Vuelvo por estos lares tras unos días de parón obligado, fruto de unos problemas con mi ordenata que amenazan parte de mis archivos junto con la totalidad de mi paciencia frente a la tecnología. Mientras le sigo implorando clemencia al dios de los ordenadores, intentaré al mismo tiempo continuar comentando álbumes con cierta regularidad, a pesar de que tengo que tirar de portátil prestado. Y tras excusarme cual vil plañidera, dejo de apelar a vuestra lástima y me centro en lo importante, la música.
Ya he comentado con anterioridad el impresionante acierto que el sello Profound Lore está mostrando a la hora de incorporar nuevas bandas a un catálogo que es ya de por sí todo un escándalo, y que le sitúan como uno de los referentes mundiales en lo que a metal underground se refiere. Pues bien, para recordarnos que esta situación va a seguir (para disfrute nuestro), vuelven a la carga con otra banda de nuevo cuño con discazo bajo el brazo, como no podía ser menos. Al igual que Coffinworm, otra de las nuevas joyas del sello cuyo álbum comenté el otro día, Castevet es un grupo que está viviendo un ascenso meteórico. Formados en 2006, no fue hasta 2009 que no vió la luz su primer trabajo, un EP de título Stone/Salts. Tal fue el impacto de dicha presentación en sociedad, que un año después el trío ya se encuentra en las filas de Profound Lore y con su primer LP en las tiendas desde Mayo. Casi nada, y más en los tiempos que corren. Y todo ello justamente merecido, porque el Black Metal de estos neoyorquinos es para tomárselo en serio, y mucho. Para los amantes de los nombres propios, Castevet lo componen: Andrew Hock a la guitarra y voces, Ian Jacyszyn en la batería y el bajista Josh Scott.
Supongo que los más familiarizados con estos sonidos, al leer Black Metal y Nueva York (esto se hace extensivo a EEUU en general), habréis invocado en vuestras mentes las imágenes de bandas como Krallice, Wolves In The Throne Room, Cobalt o Nachtmystium. Todas ellas formaciones integradas en ese grupo denominado la Nueva Ola de Black Metal Norteamericano, y cuyo denominador común ha sido la fusión del género con otros estilos muy diversos, que dependiendo de la propuesta pueden ser el ambient, la musica atmosférica, el metal progresivo, la psicodelia o el post-metal. Pues bien, el caso de Castevet se amolda a esta descripción, pero con una serie de matices que les diferencia y les confiere personalidad propia. Tanta que en mi opinión el trío ha alcanzado ese estatus tan deseado por muchas bandas en el que uno sólo puede ser definido nombrándose a sí mismo. Evidentemente esto siempre es falso en parte, ya que hasta lo más rompedor tiene raíces, pero creedme si os digo que Mounds Of Ash es un artefacto al que es complicado encontrarle un gemelo. Y eso es debido no a la utilización de recursos nuevos, sino a la alquimia utilizada para mezclar los ya existentes. Así como las bandas del sonido NY siempre acaban mostrando su amor hacia un género concreto (Krallice y el math-metal, Cobalt y el metal progresivo, Wolves In The Throne Room y el ambient/atmospheric...), Castevet han conseguido el equivalente del descubrimiento de la piedra filosofal (siguiendo con el argot alquímico), ya que todos los elementos de los que beben están mezclados en su proporción exacta produciendo un álbum que es oro puro. El black metal está ahí, con sus distinguibles guitarras, pero conviviendo con unas voces más propias del hardcore y unas estructuras que tienen deudas tanto con el metal progresivo como con los sonidos metálicos de vocación más evocadora. Y todo ello ejecutado con la absoluta perfección de quien está capacitado y ama el metal de encuadre matemático y filigranas imposibles. Sin embargo, lo que hace que Mounds Of Ash sea excepcional es que toda esa miríada de referencias están supeditadas a la coherencia interna de cada tema en primer lugar, y en general a la intención de hacer un álbum libre de cualquier atadura estilística a la par que cohesionado y ágil. Nunca tendrás la sensación, muy habitual cuando uno se adentra en este género, de que la banda no tiene una idea definida de canción o que estás ante una jam hacia ninguna parte. Todo lo contrario. En este disco, y tema tras tema, todo suena como debe de sonar y en el momento adecuado, de tal modo que en mi caso ha supuesto la banda que siempre he soñado sería perfecta para el género. Esto es muy relativo, evidentemente, y sujeto a los gustos y preferencias del oyente, pero si eres de los que adoras todos los estilos que he comentado anteriormente por igual, Castevet te va a flipar. Y no puedo acabar sin resaltar la labor de Ian Jacyscyn, porque sería pecado no hacerlo. Una monstruosidad lo que este señor es capaz de hacer con las baquetas, de verdad. Y no es sólo que su técnica sea simplemente inhumana, que lo es, sino que además es de esos raros casos donde el ego queda supeditado a la composición. El resultado: unas canciones espectaculares a cargo de una batería que las lanza a la estratosfera pero que no chilla a gritos por encima del resto de instrumentos ni exige que el oyente tenga que prestarle toda la atención (toma nota, Brann Dailor). Agesividad, melodía, libertad creativa, contundencia y unos temas rayando la perfección. Eso, y mucho más, son Castevet.
Un álbum que asusta, por su contenido y por su condición de debut. Desde el Lazarus Bird de Burst (no me cansaré de llorar la desaparición de esa banda...) no me había encontrado con una cuadratura de círculo como ésta. Ahí es nada.
Ya he comentado con anterioridad el impresionante acierto que el sello Profound Lore está mostrando a la hora de incorporar nuevas bandas a un catálogo que es ya de por sí todo un escándalo, y que le sitúan como uno de los referentes mundiales en lo que a metal underground se refiere. Pues bien, para recordarnos que esta situación va a seguir (para disfrute nuestro), vuelven a la carga con otra banda de nuevo cuño con discazo bajo el brazo, como no podía ser menos. Al igual que Coffinworm, otra de las nuevas joyas del sello cuyo álbum comenté el otro día, Castevet es un grupo que está viviendo un ascenso meteórico. Formados en 2006, no fue hasta 2009 que no vió la luz su primer trabajo, un EP de título Stone/Salts. Tal fue el impacto de dicha presentación en sociedad, que un año después el trío ya se encuentra en las filas de Profound Lore y con su primer LP en las tiendas desde Mayo. Casi nada, y más en los tiempos que corren. Y todo ello justamente merecido, porque el Black Metal de estos neoyorquinos es para tomárselo en serio, y mucho. Para los amantes de los nombres propios, Castevet lo componen: Andrew Hock a la guitarra y voces, Ian Jacyszyn en la batería y el bajista Josh Scott.
Supongo que los más familiarizados con estos sonidos, al leer Black Metal y Nueva York (esto se hace extensivo a EEUU en general), habréis invocado en vuestras mentes las imágenes de bandas como Krallice, Wolves In The Throne Room, Cobalt o Nachtmystium. Todas ellas formaciones integradas en ese grupo denominado la Nueva Ola de Black Metal Norteamericano, y cuyo denominador común ha sido la fusión del género con otros estilos muy diversos, que dependiendo de la propuesta pueden ser el ambient, la musica atmosférica, el metal progresivo, la psicodelia o el post-metal. Pues bien, el caso de Castevet se amolda a esta descripción, pero con una serie de matices que les diferencia y les confiere personalidad propia. Tanta que en mi opinión el trío ha alcanzado ese estatus tan deseado por muchas bandas en el que uno sólo puede ser definido nombrándose a sí mismo. Evidentemente esto siempre es falso en parte, ya que hasta lo más rompedor tiene raíces, pero creedme si os digo que Mounds Of Ash es un artefacto al que es complicado encontrarle un gemelo. Y eso es debido no a la utilización de recursos nuevos, sino a la alquimia utilizada para mezclar los ya existentes. Así como las bandas del sonido NY siempre acaban mostrando su amor hacia un género concreto (Krallice y el math-metal, Cobalt y el metal progresivo, Wolves In The Throne Room y el ambient/atmospheric...), Castevet han conseguido el equivalente del descubrimiento de la piedra filosofal (siguiendo con el argot alquímico), ya que todos los elementos de los que beben están mezclados en su proporción exacta produciendo un álbum que es oro puro. El black metal está ahí, con sus distinguibles guitarras, pero conviviendo con unas voces más propias del hardcore y unas estructuras que tienen deudas tanto con el metal progresivo como con los sonidos metálicos de vocación más evocadora. Y todo ello ejecutado con la absoluta perfección de quien está capacitado y ama el metal de encuadre matemático y filigranas imposibles. Sin embargo, lo que hace que Mounds Of Ash sea excepcional es que toda esa miríada de referencias están supeditadas a la coherencia interna de cada tema en primer lugar, y en general a la intención de hacer un álbum libre de cualquier atadura estilística a la par que cohesionado y ágil. Nunca tendrás la sensación, muy habitual cuando uno se adentra en este género, de que la banda no tiene una idea definida de canción o que estás ante una jam hacia ninguna parte. Todo lo contrario. En este disco, y tema tras tema, todo suena como debe de sonar y en el momento adecuado, de tal modo que en mi caso ha supuesto la banda que siempre he soñado sería perfecta para el género. Esto es muy relativo, evidentemente, y sujeto a los gustos y preferencias del oyente, pero si eres de los que adoras todos los estilos que he comentado anteriormente por igual, Castevet te va a flipar. Y no puedo acabar sin resaltar la labor de Ian Jacyscyn, porque sería pecado no hacerlo. Una monstruosidad lo que este señor es capaz de hacer con las baquetas, de verdad. Y no es sólo que su técnica sea simplemente inhumana, que lo es, sino que además es de esos raros casos donde el ego queda supeditado a la composición. El resultado: unas canciones espectaculares a cargo de una batería que las lanza a la estratosfera pero que no chilla a gritos por encima del resto de instrumentos ni exige que el oyente tenga que prestarle toda la atención (toma nota, Brann Dailor). Agesividad, melodía, libertad creativa, contundencia y unos temas rayando la perfección. Eso, y mucho más, son Castevet.
Un álbum que asusta, por su contenido y por su condición de debut. Desde el Lazarus Bird de Burst (no me cansaré de llorar la desaparición de esa banda...) no me había encontrado con una cuadratura de círculo como ésta. Ahí es nada.
4 comentarios:
Gracia tio, me ha molado la ostia. Además creo que con las escuchas ganará en detalles.
Joder, segunda escucha y en aumento. Me recuerdan a Celeste, pero con un rollo distinto, no sabría decir. Gran disco, sin duda.
Un saludo.
al carajo estos putos! aguante los castevet emo punk piolavago!
Acojonante pank, no se que me apabulla más, si tu gramática o tu educación.
Un saludo!
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