recuerda por qué el hardcore fue tan absolutamente grandioso en su día, y nos avisa de que no nos confiemos, porque la bestia sigue viva...

Nota: 9/10