Ecos de una ciudad sumergida.

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viernes, 29 de octubre de 2010

RED GIANT - Dysfunctional Majesty (2010)

 


Pues hoy toca otra grata sorpresa, y van... Con 20 años de carrera a sus espaldas, los norteamericanos Red Giant son una de las bandas más longevas del panorama stoner, y por lo escuchado en Dysfunctional Majesty, siguen en una forma acojonante, ajenos a la atrofia creativa que suele acontecerles a muchas formaciones de su edad. Nacidos en 1990 en Cleveland, el cuarteto hace su presentación al gran público con su fantástico debut de 1995 Psychoblaster And The Misuse Of Power, gracias al cual giran con bandas como Hawkwind, Voivod, Queens Of The Stone Age o Fu Manchu. Continuarían con una carrera muy sólida aunque poco prolífica, cristalizada en otros dos grandes álbumes como fueron Ultramagnetic Glowing Sound (1998) y Devil Child Blues (2004). Seis añitos hemos tenido que esperar por un nuevo álbum, pero los conocedores de su trayectoria ya estábamos acostumbrados a tan dilatados hiatos creativos, ningún problema teniendo en cuenta la calidad de su discografía. Alex Perekrest (voz, guitarra) sigue al timón del barco, junto a Damien Perry (guitarra, voz) y Brian Skinner (bajo), todos ellos miembros fundadores. Para aporrear los parches han incorporado al equipo a Eric Matthews, ex Pro-Pain y actualmente también en Spudmonsters.


No esperaba ninguna sorpresa especial con Dysfunctional Majesty, la verdad, y tan sólo quería disfrutar de otro nuevo lanzamiento del cuarteto yanki, sin ninguna pretensión concreta. Pues para mi alegría, no sólo me siguen molando estos tíos, sino que encima se descuelgan con un álbum que muestra una faceta diferente a la desplegada en anteriores trabajos. Donde Ultramagnetic Glowing Soul o Devil Child Blues hacían gala de un stoner muy expansivo y espacial (en la onda de Monster Magnet cuando no daban verguenza ajena), Dysfunctional Majesty está poseido por el fuego del rock'n roll más pegador e inmediato. Muy en la línea de Clutch, Hellacopters o Unida, Red Giant nos plantan un disco que es puro sudor y groove. No esperéis variaciones ni transversalidades sonoras, ni falta que hace. Estamos ante un álbum para poner a todo trapo mientras recorremos a todo trapo una larguísima autopísta, pensando en llegar al primer bar en condiciones para acabar con su existencia de cerveza a la par que soñamos con mojar con alguna mujer despampanante. Ese comienzo a todo trapo con Chopper y Never Touch The Lens ya nos da una idea de por dónde van los tiros. Dos cortes repletos de energía, y con más gancho que un derechazo de Hulk. These Satisfactions Are Permanent es 100% Clutch, siendo uno de los grandes temas del disco, y para los amantes de los Red Giant psicodélicos, algo queda todavía para ellos, como en la fantástica Million Point Back o la instrumental Weird Problems. Y si todavía quedaban dudas sobre su nueva orientación, ahí está el corte final, nada más y nada menos que una versión del Let There Be Rock de AC/DC. Con dos cojones. Si tuviera que ponerle una pega a Dysfunctional Majesty, esa sería su excesivo metraje. Un álbum de estas características, que hace hincapié en la pegada y la inmediatez, no puede irse a casi la hora y diez sin provocar cierto grado de aburrimiento en el oyente. En mi opinión hubiera sido un trabajo muchísimo más redondo con un par o tres cortes menos. De todos modos estamos ante uno de los discos de rock del año, no lo dudéis.


Otro gran disco de estos cabrones. La espera ha valido la pena!!
Nota: 8,5/10


lunes, 25 de octubre de 2010

IRON THRONES - The Wretched Sun EP (2010) / Visions Of Light (2008)


Iron Thrones es una banda de metalcore progresivo oriunda de Minneapolis, y formada por Adam Clemans (ex-Veil Of Maya) a las voces, Steven Henningsgard (Nehemiah) a la guitarra, Curtis Parker en el bajo y el batería Peter Clarke. La formación se crea en 2006 sobre las cenizas de Everest, combo metalcore que llegó a publicar un EP (Where Earth Meets The Sky) ese mismo año.Ya constituidos como Iron Thrones, en 2008 ve la luz de manera autoeditada y en descarga gratuita su debut en formato larga duración, Visions Of Light. Aquel era un álbum tremendo, probablemente el mejor debut de ese año, y las críticas excelentes por parte de otras bandas y de la prensa especializada no tardaron en llegar. Por si esto fuera poco, en Abril de 2010, justo antes de entrar en el estudio para grabar su segundo trabajo, les llegó la noticia de que habían sido elegidos ganadores del premio No Label Needed, con un jurado compuesto por músicos (gente de The Dillinger Escape Plan y Shadows Fall entre ellos), críticos, agentes y managers. El premio, creado a iniciativa de Scion (medio independiente centrado en la expresión artística) y la web Metal Insider, consistía en medios económicos para grabar un álbum a nivel profesional (en este caso el cuarteto eligió la producción de Machine, conocido por trabajar con bandas como Lamb Of God o Every Time I Die), así como asesoramiento por parte de agencias de management y músicos ( María Brink de In This Moment, Blasko de Ozzy, Ben Weinman de The Dillinger Escape Plan y los tíos de Shadows Fall) para poder lanzar una carrera con garantías y sin necesidad de sellos ni discográficas. El resultado es un EP con alma de álbum (más de 40 minutos), de título The Wretched Sun y cargado de ilusión y una actitud ante el "negocio" envidiables.


 Y tras esta extensa introducción (lo siento!), llegamos a lo más importante, la propuesta musical de Iron Thrones, concretamente la de su reciente EP. Los norteamericanos parten del metalcore, pero fusionado con el post-metal de Cult Of Luna y un gusto por la épica que les emparenta con Opeth (aunque la forma de desplegarla sea completamente distinta). La comparación más evidente es con los geniales Between The Buried And Me por ese inequívoco gusto a metalcore, pero donde los de Carolina del Norte apuestan por un metal cargado de cambios de ritmo y guiños al free-jazz, Iron Thrones se decantan por unos temas más compactos y robustos, más clásicos si se quiere (dentro del mundo del progresivo, claro), como medio de apuntalar una épica desbordada, donde se mueven como peces en el agua. Sólo con escuchar la parte final del primer corte, Like A Moth To Flame, ya sabréis de lo que hablo. Temas que empiezan duros, con un Adam Clemans desgañitándose con una guturalidad que linda el death metal y unos riffs monolíticos a la par que técnicos, pero que con el consumir del metraje se intercalan con pasajes de melodía minimalista para acabar desembocando en auténticas catársis de rabia. Henningsgard está excelso a la guitarra, siendo capaz de combinar riffs demoledores con momentos de belleza acústica, y todo ello condimentado con unos solacos tremendos, que hablan de un músico tremendamente talentoso para su juventud. El tema que mejor condensa la propuesta del cuarteto es Against The Grain, y que en 8 minutos es capaz de desplegar poderosos riffs, cambios de ritmo, coqueteos con el jazz y un solo reminiscente del heavy clásico que te pondrá los pelos de punta. También en este corte aparece la principal sorpresa del EP respecto a su álbum de debut, como es la aparición de voces limpias, a cargo también de un Clemans pletórico y que encajan fantásticamente en la épica de Iron Thrones. Esto no queda aquí, ya que a mitad de trabajo esperan los 11 minutos de I Once Had The Crown, toda una gigantesca explosión de recursos creativos que es simplemente abrumadora. A los elementos anteriormente citados se suma el uso de sintetizadores y melodías deudoras de combos de death/doom melódico como Daylight Dies o Swallow The Sun, y que hace que la catársis final del tema se eleve hasta el puñetero espacio exterior. El cierre del EP es también digno de mención, siendo And The Sky Came Falling Down una pieza que con pasmosa facilidad combina un metal durísimo como un puñetazo en la cara a la vez que transita por coordenadas de composición más compleja y deudora de Neurosis, junto a una voz limpia que vuelve a sorprender, esta vez por sus similitudes con el gran Keith Caputo de los aún más grandes Life Of Agony.



Era complicado igualar la grandeza de Visions Of Light, pero Iron Thrones han vuelto ha parir un trabajo soberbio. Habrá quien prefiera el dinamismo y energía del primero, otros se decantarán por la mayor complejidad de The Wrectched Sun. Algunos simplemente nos regocijaremos con el hecho de que exista una banda como ésta.

Nota: 9/10 
 



Sinceramente, un trabajo de la magnitud de Visions Of Light merecería una entrada para él solo. Lo merece sobradamente, y podría escribir renglones y renglones sobre su excelencia. Problemas de tiempo me lo impiden, pero a la vez me parecía injusto obviar un debut de este calibre y parte esencial del status actual de Iron Thrones como una de las mayores promesas (principalmente por su incipiente carrera más que por la calidad de sus trabajos) del metal progresivo actual. Estamos ante un álbum que combina dinamismo, energía, rabia, delicadeza y épica como sólo los titanes consagrados del género son capaces de hacer. Los ecos de Opeth aquí son más claros, así como el omnipresente de Between The Buried And Me. Pero os aseguro que la energía de Visions Of Light supera a las propuestas de los citados, no dejando Iron Thrones que las progresiones mitiguen su ansia por apabullar el alma del oyente a base de fuerza y épica. Todo en el disco suena tremendo, en su sitio, desplegando unas capacidades técnicas y compositivas de otro planeta. Ahí están maravillas como Still Waters o The Dark Designs para atestiguarlo. Pocas bandas han irrumpido en la arena metálica con un sonido tan definido y compositivamente perfecto como lo hicieron Iron Thrones en su debut.

Nota: 9,25/10


viernes, 22 de octubre de 2010

GOSPEL OF THE FUTURE - The Eclipse (2010)




 Todavía con los riffs de Dopefight martilleando mi cerebro, y con mi cuerpo y nervios recuperándose aún de la monstruosidad de concierto que The Dillinger Escape Plan nos ofrecieron en el Kafe Antzokia de Bilbo, regreso con otro pepinazo destructor venido de las frías regiones del Este. Gospel Of The Future son una banda de sludge/doom hardcorizado proveniente de la República Checa, cuyos miembros son Ultra (guitarra, voz), Alenka (bajo), Koffin (guitarra) y Alesh (batería). Su primer trabajo es un EP fechado en 2004 y de nombre Forever Dead, que aprovechan para dar sus primeros bolos y calentar motores creativos de cara a su debut autotítulado, que ve la luz en 2007 junto a unas estupendas críticas por parte de la prensa especializada. Gracias a esto y a la buena acogida por parte de los fans y otras bandas del género, durante tres años consiguen tocar junto a titanes consolidados como Wolves In The Throne Room, Crowbar, A Storm Of Light o Lair Of The Minotaur. Casi nada. Con la tarea nada fácil de aumentar el monto de la apuesta, el cuarteto checo vuelve a la palestra con su nuevo álbum de estudio, The Eclipse.



Y madre mía que barbaridad de álbum que se han sacado de la manga estos cabrones. Desembarazándose de las influencias blackers e industriales de su debut, han decidido abrazar los riffs abrasadores del sludge junto a una muralla sólida de granito heredera del doom más monolítico y, junto a una interpretación vocal a medio camino entre el hardcore y el noise más unas pinceladas del mejor thrash old school, han moldeado uno de los álbumes más originales y tremendos dentro del sludge en mucho tiempo. Muchas influencias son las que se pasean a lo largo del metraje de The Eclipse, pero ninguna banda con la que podamos emparejar el resultado final. Probablemente High On Fire sea la más cercana, pero sustituyendo la avalancha de riffs de las huestes de Matt Pike por un ritmo deudor del stoner y que hace que pese a la agresividad y densidad del álbum, éste nos parezca tremendamente ágil y adictivo. Los poco más de 30 minutos de duración del mismo también ayudan a que su contenido sea lo más parecido a un balazo en toda la nuca. No son High On Fire la única influencia del sonido actual de Gospel Of The Future, ya que también hay pinceladas evidentes de bandas como Pelican y los siempre omnipresentes Eyehategod y Corrupted. Pero como apuntaba, la receta con la que los checos conjugan todos estos ingredientes dan como resultado un plato muy personal y con un gusto nuevo. Comienza el álbum de manera sorpresiva, sobre todo para los que ya conocíamos a la banda, ya que The Eclipse Pt.I es una intro-tema de 6 minutos en los que el cuarteto estira una estructura muy drone y repetitiva que en mi caso incluso me hizo dudar de la autoría del material que tenía frente a mi. Dudas que se despejan al instante cuando Gospel Of The Future se lanzan con el machete entre los dientes en Children Of Chaos, un corte en el que se conjugan unos riffs capaces de partir galaxias en dos con Ultra desgañitándose a través una voz distorsionada y muy noise/hardcoreta. Nunca el adjetivo de corrosivo fue más acertado que con estos señores. Esa tónica se mantiene en la siguiente Cavemaster, hasta que llegamos a la siguiente sorpresa y catársis de The Eclipse. Hablo del corte titulado Witchbone Dust Overdose. 8 minutos que comienzan cociéndose a fuego lento, tirando de un doom pesadísimo e hipnótico, pero que a la mitad del metraje explota con una cabalgada thrash que ya hubieran firmado los Sepultura del Beneath The Remains y que te dejan con la mandíbula por el suelo y las cervicales deshechas. Lo que esa sección rítmica se casca en impía cópula con las guitarras un servidor no lo puede explicar con palabras. Escuchadlo y sabréis de lo que os hablo mientras le hacéis cuernos al cielo desafiando a Dios. Pero eso sí, no os relajéis porque el álbum continúa con Geniove, una versión de nada más y nada menos que de Master's Hammer, la mitica banda de black checo que nos regalaron obras maestras como Ritual (1991) o el más cercano y también tremendo Mantras (2009). Y encima con los huevos suficientes de imprimirle a la rabia del tema original un sello propio basado en un sonido bastante más gordo e incluso psicodélico. Gozada de nuevo. Con el corazón palpitando de puro extásis, el cuarteto checo, conocedor del subidón que iban a provocar estos temazos y preocupados por nuestra salud, cierran sabiamente con The Eclipse Pt.II, una vuelta a los preceptos del primer corte y que nos proporcionaran el ansiado descanso del guerrero. Y la sensación de haber tocado el cielo metálico. Para rematar, el fantástico artwork es obra de Seldon Hunt, famoso por sus trabajos para bandas como Isis, Neurosis, Sunn O))), Earth o The Melvins.


 Discazo. Sludge con personalidad propia. Un presente acojonate y un futuro que da miedo, porque Gospel Of The Future tienen pinta de no haber ni siquiera vislumbrado su techo creativo.
Nota: 9,25/10

miércoles, 20 de octubre de 2010

DOPEFIGHT - Buds (2010)



Vaya añito estamos teniendo, con verdaderos pepinazos dentro de numerosos estilos, y también con unos debuts de verdadero escándalo. Kvelertak, Byfrost, Gangrenator o Tweak Bird son algunos de los ejemplos de esto, criaturas que han venido al mundo con discazos bajo el brazo. Pues bien, que vayan haciendo un hueco porque Dopefight entra a base de riffs gordos y porros como mi brazo de grande en ese selecto club. 

Este trío británico ya había avisado el año pasado con la publicación de un tremendo EP y un split junto a Dead Existence, pero ni los más optimistas esperaban un larga duración de estas dimensiones. Famosos por unos directos demoledores, Dopefight están compuestos por Owen Fareye Karti (guitarra, voces), Epic-fail Hale (bajo) y Ant Cole (batería).



Esta crítica se puede resumir en algo muy sencillo. Buds es uno de los mejores discos de sludge/doom metal de la historia y contiene la colección de riffs más demoledora que servidor haya presenciado en un mismo álbum. A priori sonara exagerado a más de uno, pero os juro que este álbum es una joya, amén de clásico instantáneo para todo amante del buen metal pantanoso y herbáceo. Pensad en una amalgama entre la abrasividad de Bongzilla, el dinamismo de Church Of Misery y la agresividad punk/hardcore de (-16-), y os haréis una pequeña (muy pequeña) idea de por dónde van los tiros. El gran acierto del álbum es la manera en que consiguen levantar indestructibles murallas de riffs, pero a la vez hacerlas cabalgar a todo trapo sin caer en el ensimismamiento o la languidez propias de buena parte de los combos de sludge/doom. Y qué riffs, señores. Si cortes como Nob.Nod.Noi, Spaceman o Slug'n'mop no te hacen descoyuntarte el cuello, es que ya no hay salvación posible para tu alma. Buena parte de Buds puede considerarse instrumental, pero en la mayoría de los temas hay pequeños momentos en que aparece la voz de Karti dejando una impronta muy hardcoreta en el sonido del álbum, siendo esos fragmentos los de mayor similitud con los enormes (-16-). Partiendo de una sección rítmica demoledora (especialmente la batería de Ant Cole), Dopefight se lanzan a por tu yugular en 13 temas con el mismo poder de destrucción que un arsenal nuclear, y donde además de una colección de riffs que harían emocionarse al mismísimo Tony Iommi, encontramos la diversidad suficiente como para que los 50 minutos de metraje del disco se nos pasen en un santiamén. Ahí están Jock Witch o La Mano del Daemon para sumergirte en un fétido viaje de experimentación lisérgica en el que te revolcarás como un gorrino en una charca de mierda. Medios tiempos monolíticos, orgías de riffs, velocidad punk, viajes de ácido... Todo lo que pidas Dopefight te lo escupirá a la cara redoblado y con un inconfundible aroma a marihuana. Me parece inútil continuar escribiendo sobre la grandeza de Buds si con ello os resto un tiempo precioso que podríais estar invirtiendo en pajearos con él.



IMPRESIONANTE. Así, con mayúsculas. Obra maestra y otro inquilino para un Top del año que va a acabar siendo como el camarote de los hermanos Marx. De obligada adquisición, que además son 6 libras de nada.

Nota: 10/10

lunes, 18 de octubre de 2010

SLOUGH FEG - The Animal Spirits (2010)



Por fin, uno de los álbumes más esperados por mí este año ha visto la luz. Auténticas leyendas del heavy metal durante más de dos décadas, Slough Feg son al mismo tiempo una de las bandas más injustamente desconocidas del Universo. Pocas, pero que muy pocas bandas dentro del género pueden alardear de una discografía como la de estos señores, con obras maestras del calibre de Dawn Amongst The Deadmen, Twilight Of The Idols o Traveler (el clásico de clásicos). Curiosamente, su momento de mayor apogeo y popularidad fue el año pasado, a raiz de la publicación de Ape Uprising, su fantástico séptimo álbum de estudio (que ya comenté en Ecos de R'Lyeh) y a través del cual abrieron para The Sword en su gira norteamericana, amén de entrar en la banda sonora del famoso videojuego de EA Brutal Legend. Cumpliendo aquello sobre los profetas en tierra propia, Slough Feg cuentan con una pequeña pero fiel base de fans en el viejo continente y sus discos han visto la luz a través de sellos europeos, con una menor repercusión en un hogar, los EEUU, que sin embargo ha ensalzado a los altares a bandas de revival (lo de telonear a The Sword tuvo que ser sangrante...) que no les llegan a la altura de los zapatos. De cualquier forma, las huestes de Mike Scalzi (compositor, voz, guitarra) siempre han marchado ajenas al desfallecimiento o la desmoralización, y con The Animal Spirits dan un paso más en una carrera de verdadero escándalo. Además, ve la luz este trabajo con Profound Lore (por fin un sello norteamericano!), con lo que esperemos que la música de estos gigantes pueda llegar a un público más numeroso que en el pasado. 


 Con tan sólo observar el artwork del álbum, sospeché que The Animal Spirits iba a significar una vuelta a los orígenes de la banda, y no me equivoqué. Tomando como ejemplo su anterior disco, Ape Uprising, que contaba con una portada acojonante y recargada, del mismo modo se trataba de un disco exhuberante en base a una labor guitarrística exquisita, y que bebía de diversas fuentes dando lugar a uno de los mejores discos del año pasado. En esta ocasión esa comparación entre el artwork y música vuelve a ser acertada, ya que nos encontramos ante un trabajo desprovisto de artificios en pos de ensalzar la esencia descarnada de un sonido que siempre fue único. Slough Feg nunca ocultaron la gran deuda que tenían con Thin Lizzy, y el espíritu de los irlandeses sigue revoloteando a lo largo y ancho de las diez pistas que componen The Animal Spirits, pero de nuevo a través del filtro tan especial que aporta el cuarteto norteamericano. Los cortes son mucho más directos que en anteriores trabajos, ensalzando la energía por encima de los matices, dando como resultado un álbum tremendamente adictivo y fresco, de esos que pincharás una y otra vez sin caer en el desfallecimiento o el tedio. Puedo decir sin pudor que The Animal Spirits está al nivel de los clásicos anteriormente mencionados merced a una sucesión de temazos inigualable por la gran mayoría de bandas actuales, un hecho que es increíble teniendo en cuenta que hablamos de una formación con más de dos décadas de carrera a sus espaldas. Pero es que esa perfecta mixtura de NWOBHM y rock clásico sigue siendo única e imbatible. Esos aires de folk irlandés unidos a la personalísima voz de Scalzi continúan funcionando a la perfección en cortes como Lycanthropic Fantasies o Heavyworlder (esos coros!), y en conjunto el cuarteto se sigue mostrando intratable a la hora de componer melodías de memorable sencillez que te harán levantar tu jarra de Guinness de puro extásis. Los temas, como comentaba, han ganado en inmediatez y gancho, siendo todos ellos hits potenciales, destacando maravillas como Free Market Barbarian que devienen en clínics de cómo hacer heavy metal rozando la perfección sin caer en horteradas, lugares comunes o ejercicios de guitarreo masturbatorio. Respecto a esto último, uno sólo puede quitarse el sombrero ante la acojonante exhibición que se hace a las seis cuerdas, cortesía de un Mike Scalzi y un Angelo Tringali en estado de gracia. Sin alardes ni pornografía instrumental, y con un ojo puesto en los clásicos (Thin Lizzy e incluso los primeros Maiden), se cascan un trabajo con la excelencia como acuerdo de mínimos. Una escucha a lo que estos señores hacen en esa preciosidad de título Ask The Casket (con la voz de Scalzi alcanzando el cielo) y sabréis de lo que hablo. Para remate, en el corte que cierra el álbum, Tactical Air War, interviene Bob Wright de los también de culto Brocas Helm. No sé vosotros, pero yo no podría pedir nada más.



20 años de una carrera inigualable. Un álbum con aroma a clásico y alma inmortal, y candidato a mejor disco de heavy del año sin ningún atisbo de duda.

Nota: 9,5/10


 

jueves, 14 de octubre de 2010

DODSENGEL - Mirium Occultum (2010)


Superado el puente y sus devastadores efectos, vuelvo por estos lares, que ya tenía ganas. Y lo hago con una banda que dudo mucho cope portadas ni listas de ningún tipo, pero que en menos de dos años han demostrado que pocos, muy poquitos, pueden mirarles a los ojos. Dodsengel es una joven formación noruega compuesta por M.A. y Kark, cuyo debut de 2009, Visionary, supuso un puñetazo en la mesa del anquilosado universo black del país, amén de un recordatorio a todas las vacas sagradas de lo que una vez fue el espíritu del género y que cada vez menos bandas encarnan. Aquel era un trabajo acojonante, un ejercicio de malsana intensidad sonora y espiritual que te dejaba literalmente sin resuello. Sin poder esperar e imbuidos de un irrefrenable torrente creativo, la banda vuelve a la carga, menos de un año después, con otro torpedo a la línea de flotación de una escena que necesita urgentemente de más grupos como Dodsengel. Tal es la fertilidad de estos tíos, que mientras escribo esto en la calle está otro nuevo trabajo suyo, esta vez en formato EP y de título Arkaik.



Pues los cabrones lo han vuelto a hacer. Aunque parezca mentira, en unos pocos meses han conseguido, partiendo de los formidables pilares de Visionary, reinventar su sonido, darle una nueva vuelta de tuerca y lanzarnos a la cara otro trabajo que es poco menos que una obra maestra. Como si de un cruce bastardo entre Shining y Mayhem se tratase, Dodsengel sigue siendo una banda que gana por goleada por pura intensidad, cruda, primaria, sin adulterar, pero que a su fiereza esquizoide le han añadido una complejidad estructural digna de un cosmos en formación. Donde otras bandas como Enslaved han abandonado completamente el black metal en pos de sus sueños progresivos, Dodsengel consiguen esclavizar inmisericordemente esas progresiones y forzarlas a trabajar en pos de su retorcida visión de la música. Cualquier influencia o etiqueta explota por los aires cuando Mirium Occultum se despliega en toda su grandeza, y aunque, como decía, ahí están los ecos de Shining (por la intensidad) o los primeros Mayhem (por su inequívoco regusto al black primigenio), el cuadro en su totalidad es una obra personalísima e inimitable, fruto de dos mentes desestructuradas a la para que geniales. Abren la carnicería con Azonei Wyrdwalker, en la línea de su predecesor Visionary, destruyendo todo a su paso en un controlado caos sonoro a base de una sección rítmica devastadora, unas guitarras que cortan a machetazos y una voz, la de Kirk, que es la confirmación de que las posesiones demoníacas existen, y son peores que en las películas. La sorpresa mayúscula llega con su segundo corte, Evocation Of Amezarak, un mastodonte de 20 minutos cargado de energía nihilista, épica arrebatadora y un duelo de titanes entre la fiereza descarnada y unas melodías guitarrísticas que no hacen ascos a internarse en el progresivo, previa sumisión a los preceptos del black metal. Kirk lleva a cabo un trabajo inigualable por lo enfermizo de su interpretación, que va de la guturalidad más iracunda a los sollozos finales de una bestia herida, siendo capaz de crear verdadera incomodidad en el oyente. Tremendo. Alor Mal Ki es una cabalgada sin freno a los abismos del dolor, con terminaciones nerviosas a punto de explotar y una sonrisa maniaca en el rostro, y unos parones en los que un retorcido doom se da la mano con los lamentos blasfemos de Kirk. La grandiosidad retorna con A Word To Conquer The Aeon, otro tema majestuoso lleno de épica y fuerza que demuestra que black metal, lejos de ser ese punk metalizado y sucio del que muchos hablan, es toda una fuerza de la naturaleza, que además de arroyos verdes y riachuelos de estampa romántica, también puede ser una explosión de energía oscura y destructora capaz de devorar galaxias enteras. Mirium Occultum se cierra con Lucifer Ascendant, un perturbador pasaje doom con una batería hipnótica, acordes que se expanden hasta el infinito y unos cánticos que se asemejan a mantras de impía reverencia a Satán. Perfecto final para un álbum al que no hay calificativos que le puedan hacer justicia. A todo esto hay que añadirle una producción sucia, sin filtrar, que acentúa lo primario de las sensaciones del álbum, pero que a la vez no interfiere en el vasto despliegue de elementos que conforman el mismo.


 Resumiendo, un trabajo capaz de devolver la fe en el black metal a cualquiera. Olvídate de experimentos ambientales, de black'n roll o cualquier otra derivación actual del género. Dodsengel han venido para devolver el trono oscuro a los gélidos parajes donde fue construido, y pobre de aquel que ose enfrentárseles. Candidato claro a disco del año.

Nota: 10/10 


viernes, 8 de octubre de 2010

MELECHESH - The Epigenesis (2010)



Joder, que añito, no nos está dando ni un momento de descanso. Pero bueno, si es a base de discazos como lo está haciendo, no podemos quejarnos. De nuevo tengo que agradecer a Soulkiller y a su estupendo blog The Tomb Of God que me pusiera sobre aviso de la salida de este álbum, y su reseña sobre el mismo no hizo sino ponerme los dientes aún más largos. Porque hablamos de lo nuevo de  Melechesh, uno de mis grupos fetiche y a los que ya rendí tributo en los comienzos del blog cuando hablé del tremendo Emissaries (2006). Formados en 1993 en Jerusalén, hay que decir que ninguno de sus miembros es nacido en la tierra sagrada de los judíos, ya que Ashmedi (guitarra, voces) es armenio, Moloch (guitarra) es asirio/palestino, Xul (batería) es alemán y sinceramente, ni puta idea de dónde es su nuevo bajista Rahm, pero me apuesto mi alma inmortal a que tampoco es de aquellas tierras. Su música ha sufrido una tremenda metamorfósis a lo largo de los años, y al black metal de sus inicios se le han ido sumando otras influencias, que van del thrash al death melódico, sin que se nos olvide probablemente la más importante, que es la adición de melodías e instrumentos del folclore de Oriente Medio. Tanto es así que es común oir hablar de la música de Melechesh como Mesopotamian Black Metal. También difieren de otras bandas blackers por la temática de sus letras, que ignoran las proclamas anti-cristianas y el paganismo nórdico para centrarse en ahondar en la historia, mitos y leyendas de las primeras civilizaciones de nuestra especie, como la mesopotámica o la babilónica.

Para empezar he de decir que The Epigenesis no alcanza la grandeza de los dos grandes trabajos de Melechesh, Sphynx (2003) y Emissaries (2006), verdaderos pepinazos de black/thrash que te volaban la cabeza cuando introducían esas inconfundibles melodías orientales. Pero del mismo modo, personalemente es un disco que me está encantando y, lo más importante, me llena de esperanza por el futuro del cuarteto. Me explico: con The Epigenesis los israelís han intentado crear un disco mucho más variado que sus antecesores, introduciendo desarrollos más complejos y bajando notablemente el pie del acelerador, lo que se traduce en un menor peso de las influencias del thrash metal en su música. También aumenta el peso de los sonidos folclóricos de la mano de una mayor variedad de instrumentos tradicionales, como es el caso del yayli tanbur turco, el Azeri Tar azerbayano, el baglama saz propio de las culturas otomanas y persas, el sitar indio y el santur persa. La introducción de esos instrumentos alcanza su máxima expresión en los dos fantásticos cortes instrumentales del álbum, When Halos Of Candles Collide y The Greater Chain Of Being, que acompañadas de una percusión espectacular devienen en momentos llenos de belleza y misterio, especialmente a nuestros oidos occidentales. El resto de temas mantiene esas estructuras marca de la casa en las que los fogonazos black metaleros juguetean con cambios de ritmo y escorzos guitarrísticos poseidos del espíritu del folclore primigenio de Oriente Medio, mientras la agresiva voz de Ashmedi le grita al cielo buscando la comunión con los dioses y antepasados de aquellas primeras civilizaciones del hombre. Grandes ejemplos de esto los encontramos en temas como Grand Gathas Of Baal Sin  o Mystics Of The Pillar. La genial Sacred Geometry nos hace recordar la tremenda y bailable Gyroscope de su anterior álbum, Emissaries. Sorprende además por la adición de unos coros con aire muy heavy metal que le da un toque muy, pero que muy épico a la canción. Durante todo el trabajo se hará evidente, a pesar de que los ataques black siguen ahí (Defeating The Giants),que la banda ha buscado (con éxito) alcanzar un sonido de metal orgánico, alejándose de las etiquetas. Las similitudes en cuanto a evolución con los griegos Rotting Christ son más que evidentes, y se nota en Melechesh la misma tendencia a situarse en un sonido menos deudor de sus orígenes y, por qué no decirlo, mucho más accesible (en el mejor de los sentidos). No es casualidad que ambas formaciones se dispongan a girar juntas los próximos meses. Sin embargo, donde en el caso helénico podemos hablar de un cambio completamente finalizado amén de una de las bandas más tremendas del metal actual, en el caso de Melechesh todavía podemos hablar de una travesía que aún no ha llegado a puerto, con todo lo que ello conlleva. Este hecho se nota en una pérdida de pegada a causa de esa concentración en mimar unos sonidos y texturas de corte más expansivo que van en detrimento del gancho con que se nos presentaban anteriormente. A pesar de todo esto, el cuarteto israelí sigue siendo una de las pocas bandas que puede presumir de una personalidad propia y única, además de lo loable que es que una formación con los discazos que estos señores tienen a las espaldas se atrevan, sin ningún tipo de miedo, a explorar senderos nuevos en vez de sentarse a vivir de las rentas o clonarse a sí mismos en cada nuevo lanzamiento.


Resumiendo, The Epigenesis es un disco excelente, aunque no alcance la genialidad de sus dos predecesores. Sin embargo, el futuro de Melechesh brilla con fuerza en el horizonte y es que no hay que olvidar que muchas veces, para dar un gran salto, hay que dar un pequeño paso atrás para coger impulso.

Nota: 8,75/10 

BUY IT!

MYSPACE 

miércoles, 6 de octubre de 2010

BYFROST - Black Earth (2010)


Tremendísimo impacto el que este disco está teniendo en la comunidad metalera. Pocas veces me he encontrado tanta unanimidad en la crítica especializada a la hora de ensalzar un álbum, y he de reconocer que completamente merecida. Muchos ya hablan de Black Earth como el mejor debut de 2010 e incluso lo proponen como candidato al Top de este año. Byfrost es un trío surgido de la inagotable cantera de Bergen, Noruega, hogar de leyendas vivas como Immortal, Enslaved o Taake (la lista es demasiado extensa para ponerla en su totalidad). En 2008 se presentaron en sociedad con su EP Byfrostmetal, que ya captó el interés de buena parte de los aficionados noruegos. Dos años después confirman las expectativas y las llevan a un nivel que ni el más optimista hubiera pensado jamás.


Porque  Black Earth es un auténtico cañonazo de disco. 8 temas ejecutados en menos de 40 minutos en el que los noruegos no se andan con tonterías y escupen un blackened trash metal a todo trapo. Si hubiera que definir su música en pocas palabras, tendríamos que decir que Byfrost son Immortal si éstos hubieran decidido decantarse por el thrash metal. Efectivamente hay muchas reminiscencias al thrash old school, con sus cabalgadas a toda pastilla y su incitación al headbanging, pero todo ello embellecido por una producción acojonante a cargo de (nada más y nada menos) Herbrand Larsen de los todopoderosos Enslaved. Las similitudes con las huestes de Abbath vienen sobre todo en el aspecto vocal, ya que el registro de Heavyharms (voz y guitarra) es muy parecido al del citado líder de Immortal. También en los temas más pausados nos pueden venir a la mente los trabajos que el legendario combo noruego nos ha regalado en su era post-At The Heart Of Winter, con esos medios tiempos oscuros cargados de fría evocación. Pero donde nuestro trío alcanza la excelencia es cuando mete la quinta marcha y se abandona a una salvaje carrera hacia el Infierno, como atestigua ese comienzo abrasador con Horns To The Sky, uno de los temas con más gancho que he escuchado en muchísimo tiempo dentro del género a base de unos riffs que literalmente descoyuntarán tu cuello. Y para colmo los cabrones introducen unos solos melódicos que pueden llevarte a una instantánea eyaculación metálica mientras que de paso insuflan altas dosis de versatilidad a Black Earth. El resto de temas no se quedan atrás, basculando constantemente el álbum entre esa velocidad thrash y los medios tiempos malignamente oscuros que en manos de Byfrost adquieren una dimension completamente nueva y extrañamente personal. Aún así, no creais que no esconde Black Earth sorpresas, ya que Skull Of God, el corte que cierra el mismo, es una pedazo de instrumental en el que se conjuga el intimismo acústico de Anathema con unos destellos de puro black metal creando cuatro minutos de auténtica magia. Y ya si Ice Dale, guitarra de Enslaved, presta sus servicios en la también memorable Desire, pues a uno sólo le queda arrodillarse ante un álbum que es poco menos que perfecto. El artwork es cojonudo también, y corre a cargo de Christian Sloan Hall.


Miedo tengo de hasta dónde pueden llegar estos tres "angelitos"...

Nota: 9/10 





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martes, 5 de octubre de 2010

SÓLSTAFIR - Masterpiece Of Biterness (2005)


He de confesar que mi primera intención el día de hoy era comentar el fantástico nuevo álbum de Kylesa, pero debido a un fallo en el ripeo que anda pululando por la red, he tenido que cambiar de opinión. Ningún problema, porque en la recámara tenía preparado este disco, que además me viene de perlas ya que los protagonistas de hoy, Sólstafir, visitarán el Estado español en Diciembre acompañando nada más y nada menos que a Swallow The Sun y Mar de Grises. Oriundos de Islandia, el cuarteto comienza a andar en 1994 yendo sus primeros pasos encaminados hacia el pagan/viking metal, y dedicando esos años a sacar diversas demos y girar por la escasa escena patria. Su primer largo no ve la luz hasta 2002, año en el que dejan boquiabiertos al respetable por una evolución radical en su música. Porque Í Blóði og Anda hacía compartir en el mismo espacio sus primigenias influencias black con unos desarrollos más complejos que les acercaban a géneros como el post-rock. Y sólo era el principio, ya que sin ningún tipo de frenos creativos en 2005 lanzan el álbum que hoy tenemos entre manos, el impresionante Masterpiece Of Biterness, uno de los álbumes más intensos, originales y geniales de la década pasada. En 2009 sacaron su tercer álbum, el también tremendo Köld.



Empezaré alabando los cojones de estos islandeses. Porque llamar a tu disco Masterpiece Of Biterness y abrirlo con un temita de 20 minutos habla, y mucho, de la confianza en ellos mismos que tenían. O lo poco que les importaba el resto del mundo, otra cualidad realmente admirable. Por no hablar de una evolución estilística respecto a sus comienzos que en otras manos hubiera acabado muy probalemente en una aberración digna de ser quemada en una pira inquisitorial. Y es que con este trabajo Sólstafir dejó de ser una banda de black metal, completamente, de manera irreversible, para abrazar diversos géneros como el post-rock, el hardcore y la psicodelia. El resultado es una obra con un poder de avasallamiento y empatía con el oyente incomparables, y uno de mis álbumes preferidos de todos los tiempos. Esa amalgama de estilos se convirtió en sus manos en un todopoderoso crisol sonoro que en un mismo tema era capaz de transportarte a cautivadores paisajes oníricos, zarandearte con una rabia desmedida o languidecer en introspectivos impasses minimalistas. Y tan barroca arquitectura estaba cimentada por un dinamismo y energía tales que convertían Masterpiece Of Biterness en un trabajo coherente y fluido como pocos me he echado a la cara en mi vida. Ese es probablemente el mayor acierto de los islandeses, el parir tan tremebunda monstruosidad cargada de matices sin que en ningún momento el oyente pueda despegar la atención de la joya multifacética que tiene ante sí. Como comentaba, el álbum abre con I Myself The Visionary Head, un tema 100% post-rockero que comienza con una calma moviéndose en espiral ascendente para acabar explotando en un clímax épico apoyado en una muralla de sonido bestial. Muchos son los referentes de los que bebe Sólstafir, pero probablemente los más evidentes sean Neurosis por lo intrincado de los desarrollos y Primordial por la pasión e intensidad vocal de las interpretaciones. La voz de Tryggvason no alcanza el poderío de Nemtheanga (nadie se puede igualar a este señor...), pero sí despliega los mismos niveles de desaforada pasión que el irlandés, siendo el remate perfecto a la propuesta instrumental de la banda. Una propuesta que alcanza su punto álgido en Ritual Of Fire, otro extenso corte de 14 minutos en el que el cuarteto da rienda suelta a todas sus inquietudes y donde la psicodelia, el post-metal y la épica más grandiosa se confabulan para parir un temazo para el que faltan adjetivos en el diccionario. Sólstafir demuestran, del mismo modo, que son igual de talentosos cuando se mueven en minutajes más comedidos (hablo de medias de 8 minutos, eso si), y canciones como Bloodsoaked Velvet o Ghosts Of Light son unos pepinazos a los que la banda les añade un extra de energía, coqueteando en el caso de la primera con unos riffs muy thrasheros capaces de incitar incluso al headbanging. No puedo acabar mi comentario sin alabar la acojonante labor de G. Ó. Pálmason en la batería, ya que es la fuerza motriz del álbum y despliega una variedad de recursos para quitarse el sombrero. Velocidad, versatilidad y sobre todo clase, muchísima clase. 


Una obra maestra, con todas sus letras. La pasión hecha música, y un trabajo con tanta transversalidad que enamorará a metaleros, post-rockers e incluso a hardcoretas inquietos.

PD:si, la portada es horrenda.

Nota: Fucking Classic!!!!!! (o sea, un 10/10)