Ecos de una ciudad sumergida.

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martes, 9 de marzo de 2010

BURZUM - Belus (2010)



Pues tenemos entre manos nuevo disco de Burzum, y esto por sí solo ya supone uno de los momentos más importantes dentro de la historia del black metal, y lo es por varias razones. Primero, porque Burzum es una de las bandas esenciales para comprender el género. Sin ella (y otras como Mayhem o Darkthrone) no se entendería el impacto que el black metal noruego tuvo en el mundo a principios de los noventa (conocida como la Segunda Ola del Black Metal), como no se habrían sentado las bases para su conformación como género actualmente asentado (y con una salud envidiable, por cierto). Otra razón que justifica la importancia de Belus es que se trata del primer disco de Burzum en once años, 16 si no contamos los dos álbumes que Varg Vikernes (único miembro de la banda) compuso en la cárcel, de carácter electrónico y con un sonido más que mejorable, debido en parte a las limitaciones propias de un encarcelamiento. 16 años desde que viera la luz Filosofem, auténtica obra maestra del black metal ambiental. El sonido distorsionado de esas guitarras, la lenta cadencia rítmica, la ensoñación a la que invitaba, la rasposa voz de Vikernes y sus referencias a dioses y tiempos perdidos en la memoria y mitología europeas supuso la primera piedra caida en un estanque cuyas ondas aún siguen reverberando en las aguas, aunque ahora con otros nombres como Drudkh, Wolves In The Throne Room o Blut Aus Nord. Combos de muy diversa índole e increíble calidad que deben su existencia al genio desequilibrado y enfermizo de Vikernes. Y esa es la tercera razón para que el álbum que tenemos entre manos sea tan especial: Varg Vikernes, o Conde Grishnackh, como él se autodenomina. Su trayectoria vital es una de las mas controvertidas de la historia de la música, y una de las principales razones de que durante mucho tiempo el black metal fuera denostado, temido y despreciado por gran parte de la comunidad metálica y del público en general. Pagano extremista, pirómano de iglesias católicas y adorador del nazismo (entre otas muchas cosas), el asesinato que cometió y que se llevó la vida de Euronymous, lider de los imprescindibles Mayhem y fundador del legendario sello Deathlike Silence, no hizo más que aumentar su popularidad morbosa y erigirlo como el Charles Manson de la música extrema. Tras 16 años en la cárcel, Vikernes vuelve a respirar el aire seco y helado de Noruega en libertad, y en la actualidad vive retirado en una granja con su familia. Desde allí nos llega Belus, su nuevo ataque frontal al (según él) decadente mundo occidental.

Las declaraciones previas que el músico había ido lanzando hablaban de cierto alejamiento del black metal y de evolución. Algo que provocaba, cuanto menos, incredulidad, ya que estamos frente al rey del primitivismo sónico, el supremo tirano de las canciones infinitas a base de dos notas de guitarra, y no acababa de verlo yo en plan Yngwee Malmsteen o pariendo temas de 3 minutos. Pues bien, he de decir que algo de razón si que había en sus palabras, ya que en Belus (nombre de una antigua deidad solar, origen del dios vikingo Balder y del griego Apolo) Vikernes nos ofrece el que de lejos es su mejor composición a las guitarras, principalmente por sus variados registros (dentro de lo que es Burzum, no nos vayamos a emocionar...). También se ha notado un cambio respecto a la producción, y aunque se sigue respetando ese aura de raw black metal que tan bien le hace a su música, todo en Belus suena infinitamente mejor que en anteriores producciones de Burzum. Y al hilo de las guitarras, probablemente éstas sean las principales protagonistas del disco. Desdeñando acompañamientos electrónicos y teclados, y relegando la batería a un segundísimo plano, son las melodías (por momentos realmente preciosas) que Vikernes saca a su guitarra el eje sobre el que rota toda la música contenida en ocho temas centrados en la vida, muerte y renacimiento del dios solar. Historia de corte mitológico que es cantada con maestría por una voz, la de nuestro enfermo noruego, que también ha variado notablemente desde sus inicios. Ya no encontramos al trollecillo gritón de los inicios de Burzum que amenazaba con taladrarnos los tímpanos, y en su lugar emerge un regio guerrero nórdico de voz mucho más profunda, y que a sus desgarradores gritos (ahora más imponentes) suma momentos con voces limpias que recuerdan a los de un contador de historias de los de antaño, de voz poderosa y cautivadora.

Tras la intro inicial que es Leukes Renkespill, el álbum entra en materia con Belus' Doed, un tema marca de la casa que se basa en un único riff que domina de principio a fin la canción. Sin embargo, según se va desplegando el metraje y entran acompañamientos y matices observamos cómo, pese a seguir dominando ese sucio minimalismo que tan famoso ha hecho a Burzum, nos encontramos ante un disco mucho más trabajado técnica y compositivamente. De todos modos, lo importante es el resultado, y el tema es poderoso, evocador, fiero y de una cadencia hipnótica, como no podía ser menos. Glemselens Elv es un temazo, uno de los puntos álgidos de Belus. 11 minutos de viaje que comienza con una saturación y distorsión sónica que van in crescendo, ayudada por los lamentos y gritos de Vikernes, pero que hacia sus minutos finales explota con unas guitarras que te pillan completamente a contrapie (y más en un disco de esta banda); las melodías que llenan el cénit del corte son impresionantes, y se funden con una voz que abandona el salvajismo para ganar en profundidad. Lo dicho, un temazo. Kaimadalthas' Nedstilding vuelve a dejarnos completamente descolocados, principalmente por los cambios de ritmo y las diferentes sonoridades que se aprecian. Empieza salvaje, a toda pastilla, casi como si un disco de salvaje Black primitivo se tratase, para acto seguido volver al esquema minimalista-repetitivo de la banda. Encontramos coros que nos dan la sensación de que en Noruega también hay cabida para los mantras orientales, y el corte alcanza su punto álgido en el ecuador de su metraje, con una melodía capaz de ponerte los pelos de punta. Otro tema grande, muy grande. Sverddans supone el pequeño homenaje que Vikernes le hace al black original; poco más de dos minutos de tema a toda pastilla, doble bombo incluido, con voces muy deathmetaleras y un riff de guitarra que parece quisiera cabalgar directamente hacia el Ragnarok, el fin de los días según la mitología vikinga. Pasado el ecuador del disco, y hasta el momento más que satisfechos por lo vivido, no podemos imaginar que lo mejor está por llegar, y es que los tres últimos cortes del álbum son realmente magníficos. Keliohesten vuelve a comenzar sin excesiva prisa, sumando distorsión y capas y capas de sonido, preparando el colchón sobre el que va a reposar el verdadero alma del tema, que no es otro que las melodías de guitarra que de nuevo son un auténtico acierto. Hipnotismo y belleza se unen de nuevo de esa retorcida manera que tan sólo Vikernes es capaz de hacer, y uno sólo puede aplaudir ante un efecto de ese tipo elaborado con unos mimbres tan limitados. Y si de limitación y grandeza hablamos, Morgenroede es el mayor ejemplo. Para mí el mejor tema del disco, el cabrón de él se sustenta sobre un riff de dos notas y un golpeo pausado y regular de batería. Ya está, sólo eso, y mi alma está camino de Saturno. No lo puedo explicar, es imposible, pero este desgraciado y despreciable nazi loco tiene un don increíble para construir catedrales con dos troncos podridos. El final del álbum nos llega con la instrumental Belus' Tilbakekomst, otra joya de canción. Estamos ante uno de esos temas para cerrar los ojos, respirar y dejarnos llevar a la extraña dimensión personal de Vikernes, habitada por paisajes ya extintos y seres de leyenda. Minimalismo ruidoso, distorsión, saturación, estructuras repetitivas y melodías se retuercen en tu cabeza para dar forma a un cosmos, el de Burzum, de un carácter único y habitado únicamente por nuestro querido/odiado aspirante a tirano. Se agradece que Burzum no caiga en un vicio típico en los grupos de black ambiental, que no es otro que el rellenar minutos con interludios instrumentales pseudo-profundos pero que inducen al oyente al sopor más profundo. De eso nada, aquí tenemos sólo ocho temas (siete restando la introducción de 30 segundos) redondos y que se bastan para erigir a este Belus en una auténtica sorpresa (esperaba poco, la verdad) y en un álbum que no pararás de escuchar una y otra vez.

He de reconocer, aunque me joda (es que Vikernes me repugna mucho...), que estamos ante un auténtico discazo. Puede que visto dentro de un tiempo, en perspectiva, la impresión sea menor, cuando los factores externos que rodean a Belus se disipen, pero mientras tanto creo que estamos ante uno de los discos de Black Metal Ambiental del año.

Nota: 9/10


2 comentarios:

Soulkiller dijo...

Yo también lo escuché con cierto resquemor, a la par de curiosidad, y yo no sé cómo coño lo hace este tío para atrapar con su sonido, como tú bien dices estirando el mismo riff cual chicle. Quitando de lado toda la historia y sartada de estupideces que caracteriza a éste, he de reconocer que se ha clavado un pepinazo a la altura de sus clásicos, una mezcla entre sus comienzos y su etapa más ambiental. Kaimadalthas' Nedstigning es sin dudas mi tema preferido del disco, se te mete en la mente como si nada.

Un saludo.

cosmicalis dijo...

yo creo que esta entre este nuevo album y aske lo mejor de este cabron maniaco...

jajaja soulkiller tiene mucha razon con Kaimadalthas' Nedstigning jajaja
vikerness lo hiso d new con esta nueva produccion subira como espuma para los nuevos new-metaleros que escuchan estas cosas por puro morbo. pero esta chingon el album lo que sea de cada quien buen aporte maniac