Puedes escuchar el disco completo a través del Bandcamp de Small Stone Recordings. PINCHA AQUÍ.
Si existe una banda en el planeta cuyo sonido se pueda calificar de inconfundible esa es Sons Of Otis. Con dos décadas de carrera a sus espaldas, el trío de Toronto formado actualmente por Ken Baluke (guitarra, voz), Frank Sargeant (bajo) y Ryan Aubin (batería) ha llevado al extremo unas enseñanzas que parten del stoner/doom de los seminales Sleep junto al cuelgue espacial de los primeros Monster Magnet para devenir en una propuesta que les ha situado en una posición donde no tienen cabida las medias tintas. O les amas o les odias. Como los mejores. Sobreponiéndose a continuos cambios de batería y quiebras de sellos, nos presentan Seismic (2012, Small Stone Recordings), su sexto álbum de estudio y el tercero desde que firmaran con la discográfica stoner por excelencia en el que demuestran que sus jams cósmicas no necesitan de cambios ni revoluciones para seguir aplastando huesos y expandiendo mentes.
Que a nadie le lleve a equivocaciones la portada del nuevo trabajo de los canadienses porque no estamos ante un trabajo de stoner-rock centrado en coches y mujeres. Sons Of Otis siguen habitando cómodamente en el interior de un agujero negro rodeados de pliegues espacio-temporales y colosales fuerzas gravitacionales desde las que nos envían periódicamente incontestables ejercicios de demolición lisérgica para mayor deleite de nuestros derretidos cerebros. Sin necesidad de moverse un ápice de una propuesta firmemente fusionada a su ADN el trío ha vuelto a facturar un trabajo soberbio que se sigue desplegando en esas coordenadas que tan sólo ellos conocen y el resto de mortales no están preparados para habitar so pena de morir aplastados. No voy a comparar Seismic con sus anteriores trabajos porque me parece un trabajo inútil dada la calidad y compactación de su discografía. Desde los soberbios e iniciáticos Spacejumbofudge (1996, Hypnotic) y Temple Ball (1999, Man's Ruin Records) al titánico cuelgue de X (2005, Small Stone Recordings), la carrera de Sons Of Otis es la demostración de que, al igual que Lobezno, estos tíos son los mejores en lo que hacen. Otra cosa es que lo que hagan sea algo tan monstruoso quedar atrapado en una colisión entre planetas... Lo que sí se puede asegurar es que el nuevo trabajo de los voceros del Universo les muestra en un estado de forma acojonante, facturando 7 cortes de leyenda donde a nada que uno sobreviva a la experiencia y agudice los pabellones auditivos puede captar las diferentes armas con que nos han subyugado a lo largo de su travesía artística. El comienzo gargantuesco que supone Far From Fine es como recibir un puñetazo en la cara del mismísimo Galactus, con la voz de Ken Baluke (inconfundible con esos efectos de eco marca de la casa) gritándonos con regusto a porros cargados la primera y grandiosa revelación: Here I Go Again/Nothing's Gonna Change. Toda una declaración de intenciones que se verifica a lo largo del disco, y que nos muestra a una banda que es ama y señora de unos dominios que no tiene ninguna intención de abandonar. Lessons continúa la senda del corte inicial, composiciones contundentes que representan la densa, oscura y lisérgica visión que Sons Of Otis tienen del blues, y en la que Baluke demuestra que además de parir riffs gordos como cabezas de enano también puede arder con el fuego de un Hendrix enamorado de Carl Sagan y los porros. Pk y Alone nos retrotraen a los tiempos de X, cuando la banda nos hizo puré a base de tempos ultralentos, riffs aterradoramente gruesos y evocaciones surgidas de las indescifrables entrañas del cosmos. Guilt compacta de manera soberbia las virtudes del trío, lo lejos que han llegado en su amor por la tectónica y el pulido de un trono que actualmente se sitúa entre el que ostentan los italianos Ufomammut y los fumetas Bongzilla. La sonrisa y el gozo extasiado llegan con Never In My Life, la versión que se cascan del clásico de Mountain (ya les versionearon anteriormente en Temple Ball, concretamente la canción Mississippi Queen) y al que le insuflan toneladas de personalidad para dotar al tema de una densidad y alma space-rockera geniales. Termina Seismic con la ultramundana Space Jam, que haciendo honor a su nombre nos muestra la vertiente más rockera y libre de los de Toronto, y donde la sección rítmica se quita su traje de diplodocus para abrazar una interpretación llena de gusto refinado y versatilidad, de nuevo con Baluke haciendo un trabajo espectacular a las seis cuerdas.
Puede que nunca reciban el reconocimiento que merecen, pero Sons Of Otis vuelven a demostrar que pocas bandas pueden alardear de una discografía tan maravillosa como la suya y de una propuesta tan personal e intransferible. Seismic es otra victoria incontestable para el trío y la constatación de que tampoco en el vasto Universo hay ley más poderosa que la del riff.
2 comentarios:
La verdad sea dicha. Discazo gordaco. Sonidaco y ondas expansivas pesadas y muy largas.
Tremendo! Acojonante!
Menuda banda que discazo se han currao... ojalá podamos verles por aquí -cuando sea-.
tumoe
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