Este año no doy abasto, os lo juro. Si a una importante lista de discos pendientes por reseñar le sumamos nuevos lanzamientos de una calidad soberbia que no paran de aparecer, pues mi frustración alcanza límites casi insoportables. El último álbum de Chris Connelly ha supuesto uno de esos lanzamientos, y teniendo en cuenta que 2011 ha sido un año predominantemente metálico, me he decidido por comentar un trabajo que nutra mi inminente lista de los mejores discos de rock del mismo. Por compensar, vamos. Es probable que muchos no conozcáis a este cantante y compositor escocés, pero si os digo que se trata de un ex-miembro de bandas como Ministry y Revolting Cocks supongo que la cosa cambia. Sería injusto también el ignorar sus grandes trabajos junto a bandas menos conocidas como los post-punks Pigface o los noise-industriales Murder, Inc., que le granjearon el ser todo un personaje de culto dentro del underground de Chicago (ciudad a la que se mudó en los 80 cuando entró a formar parte de Ministry y Revolting Cocks). Su producción en solitario ha sido más que prolífica, pues desde que debutara en 1991 con el fantástico Whiplash Boychild, 15 han sido los álbumes que el bueno de Connelly ha lanzado al mercado. El último este Artificial Madness, un trabajo lleno de sorpresas. La primera es el sello que lo edita, Relapse Records, una de las discográficas metálicas más importantes del planeta y a priori en las antípodas de una propuesta como la del escocés. La segunda sorpresa es la colección de músicos que acompaña a Chris Connelly en la aventura, pues tenemos a lo más granado del extremismo metálico encarnado en miembros de Wolves In The Throne Room, Indian y Minsk, entre otros. De hecho, el omnipresente Sandford Parker (Minsk) no sólo se encarga de los teclados en Artificial Madness, sino que también es el responsable de la producción del mismo.
En el plano estrictamente musical puedo decir que Artificial Madness es el álbum del escocés que más me ha gustado desde Whiplash Boychild. No elevaré mi opinión a categoría de máxima porque no he escuchado todo el material que ha editado Connelly, pero creo no equivocarme al colocar su nuevo álbum dentro de lo mejor que jamás haya compuesto. Muchas han sido las transformaciones que ha tenido su propuesta sonora, desde el rock industrial al minimalismo acústico, pero con Artificial Madness regresa a sus orígenes en solitario, aquel comienzo unido al punk/post-punk que tan buenos resultados le diera. Como si de un repaso al género se tratase, el álbum evoca desde el maravilloso punk 80's de Public Image Ltd (la banda que formó John Lydon tras la separación de Sex Pistols junto al ex-The Clash Keith Levene) al post-punk industrial de Killing Joke, sin olvidar el breve pero influyente legado de Joy Division. La influencia de PiL se muestra en todo su esplendor en cortes como el single Wait For Amateur, que se basta con dos minutos para conformar un tema ganador, de los de la vieja escuela. Compatibility, aunque de mayor metraje, maneja parámetros similares, haciéndonos retroceder en el tiempo al nacimiento de la música alternativa pero sin perder por ello toda la frescura de un disco compuesto en 2011. Los teclados de Sandford Parker son deliciosamente ochenteros, y aunque muy alejados de los parámetros llenos de oscuras atmósferas y psicodelia que suele manejar nuestro querido patilludo, encajan perfectamente en la propuesta de Connelly. Sorprende del mismo modo la acojonante labor del resto de músicos involucrados, tanto que pareciera que han nacido para el punk y no para destruir cerebelos con sus bandas de metal extremo. En el aspecto vocal destaca un Chris Connelly en plena forma, con su característica interpretación mezcla de escocés borracho, crooner enamorado de David Bowie (especialmente en cortes como Cold Blood In Present Company) y spoken-word, girando alrededor de una temática versada en la alienación del hombre frente a la tecnología. Y aunque Artificial Madness no es un trabajo que vaya a agradar especialmente a los fans de Ministry, si pueden encontrar un guiño en las voces distorsionadas de la genial The Goner. En total 11 temas que se evaporan en menos de 40 minutos, dejándote una enorme sonrisa de satisfacción en el rostro y la sensación de haber escuchado algunos de los mejores temas que nos haya regalado 2011. A sus pies, señor Connelly.
Regreso triunfal de Chris Connelly para dejar a la altura del betún a todos los clones y advenedizos del post-punk ochentero. Una vuelta a los orígenes del post-punk pero con los pies firmemente asentados en el presente, y la reivindicación del escocés como una de las figuras claves del pasado y presente del género. Sencillamente uno de los mejores discos de 2011.
NOTA: 9,75/10
3 comentarios:
Una bomba!
¿Es mejor que The Damage Manual?
Joder, Damage Manual eran muy grandes... Éste disco no es tan feroz ni industrial, pero compositivamente es soberbio. Y no me mojo más, que ambas propuestas me parecen grandiosas,jajajaja
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