Ecos de una ciudad sumergida.

Translator / traducteur / übersetzer / traduttore...

sábado, 25 de agosto de 2012

UNICORNIBOT - Dalle! (2012)


Puedes escuchar y descargar gratuitamente Dalle! a través del Bandcamp de Unicornibot. PINCHA AQUÍ.

Demasiado había retrasado una reseña ineludible si de verdad se quiere abarcar lo mejor que este apocalíptico año de 2012 nos está brindando. Y es que el revuelo que el segundo largo de los pontevedreses Unicornibot ha causado en el underground patrio (las 320 copias limitadas en vinilo que sacaron se esfumaron en un santiamén) está completamente justificado habida cuenta del salto de gigante que han dado respecto a su debut Hare Krishna (2010, Autoproducido). Si aquel fue un notable trabajo de rock instrumental muy cercano a los postulados de luminarias como Shellac (de hecho la masterización corrió a cargo de su bajista Bob Weston) o Fugazi, con Dalle! (2012, Matapadre/Radix Records/Bloody Dirty Sanchez Productions/Chingaste La Confianza/Odio Sonoro) el cuarteto ha saldado todas sus deudas para emprender la construcción de un Universo demente tan sólo regido por sus propias reglas. Que no las tienen. 


Y es que su math rock (cómo me apesta esa etiqueta, pero para que nos entendamos) ha sido sodomizado con demencia en el redil de estas cuatro mentes febriles hasta amoldarse a su peculiar y genial forma de ver el género, una en la que no hay cabida para los argumentos sesudos y sí para el desenfreno y el despiporre más maravillosos. Entrando en ese selecto grupo de leyendas del underground como Picore, Decapante o Betunizer, formaciones que partiendo del rock y el post-hardcore han construido altares a la música más libre de ataduras imaginable, los gallegos se desmarcan por emprender un sendero que huye de la intelectualidad y que desemboca en un paraje donde el caos y el jolgorio retozan entre risas y pegajosos fluidos corporales. Haciendo gala de unas aptitudes técnicas superlativas y una energía más propia del punk que del rock, Unicornibot ponen todo su potencial al servicio de la fiesta, entendida ésta como celebración de lo absurdo y carcajada en la cara del raciocinio. Como utilizar un Ferrari para tunearlo y llevarlo a una cabalgata de Reyes o secuestrar un acelerador de partículas para desmontarlo y construir una réplica de Mazinger Z, Dalle! utiliza la excelencia como trampolín para zambullirse en las imprevisibles aguas de la demencia. Energía adrenalínica, estructuras espasmódicas y un ritmo de irresistible influjo son algunas de las armas de las que hacen gala Unicornibot en los 10 cortes que componen el álbum. Con unos títulos de canción para reír hasta llorar, el cuarteto pasa de los guiños a Shellac en Julio Iglesias, portero a la pesadez casi metálica de Abril-Cerral pasando por su vertiente más jazzística en Gol de Chico o sus acercamientos a sonoridades ruidosas y latinas (sí, a mi me suena igual de raro, pero qué queréis, la culpa es de ellos) en Antigua y Bermuda. Pero como decía, todo esto son gilipolleces, intentos vacíos de catalogar una propuesta que va más allá del análisis científico y entra por derecho propio en los reinos de lo insondable, que diría mi querido padre Lovecraft. Por eso paso de continuar haciendo el imbécil y me limito a recomendar fervientemente uno de los discos más asombrosos, frescos e imaginativos al que uno pueda hincarle el diente hoy día, y que espero que sea el preludio de muchas fiestas por venir. Larga vida a los guerreros de casco plateado.


Dalle! supone la entrada en tromba y entre risas de Unicornibot entre la élite del math rock internacional, y el recordatorio de que la música, ante todo, supone la celebración de que estamos vivos. Y que nada tiene sentido. De lo mejor que vas a poder escuchar este año, así de claro.




1 comentario:

Anónimo dijo...

No los conocía pero me pareció fantástico su concierto del sábado en Santiago! Adjunto el enlace a una breve reseña que escribí para mi blog por si a alguien le interesa echarle una ojeada:
http://bailarsobrearquitectura.wordpress.com/2013/06/17/unicornibot-en-belvis/
Saludos,
iago lópez